Esta es una historia de uno de los pocos videojuegos que me han gustado de verdad... En este primer capítulo sólo pongo a la protagonista en escena... Espero que os guste, si es así continuaré poniendo capítulos de esta (para mí) angustiosa historia.

PÁNICO

Últimamente un mal presentimiento no me deja dormir, noto como si algo más oscuro que la propia oscuridad me estuviera ahogando, destruyendo poco a poco, el sólo hecho de pensar en esto provoca que un escalofrío me recorra toda la espalda. Nunca me había sucedido nada parecido, ni cuando mi padre murió por culpa de un derrame cerebral, ni cuando mi hermano tuvo aquel accidente de moto. Entonces... ¿Por qué tengo este mal presentimiento?

Suena el teléfono. Mis pensamientos se esfuman pero el malestar sigue ahí. Descuelgo y al otro lado se oye la voz nerviosa y alegre de mi amiga Ruth.

-¡¡Sara!!¿Tienes preparado todo lo del trabajo?

-Ah, si, tranquila-respondo mientras miro un viejo archivador verde con las puntas estropeadas, del cual asoman unos cuantos folios escritos a mano-esta tarde como quedamos me paso por tu casa y empezamos a hacerlo.

-Vale.-Exclama animada Ruth-¡Y aprovechamos y te quedas a cenar aquí!

-Eso ya lo veremos-sonrío mientras cuelgo el teléfono- Esta Ruth...

Me recojo el pelo con varias horquillas de colores y me acerco a mi madre, que está cocinando para recordarle los planes del día.

-Mamá-le digo poniéndome seria- me voy a casa de Ruth a hacer el trabajo.

-Vale, pero no tardes, sabes que no me gusta que andes por ahí sola.

Nada más pronunciar estas palabras mi madre, mi expresión cambia y paso de parecer seria a comportarme como una cria pequeña.

-Pero mamá- Digo casi sollozando-tengo ya dieciocho años, soy lo suficientemente mayor como para ir de noche sola y además-intento continuar justificándome- Ruth me ha invitado a cenar y si no voy sería un feo de mi parte.

-Está bien-termina aceptando mi madre- pero ya sabes lo que tienes que llevarte.

-Entiendo- suspiro introduciendo el archivador verde en mi pequeña mochila negra.

Abro el cajón de la entrada y observo el pequeño objeto que mi madre quiere con tanto ahínco que lleve encima. ¿Por qué? ¿Tantas cosas malas han pasado en nuestra familia como para que tenga que llevar esto encima? Se trata de un pequeño spray negro cuyo ingrediente principal es la pimienta y que comúnmente se suele llamar "spray antivioladores". Con algo de vergüenza lo cojo y guardo en el pequeño bolsillo exterior de la mochila. Me acerco a mi madre, le doy un sonoro beso en la mejilla y salgo de casa no sin antes revisar si llevo encima las llaves de casa, el móvil y algo de clderilla por si ocurre algo.

Ya en la calle miro mi reloj y me doy cuenta de que es muy tarde y que si quiero llegar a casa de Ruth tengo que darme prisa.

Hace tanto sol que incluso duele. Acelero el paso e intento ir por zonas por las que no pase mucha gente, la ciudad donde vivo es bastante grande asi que eso es poco posible.

De repente noto un ligero descanso en mi espalda, a continuación un golpe en el suelo y ruido de papeles. Sin atreverme a ver lo que ha pasado, lo intuyo, la cartera se ha abierto y se ha caído el archivador. Roja como un tomate me giro y agacho la cabeza, no quiero que nadie me vea en esta situación.

-Silent Hill.

Elevo la cabeza y ante mí la figura de una chica no mucho mayor que yo clava su mirada en mí y me observa como si yo fuera un juguete nuevo en Navidad y ella una niña de seis años.

-Si-digo mientras me agacho y recojo las fotos y los folios- son fotos de Silent Hill.

La chica recoge una de mis fotos del suelo y la mira sin con los ojos abiertos sin pestañear.

-¿No sabías que está prohibido entrar en Silent Hill sin autorización? Y mucho menos hacer fotos claro está.

Una sensación profunda de malestar vuelve a invadir todo mi cuerpo.

-Es antigua-digo arrancándole la foto de las manos.

-Pue no lo parecía. – Me sonríe mientras se va- ¡Nos vemos!

Me quedo mirando callada. En mi ciudad hay gente de todo tipo, desde drogadictos que te piden dinero para un bocadillo (cuando tú sabes perfectamente que no es para eso), hasta una , hasta un viejo loco que habla solo y anda deambulando por la carretera. Pero nunca se me había acercado una chica como ella, tenía la misma sensación que cuando veo a un loco... Bueno, mejor me olvido pronto de ella, je, ahora ya casi ni me acuerdo, pero esos ojos...

Otra vez la impresión de que va a ocurrir algo horrible.

Miro el reloj, ya es demasiado tarde para ir andando a casa de Ruth, asi que decido coger el autobús.

Espero en la parada a que venga, seguramente lo habré perdido, porque estoy sola esperándolo.

Inmediatamente después de pensar en esto, un asiático (le llamo así porque no sé muy ien si es chino o japonés, mas bien creo que japonés), con pinta de estar desorientado, se acerca a mí, la verdad es que llamaba bastante la atención, a pesar del calor sofocante, viste con un pantalón de cuero negro y una camisa negra un poco cantosa, debe de tener unos diez años más que yo.

-Perdona- me dice confirmando con un acento extraño, que es japonés (y que no debía de vivir por aquí desde hace mucho tiempo)- ¿tienes idea de cómo ir a la estación que lleva a Silent Hill?

-Si...-Pienso dubitativa- mi sentido de la orientación no es excesivamente bueno, pero que la estación está toda la avenida abajo y luego a la izquierda, la verás en seguida.

-Gracias-contesta algo serio.

Mientras veo como se va, me doy cuenta de que no le he indicado correctamente, a pesar de que era todo como yo le había dicho, ya que también a la izquierda había calles y callejones, además la avenida era demasiado grande. Me siento en la obligación de acompañarle, él sigue desorientado y como ya he perdido el autobús no creo que por ayudarle pase nada, total, así cojo el metro para ir a casa de Ruth.

-Espere-grito corriendo hacía él-creo que no le he indicado bien, voy hacía allí, si quiere le acompaño.

Se da la vuelta y me mira, me sonríe y asiente. Parece que mi idea le ha gustado, menos mal porque ya pensaba que era una estúpida por gritarle así a un extraño.

Espero a que mi respiración se controle,nunca se me ha dado muy ben correr, y nos vamos juntos a la estación.

Por el camino evito hablar demasiado, me pongo muy nerviosa.

-¿Quieres un cigarro?

-No- contesto un poco seca y casi sin mirarle- gracias.

-Yo vivo por aquí, lo que pasa es que me he mudado hace poco y no conozco muy bien la zona.

Espera que yo diga algo, pero lo único que hago es moverme de un lado para otro buscando la estación- asi que continúa:

-He quedado con un amigo allí, en la estación.

-Allí está-digo señalando el edificio- asi que aquí le dejo.

-Gracias-creo que me quiere dar dos besos, pero antes de quedar como una tonta prefiero parecer borde, le sonrío y me voy corriendo.

Cuando llego a la estación veo un tren parado, por miedo a perderlo acelero el paso, me meto en él e inmediatamente se cierran las puertas tras de mí y se pone en movimiento.

Me acomodo en uno de los asientos y recupero el aliento, sólo es una parada pero después de la paliza que me he metido, creo que tengo merecido el derecho a descansar.

Abro la mochila, saco el archivador y miro su contenido, como antes se ha caído se encuentra todo desordenado.

-Silent Hill-un susurro casi inaudible sale de mis labios.

Silent Hill ahora mismo es una ciudad fantasma, quieren que vuelva a ser habitable y por eso está prohibido entrar en ella si permiso, aunque su parque de atracciones, que está a las afueras, está abierto desde principios de año, así que aunque no esté permitido entrar en Silent Hill, si que se puede en su parque de atracciones. Por lo que están reconstruyendo la antigua parada que estaba allí.

Levanto la vista y miro a mi alrededor, acabo de fijarme que soy la única persona que hay en todo el vagón, justo entonces la luz se va. Corro hacía la cabina del conductor y cuando llego allí me encuentro con algo que no me imaginaba ¡No hay conductor! Intento localizar a alguien con el móvil pero no hay cobertura y emite unos sonidos bastante raros.

El tren se para en la estación de Silent Hill y oigo unas sirenas, probablemente sean para avisar a la gente que salga de los trenes, o puede que supieran que el tren no llevaba conductor y han decidido cortar la luz para pararlo. Sea como fuere, decido slir de allí cuanto antes...

Nada más bajar a palanca para abrir las puertas manualmente y poner un pie fuera del vagón, noto una presencia detrás de mí, como si alguien me estuviera mirando fijamente. Sin echar la vista atrás corro intentando llegar a la calle, pero la curiosidad es superior a mi miedo y me giro justo antes de llegar, algo hace que un estremecimiento peor que los que había tenido anteriormente, me paralice las piernas, consigo abrir los ojos y todas mis dudas se disipan, detrás de mí si que había alguien.

La figura de un hombre (si es que se le puede llamar así), cubierto de sangre, con la ropa hecha harapos, se abalanza sobre mí, yo casi desesperada tanteo mi mochila, abro la cremallera y consigo coger lo que me interesa. El spray. Antes de que mis piernas se caigan a causa de los temblores provocados por el miedo disparo el contenido a los ojos del ser, éste empieza a emitir unos sonidos que me recuerdan a un animal salvaje herido de muerte. Al parecer lo que le he disparado ha servido de algo, pero sin esperar a que se recupere salgo corriendo de la estación. El problema es que cuando pongo el pie en la calle me doy cuenta de que lo que acabo de retener no el único monstruo que hay allí.

Intento gritar pero no puedo.

Los seres me acorralan.

Se echan sobre mí.

Lo único que consigo ver antes de perder el conocimiento, son unos ojos...