Esta historia se me ocurrió hace poco y según pienso, es una gran paranoia, pero bueno, espero que les guste.

He hecho un pequeño crossover entre Crepúsculo y Xmen (la patrulla X en España y Hombres X en Hispano America, por si las dudas) porque ya os digo, es una gran paranoia xD

La historia tiene lugar después de Eclipse

Los personajes no me pertenecen (bueno algunos si), son de la Meyer y de Marvel Comics, especialmente, de Stan Lee y Jack Kirby, que pena...

Capitulo 1: El bosque

Me encontraba en un bosque, sola, caminando entre los árboles, buscando algo... a alguien... en algún lugar de mi conciencia tenía la impresión de haber estado antes aquí, de haber paseado por estos bosques en sueños... pero no podía ser... esa horrorosa sensación de Deja vu no podía ser cierta...

Caminaba ansiosa por el bosque, cada vez más deprisa, ya sabia como iba a acabar el sueño, hace dos meses soñaba lo mismo, todas las noches... Corría y corría, intentando escapar de esa sensación de vacío, de abandono, pero SABIA que era inevitable, que tarde o temprano no podría seguir corriendo, y entonces...

-¡Bella! ¡Bella, despierta!- me gritó una voz, sacudiéndome firme pero gentilmente por los hombros. Abrí los ojos, obedeciendo, pero no podía ver nada, un velo húmedo cubría mis ojos.

-¿Que ocurre Bella? Tranquilízate, estas a salvo- me decía mi ángel personal mientras me acunaba entre sus fríos brazos.

-¡Oh! Edward- intente hablar, pero los sollozos se agolpaban en mi garganta, impidiéndome articular palabras y por un tiempo, me quede así, en silencio, intentando controlar mi llanto mientras Edward me acunaba en sus brazos intentando calmarme.

-Ya paso... solo fue un mal sueño... estoy aquí... no me voy a ningún sitio...- me susurraba al oído.

Cuando al fin me calme, alcé la cabeza para mirar a Edward a los ojos. Me devolvió una mirada preocupada.

-¿Que estabas soñando?- me pregunto preocupado- No dejabas de gritar mi nombre y decías que tenias que despertar...

Por toda respuesta le abracé más fuerte, llenando los pulmones de su embriagador aroma. Edward me abrazo más fuerte y apoyó su mejilla contra mi cabeza. Estuvimos así durante un tiempo, minutos, pero me parecieron horas. Cuando finalmente me recupere, le pregunté:

-¿Que hora es?

-Las cuatro de la mañana, deberías volver a dormirte.- un escalofrío recorrió mi espalda al visualizar de nuevo los árboles en mi cabeza.- O mejor no, pero entonces ¿que quieres hacer?

-¿Que hacías antes de que me despertara?- Para mi sorpresa, Edward desvió la mirada ¿incomodo? Al verle así, mi curiosidad se disparó y me revolví entre las mantas para mirar lo que tenía entre las manos, pero Edward lo ocultó de mi vista antes de que averiguara lo que era.

-Es un secreto, te lo enseñare cuando esté acabado.- estaba segura de que, en esos momentos, si Edward hubiese sido humano, se habría sonrojado. Claro que si hubiese sido humano, no habría estado a mi lado ya que mi "querido" padre le había prohibido volver a entrar en casa a excepción de unas pocas horas determinadas, ya que estaba convencido que al mantenernos separados, mi padre tenía mas oportunidades para hacerme cambiar de opinión con respecto a... la boda...

Como siempre que pensaba en el asunto, rocé distraídamente el anillo que llevaba en el dedo, esperaba que para siempre.

-¡Por favor Edward, déjamelo ver! - le suplique, teniendo en cuenta que ese truco me había funcionado una vez, podría volverlo a hacer.

Y funcionó, Edward me obsequio con su preciosa sonrisa torcida y me mostró lo que escondía entre los cojines. Era un cuaderno de dibujo.

-Todavía no está acabado, por eso quería esperar a enseñártelo...

-Es... es...

-¿Te gusta?

Era un retrato mío, estaba claro que era yo, pero mucho más hermosa. En el dibujo, mi rostro reflejaba una paz inmensa y era... la belleza de ese dibujo era tan impresionante que ni siquiera encontraba palabras para describirlo en mi mente, pero eso me hizo tomar conciencia de algo ¿Era así como Edward me veía?

-¿Bella?- me llamó algo ansioso

-Es precioso Edward, pero estoy algo decepcionada... – eso le pilló con la guardia baja y me miró sin comprender

-¿No hay absolutamente nada que no se te de bien?

Se rió ante el reproche de mi voz y me cogió el cuaderno de las manos para dejarlo en la mesa.

-¿Haces eso todas las noches? – no pude evitar preguntarle.

-Bueno... desde que acabé de leerme toda tu colección de libros y como no podía hablar contigo, las noches se hicieron bastante tediosas, así que decidí aprender a dibujar para después poder ofrecerte un buen regalo de bodas sin gastar nada de dinero.

Torcí un poco el gesto cuando pronunció la palabra "boda" pero me emocioné mucho al hacerme ver que recordaba mi pequeña petición para la boda. Había prohibido a TODOS los Cullen el hacerme un regalo que se saliese de mis cánones de la normalidad en cuanto al precio, para asegurarme de que no se les ocurriese comprarme un avión o cualquier chorrada de esas que, por lo que descubrí, Alice tenía en mente.

-No hace falta que me regales nada...

-Lo se, pero aún así lo voy a hacer, no puedo evitarlo.

-Pero yo no se que regalarte a ti... – protesté

-Me harías feliz con solo dos palabras: "Si, quiero" – Me revolví algo incomoda – Oh, vamos Bella ¿Todavía te molesta el recordar el hecho de que nos casemos? Al final me voy a sentir algo ofendido.

-Bueno, si lo que te preocupa es que te deje plantado delante del altar no tendrías por que hacerlo – bromeé. No me respondió, pero me sonrió antes de inclinarse hacia mí.

Lo que más me gustaba de Edward era sin duda su forma de besar, el roce de sus fríos labios tenía la habilidad de hacerme olvidar cualquier problema o preocupación. Cuando me besaba, olvidaba la boda, a mi padre, que estaba furioso conmigo, a Alice que me tenía preparada una sesión de tortura en el centro comercial, incluso a Jacob, que había desaparecido de la reserva hace una semana. Pero con sus besos también solía olvidar cualquier precaución ante Edward, ante el hecho de que al ser un vampiro, sin querer, podría aplastarme la cabeza como quien dobla una brizna de hierba o que una parte de él estaba deseando clavarme los dientes y beber mi sangre... Pero eso tendía a recordármelo él.

Se apartó de mí suavemente, pero firme, deshaciendo el férreo abrazo de mis brazos en su cuello sin ningún esfuerzo. Suspiré y me deje caer de nuevo sobre la almohada. Si bien era cierto que ya no tenía que hacer tanto esfuerzo para controlarse, Edward todavía tenía sus límites. Ante mi aspecto derrotado, Edward se rió un poco y volvió a rozar sus labios con los míos, levemente.

-Vamos Bella, duérmete, no creo que mañana Alice te deje dormir...

¡Oh! Es cierto, me olvidaba, mañana Alice me llevaría de compras... ¡Socorro!