¡Hola! Es la primera vez que escribo (un fanfic de Love Live!) y vengo tentando el terreno con una pareja bastante rara (creo); espero les guste, cualquier comentario (constructivo) es bienvenido.

Disclaimer:: Love Live! no me pertenece.

Historia escrita sin fines de lucro y sólo para entretenimiento.


Maki…

¿Sabes? Hoy te ves tan hermosa, aun con el tumulto de gente rodeándote y felicitándote, mis ojos fueron capaces de encontrarte y de mirarte sólo a ti. Tu figura resplandece incluso aún más, el vestido blanco fortalece la pureza de tu esencia y tu precioso cabello escarlata acentúa las facciones de tu rostro dotándolo de una belleza casi irreal. Aun con tu falsa sonrisa y tu mirada ausente, te veo hermosa, mucho más a como el día en el que nos conocimos. ¿Por qué no te veo feliz Maki? ¿Por qué tu mueca turbada me hace pensar que lo único que deseas es desaparecer de aquí? ¿No es esto lo que elegiste? ¿No se supone que tú preferiste esto?

Quiero que seas feliz.

Quiero que sonrías justo como lo hacías al verme, cuando estábamos juntas y yo tomaba tu mano. ¿No puedes acaso? Entonces, ¿por qué lo elegiste a él? ¿Por qué no luchaste? ¿por qué… te conformaste con poco? Yo, no comprendo. Yo hubiese luchado, yo hubiese elegido mi felicidad antes del deber y 'lo correcto'. Pero no podía hacerlo cuando tú me dejaste en claro que te rendías, cuando tus palabras me lastimaron sin querer y comprendí después que quizás tenías razón. Es absurdo, pero nuestros destinos ya estaban escritos. Y tú y yo no nacimos para estar juntas.

Duele aceptarlo. Pero es la realidad que ahora nos envuelve.

La ilusión que compartimos fue sólo eso, una ilusión efímera que me hizo completamente feliz al menos, y sé que tú también lo fuiste por un instante. El golpe a la realidad fue tan duro que las lágrimas que brotaron fueron tantas que ahora me siento incapaz de volver a llorar, me siento vacía, justo como antes de conocerte.

—Mis más sinceras felicitaciones, señorita Nishikino…

Noté en tu mirada la sorpresa, turbación y otro brillo particular que no logré descifrar en el momento en que nuestros ojos se encontraron. Te sonreí a medias, pero tú ni siquiera curvaste los labios, los apretaste y esquivaste tus cristalinos ojos de los míos. Vaya… aun puedo percibir tu rechazo, otra estocada más a mí ya de por si roto corazón. Segundos después tu ahora esposo agradeció y comenzó a decirme no-sé-qué porque estaba más distraída tratando de interpretar tu lenguaje corporal.

Enfado, reclamo ¿hacía mí?

¿Esperabas que interrumpiera tu boda, Maki? ¿Anhelabas verme entrar por la puerta de la iglesia montada en un caballo e impidiendo que te unieras a éste imbécil que claramente no amas? Tonta…

Aunque lo hubiese hecho, te habrías negado, tu miedo hubiese hecho que me rechazaras –una vez más- y siendo sincera no sé no sé si hubiese soportado más dolor y… humillación. Te conozco Maki, incluso más de lo que puedes imaginar. A pesar de que me amas renunciaste a mí por miedo, por temor a tus padres, tu deber y al 'qué dirán'. Sé que te dolió, tanto o más que a mí, no pretendo hacerme la víctima. Ambas estamos sufriendo por esto, por lo injusto que es para nosotras entender que no teníamos posibilidad alguna de amarnos con libertad y estar juntas por siempre.

Pensaba que podía luchar, aferrarme, pero realmente no iba a servir de nada si tú no estabas conmigo. Pelear por ambas, yo sola, no es suficiente.

Tú te rendiste, entonces… yo renuncié.

Y maté todo el amor que sentía por ti.

Vamos princesa, sonríe con sinceridad al menos un momento, finge felicidad por tu boda y complace a tus padres porque hiciste y acataste sus órdenes hasta el final. Finge por mi Maki, sonríe para mi aun si por dentro, al igual que yo, sientes que te hundes en la congoja y el dolor.

[…]

Aproveché el instante en que desapareciste por el jardín para seguirte y estar a solas contigo, por última vez, sólo una vez más. Cuando mis pasos me llevaron a ti, a un lugar bastante alejado de la celebración, me miraste con tanto dolor que hice un esfuerzo sobrehumano para contenerme.

—Te vez más hermosa que en mi sueños, Maki— mi voz seca y sin un atisbo de emoción chocan irremediablemente con el torbellino de emociones fuertes y dolorosas que consumen mi alma, siento mi corazón palpitar violentamente, creyendo que se saldría de mi pecho. Lo siento Maki. No pude contenerme más, fueron esos sentimientos desbordándose, el dolor punzocortante, la impulsividad y la falta de raciocinio lo que se apoderó de mí para acorralarte contra la pared y besarte con demanda, dominación y pasión.

El contacto me quema, duele, me hizo llegar a mi cénit, al pináculo de mis emociones casi muertas, confirmando, como si se tratase de una potente bofetada, el hecho de que nunca podría dejar de amarte. Tú eres para mí, tú eres la persona que hizo me volviera a sentir viva, la que curó mi corazón llenándolo de calidez y dándome un verdadero motivo para existir.

Tú eres la única que nació con la capacidad para reconstruirme, pero también… para destruirme.

La que me hizo llegar al cielo, y después con unas simples palabras… volver al infierno.

—Ten…— susurré al separarnos tendiéndote una pequeña caja forrada de papel blanco con un moño celeste encima —La carta… léela luego de que regreses de tu luna de miel— cuando tomaste el regalo mi zurda subió a tu mejilla, acariciándola con lentitud y mirándote con esa calidez y amor que sólo a ti podría profesarte —Maki, prométeme que serás feliz…— mi voz comienza a quebrarse —por favor…— mis ojos a escocer y mi vista a nublarse —Maki, por favor… sé feliz— pero no iba a llorar. Te besé por última vez lenta y delicadamente, imprimiendo ternura, entrega, amor… todo eso, por última vez.

Esta era nuestra despedida.

Este sería el último momento en el que estaremos juntas.

La última vez que nos veremos.

Hemos llegado al punto en el que nuestros caminos se separan para siempre. Yo, debía volver al sendero que me llevaría a la oscuridad de mi destino. Hasta cumplir con mi inicial objetivo.

Maki

¿Recuerdas cuando nos conocimos? Ese instante en el que nuestros ojos por primera vez se conectaron; tu mueca turbada, indignada y el sonrojo en tus mejillas al verme semidesnuda. Cuando lo recuerdo no puedo evitar reír. Cuando rememoro esos momentos juntas, las primeras veces en las que apenas interactuábamos y la primera vez que me sonreíste con sinceridad me dan fuerza

Tu recuerdo me hace fuerte.

—¡Esa mocosa te volvió débil, Eli!

Mentira, Maki me volvió fuerte. Su amor, mi amor, nuestro amor me dio fuerza.

—¡Por eso la mataré! ¡Justo como lo hice con tu madre y tu hermana! ¡Exterminaré todo aquello que te vuelve débil!

Mi mano ya rota se estrelló violentamente contra el asqueroso rostro de mi padre, el impacto me dolió, pero fue más mi satisfacción al sentir cómo crujían los huesos de su mandíbula.

—No voy a dejar que te acerques a ella— su mirada fría como la mía, brilló, sé que él también esperaba éste momento. Ambos lo deseábamos, incluso en ese estúpido primer encuentro era palpable el deseo por acabar con el otro.

La fuerza y resistencia casi sobrehumana inyectada por la adrenalina me ayudó para lograr golpearle un par de veces más, dos patadas a su rostro y estómago. No me importaba lo que tuviese que hacer pero nunca permitiría que él le tocara un solo cabello a la mujer que amo.

Aun sí me costara la vida.

Tuve que escupir sangre cuando él logró golpearme, con fuerza descomunal en mi estómago, mis rodillas temblaron, casi perdía el equilibrio pero logré sostenerme como pude y alcanzar a esquivar un puñetazo que iba directo a mi rostro. Estoy cansada, sé que él también y aunque prometí destruirlo con mis propias manos, es imposible que lo mate sólo a golpes. Es demasiado fuerte.

Nuevamente le lancé una patada, distrayéndolo para sacar un cuchillo del bolsillo de mi chaqueta; él sonrió con sorna cuando logré herirlo en el brazo dejándole una cortada no tan profunda. Volvió a golpearme a mano limpia en el costado izquierdo y podría jurar que me rompió una costilla con ello. Ésta vez no pude evitar soltar un quejido de dolor, siendo que él usó esa distracción para lograr golpearme en el rostro y alejarme.

Tomé el cuchillo con fuerza. Regulando mi respiración, pensando, analizando conforme mi mano limpiaba la sangre que escurría de mi boca.

Maki…

¿Recuerdas la primera vez que tomaste mi mano? En el momento en que nuestros dedos apenas se rozaron y un hormigueo y calidez invadía nuestro cuerpo. ¿Sabes? Contigo las sensaciones eran interminables, contigo mi cuerpo y alma volvieron a sentir.

Nuevamente pudo herirlo, esta vez de gravedad, con una puñalada en el brazo y otra en el costado derecho. Su mueca de dolor la visualicé apenas una milésima de segundo, lo suficiente para darme ánimos, estoy acabando con él, poco a poco… pero lo estoy logrando.

—¡Eres una jodida tramposa, Elichika!— vociferó estando consciente de que sus heridas escurrían sangre frenéticamente.

Yo sonreí por un instante, sonrisa que se transformó en una mueca de dolor cuando él, de la nada, sacó una pistola y sin vacilar, me disparó.

Maki

¿Recuerdas nuestra primera cita? No salió exactamente como la había planeado, pero, me bastó con ver tu sonrisa y ese sonrojo avergonzado para saber que al menos te habías divertido. Te había gustado estar a mi lado.

—Dispararme en la pierna no va a detenerme— musité, abalanzándome contra él antes de que disparara de nuevo cortándole sin piedad la mano que tenía libre. Su chillido de dolor me llenó de energía. No puedo creer que esté disfrutando esto.

—¿¡Qué tal si te disparo en la cabeza, maldita mocosa!?

El intercambio de golpes estaba a la par, sin descanso, ninguno de los dos quería ceder, golpeábamos a diestra y siniestra; yo, cortando en puntos clave que me garantizaban un mayor sufrimiento para él y por supuesto, más sangre brotando. Mi padre volvió a disparar, esta vez en mi brazo.

Pronto nuestros movimientos se fueron haciendo más torpes, el cansancio era palpable y mi padre se veía más pálido por la considerable pérdida de sangre. Probablemente esté igual que él, las heridas de mi brazo y pierna arden tanto siendo extraño que aún, pueda moverlos.

—Voy a matar a esa niña, Eli, la torturaré, haré que grite de dolor y me suplique por su muerte. Me desharé de tu noviecita como todo aquello que amas y que te ama…— sentí la ira apoderarse de mi al escucharle «Cállate…» —¡Oh! Es verdad… ella no te ama ¡por eso te abandonó y se casó con ot—

Su voz se acalló estrepitosamente cuando mi pie se estampó brutalmente contra su boca. No me pude contener más, sentía hervir la sangre; el odio, la frustración y la furia se apoderaron de mi ser. Me cegaron, me llenaron de fuerza incontrolable para arremeter contra mi contrincante de una manera tan violenta y letal que, estando en mis 5 sentidos habría podido notar su expresión de miedo y… satisfacción.

—¡CÁLLATE, MALDITA SEA!— ¿Eso quería? ¿Quería provocarme? Tres, cuatro cortes en su pecho, espalda, brazo y mejilla, pero él sonreía con orgullo, como si hubiese cumplido con su objetivo. Ya no tenía control de mis acciones, mis manos y pies, mi cuerpo entero se movía por sí sólo, arremetiendo contra el hombre que me había dado la vida y que al mismo tiempo se había encargado de convertirme en esa arma que se encargaría de matarlo.

Cercenaba su cuerpo con golpes y cortes, envueltos en frenesí que en diversas ocasiones fallé por mi propio cansancio e ira ciega, estaba absorta, dejando escapar todos esos demonios que fui acumulando todos estos años. Cada deseo insano, esa rabia contenida, el dolor, la miseria y la desesperación por exterminar a la persona que se encargó de convertirme en la porquería que era. Alguien que sólo estaba destinada a morir junto a su mayor demonio.

—Estoy orgulloso de ti… hija.

Y entonces el último golpe de cada uno fue dado, un corte y un disparo, ambos letales, ambos a puntos que garantizaban una muerte llena de desesperación.

La sangre de Yoshiro Ayase me salpicó el rostro con rapidez, desde su cuello cercenado. Sus ojos se mantuvieron sobre los míos, con esa sonrisa torcida y esa expresión de locura, según él, orgulloso porque como me había dicho, yo era la única con el derecho, la obligación y la posibilidad de matarlo.

Supongo que eso mismo aplicaba con él, para mí.

Su cuerpo cayó pesadamente contra el suelo, manchando con increíble rapidez y muriéndose atragantándose con su propia sangre.

Mi boca también se llenó de ese asqueroso líquido ferroso, mi vista a nublarse y mi respiración a fallar, volviéndose más pesada y dolorosa apenas inhalaba un poco de aire. El cansancio por fin se hizo presente, mis rodillas fallaron, mis piernas dejaron de sostenerme y solté el cuchillo antes de caer al piso. Mi zurda, temblorosa, se posó en mi vientre perforado manchándose la palma de inmediato con la sangre que escurría de ahí. Mi cuerpo se sacudió en temblores y escalofríos, recorría un dolor que me quemaba la garganta, mis oídos ensordecieron, sentía frío, desolación, imposibilitada a hablar siquiera.

¿Así se siente morir?

Los parpados me pesan a cada segundo que pasa, mi mano a perder fuerza, todas mis extremidades, cada milímetro de mi cuerpo estaba entumecido, ya nada de mi reacciona. Ni siquiera mi respirar que se volvía más y más deficiente.

Y mientras espero mi fin, cada recuerdo con Maki, con mi alma gemela, se reproduce en mi mente. Incluso antes de desfallecer pienso en ella, incluso antes de cerrar los ojos por completo un par de lágrimas recorren mis mejillas y una débil sonrisa curva mis labios por última vez.

Maki…

¿Recuerdas la primera vez que nos besamos? Tus labios, suaves y dulces, pegados a los míos con torpeza y vergüenza. En ese momento un calor abrasador envolvió todo mi ser. Fue una de las sensaciones más hermosas que tuve la fortuna de experimentar y repetir incontables veces.

Yo recuerdo cada minuto que pasamos juntas, cada segundo a tu lado, cada momento en el que nuestras almas se enlazaron.

La primera vez que nos unimos, tu mirada nublada en deseo, tus suspiros entrecortados diciendo mi nombre, suplicante, anhelante. La primera vez en la que nuestros cuerpos encajaron perfectamente.

¿Sabes? Me di cuenta, que desde la primera vez que te vi algo cambiaría en mi vida. Estábamos destinadas a cruzar caminos. Tuve miedo, pensaba constantemente en el futuro, en el error que estaba por cometer al dejarme llevar por mis sentimientos. Pero no pude evitarlo, era imposible siquiera hacerlo. Me enamoré de ti Maki y me hiciste la persona más feliz del mundo cuando por fortuna o quizás mi propio esfuerzo tú confesaste me correspondías.

A veces me pregunto si fue simple crueldad que nos enamoráramos. De no haberlo hecho ninguna de las dos hubiese sufrido ahora. Cada una hubiese seguido sin la otra, como simples desconocidas, como simples compañeras de habitación.

Es irónico que en realidad no me arrepiento de haber caído por ti, de haberte amado con tanta intensidad porque aun con el dolor de mi alma y mi corazón desecho estoy feliz de haber experimentado un amor tan profundo y verdadero por ti.

Acepté mi derrota ante el destino, de haber luchado por ti no sé qué consecuencias hubiesen llegado. Sabías mi pasado y eso no pareció importarte, y aunque me apoyaste no podía arriesgar tu vida. Jamás me hubiese perdonado que alguien… que él te hiciera daño.

Tome con dolor la decisión de hacerte caso, de no luchar por ti para no meterte en problemas. Lo siento Maki, soy una cobarde que no pudo vencer uno de sus mayores demonios: el miedo. Una parte de mi quiso irrumpir tu ceremonia de matrimonio. No podía aceptar dejar ir a la mujer que amaba por simple terror, por temor al futuro y cada una de sus consecuencias. Pero tampoco sabía a ciencia cierta de que tú, luego de que yo entrara a por ti para llevarte conmigo hubieses aceptado mi mano una vez más. ¿Te hubieses escapado conmigo, Maki?

Ya no importa tu respuesta, ya no importa qué haga ahora porque éste fue el fin.

Estábamos destinadas a encontrarnos, a querernos y a amarnos, pero no a estar juntas por siempre. No al menos físicamente.

Maki, yo estaré contigo por siempre, de alguna u otra manera buscaré una manera para estar a tu lado. Nuestras almas se unieron y jamás se separaron.

Maki… quiero que seas feliz. Sonríe como lo hacías cuando me mirabas, cuando tomaba tu mano, cuando te besaba y profesaba las más tiernas caricias y palabras sinceras de amor.

Y espera como yo… que, en algún tiempo, algún lugar, algún universo, tú y yo podremos amarnos con libertad y unidas para toda la eternidad.

Te amo, Princesa Escarlata...

A la chica temerosa, talentosa y con ese humor apático, pero al mismo tiempo a la misma chica que escondía sus propios sentimientos con tal de no ser lastimada. Te amo por ser simplemente Maki, a tus sonrojos, a tus balbuceos, a tu vergüenza… a todas tus virtudes y defectos.

Maki… sería egoísta de mi parte, pedirte que ¿nunca me olvides?

Porque yo no lo haré. Siempre estarás en mi mente y corazón. Aun después de morir.

Te amé, te amo, y te amaré por siempre, Maki Nishikino.

Eli Ayase


¿Es una pareja demasiado rara? bueno, por sucesos extraordinarios ésta pareja comenzó a gustarme y mucho. Así que, dependiendo de las circunstancias, subiré otros one-shot, quizás incluso la continuación de éste aunque desde la perspectiva de Maki y algunos drabbles que tengo en mente.

¡Gracias por leer! /u/