AQUELLOS MARAVILLOSOS AÑOS

CAPITULO I.-

El toque de aquel silbato hizo que todo su cuerpo se estremeciera... y el impulso de correr a toda velocidad para subirse a aquel tren, que se disponía a comenzar la marcha, se apoderó inmediatamente de él... pero sus piernas no le respondieron... permaneciendo quieto en su sitio... inmóvil... observando impasible como el tren, lenta y ruidosamente, iniciaba su rítmica marcha... alejándose poco a poco pero inevitablemente de él... mientras él permanecía inmóvil... como anclado en aquel anden de aquella estación...

Aquella selva tenía un verdor oscuro secreto... amenazador... La poca luz que se filtraba entre la barrera de ramas retorcidas era pálida y demasiado escasa... El aire, pesado y pegajoso, formaba a su alrededor un muro de humedad... Los pájaros chillaban aterrorizados, como si de pronto se hubieran visto atrapados en una inmensa red... Insectos de todo tipo se escurrían entre sus pies, y se oían los gritos de los animales ocultos entre la maleza... Era un sitio tan primitivo, que podría haber sido un lugar perdido, un punto que no figuraba en los mapas, y al que nadie llegaba... el fin del mundo.

Iba abriéndose camino despacio por un estrecho sendero, parándose de cuando en cuando para cortar las ramas que se encontraba en el camino. Era alto y musculoso... Tenía una barba de varios días, sucia y oscura, y el sudor le corría por la cara, una cara que podría definirse como "guapa", muy expresiva, y por supuesto muy fotogénica... sus ojos denotaban profundidad, carácter y una gran determinación.

Se movía sin apenas tomar precauciones... su confianza hacía que pareciera que allí el indígena era él, pero ese aire tan decidido no le impedía estar alerta. Sabía lo bastante como para mirar de cuando en cuando a un lado y a otro, casi sin que se notara, en espera de que la selva descubriera en cualquier momento una amenaza, algún peligro. La rotura repentina de una rama, el crujido de las maderas podridas eran para él las señales, los puntos por los que se guiaba para medir el peligro. Algunas veces se paraba, se quitaba el sombrero, se secaba el sudor de la frente, y se preguntaba qué era lo que le fastidiaba más, la humedad o los sonidos de los pájaros de la selva... criaturas del impenetrable follaje que le rodeaba.

En su cabeza comenzó a dar vueltas la idea de cómo se las iba a arreglar para conseguir lo que quería de aquella selva... No había dejado de oír hablar a los indígenas de la maldición que rodeaba esas tierras... (siempre la maldición!!)... comprendía sus supersticiones, sus creencias y, hasta cierto punto, no le molestaban nada. La maldición... la antigua maldición de los guerreros del templo de "chauchau"... Se había alejado de ellos adentrándose con paso firme en la espesura de aquella selva, seguro y confiado de que a él no iba a pasarle nada... pero... ¿Cómo diablos podía él saber que no iba a pasarle nada?

Apartó de un plumazo aquellos pensamientos y volvió a ponerse el sombrero, empezó a andar despacio por el sendero, mientras le asaltaban los olores de la selva... olores de cosas que crecían y de otras que estaban pudriéndose... restos de animales cuajados de gusanos, maderas y vegetación descompuesta... Pensaba en que podría estar en sitios mejores que ese... sitios más agradables que ese.

Y luego empezó a acordarse de aquellos hombres que como él habían cubierto aquellos caminos... se los imagino pasando hacía algunos años por ese mismo sendero... pensaba en cómo les debía de herviría la sangre al acercarse al templo... Pero ninguno de ellos, por muy bien preparados que estuvieran, había vuelto nunca de su viaje a aquel lugar, y todos los secretos que pudiera guardar el templo seguían encerrados allí. Pobres fracasados... Ir a morir en aquel sitio dejado de la mano de Dios era un maldito epitafio.

Continuó andando por el sendero... Allí la selva formaba una especie de cañón, y la senda corría a lo largo de la pared, como una oculta cicatriz... Del suelo subían ahora algunas brumas, vapores que él sabía se harían más espesos, más densos, a medida que avanzara el día. Esas nieblas quedaban encajadas en el cañón, casi como telas de araña tejidas por los árboles mismos.

Un enorme loro, con tantos colores como el arco iris, soltó un chillido entre la maleza y voló hasta los árboles asustándole... Podía sentir su inquietud, igual que sentía la humedad que se le pegaba a la carne... Ya no puede estar muy lejos, se dijo. Y al darse cuenta de lo cerca que estaba del templo, al comprender lo cerca que estaba del ídolo de los "chauchau", volvió a sentir el mismo arrebato de siempre: la realización de un sueño, una promesa que se había hecho a sí mismo, algo a lo que se había comprometido. Era como recobrar esa sensación de asombro tan familiar... un sueño... un sueño que poco a poco va tomando cuerpo...

Echó a andar; la pared del cañón estaba cortada por los árboles y el sendero apenas se distinguía; estaba ahogado por las plantas trepadoras y por las hierbas que se arrastraban por encima de las raíces... Empezó a dar golpes con su cuchillo de hoja ancha, moviendo el brazo a un lado y otro, y cortando todo lo que le estorbaba como si las plantas no fueran más que papeles fibrosos... No se podía permitir que la naturaleza, ni aun en su estado más salvaje, le derrotara... Cuando terminó, estaba empapado de sudor y le dolían los músculos, pero se sintió a gusto al ver el desbroce de plantas y raíces que había hecho... orgulloso de su maestría, poco más tarde, vio como la bruma se estaba haciendo más densa; no era una niebla fría, sino algo que nacía del mismo sudor de la selva... respiró hondo, y avanzó por el pasillo abierto.

Tuvo que volver a tomar aliento al llegar al final del sendero... Allí estaba!!... Allí, a lo lejos, envuelto en la espesura de los árboles, "el templo"... Durante unos momentos no pudo decir nada... No hacía más que mirar el edificio, y pensar en la energía que había hecho falta para levantar una estructura así en el corazón de una selva despiadada. Permaneció así unos instantes mientras lo contemplaba, saboreando el momento.

Al poco, observó como la niebla era cada vez más densa... una conspiración de la naturaleza... como si la selva se propusiera guardar sus secretos para siempre... A su derecha, algo llamó su atención... se inclinó y sacó algo incrustado en la corteza de un árbol... una gota de sudor frío le atravesó lentamente la frente al darse cuenta que en la palma de su mano tenía un dardo diminuto... lo observó unos instantes percatándose que el veneno está todavía fresco, no tendrá más de tres días... Deben de estar siguiéndome... tiró el dardo... e inmediatamente comenzó a pensar en los "guardianes del templo"... en su legendaria ferocidad y su histórico amor al templo. Eran lo bastante supersticiosos para mantenerse alejados de él, pero estaban igualmente decididos a matar a cualquiera que pretendiese acercarse... - Vamos allá - se dijo... - Voy a terminar con todo esto -.

Tuvo que volver a cortar y a dar golpes, abriéndose paso entre la maleza, arrancando las plantas trepadoras que crecían por el suelo, como auténticos cepos al acecho... sudaba... se detuvo un momento, con el cuchillo colgando a un lado y vio de reojo como a su izquierda se erguía una gruesa rama... decidido, se acercó a esta... la apartó lentamente hasta descubrirlo... Allí estaba, entre la niebla... esculpido en piedra, como la expresión de alguna espantosa pesadilla... era la figura de un demonio "chauchau"... lo contempló un momento observando la maldad de aquella cara inmutable comprendiendo que lo habían puesto allí para guardar el templo... para espantar a cualquiera que pudiera acercarse...

Hizo un esfuerzo por alargar la mano y tocar al demonio en el hombro... pero se detuvo... al darse cuenta de otra cosa... algo que era aún más impresionante que aquella cara de piedra... más misterioso... El silencio... El incomprensible silencio...

Nada... Ni pájaros, ni insectos... Ni una brisa que moviera los árboles y arrancara algún sonido... un vacío absoluto, como si todo en aquel sitio estuviera muerto... como si todo hubiera quedado inmovilizado, reducido al silencio por una mano oculta y destructora... se tocó la frente... la tenía fría... – Fantasmas –... pensó - Este sitio está lleno de fantasmas -...

Observó la niebla... como se arrastraba, como se enroscaba... parecía agarrarse a las cosas... como si quisiera echarle hacia atrás... intentaba mirar entre las brumas, distinguir la entrada del templo, adornada con frisos primitivos que el tiempo había cubierto de vegetación, arbustos, hojas, enredaderas. Pero lo que más le intrigaba era la entrada misma, redonda y abierta, como la boca de un cadáver.

Sacó un trozo de pergamino doblado que llevaba en el bolsillo de la camisa y lo extendió en el suelo... Tenía ante sus ojos un plano completo del templo. - ¿Qué es lo que estoy esperando? - Y se volvió hacia la entrada del templo...

Lo que se notaba era el olor de los siglos, los olores encerrados por años de silencio y oscuridad, la humedad que penetraba de la selva, las plantas podridas... el agua goteaba del techo y resbalaba por entre los musgos que crecían allí dentro... el aire era sorprendentemente frío... el de un sitio donde nunca entraba el sol, la sombra era perpetua.

Avanzaba despacio, escuchando el eco de sus propias pisadas... las sintió como ruidos extraños... perturbadores de los muertos... y por un momento tuvo la sensación de estar donde no debía y en un mal momento... como si fuera un ladrón, un salteador, alguien que quiere causar daño a lo que lleva tanto tiempo en paz... conocía muy bien esa sensación, la de estar haciendo algo malo... Veía moverse su sombra a la luz de la antorcha.

El pasadizo torcía a medida que iba penetrando en el interior del templo... se paraba de cuando en cuando para mirar el mapa a la luz de la antorcha, tratando de recordar todos los detalles. Sintió ganas de beber, notaba la garganta seca y la lengua de trapo... pero no quería detenerse... en su cabeza no paraba de resonar una y otra vez la misma canción: No tienes tiempo, no tienes tiempo...

Ahora andaba más de prisa, fruto de la ansiedad que le embargaba... hasta que de repente se paró, dando un respingo... se había quedado helado, casi sin respiración... Algo subía por su espalda, con una lentitud aterradora... sentía como unas patas que iban avanzando hacia la piel desnuda del cuello... Esperó unos segundos que le parecieron interminables, hasta que se le puso en el hombro... sabía que tenía que actuar con rapidez por lo que con un movimiento veloz, alzó la mano hasta el hombro, y de un golpe lo lanzó lejos... un escalofrío recorrió todo su cuerpo al descubrir que aquello que instantes antes estaba recorriendo su espalda era la araña más grande que había visto en su vida... al poco y con cierta sensación de alivio, empezó otra vez a avanzar.

Se dirigió hacia el fondo del pasillo, donde encontró una cámara pequeña, alumbrada por un único rayo de luz que entraba por un agujero del techo... La araña ya estaba olvidada... sabía que le esperaban otros peligros... Tenía la vista fija en la cámara mientras le daba vueltas a una idea... como tratando de meterse en la mente de quienes habían construido el templo hacía ya tantos años. Suponía que habrían querido proteger el tesoro. Habrían puesto barreras y trampas, para asegurarse de que ningún extraño pudiera nunca llegar hasta el corazón del templo.

Fue acercándose a la entrada... avanzando con la precaución instintiva del cazador que huele el peligro en el aire, que lo siente antes de haber descubierto cualquier síntoma... y justo antes de entrar, se detuvo... se agachó y palpó el suelo a su alrededor hasta encontrar un tronco grueso, lo arrastró, y luego, acercándose un poco más, lanzó el tronco dentro de la cámara.

Al principio no pasó nada... pero luego se oyó un débil chirrido... un crujido más fuerte y las paredes de la cámara parecieron abrirse como gigantescas estacas de metal... y comenzaron a cerrarse sobre el centro de la cámara... al verlo, sonrió al ver como había descubierto aquella horrible trampa... permaneció unos instantes observándola hasta que vio que había algo clavado en las grandes picas... No necesitó más de un momento para comprender qué era lo que había quedado atravesado por las afiladas puntas... alguno de sus predecesores...

Mitad esqueleto... Mitad carne... la cara de aquel infeliz reflejaba todavía el dolor y la sorpresa... empalado por el pecho y la ingle, con manchas negruzcas de sangre en sus ropas... manchas de muerte... ¡Jesús!, pensó. Nadie merecería una muerte así. Nadie. Por un momento sintió tristeza.

Permaneció un rato observando... hasta que vio como las picas de metal empezaban a retirarse y se encajaban otra vez en las paredes de donde habían salido... Finalmente entró en la cámara, sin perder de vista las picas, que tenían otra vez las puntas clavadas en los muros... atravesó la cámara y salió a un corredor recto, de unos quince metros de largo... al fondo del corredor, había una puerta... Volvió a consultar el mapa antes de doblarlo, tratando de no olvidar los detalles... Pero no echó a andar en seguida... sus ojos recorrían el lugar en busca de más trampas, más cepos.

Observó el suelo lentamente, centímetro a centímetro, hasta descubrir unos pasos más alante lo que parecían ser hilos... hilos entrelazados sobre los que se había depositado una capa de polvo, por lo que daba la impresión de ser el suelo... Se agachó, cogió una piedra, y la dejó caer sobre ellos... no se oyó nada... ningún ruido... ningún eco... Contempló la trampa y la puerta iluminada que estaba al otro lado. ¿Cómo se puede cruzar un espacio, un pozo, en el que no existe un suelo?

Sacó su látigo y miró al techo... donde descubrió varias vigas de madera encajadas en él... pensó que podían estar podridas, pero también podían no estarlo... merecía la pena intentarlo por lo que lanzó el látigo hacia arriba, vio que se enganchaba en una de las vigas, y luego tiró de él para probar si aguantaba.

Se agarró con las dos manos al látigo, volvió a tirar de él para hacer otra prueba, y luego se lanzó por el aire... sin olvidar en ningún momento el suelo falso que tenía debajo... la oscuridad del pozo que se abría debajo del polvo... la posibilidad de que fallara la viga o se soltara el látigo... y entonces... pero no tuvo tiempo de pensar tanto... se balanceó agarrado al látigo mientras sentía cómo cortaba el aire con su cuerpo... siguió colgado hasta estar seguro de haber saltado hasta más allá de los bordes del pozo, y luego se dejó caer al suelo.

Cuando, instantes más tarde hubo recuperado el aliento, cruzó la puerta entrando en un cuarto grande con varios agujeros en el techo por donde entraba el sol que iluminaba las baldosas blancas y negras del suelo... luego vio algo al otro lado de la cámara... algo que le dejó sin aliento y que le produjo una impresión y un placer que no era capaz de describir... "El ídolo!!"

Colocado sobre un altar... con un aspecto desafiante y al mismo tiempo hermoso... su cuerpo de oro brillaba a la luz de la antorcha y con los rayos del sol que entraban por el tejado... "El ídolo de los guerreros chauchau".

Sintió entonces un irresistible deseo de echar a correr por la cámara y tocar aquella belleza, pero se detuvo al darse cuenta de que se trataba de una belleza rodeada de obstáculos y trampas... ¿Y cuál sería la trampa sorpresa reservada para el final? ¿Qué clase de trampa sería la que rodeaba al propio ídolo? —Voy a entrar — se dijo.

Fijó su atención en el complicado dibujo de baldosas blancas y negras, tratando de comprender por qué estarían colocadas de aquella forma... Junto a la puerta había dos viejas antorchas metidas en unos soportes de metal... cogió una de ellas y agachándose apretó una de las baldosas blancas con el extremo que no estaba encendido... dio unos golpes... – Sólida -... Ni eco ni resonancia ninguna... muy sólida... Luego golpeó una de las baldosas negras.

Todo ocurrió antes de que pudiera retirar la mano... un ruido, el sonido de algo que pasaba zumbando por el aire, algo que producía un silbido por la velocidad que llevaba... y un dardo pequeño se clavó en el mango de la antorcha... apartó la mano y giró la cabeza a su derecha para descubrir de donde había salido aquel dardo... no tardó en averiguarlo, el pequeño proyectil había salido de un diminuto agujero abierto en la pared de roca... al poco, sintió como se le helaba la sangre al descubrir como la cámara entera estaba agujereada como si de una colmena se tratara, llena de pequeñas cavidades oscuras, cada una de ellas cargada con un dardo, que se disparaba en cuanto se apretase una de las baldosas negras.

Con una total determinación comenzó a avanzar... no sin cierta precaución, pisando sólo las baldosas blancas, y saltando por encima de las negras... veía su sombra reflejada en las paredes a la luz de la antorcha... y no se olvidaba de los agujeros, ahora medio iluminados, que contenían los dardos... Pero lo que más le atraía era el ídolo, su extraña belleza, cada vez mayor a medida que se acercaba, su brillo que parecía hipnotizarle, la enigmática expresión de su cara... tuvo que apartar la vista para poder concentrarse en las baldosas... (Sólo en las baldosas!!)... - No mirar más que eso... y no permitir que me falle el instinto -.

Vaciló un momento en su camino al darse cuenta de como sudaba... sentía el calor del sol que entraba por el techo, el calor que despedía la llama de la antorcha... observaba las baldosas blancas que le separaban del ídolo... y vio como una horrible sensación de vértigo comenzaba a apoderarse de él... inconscientemente cerro los ojos y extendió los brazos en cruz en un intento de recuperar el equilibrio... realizó un par de profundas respiraciones en busca de serenarse y de tranquilizarse... al poco, abrió los ojos y alzó la mirada... la vista del ídolo volvió a arrastrarle... le magnetizaba... – Hazlo!!... Qué demonios!!.. hazlo!!! -... Automáticamente empezó a moverse entre las baldosas con la gracia de un bailarín, se movía con la extraña elegancia de un hombre que sorteara cuchillas... avanzó de lado, evitando las baldosas negras, y con miedo de que su peso disparara el mecanismo que haría que el aire se cuajara de dardos... ya estaba más cerca del altar... más cerca del ídolo... del premio... del triunfo...

Volvió a pararse... su corazón parecía volverse loco, notaba los latidos de su corazón, la sangre que le ardía en las venas... el sudor que le caía de la frente y se escurría por los párpados, le cegaba... Se lo limpió con el dorso de la mano... - Unos pocos pasos más... Unos pocos pasos más... Y unas cuantas baldosas más...-

Empezó a andar otra vez, levantando y bajando las piernas despacio... si alguna vez había necesitado guardar el equilibrio, era ahora... el ídolo parecía hacerle guiños... tentarle... - Otro paso... Otro paso...- Alargó la pierna derecha, y tocó la última baldosa blanca que había delante del altar... Lo había conseguido!!... Lo había hecho!!..

En ese instante una increíble sonrisa de oreja a oreja se instaló en su rostro... se sentía incapaz de apartar la vista del "ídolo"... aquel que tanto esfuerzo y tanto sufrimiento le había ocasionado... pero al fin lo había conseguido, había triunfado donde tantos otros habían fracasado... el ídolo era al fin suyo... lo tenía ahí mismo... a escasos centímetros... al alcance de la mano... al fin era suyo!!!

Pero justo en ese instante... justó cuando se disponía a alargar los brazos en busca de su preciado trofeo... hubo algo que le sobresaltó... algo que le borró automáticamente la sonrisa de la cara y que puso todos y cada uno de sus sentidos de nuevo en alerta... no lograba entender lo que estaba ocurriendo... ni siquiera estaba seguro de que hubiera ocurrido... y esa incertidumbre aceleraba el ritmo de su corazón hasta límites insospechados...

Segundos más tarde, volvió a escucharlo... giró bruscamente sobre si mismo, con el fin de encontrar explicación a lo que escuchaba, pero no halló nada... la habitación estaba tal y como la había encontrado... "vacía"... allí no había nadie más que él... él, y su ansiado ídolo que ahora tenía a sus espaldas...

Volvió a escucharlo... instintivamente cerro los ojos al notar como todos y cada uno de los músculos de su cuerpo se ponían rígidos y un sudor frío comenzaba a resbalar por su frente... ahora si que lo había escuchado claramente... no era ningún ruido... era una voz... una voz que le hablaba como en un susurro... una voz que retumbaba por toda la estancia haciendo imposible distinguir su procedencia... respiró profundamente tratando de mantener la calma... pero fue en vano...

De nuevo la voz... la escuchó una y otra vez... cada vez que la escuchaba, la voz iba aumentando su volumen y haciéndose cada vez más y más presente... instintivamente se tapó los oídos con las manos, en un desesperado intento de hacer desaparecer aquella voz que le atormentaba una y otra vez... pero seguía escuchándola... instalada en lo más profundo de su cabeza...

Incapaz de abrir los ojos, comenzó a sentir como le faltaba el aire... el miedo, que en ese momento le embargaba, había conseguido paralizarle por completo... mientras sus manos seguían intentando inútilmente alejar aquella voz de sus oídos... aquella voz que una y otra vez repetía lo mismo... aquella voz que incansable no cesaba de llamarle... de llamarle... de llamarle por su nombre...

...Raúl... Raúl... Raúl... Raúl!!... Raúl!!!... RAÚL!!!!!

- apunto de caerse del susto... - ...Eh?!!!

- a un metro escaso de este... - ...desde luego es que no me lo puedo creer!!!... No me lo puedo creer!!!!... Pero me puedes explicar como demonios tienes el valor de dormirte en mi clase!!!!

- mirando a su alrededor como buscando explicación a la pregunta de: ¿dónde coño estaba? - ...pero...

- perdiendo los nervios... - ...como que pero?!!!... no lo entiendo... no lo entiendo... te juro que no te entiendo!!!!... esto es lo último!!!

- cada vez más y más hundido dentro de su pupitre... - ...si... si solo... solo ha sido una cabezadita...

- haciendo grandes esfuerzos para no romperle la cara... - ...una cabezadita?... una cabezadita??!!!... Por Dios Raúl!!!!!... que estamos en un examen!!!!!

- agacha la cabeza fijando la vista en el papel que tenía delante... - ...jo, mama!!... yo... yo lo siento... lo siento mama...

- cerrando los ojos y respirando profundamente... - ...mira, como me vuelvas a llamar "mama" en el colegio te juro que te arranco la cabeza!!!... y ahora venga... sal de clase ahora mismo!!... al despacho del director!!!

- ...pero ma... - se tapa instintivamente la boca con la mano... -

- con los ojos en blanco y señalando la puerta... - ...FUERA!!!!

Candela observa como este hace ademán de recoger sus cosas para salir, pero cuando apenas había comenzado a levantarse del pupitre, vuelve a sentarse con clara expresión de asombro y con la mirada fija en la puerta del aula... extrañada vuelve la cabeza para descubrir sorprendida a la persona que en ese instante atraviesa la puerta de la clase...

- ...Marcos?... pero... yo no...

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