Bueeeno... este es mi primer fanfic que hago. Está basado en la leyenda japonesa de Orihime, la Princesa Tejedora, y Hikoboshi, la Estrella pastora de Vacas. Es una de las leyendas que se celebra en verano. Según la ciudad puede celebrarse el 7 de Julio ya que toman la fecha tal cual dice la leyenda (el 7º día del 7º mes) y otros cogen la fecha del calendario solilunar japonés que creo que caería a finales de Agosto. Me gusta bastante esta leyenda y por eso la he cogido de referencia para escribir sobre una "pareja" de Inuyasha, que son Rin y Sesshomaru.
Y como yo soy muy trágica y me gusta el drama y los finales como convencionales de "la pareja vivió feliz el resto de sus días" pues esto es lo que ha salido.
Debo advertir que no sigue ninguna trama abierta en Inuyasha y que lo que pase aquí seguramente no pasara nunca en el manga (que, además, creo que se ha concluido ya en japón). también quiero decir que este fic puede contener escenas un tanto violentas u otros contenidos no recomendables para menores de edad. También debo recordar que los personajes de Inuyasha que aparezcan en este fic son propiedad de Rumiko Takahashi, sus editores, el estudio que realizó los dibujos y las cadenas que compraron los derechos de emisión (aunque son mas propiedad de los dos primeros XD).
Por ultimo solo me queda decir que disfrutéis leyendo el fic (y que no me critiquéis mucho! Plis!).
PD: se que es corto, pero un prólogo nunca dura etérnamente.
Prólogo
Hace tanto que no le veo. No podría decir cuánto tiempo ha pasado desde la última vez, pero es como si cada segundo sin él un millón de agujas se clavaran en mi piel, haciendo que todos los nervios de mi cuerpo sintieran el dolor que siento al no poder notar su cercanía. Siento como si cada minuto de mi tiempo lejos de su lado fuese una pequeña tortura, como si cada hora que pasase lejos de él mi corazón dejase de latir, gritando a los mil vientos, a las estrellas, a los dioses, que ya no quiero vivir.
Es más agonía para mí no poder estar al lado de mi amado que arrancarme el corazón aun palpitante. Quisiera gritar con toda mi fuerza y dejarme la voz rebelando mi dolor y arrancarme la piel a tiras y dejar desnuda mi alma y romper mis huesos hasta que solo quedase polvo y quebrantar la paz de los vivos con mi llanto desgarrado. Ser un espíritu vengativo y hacer pagar a los que me tienen presa.
Pero mis pulmones se niegan a respirar con normalidad, quizá porque yo misma los he llevado a ello para que me conduzcan poco a poco a la muerte que deseo. Mi líquido vital deja mi cuerpo para cubrir la superficie que hay bajo mi cuerpo, apenas sin vida. Deseo que llegue rápida y veloz y sin piedad y me arranque de este mundo que solo me trae dolor después de quitarme la felicidad. Y sin embargo un mudo llano se retiene en mi garganta cerrada al recordar, vagamente, las caricias de sus manos.
¿Cómo eran? ¿Eran suaves? ¿Eran tiernas? Quiero recordar sus manos, pero mis recuerdos sobre el tiempo que pasamos juntos se difuminan en mi mente, haciéndolos confusos, distorsionándolos para que pueda idealizar sus manos y su piel y sus dedos rozando cada centímetro de mi, ahora, dolorida piel. Mi alma grita en silencio, desgarrada por todo lo que me rodea. Miles de cuchillos se clavan en ella haciendo aun más confusos mis pensamientos.
¿Cómo era mi amado? Creo recordar unos largos cabellos plateados brillando bajo la luz de la luna y el firmamento estrellado, tan suaves como la seda más pura. También veo entre mis recuerdos borrosos dos ojos. Sus ojos. Dorados como el oro, tan brillantes como el sol, capaces de alumbrar la penumbra más densa. Al pensar que ya no los volveré a ver más, mi corazón se parte en mil pedazos, haciendo que sus latidos sean más irregulares. O tal vez sea que ya poco tiene para bombear y, en un intento desesperado, trata de salvar mi vida.
Deseo con todas mis fuerzas que mi corazón roto deje de latir ya, llevándoseme lejos. Pero pronto acabará pues siento la fría mano de mi bien amada muerte recorriendo mi piel con sus dedos fríos y sin piel ni músculo, solo hueso. Noto su aliento en mi cuello, en mi oído, como si fuera una amante fiel que fuera a poseer mi cuerpo en ese mismo momento. Yo le suplico en silencio que me lleve ya, que me haga descansar, en su frío lecho, de este tormento que me parece eterno.
Al fin la noche absorbe mi alma y la oscuridad comienza a empañar mis sentidos, fragmentos de lo que parece un pasado remoto inundan mis pensamientos. Mi amada muerte al fin ha decidido llevarme con ella, ayudarme a abandonar este mundo, con la promesa que más allá podré encontrarme con él. Le doy las gracias con mis lágrimas de felicidad que comienzan a brotar de mis ojos que se me antojaban secos después de tantas lágrimas derramadas.
Mis ojos se abren una última vez, con la poca fuerza que aun me queda en este débil cuerpo, para poder ver una última vez la luna, cuya luz baña mi habitación mostrando como algo mágico el suicidio de mi cuerpo y la liberación de mi alma. Mi vista se hace borrosa poco a poco así que me obligo a cerrar mis ojos poco a poco para que no se vuelvan a abrir nunca más en este mundo. Me dejo llevar por los recuerdos hacia tiempos más felices.
A lo lejos puedo escuchar las voces de aquellos que me han tenido cautiva. Los carceleros más crueles que jamás he conocido. Pero ya no me importa lo que ellos digan o hagan. Cuando lleguen hasta mí ya no quedará vida alguna en este cuerpo maldito. Y me alegro. Me alegro de hacerles sufrir y dejar detrás de mí una estela de dolor para aquellos que me separaron de la persona que más amaba mi corazón.
No puedo entender sus palabras ni sus miedos. No sé qué es lo que les asusta tanto. Quizá mi partida. Pero es tan dulce mi partida… ya no habrá más dolor, ya no habrá más sufrimiento. La muerte es para mí la única liberación posible.
Al fin ya no queda más sangre en mi cuerpo y mis pulmones han dejado de respirar hace tiempo. En mis labios se ha formado una tímida sonrisa de felicidad. Al fin he conseguido la libertad. Ahora solo quedan los recuerdos.
¿Recuerdas, amado mío, cómo comenzó nuestra desdicha? En el cielo azul brillaba el sol de primavera…
