Estrella sin brillo
Capítulo 1_
«En esta vida no todos tendremos un final feliz».
Manos recorrían su cuerpo sin su consentimiento, mientras retenía las lágrimas que amenazaban con salir en cualquier momento.
El agarre en su cadera se hizo más fuerte arrebatándole un grito de dolor al sentir como el miembro de un desconocido invadía su interior; los gemidos de ese hombre pasado de copas era el único sonido dentro de esas cuatro paredes.
Shinya se preguntó ¿por qué tenía que soportar eso?
Su piel estaba siendo marcada nuevamente por un extraño del cual ni siquiera conocía su nombre, sus caderas fueron alzadas en busca de hacer las embestidas más profundas, en busca de provocarle más "placer" la noche sería larga lo sabía, pero poco le importaba.
"Una prostituta de la mejor calidad".
Un fuerte gemido cerca de su oído le provocó náuseas, los movimientos se hicieron más rápidos anunciando que faltaba poco para que su tormento acabara, enterró su rostro en la cama desordenada, el tipo se inclinó para poder morder parte de su pálida piel corriéndose dentro de el al instante, el de ojos zafiro sintió asco de sí mismo.
Giro un poco la cabeza observando al pelirrojo que salía de él para dejarse caer a un lado de la cama y acto seguido cerrar los ojos cayendo en los brazos del Morfeo.
En cambio, Shinya cubrió su desnudez con una sábana dejando salir las lágrimas que desde el inicio de la noche retenía, se encaminó con dificultad al baño para limpiarse, se sentía sucio, admiro su cuerpo frente al espejo nuevas marcas se mostraban ante él, tallo lo más fuerte que pudo para deshacerse de ellas, pero por más que lo hiciera no se irían, él ya no era puro, nunca lo fue.
Al salir del baño vestido con un abrigo y ropas desgastadas tomó el dinero y salió de la sucia habitación para enfrentarse a las oscuras y frías calles de Shibuya.
Trataba de respirar entre los copos de nieve que caían con gracia sobre su plateado cabello, su nariz y sus manos se congelaban por la helada brisa que le transmitía algo de paz.
Apresuro el paso hacia su departamento donde su hermano Kureto le esperaba junto a Mahiru. Esperaba que el dinero que consiguió fuera suficiente esta vez.
Se detuvo un momento al escuchar disparos, se encontraba cerca de los dominios de la familia Ichinose la mafia con más poder en todo Japón, sería peligroso que se quedara ahí si había un enfrentamiento cerca del cual podría salir herido, estaba a algunas calles de llegar al apartamento, pero alguien posiblemente necesitaba ayuda; se debatía entre continuar su camino ignorando lo sucedido o ir hacia el lugar de donde provenían los sonidos arriesgando su vida.
Claramente optó por lo segundo.
Siguiendo el sonido llegó a un pequeño parque, busco a un posible herido, pasaron unos minutos hasta que escuchó un quejido a unos pasos de donde se encontraba.
— ¿Hola? —preguntó con voz trémula acercándose a pasos lentos—. ¿Necesita ayuda?
Logro vislumbrar a una persona tirada cerca de una fuente, de un momento a otro ya estaba de rodillas intentando detener la sangre que salía de una herida en el torso del cuerpo frente a él.
— ¿Puedes ponerte de pie? —se hallaban cerca de un hospital, recibió un inentendible si, lo ayudo a ponerse de pie, se dio cuenta de que era solo un chiquillo al que estaba por llevar al hospital.
La nieve por donde pasaban terminaba teñida de un color rojo.
En cuando entraron se llevaron al muchacho de cabellera oscura en una camilla para atenderlo, le pidieron que esperara sentado en una silla para informarle el estado del chico que no parecía tener más de dieciséis años.
Estaba tan preocupado por el azabache que olvidó que tenía que llegar a casa para entregarle el dinero a kureto un escalofrío recorrió su cuerpo al pensar en el castigo que recibiría por parte de su hermano, sacudió su cabeza lo mejor sería no pensar en ello por ese momento, trataría de conseguir otro cliente para llevar dinero extra y tener un castigo menor.
Después de esperar horas le permitieron ver al chico del cual aún desconocía su nombre al parecer no era tan grave la herida más eso no quitaba el que fuera algo doloroso.
Respiro hondo antes de entrar a la habitación donde se encontraba el joven solo se aseguraría de que este se encontraba bien y se iría lo más rápido posible.
Abrió la puerta observando al azabache sentado en la camilla con la mirada perdida en el suelo tocando su herida.
Dudo por un momento en acercarse pues el muchacho aún no se percataba de su presencia, al parecer estaba bien, bueno lo mejor que se puede estar después de recibir un balazo en el torso.
Estaba por regresar sobre sus pasos, pero el mocoso hablo— ¿tú eres el que me trajo? —pudo ver su rostro que hasta el momento era un misterio para él, lo primero que notó fue que tenía unos hermosos y grandes ojos verdes que lo miraban intensamente y también rasgos un poco femeninos como su nariz que parecía un pequeño botón—. Sí, fui yo quien te trajo —hizo una pequeña pausa—. Espero no haberte causado problemas —respondió.
—Gracias —siendo sinceros Shinya no se esperaba un agradecimiento por parte del otro—. De no ser por ti lo más seguro es que ahora estaría muerto enterrado bajo la nieve —soltó una risa por lo dicho.
—Creo que cualquier persona lo hubiera hecho, no tienes que agradecer nada —respondió amablemente con una sonrisa que el otro le devolvió—. ¿Te encuentras mejor?
—Sí, no duele tanto como parece solo es algo molesto. Nada de que preocuparse al parecer —contestó despreocupadamente, el silencio reino por unos momentos causándole incomodidad—. Por cierto, me llamo Yuichiro Ichinose un placer —extendió su mano en modo de saludo ¿había escuchado bien? ¿Ichinose?— Shinya Hiragi —respondió aun con una sonrisa sin mostrar su desconcierto.
— ¿Tienes a alguien que pueda venir por ti? —la confusión pintó el rostro del contrario como si por un momento olvidara que se encontraba en un hospital.
—Ah, sí claro llamaré a mi padre para que venga por mí —lo vio palpar su ropa buscando posiblemente un celular que al no encontrar soltó un quejido de frustración—. Ahí hay un teléfono si lo necesitas —señaló un mueble al lado de una ventana donde se podía ver un antiguo teléfono.
Yuichiro se acercó al aparato marcando el número de su padre
—Hola Guren idiota, necesito que me recojan del hospital... —un estruendoso grito se escuchó del otro lado de la línea—. Es una larga historia, el hospital está en la zona central a unas cuantas calles del parque... Si del parque donde me perdiste la otra vez, ese parque... ¡Papá! Solo apresúrate —colgó de un golpe el teléfono provocando un sobresalto de parte del mayor—. Lo siento —se disculpó apresuradamente con un leve sonrojo.
—Yuu-kun, ¿puedo hacerte una pregunta? —se sentó frente a él, el adolescente le miro curioso antes de asentir con una sonrisa segura—. Responder tus preguntas es lo menos que puedo hacer por salvarme la vida.
— ¿Cómo te dispararon? —la sonrisa se borró de golpe, la duda se reflejó en su mirada esmeralda, lo observó analizando si podía o no confiar en él. Soltó un largo y cansado suspiro, y sus ojos se llenaron de lágrimas, se preocupó pensando que posiblemente era muy complicado para el decirlo, tal vez estaba asustado después de todo aún era un niño—. Si quieres no respondas la pregunta...—Yuichiro lo interrumpió.
—Fue mi mejor amigo M-Mika... el me tendió una trampa, y-yo... estoy seguro de que el no quiso hacerlo, sé que lo obligaron —una lagrima resbalo por su mejilla, Shinya la limpio dándole una mirada comprensiva—. Lo siento, solo lo estoy incomodando —la sonrisa triste de Yuu le rompió el corazón al mayor, que, sin pensarlo lo abrazo con cariño, tratando de tranquilizar los sollozos que soltaba el menor.
—No te preocupes, no me molesta, desahogarse es bueno, "las lágrimas a veces son lamentos del corazón, es bueno dejarlas salir"—acaricio su espalda a manera de consuelo sin saber por que había dicho eso último. Yuichiro estuvo por un bueno rato llorando a moco suelto en su hombro, como si de un niño pequeño se tratase, cuando logró tranquilizarse se separó con los ojos hinchados y el rostro sonrojado completamente avergonzado.
—Gracias —dijo Yuu con un brillo en los ojos—. Si no me pareciera ridículo, diría que eres un ángel. —ambos soltaron una carcajada ante lo dicho por el azabache—. Me lo dicen muy seguido —confesó Shinya aún riendo.
Pasaron cerca de una hora hablando de cosas triviales, hasta que el de piel blanquecina recordó que su hermano y hermana le esperaban en casa y era demasiado tarde, Kureto estaría bastante enojado cuando llegara al apartamento.
—Yuichiro me tengo que ir, espero que te mejores y trates de tener más cuidado cuando sales de noche —una sonrisa se instaló en el rostro del otro al escuchar el tono de reproche—. Me escuchaste Yuichiro debes tener cuidado —el otro solo asintió con diversión le recordaba a su madre cada vez que salía por ahí—. Me portare bien lo prometo. —puso una mano en su corazón al decir esas palabras. Se despidieron prometiendo volver a verse algún día.
El de hebras plateadas caminaba hacia la salida saludando a las enfermeras y médicos que se encontraba pero antes de poder atravesar la enorme puerta un hombre la abrió golpeándolo con esta en la cara, cayó al suelo soltando un quejido por el dolor, levantó la mirada para observar al idiota que lo había golpeado más su sorpresa fue enorme al ver frente a él al hombre más guapo que haya visto en toda su vida, el de cabello endrino lo ayudó a levantarse ofreciéndole una mano la cual aceptó más que gustoso.
—Creo que debería de tener más cuidado con las puertas —fueron las primeras palabras que salieron de su boca, el otro alzó una ceja ante lo dicho.
—Lo tendré en cuenta, aunque tal vez sea su estúpida cara la que se atraviesa, debería tratar de ser menos idiota y tener cuidado —respondió con su mirada amatista fija en el para acto seguido continuar su camino.
Él lo siguió con la mirada hasta perderle de vista.
Una sonrisa traviesa se dibujó en sus finos y suaves labios, negando con la cabeza le parecía divertida la manera en que lo había insultado.
Salió del hospital siendo recibido por una encantadora vista, la nieve adornando las calles y el sol saliendo un hermoso amanecer sin duda.
Una brisa le recordó que podría pescar un resfriado si seguía parado como idiota en la acera, se puso en marcha recordando que debía encontrar un cliente más antes de ir a descansar.
Suspiro resguardando sus manos en los delgados bolsillos del abrigo, pescaría un resfriado de eso estaba seguro.
Vislumbro a su próximo cliente, un ebrio que al parecer dejaría buena propina si hacía bien sus movimientos. Sin importar el tiempo que llevara haciendo eso jamás se acostumbrara a la sensación que dejaba el vender su cuerpo a extraños.
Solo sirves para abrir las piernas.
La voz de su padre hizo eco mientras era guiado por el castaño a un hotel de quinta donde se ganaría su paga.
Lo sé padre, lo sé.
La puerta de una nueva habitación se cerró detrás de él, era hora de ganar dinero de la única forma que sabía.
Cerro los ojos anhelaba una vida mejor, pero eso era una fantasía que abandonó hace años.
Las cosas podrían ir peor fue su último pensamiento antes de que su martirio comenzara de nueva cuenta.
...
¿En serio podrían ir peor?
...
Nota: Hola este es el primer fanfic que escribo, realmente me siento una inexperta en esto así que perdón si encuentran errores o la trama no es buena.
Yo solo quería aportar una historia sobre una de mis parejas favoritas a un fandom que posiblemente este algo muerto (sin ofender) pero espero que les guste la historia.
Sin más que decir me despido ~
