Universe of watercolors.

I

De infarto.

Las 06:30 AM, una madrugada de lunes, una madrugada de invierno, una madrugada fría, una madrugada de Junio, una madrugada peculiar.

Un pequeño despertador rojo sonaba con todas sus fuerzas sobre una mesita de noche, bailaba con ímpetu sobre la superficie generando ruidos aún más molestos que la campanilla que intentaba despertar a la chica de hebras rosadas que luchaba por no hacerlo. Ya rendida tanteó con torpeza en busca del aparato fallando en el intento y aventando el aparatejo al suelo de madera caoba que poseía la habitación. Se levantó sin ganas calándose las pantuflas rojas que estaban desordenadas a un costado de la cama, salió de la habitación para comenzar la rutina diaria que se había instalado en su vida sin previo aviso, ya no sabía con exactitud desde cuándo su entorno se asemeja al de una solterona de cuarentas que vive tan solo por monotonía, casi como un robot.

Aún adormilada y fregándose los ojos entró a la cocina, puso agua a calentar en el hervidor eléctrico y dio de comer a su gato mascota, Beto, como ella le llamaba cuando comenzaba una de sus elocuentes charlas con el felino animal, y seguramente estaba apunto de comenzar una de esas, como todas las mañanas, pero la habilidad innata de la muchacha por chocar y botar todo se hizo presente, manifestándose en una violenta relación entre sus pies y el platillo del agua, quedando con sus pantuflas empapadas.

- Pero... ugh

La chica frotó sus sienes con falsa calma, se descalzó dejando las pantuflas a un lado de la lavandería y comenzó a secar las baldosas que componían el piso de la cocina. Terminado esto se fue al baño para tratar de comenzar su día por fin, se despojó de sus ropas y giró la llave del agua caliente esperando que el vapor inundara el cuarto de baño.

Pero nunca llegó.

- ¿Es en serio? - susurró más para sí que para ser escuchada

Salió envuelta en una toalla y golpeó la puerta del frente, la habitación de sus padres,del cuarto en donde se encontraba antes, pudo escuchar como su madre se levantaba, era quien tenía el sueño liviano en aquella peculiar familia. Y efectivamente fue ella quien abrió la puerta, tenía el cabello enmarañado, la bata mal calada y entrecerraba los ojos por culpa de la luz cálida que salía del baño y se reflejaba en sus ojos jades, idénticos a los de su única hija.

- ¡Mamá!

- ¿Qué pasa? - respondió la mujer ahogando un bostezo con su mano derecha

- No hay agua caliente

- Ay, mi vida no compré el gas, báñate con agua helada -respondió secamente, cerrando la puerta sin esperar respuesta ni un reproche de parte de la menor

La adolescente quedó en suspenso, tratando de rememorar si se había levantado con el pie izquierdo o derecho esa mañana, o quizás si en su antigua vida había sido tan mala como para que todas las cosas le pasasen a ella, pero no consiguió nada más que sentirse más desesperada por su inminente destino. Volvió a encerrarse en el baño despojándose de la toalla que la cubría y quedando completamente desnuda, cerró los ojos un minuto tratando de juntar la suficiente valentía para meter un pie dentro de la bañera helada, soltó una exhalación algo agresiva y en un segundo entró en ella con toda la poca valentía que había logrado juntar, sumergiéndose bajo el chorro de agua helada qué caía de la regadera. Salió a toda prisa agarrando la misma toalla, temblando de frío y con la temperatura descendiendo con tanta rapidez que podía jurar que estaba a punto de convertirse en una pieza de hielo tallada. Volvió a su habitación, observó sobre la cama el uniforme del liceo, sopesando los pros y contras de tratar de salir de su casa sin resultar hería gracias a la carga negativa que la asechaba esa mañana, soltó un lastimero suspiro y agarró la blusa blanca que estaba sobre la falda, o eso creía ella hasta que notó que no estaba ahí, volvió a frotar sus sienes buscando calmar la impotencia para luego solo buscar en la cómoda la falda del año anterior, una manchada y desteñida, el negro de la tela se asemejaba a el de una noche empapada en neblina, o eso pensó ella.

Luego de vestirse volvió al baño, el cual estaba siendo ocupado por un chico rubio de su edad, hiperactivo y entrometido, o así lo definía la Haruno, aunque le agradaba el hecho de que esa semana estuviese en su casa. Entró sin cuidado mientras él se cepilla los dientes regalandole una sonrisa reflejada en el espejo, la ojijade intentó devolvérsela, pero solo consiguió una mueca, sacó la secadora sin alargar más el momento y volvió a su habitación conectando el aparato en la toma de corriente, provocando una apagón apenas intentó encenderlo, suspiró con exageración y volvió a frotarse las sienes por enésima vez desde que se había levantado, trató de buscar una solución con fingida calma hasta que sus ojos repararon en la toalla que minutos antes había envuelto su cabello, la tomó con rapidez y la uso para sacudir con tesón su larga cabellera, terminado esto tomó su característico morral violeta, la bufanda rosa pastel que utilizaba casi a diario, observo una vez más la hora, 07:57 AM, lamentó internamente no alcanzar a desayunar antes de abandonar el inmueble para dirigirse ya tarde al Liceo.

Caminó con calma los diez minutos de trayecto hacia el único edificio del sector, ella ya tenía más que claro que llegaría tarde nuevamente, la puntualidad nunca se le había dado, otro desalentador talento innato que agregar a la lista.

- Buenos días - saludó sin expresión a la secretaria de la puerta principal

- Otra vez tarde, Sakura. Sí vuelve a ocurrir, ya no podrás entrar a clases

Le respondió con monotonía la secretaria sin despejar ojo de la pantalla de diecinueve pulgadas que se levantaba frente ella, la pelirrosa ignoró sus palabras y sacó unos de los pases de entrada que estaban en un cesto a un costado del ventanal de la oficina, para luego perderse por las puertas que daban a los corredores del edifico.

Subió con parsimonia hasta el cuarto piso y trató de estirar lo que más podía la llegada al salón de matemáticas, al entrar entregó el pase al profesor sin mediar palabra y avanzó en disimuladas zancadas hasta el fondo del salón dirigiéndose donde estaba su pupitre, consiente de los cuchicheo y miradas críticas y acosadoras de quienes hace unos meses se hacían llamar sus mejores amigos.

Haruno Sakura, estudiante de penúltimo año de enseñanza media, hija única criada en el seno de una familia cariñosa y escandalosa en la misma medida, de ascendencia española, aunque hayan dejado su país ya hace una década atrás. Su madre era una tranquila mujer de negocios con un carácter un tanto conservador y furioso, su padre un hombre que no representaba su edad, a pesar de su seria profesión. El chico que estaba en su casa, Uzumaki Naruto, su mejor amigo y hermano, o eso era lo que se consideraban, ya que la sangre dictaminaba otras cosas, pero sus corazones estaban decididos a que eran familia sin serlo realmente, era una de las únicas dos personas que consideraba su verdadero amigo, en especial después de lo que le había ocurrido con quienes hace un año atrás se habían colado en su corazón para luego traicionarla sin siquiera una simple explicación, hiriéndola de sobremanera.

Las clases de matemáticas no se le daban nada bien a Sakura, a pesar de ser parte de una familia con dotes y afinidades matemáticas y físicas, ella se inclinaba más por los ramos humanistas. Ese año en especial, la Haruno había descuidado el ramo según sus expectativas, aun consiente de esto no tardó demasiado en disimular que prestaba atención, cuaderno de notas en mesa y un gran estuche con lápices que ocultaban un teléfono móvil, solo para disimular que pasaba toda la clase de mensajes con su mejor amiga.

Yamanaka Ino, la segunda y última persona en que la pelirrosa confiaba ciegamente. Rubia, alta y con curvas de infarto, o eso era lo que siempre decía la Yamanaka que se tenía una gran estima, aunque Sakura tenía otra definición, una que incluía su inseguridades y los atributos de su amiga, era más complicado para ella describirla, porque ciertamente "Rubia, alta y con curvas de infarto" no definía para nada el laberinto que significaba su mejor amiga, a pesar de ser una año menor que la ojijade esta la consideraba más madura, la rubia demostraba sabiduría y sensatez superior a su edad, aunque no se empeñaba mucho en demostrarlo al diario vivir, su carisma explosivo y actitud indomable podía más que los dotes que Sakura rescata de ella misma. Físicamente también era más que la simple definición de "Rubia, alta y con curvas de infarto", su cabello era largo y más opaco que el rubio brillante de la melena desordenada de Naruto, Ino tenía un rubio más ceniza que combinaban a la perfección con sus ojos verdes-azulinos y sus pestañas gruesas que enmarcaban los pozos de agua, piel nívea con toques rosados y las orgullosas "curvas de infarto" que se ceñían en el uniforme que siempre llevaba impecable y con elegancia. Si, la Yamanaka era mucho más que su descripción de "Rubia, alta y con curvas de infarto", para Sakura esas palabras no abarcaban toda la belleza que era su amiga, y al mismo tiempo no podía evitar sentir culpa por envidiarla, envidiaba que la rubia fuera tan proporcional mientras la ojijade solo tenía sus piernas bonitas -según su mejor amiga- y un busto que rosaba y daba un nuevo significado a la palabra "pequeño", también estaba eso de su piel, tan limpia y despejada, viva y reluciente, y la de Sakura más pálida que color, y más pecosa que limpia, Ino siempre reprochaba sus duras auto-críticas, reclamando que sus pecas no eran tantas o que le daban un poco de color a su rostro, pero para toda objeción existía una respuesta que acallaban los alagos de la rubia, si no era un "mi cabello ya aporta suficiente color", era un "tu no entiendes lo que es verse mal", Sakura siempre tenía un porqué o un pero a todo.

La campana que daba inicio al raceso resonó en los salones y corredores del edifico, sacando a más de algunos de sus letargos provocados por las tediosas clases o el sueño, Sakura guardó todas sus cosas y salió del salón antes que todo aquello le alcanzase a ella, una nueva afición que había tomado la pelirrosa en estos meses. Bajó las escaleras ignorando las miradas de quienes la conocían en un pasado, ella era consciente de quienes hablaban de ella, pero ya le había agarrado costumbre a ignorarlo, solo quería ir en busca de Ino, como lo solía hacer todos los recesos, donde siempre la encontraba rodeadas de chicos y ella debía de alar de su muñeca para arrancarla de ese sitio.

Había un chico en particular, Sai, que a pesar de su atractivo físico y su sonrisa permanente no lograba agradar a Sakura. Era más alto que ella y de tez casi traslucida, cabellos negros y ojos oscuros, tenía un buen estado físico, Sakura lo atribuía a que era parte del club de Basquetball, al igual que le atribuía su estupidez, para su gusto era muy sincero; todo lo decía, todo lo preguntaba, para todo tenía una opinión que no podía acallar a pesar que fuese lo más descabellado, desubicado o aberrante que pudiese decir, también tenía ese extraño hobbie de leer libros extraños en la biblioteca. Pero cualquier mala opinión que la Haruno tenía del pálido chico debía ser callada, ya que más importante que su desaprobación por el chico extraño del segundo año, era el hecho de que su mejor amiga estaba prendada por él, y para la Haruno era más que obvio que él chico extraño sentía algo por su amiga también.

- Sai - saludó con un tono poco amigable

- Sakura - le correspondió Sai - ¿No te cansas de venir diario a por Ino? ¿Gustas de ella como los demás chicos?

Imbécil.

- No tienes idea de lo enamorada que estoy de ella - soltó con sarcasmo mientras sacaba a Ino del Salón ignorando las quejas y suplicas

Caminaron en silencio hasta la cafetería.

Ino además de ser popular con los chicos era muy conocida entre las chicas, la mayoría la respetaba por su fuerte e impredecible carácter, otro tanto la admiraba por su indomable determinación y belleza, y las demás la odiaba por todas esas cualidades, por eso, para Sakura era normal esperar sola en la fila de la cafetería mientras Ino era acosada por chicas de grados menores en busca de consejos o "movidas" - término que Ino solía aplicar - para ser incluidas en alguna fiesta el fin de semana. En cambio Sakura no era lo que se dice precisamente "popular", para nada, siempre trataba de aparentar un perfil bajo, el cual siempre era boicoteado gracias al estridente color de cabello que había heredado de su padre. Aunque no todo siempre había sido así, hubo un tiempo en que la ojijade había sido bastante popular, pero aquellas personas que se hicieron pasar por amigos se empeñaron en opacar su imagen a tal punto que si ahora alguien repara en la existencia de la pelirrosa solo era gracias a los rumores que corrían por los pasillos, escabulléndose como sombras.

- Oye, fíjate por donde caminas - La fila se había detenido sin dar aviso haciendo chocar a la pelirrosa con el chico que estaba frente ella

Decir que estaba idiotizada era poco, Sakura estaba en trance, deslumbrada, para empezar; jamás lo había visto por el liceo antes, y últimamente había tratado de ser más observadora. Segundo; Era increiblemente guapo. No, la palabra se quedaba corta al lado de él, Sakura tomó especial atención es sus rasgos, cada pequeño poro de su piel, de su cuerpo, el cual era tan perfecto como su rostro. "Alto, guapo y con unos ojos de infarto", eso es lo que la rubia hubiese comentado, y no estaba tan lejos de la realidad, porque era alto, muchísimo más que la ojijade, de mirada seria y de irises de un tono ónix tan profundo como hipnotizantes, atrapándola en un espiral sin salida, profundos, contrastando con su piel nívea y cabello azabache con unos imperceptibles toques azulados. Labios carnosos y rosados, de esos que las chicas mueren por besar, Sakura era una de esas, pero desechó ese pensamiento tan rápido como llegó. Poseedor de una voz profunda y algo seductora, como cada parte de lo que él era, Sakura lo supo apenas lo vio, era como un Adonis en pleno siglo XXI.

Sin querer algo en ella se removió.

- ¿Disculpa? - respondió Sakura con ironía cuando ya hubo recuperado su compostura, el azabache la observó un momento que le pareció la pausa más larga de su vida

- Disculpada - dice él con una sonrisa ladina dibujada en su rostro luego de su pequeña pausa reflexiva

Dios, su sonrisa es tan bella.

Fue lo primero que pensó Sakura, para luego ser reemplazado por un pensamiento más realista y menos patético.

El azabache en vista del letargo que invadió a la ojijade sonrió con más satisfacción, volteándose y dándole la espalda, a Sakura se le crisparon los dedos, ¿Qué se creía ese engreído, que podía hablarle como se viniera en ganas y luego dejarla ahí, sin más, con la palabra en la boca? Claro que no, ella no permitiría que nadie volviera a pisotear su orgullo, por muy destruido que ya estuviese. Se paró de puntillas y se balanceó ligeramente hacia delante, un abito que tenía cada vez que se enojaba, visualizando los cabellos oscuros y la mata rubia por la cual el chico Adonis la había ignorado; Naruto.

Naruto era un buen chico, tenía que admitir que era guapo; rubio, ojos tan azules como el cielo y una sonrisa que inspiraba confianza, pero completamente fuera de los gustos de la ojijade, o quizás era así por conocerlo desde su infancia. Según la Yamanaka, Naruto era la fiel definición de "Rubio, guapo y con una estupidez de infarto", ya comenzaba a molestarle un poco esas estupideces.

- ¡Hey! Tú, gorila sin cerebro - le espetó enfadada

El azabache se voltea y la observa con una expresión algo divertida.

- ¿Qué me dijiste?

- Gorila sin cerebro - repitió Sakura con confianza y seguridad, pudo observar sobre el hombro del azabache como Naruto trataba de disimular su risa con una falsa toz

- Pero ¿Quién carajos te crees? Acaso no sabes quién soy yo - respondió él ante el insulto de la ojijade con un acento arrogante y pretencioso

- Supongo que un subnormal con aires de gloria - le espetó con indiferencia la Haruno acentuando la expresión fúnebre del azabache - no es mi culpa que te detengas sin previo aviso por estar de cotilla con mi hermano

Naruto solía llamarla con el apelativo de hermana cada vez que podía, entre más seguido lo decía era mejor para él, o eso pensaba Sakura, sabía que lo decía con orgullo y una pisca de cariño evidente, sin temor de que los demás se burlen por su melosidad, pero si se trataba de aceptarlo frente de ella lo negaba hasta que alguno se aburriera de insistir, generalmente la ojijade, y para cuando eso pasaba, Naruto comenzaba a excusarse alegando que era para protegerla de los patanes que quieran dañar a "su pequeña Sakura", cayendo nuevamente en el mismo agujero, por más que le avergonzara admitirlo al Uzumaki, todo era engatillado por el amor fraternal que se tenían ese par.

- ¿Naruto es tu hermano? - el azabache observó al rubio esperando algún gesto de desaprobación, pero en su lugar el sólo se encogió de hombros sin cambiar su expresión - ¡Pero no se parecen en nada!

- ¿Y qué hay con eso?

Sakura lo miraba desafiante, seguía de puntillas y llevaba las manos posadas sobre su cintura, el ambiente estaba tan tenso que la Haruno habría jurado que podía cortarlo con un cuchillo, pero todo pensamiento quedó reducido a nada cuando vio asomarse en el rostro del chico una sonrisa tan bella como sus ojos, al igual que arrogante.

- Soy Sasuke Uchiha y ¿Tú...?

- Sakura - vaciló un poco antes de continuar - Sakura Haruno - el Uchiha la observó con picardia en la mirada

- Bueno Sa-ku-ra, me disculpo por ser un gorila sin cerebro - el azabache deja escapar otra sonrisa embobando más a la pelirrosa que sin querer ya estaba perdida ante la belleza sobre humana del Uchiha

- Bien -

- ¿Es todo? - su sonrisa se expande dejando a la vista unos pequeños hoyuelos en sus mejillas - ¿No te disculparas por ir paveando y chocar conmigo?

- ¿Debería? - respondió alzando una ceja la Haruno

- Ya déjala Sasuke, es terca como una mula, jamás le sacaras un disculpa por su jodido orgullo - interrumpe Naruto entre risas

Sasuke le dedica una mirada picara a la ojijade la cual descompuso una expresión de nervios en su rostro, ensanchando aun más la sonrisa del Uchiha, para luego romper el contacto que tenían y marcharse junto a Naruto. Sakura pidió el desayuno que siempre pedían con Ino, café con leche y postre de frutas, y se marchó a la mesa que compartían con la rubia, aunque sus nervios se acrecentaron al darse cuenta que debía pasar por las escaleras, las cuales estaban junto a la mesa en la que estaba Sasuke, inhaló profundo y pasó decidida, ignorando los ojos penetrantes del Uchiha que no apartaba la mirada de ella.

- ¿Qué fue todo el show que montaste con Sasuke? - preguntó Ino luego de que Sakura llegara a la mesa, con la curiosidad y sorna plasmada en el rostro

- ¿Le conoces?

- Cómo no, es parte del equipo de básquet en el que está Sai - inevitablemente los ojos de la rubia se iluminaron gracias al recuerdo del grosero chico raro, según la Haruno

- ¡Qué va! Todos los de ese club al parecer son unos cretinos

Ino comenzó a reírse con burla por el comentario de Sakura, siempre era así cuando la ojijade criticaba algo que incumbía a Sai, pero Sakura esta vez estaba muy lejos de referirse al pálido chico, en su cabeza no caía nada más que el arrogante chico que llegó a confundirla hace algunos minutos, no le agradaba para nada lo que Sasuke Uchiha había mellado en ella. Jamás imaginaría que el "casual" encuentro que había tenido con el azabache en la cafetería significaba más para Sakura que los insultos que le dedicaba a Sai, porque por primera vez ya no era el hecho de que estuviese remotamente relacionado de alguna manera con el Uchiha, era simplemente el hecho de que el susodicho había dejado una impresión en ella, Sakura no soportaba las personas engreídas y Sasuke Uchiha era, claramente, la definición en el diccionario.

Los días avanzaban rápidos, sin piedad de los ancianos que envejecían a cada minuto, sin pensar en los pequeños infantes que aun no tenían conciencia de lo rápido que pasaría su infancia y no la aprovecharían. El tiempo pasaba volando, sin tregua sobre los profesores que debían preparar las posibles pruebas globales para termino de semestre, y sin compasión para los alumnos como la Haruno, que no aprovechaban las clases y debían estudiar de los apuntes o los libros de texto en las tardes o los recesos, a pesar de eso ella en particular no tenia dificultad con este sistema. El tiempo solo pasaba, acelerando las cosas, ahondando en el invierno y sus heladas que se abrían paso con violencia, y junto con ello ya había transcurrido una semana desde el encuentro poco amistoso que había tenido con el Uchiha en la cafetería.

La cosa era más abrumante de lo que imaginaba, no es que estuviese pendiente del azabache o que le preocupara, en lo más mínimo, simplemente no dejaba de rondarle por la cabeza su apestoso aire de superioridad y perfección, algo muy lejano a ella. Y no era solo eso, el breve encuentro fue solo una piedra en el camino, lo que más molestaba a la ojijade fue el echo de que al llegar a casa esa tarde no pudo quitarse de encima a su queridisimo y para nada entrometido hermano, quien la bombardeó con afirmaciones y preguntas, entre las cuales destacaban sus "Por fin conociste al Teme" o sus "Ya verás que luego se llevaran bien, de veras", insoportable para ella. Pero a pesar de su insistencia y la constante petición de que volviese a hablar con Sasuke, ya que sería maravilloso que sus dos personas favoritas se llevasen bien, le gustó el entusiasmo que Naruto tenía ante la nueva idea de que ellos fuesen amigos, definitivamente a Sakura le agradó el que haya dicho que ella era una de sus dos personas favoritas, aunque el puesto lo compartiese con Don petulante engreído, y a su pesar no le molestaba del todo el imaginarse hablando con el mejor amigo de Naruto.

- ¿Sakura? - llama Ino su atención desviándola de sus pensamientos - Despierta, cariño, tenemos que hablar de algo, no quiero ser tan obvia

Ino y Sakura estaban en las gradas de la cancha de basquetball, atrás del ala derecha del edificio. A pesar de su amiga, la rubia estaba obsesionada con que Sai reparara en su presencia, por lo que no dejaba de sentarse y pararse a cada diez segundo, Sakura ya perdía la paciencia mientras temía que su amiga perdiera la cordura, sin embargo eso no le evitaba ensimismarse en momentos en sus pensamientos, algo molesta porque se concentraran de cierta forma en el Uchiha, decidió dejar los malos pensamientos de lado y prestar atención de lo que ocurría en la cancha. Paseó los ojos entre los jugadores hasta centrarlos en el rubio hiperactivo, el cual se enfrentaba en una ardua batalla contra sus oponentes. Jamás entendería ese deporte, pensó ella.

Había cinco chicos, incluyendo a Naruto, jugando y rebotando el balón a un extremo de la cacha. La ojijade frunció un poco el ceño a no reconocer a nadie más que a Sai y Naruto, pensó que tal vez no estaba prestando la suficiente atención a los demás como ella había supuesto, y por más que trataba de hacer memoria de los otros rostros solo eran perfectos extraños, a excepción de uno, Kiba, o algo así era su nombre, lo había visto varias veces en la casa de Naruto este último tiempo, no olvidaría ese rostro jamás, cabellos alborotados de tono castaño y ojos marrones, de rasgos definidos y afilados, era un perfecto idiota, engreído y algo torpe, siempre trataba de simular ser mejor que todos o esa impresión le dejó la única vez con la cual cruzó palabras con él. No olvidaría como le recriminó las estupideces que habían inventado TenTen y Neji, sus antiguos amigos, un sentimiento de desazón surcó su pecho a recordar aquella escena, recordaba como Naruto lo sacó de su casa a patadas y como ella soltó unas cuantas lágrimas rebeldes que lograron escapar sin querer.

- Tía, que faena - Soltó la ojijade con una voz inaudible

- Really? ¿Comenzaras tus quejas con tu súper acento españolísimo? - le recriminó su amiga con falso enojo, aunque en verdad perdía la paciencia cuando la pelirrosa se hacia la interesante - sólo calla Sakura, observa bien que tu chico problemas viene al paso

- ¿Mi chico problema? - puso los ojos en blanco ante la declaración de Ino - ¿No te refieres al Uchiha ese? Es un mal educado, Ino - le espetó sin cuidado - jamás me podría interesar de alguna manera así que deja eso de "mi chico problemas" - enfatizó en lo último con los dedos

- Ya veo que disfrutan hablando de mi ¿Eh?

Como si de un volcán se tratase el rostro de la ojijade se tiñó violentamente de un carmín que incluso llegaba a esconder sus detestables pecas, en su cabeza solo se escuchaban sus ruegos inservible de que la tierra se abriese y la tragase por un instante. De todas las atrocidades y vergüenzas que su amiga podía hacerle pasar esta era la peor de todas, el antipático Uchiha se veía vencedor ante su reacción y esto la molestaba de sobre manera. No encontró nada mejor que lanzar una mirada homicida a su amiga quien había cruzado una linea invisible entre ellas, la cual siempre se dedicaba a cruzar cuando se trataba de chicos.

- ¡Oh, miren! Creo que Sai salió del juego, iré a ver si quiere algo de beber - exclamó Ino con una voz más aguda que la habitual para luego agrega en un susurro inaudible para los demás y guiñando un ojo a la pelirrosa - de nada cariño

Sakura puso los ojos en blanco. Ino definitivamente estaba obsesionada con que Sakura se llevara bien con cada cosa que rodeara a Sai, incluyendo su circulo más cercano, alegando que era importante para su relación con él, aunque Sakura estaba segura que no existía tal cosa, lo único visible en aquella relación era ese extraño juego de tira y afloja desbordantes de "no me gustas" a la cara y "me encantas" a sus espaldas. Por lo tanto a sabiendas de esto la Haruno evitaba tener algún cruce de palabras con los cercanos a Sai hasta que hayan definido algo más allá de una guerra pasiva de sentimientos indescifrables, y también para evitar situaciones embarazosas como aquella.

Cuando la Yamanaka ya estaba lo suficientemente lejos de ellos, Sakura decidió por fin darle cara al azabache, primero reparó en sus ropas, una tenida deportiva, un short negro y una camiseta musculosa color gris que se ceñía sobre su definido torso dejando al descubierto algunos tatuajes sobre sus fornidos hombros descendiendo por sus trabajados brazos, resultado del deporte que practicaba. Sakura pareció perder la respiración por unos segundo para luego abofetearse mentalmente y recuperar la compostura.

- ¡Qué va! Yo me largo - exclamó mientras se levantaba de su puesto y comenzaba a descender de las gradas, le alegraba el hecho de estar en la segunda fila, no era la definición exacta de coordinación, en realidad la torpeza y descuido era otras de sus tristes cualidades y le preocupaba parecer más patética de lo que ya se sentía

- No eres muy agradable - dijo Sasuke con sorna, buscando provocar un estallido en la personalidad desafiante de la pelirrosa

- No es eso - le suelta Sakura sin pensar y con poca delicadeza en la voz - es que no me interesa liarme con capullos

- Tienes un acento raro, me gusta - la sonrisa que le dedicó el azabache provocó otro sonrojo en la ojijade

¿Qué? ¿Estaba flirteando con ella? En la cabeza de Sakura se estaba formando un lio más grande que en el que su amiga la había metido. Puso los ojos en blanco otra vez y buscando un milagro para serenarse no encontró nada mejor que girar sobre sus talones y poner marcha, cualquier sitio sería mejor que estar acompañada de don petulante y las extrañas sensaciones que causaba en ella, su cabeza palpitaba por la vergüenza y la ira, no quería pensar que podía ser por algo más. Pero mientras emprendía su camino no pudo evitar encogerse cuando escucho una risa ahogada tras de sí, aún sin haber tenido una caída o tropiezo no pudo evitar sentirse patética. La ojijade apretó la marcha y desapareció del patio en un parpadeo, ¡Bravo Sakura!, se decía así misma, es lo mejor que puedes hacer, huir, repetía con más ahínco. Se detuvo un segundo y apoyó su espalda sobre una de las paredes hasta regular su respiración, sin saber si estaba irregular por la caminata o por la vergüenza, suspiró abatida, no tenía ni idea que era lo que pasaba con ella en ese momento.

Cuando ya se vio más tranquila emprendió nueva marcha hasta la biblioteca, porque ese era su sitio favorito en el mundo, o por lo menos el mundo que componían las paredes de ese edificio. Desde que se había peleado sin saber con su grupo de ex amigos, la biblioteca había significado un preciado refugio de los rumores que la hacían sentir mal, recordaba que la mayor parte del tiempo se las pasaba encerrada llorando por cualquier estupidez, pero después de un tiempo supo como sobrellevar aquella carga y se dedicó a cosas más productivas, como leer. Había establecido una tranquila relación con la encargada del lugar, una anciana encantadora que la aconsejó en sus peores momentos, la confianza había llegado a tal punto que la dulce anciana dejaba que se quedara a solas en la bodega, el sitio donde guardaban los ejemplares de mayor valor o los libros que nadie leía en un buen tiempo. Sakura había transformado la aburrida bodega en un acogedor espacio, todos los inicios de semana llevaba narcisos, sus flores favoritas, para adornar la estancia, había colgado algunos cuadros y junto a la anciana habían conseguido un lindo sofá de terciopelo viejo para poner ahí.

El receso pasaba rápido entre libros.

Cuando la campana sonó Sakura suspiró con pesadez, decir que la etapa más difícil de su vida estaba superada era un lujo que no se podía dar, mantener la careta de felicidad que había construido le resultaba cada vez más difícil y mantener al margen a Naruto en todo aquello era más estresante aún. Rendida guardó sus cosas y subió al salón de historia, los cuales estaban en la ala izquierda, la de humanidades. En el establecimiento habían dos profesores de historias, la directora Tsunade Senju, quien estaba bordeando los sesenta años y a pesar de su edad su figura era envidiada por muchas de las féminas del cuerpo estudiantil y también por algunas profesoras, su cabello, de una tonalidad rubia, estaba exento de canas y sus ojos mieles brillaban con jubilo,de pose imponente y autoritaria. A pesar de su edad y su cargo, la mujer se empeñaba en seguir dando clases, las cuales eran pocos ortodoxas y llenas de comentarios fuera de lugar, ya que la directora tenía la costumbre de no guardarse las opiniones que tenía sobre los hechos ocurridos en la historia, incluso su lenguaje se asemejaba al de un camionero, algo bastante peculiar en una amante de las humanidades. El otro profesor era Kakashi Hatake, él era mucho más joven, quizas unos treinta años bien llevados. Su cabello era de un platinado blanco y no necesariamente por el pasar de los años, siempre llevaba una bufanda oscura y tenía la condenada costumbre de llegar tarde a todas las clases, imparcial para enseñar, tratando de ser lo más ajeno posible a los hechos, pero algunas veces se le podía escuchar lanzar alguna opinión sin afectar el transcurso de la clase, aunque más de alguno sabía las tendencias políticas del profesor ligadas al comunismo, se comentaba que en su juventud fue un rebelde sin causa a pesar de que ahora trate de estar siempre impecable y vestido de trajes.

La clase que debía asistir Sakura era historia electivo, enfocada en los temas sociales, cívicos, económicos y políticos de la actualidad, es la clase que impartía la Directora Senju, la cual a pesar de ser siempre puntual, ya llevaba treinta minutos de retraso. La ojijade estaba sentada sobre sus piernas afuera del salón esperando la llegada de la Directora, las puertas estaban cerradas, una medida de seguridad implementada recientemente. Los ojos verdes de la Haruno se perdían por una de las ventanas que estaba frente de ella, el cielo y las nubes era un vista interesante, la relajaban, era un pasa tiempo que había adquirido hace poco, jamás pensó que fuese tan placentero, incluso ahora encontraba un poco de chiste en aquello, hace un año atrás había creído loco al genio Nara cuando lo pilló en el área verde haciendo lo mismo, sus explicaciones fueron lo que más la confundieron, "¿No te da envidia? Quisiera ser libre, como las nubes que vagan por el cielo sin ninguna preocupación" , Y ahora era ella quien quería estar loca, como supuso lo estaba Shikamaru. Dejó su morral a un lado y estiró sus piernas por la loza del corredor, estaba prácticamente sola esperando su clase, los demás alumnos pertenecientes a su nivel no estaban por ningún sitio visible, al parecer se había corrido la voz de que la Directora no llegaría a tiempo y por estar de come libros no se había dado por enterada, tampoco era como si nadie de su clase le fuese a avisar. Los demás salones ya habían entrado a excepción del curso de ultimo año que esperaba al profesor Kakashi, que por alguna inexplicable razón siempre estaba retrasado. Suspiró apesadumbrada y sacó un libro de García Márquez, al cual consideraba a uno de los mejores escritores latinoamericanos de sus tiempos, a pesar de ser parte del plan lector de ese año no le molestaba para nada leerlo por que sí, en realidad lo leía de vez en cuando.

Pero las cosas nunca son como se esperan, la atención que nadie le prestaba ya se había hecho costumbre, ocasionando que sus sentidos se agudizaran ante las miradas escrutadoras que le pudiesen dedicar, y por consecuencia las sensaciones se hacían más fuertes que antaño. Precisamente en ese momento se sentía extrañamente observada, la sensación que la invadía era la misma que sentía cada vez que entraba en su salón, entre una mezcla de acoso y nervios, esa sensación que se extiende desde el fondo de los pulmones hasta rebasar el esófago, esa que es entre nervios y excitación, y no me refiero a algo erótico, sino más bien a la descarga adrenalinica que causan esas miradas,casi como si fuera un fugitivo de la justicia a punto de ser pillado en algo tranfugo, quizás solo sean cosas de ella, pero eso no evitó la sensación que la invadió en ese momento, ahogándola por completo, su madre solía decir que era un sexto sentido, pero Sakura pensaba que solo eran tonterías. Cerró los ojos un momento, haciendo lo mismo con el ejemplar de cien años de soledad que tenía en sus menudas manos, disponiéndose mentalmente a encontrar los ojos que provocaban esa incomodidad, o quizás solo eran cosas de ellas, pensó. Pero al abrirlos y barrer el corredor vacío hasta llegar al grupo de ultimo año, su corazón dio un vuelco siendo acallado inmediatamente por la pelirrosa. Unos ojos tan oscuros como la noche la observaban con fascinación, un bochorno recorrió su cuerpo llegando hasta su rostro, instalándose sin permiso ni previo aviso, desvió su mirada con demasiada obviedad, lamentando romper el contacto y el ser tan torpe. ¿Por qué se sentía así? La pregunta rondó por su cabeza sin dejarla en paz. Ni siquiera era como si le gustase el dueño de esos pozos oscuros, claro, era guapo y toda la cosa, pero, pero no tenía nada más para explicarse así misma todo lo que le provocaba, solo estaba segura que no gustaba de él, no era posible, ¿No? Sasuke Uchiha no estaba ni cerca de ser el tipo de chico que le gustaban; arrogante, pretencioso, petulante, engreído, solo eran algunos apelativos que definían la abismal diferencia entre ellos dos, Sakura estaba segura que el Uchiha sabía que él era una cara bonita y de eso no se desentendía, lo utilizaba a su favor, jugaba con ello, claro estaba en su manera de ser, a quien no le agrada una cara bonita en especial si viene cargada de carisma y seguridad.

Sakura volvió a dirigir su mirada al Uchiha, rogando en su interior que ya no la estuviese observando, pero las cosas no estaban a su favor, sus ojos oscuros seguían penetrándola, removiendo lugares en su interior que había dado por olvidados o inexistentes, como si de una resurrección se tratase. Pero la suerte estaba del lado de Sakura en ese momento, y como si de una batalla de boxeo se tratase y la campana la estuviese salvado, Tsunade Senju subía los últimos escalones precipitándose hasta el salón, la ojijade sonrió aliviada. Los nervios y sensaciones extrañas de hace un momento fueron reemplazadas por el cálido sentimiento de pasión que sentía la chica por la historia, por las humanidades en general, filosofía, literatura, pero sobretodo historia. Entró al salón de un soplo, casi pisandole los talones a la Directora, olvidando el amargo momento vivido, quería, necesitaba distraerse con las enseñanzas de la ojimiel. Sakura se instaló en el primer pupitre, frente al escritorio de la profesora, observó como los demás alumnos entraban como migajas al salón, de uno o de dos, desvió los ojos para no ser pillada fisgoneando y centró su vista en la frase que la profesora había escrito en una esquina del pizarron a comienzo de año; Tenemos que aprender de donde venimos para saber a donde vamos, cliché, pero era justamente lo que ella enseñaba: La Historia. Por que justamente historia te muestra un abanico de hechos y sucesos que ocurrieron en el planeta, en el país y en donde uno vive, muestra el qué y el porqué de ciertos comportamientos y trabas en la población, el porqué algo es así y el porqué no, y eso le encanta a la Haruno, entender a la gente, y creía fielmente que ese era el motivo porque amaba la clase, ya que aplicaba en medida perfecta a lo que necesitaba. Incluso la clase del profesor Kakashi era de su gusto, y cómo no, si era donde se veía la historia de la humanidad, las guerras mundiales y las civiles, estas dos clases iban de la mano muy bien y solían entrelazarse muy bien entre sus programas.

- Sakura

Escucho que la llama la profesora Tsunade.

- Sakura - repitió con menos paciencia la madura mujer, pero con el mismo tono cordial

- ¿Sí? - respondió la menor dando un respingo en el asiento

- Se me quedaron algunas guías en la biblioteca, la señora Chiyo debe tenerlas sobre su escritorio, las imprimió para mi durante el receso ¿Puedes ir por ellas, cariño?

La pelirrosa asintió sin mediar palabra y salió del salón mientras el resto de la clase se acomodaba en sus puestos. A fuera del salón se podía apreciar como el profesor Hatake recién venía llegando al cuarto piso, su clase seguía esperando fuera del salón. Sakura avanzó tranquilamente hasta las escaleras, pero la incomodidad de hace un momento volvió a tomar posesión de su cuerpo provocando que buscara los mismos ojos, que sabía, la observaban, su estómago se encogió al ver como Sasuke era acompañado por un grupo de chicos de último año que reía a su alrededor de algun chiste de mal gusto. Medió bajar las escaleras tratando de olvidar esas sensaciones.

- Sakura, linda ¿La Directora Tsunade te mandó a por las guías? - dijo la anciana despertando a Sakura de su trance, había llegado sin percatarse de ello

- Si Señora Chiyo ¿Están listas? - respondió recuperando la cordura

- Sí, mi niña, toma - responde con voz cantarina la anciana, alcanzandole un archivador con al menos unas cien guías - que te vaya bien en clases

- Gracias Señora - se despidió la ojijde sacudiendo la mano en el aire

Sakura tomó el archivador con ambas manos y lo apretandolo contra su pecho, subiendo los escalones con demasiada calma buscando aplazar el minuto en que debía volver al salón con los demás alumnos, incluyendo a sus ex queridísimos amigos, aunque esto solo era una excusa para no admitir que lo que sea que el azabache le hubiese hecho sentir la estaba agobiando más de lo que pretendía. Llegando al tercer piso escuchó como alguien llamaba a su nombre, miró en busca de su dueño, en dirección a la enfermería, su corazón comenzó a latir con fuerza y otra vez volvía a ella esa extraña sensación, recorriendo su estómago y llenándola de cosquilleos. Fuera de enfermería se encontraba Sasuke, tenía ambas manos en los bolsillos y la observa con la misma intensidad que hace un rato, Sakura casi como por instinto miró hacía ambos lados en busca de alguien más que compartiera el mismo nombre, aunque dentro de ella sabía bien que estaba a solas con el azabache.

- Haruno - grita nuevamente - me refiero a ti

Sasuke hace un gesto con su mano en son de que fuera donde él, ella apretó más la carpeta contra su cuerpo y se encaminó incrédula de que le estuviese llamando, no tanto porque no creyera que alguien la pudiese llamar, sino por el porqué la llamaba a ella precisamente. Debía admitir que le estaban calando los nervios, más allá de que no tenía contacto amigable con nadie más que no fuera Ino y Naruto, existía el hecho de que Sasuke removía cosas en ella, trataba de encender una hoguera desde los rescoldos sin siquiera saberlo. Sakura no admitía que le gustaba, le desagradaba más que lo que le agradaba ver su lindo rostro, pero tampoco podía negar que lo observaba con otros ojos que no era capaz de dar a nadie más.

- ¿Qué sucede? - preguntó la ojijade al llegar a su lado

- Nada en particular - responde encogiendose de hombros - tan solo estoy esperando que la enfermera llegue de su hora de colación, no me siento muy bien

- Ajam - asintió sin creerle una palabra la Haruno

- ¿No me crees? ¡Es en serio! - le reprocha Sasuke como si fuese capaz de leer lo que Sakura estaba pensando

- Eres malo fingiendo

- Ni siquiera sabes lo que me duele

- Llevas razón, tampoco es que me interese... - se detuvo un momento para observar de reojo la carpeta que traía entre sus manos - debo ir a clases, nos vemos - resolvió para volver al salón

- Hey -Sasuke la agarró de la muñeca antes de ir ella pudiese emprender marcha- quédate un poco aquí... conmigo... - balbuceó por lo bajo

- ¿Disculpa? No deberías faltar porque si a clases - Sakura comenzó a sermonear al azabache sin quererlo realmente, como si estubiese hablando con Naruto en vez de con Sasuke - sé que a veces las clases del profesor Kakashi suelen ser aburridas, pero es tu último año - y el azabache suelta una pequeña risílla

- No voy en último año, soy de segundo

- ¿Qué?

- Estaba con los de último año para pasar desapercibido, no quería entrar a matemáticas, es que odio esa clase - se encoje de hombros nuevamente

- Vale, yo me voy a clases

- Pero ¿Volverás? - había algo de picardía y ternura en sus ojos, casi hipnotizantes

- ¡NO! - respondió Sakura confundida, la mirada oscura del azabache la desorientaba de muchas formas

Era exasperante, Sasuke la tenía comiendo de la palma de su mano solo con unas cuantas palabras, Sakura agarró el archivador con más fuerza y corrió prácticamente hasta el salón, no quería nada que tuviese que ver con ese cretino, seguramente solo vio algo de diversión en ella y no estaba dispuesta a que se rieran a costillas de ella. Pero todo tenía que ser contraproducente a lo que pensaba, ya que los nervios continuaban crispandole los dedos, haciéndole sudar las manos imperceptiblemente, le picaban como si estuviesen cubiertas de pruritos por la alergia, pero solo eran los nervios, la ansiedad, ni siquiera sabía porque estaba apunto de hacer esa estupidez. Miró la guía que la profesora Tsunade había repartido a la clase; "La cultura del voto", era un tema bastante fácil para ella, podía saltar de él sin más... Pero ¿Qué diablos estaba pensando hacer? Se interrogaba una y otra vez, ni siquiera era amigo suyo, incluso no era de su agrado, no, definitivamente no lo era, por lo menos no en lo que concierne a su personalidad, pero había algo en su mirada que llamaba a la ojijade a ir, algo que aun no podía entender a ciencia cierta...

Se levantó sin más preámbulo y caminó hasta el frente de la clase respirando con fuerza, como si el aire derrepente pesara más de lo que recordaba. Sin más se plantó frente al mesón donde estaba la Directora.

- Directora Tsunade, no me siento muy bien... ¿Podría saltarme la clase para ir a enfermería? - le preguntó en un susurro

- Claro, Sakura, trae la guía resuelta la próxima clase - le sonrió la ojimiel antes de que la ojijade pudiese salir del salón con sus cosas, algo inusual en ella

Decir que se sentía sucia al mentir tan deliberadamente por un chico se quedaba corto, se repetía una y otra vez que ella no era una mentirosa, que no era así, además estaba eso raro de que lo hiciera por un chico, un chico que ni siquiera era de su agrado, pero que por ABC motivo le pidió estar con él en ese momento, le enternecía y la avergonzaba que eso provocara que ella mintiese, tan sólo esperaba que Sasuke siguiese ahí, esperando, sino todo ese sentimiento de culpabilidad y decepción para consigo misma sería en vano.

Bajó con rapidez los peldaños de la escalera y volteó al sitio donde antes Sasuke y ella habían intercambiado palabras, efectivamente él seguía ahí, seguía fuera de enfermería, pero esta vez estaba sentado sobre la loza, con el antebrazo izquierdo sobre la rodilla mirando a este mismo lado en dirección a la puerta de la escalera de emergencia, la cual estaba abierta y daba para el exterior, la luz natural iluminaba su rostro y resaltaba su mirada templante, dejando sus facciones al descubierto haciéndolo parecer mucho más guapo que antes, casi inmediatamente el Uchiha se voltea a verla, como si todo fuese un plan del destino.

- ¿Aún te duele? - preguntó Sakura luego de llegar a su lado

- Ahora no - sonrió el azabache dejando al descubierto sus hoyuelos - pensé que habías dicho que no vendrías

Sakura rodó los ojos, ¿Es que no podía pasar ni un segundo sin arruinarlo?. Sujetó la falda de su uniforme con ambas manos deslizándose por la pared hasta quedar sentada a su lado. La brisa acariciaba su cabello y junto a ella flotaban los atisbos de un aroma maderoso y un toque de sudor, transformándose inmediatamente en el aroma más exquisito que había podido percibir en la vida.

Se ha convertido en mi aroma favorito.

Se dijo así misma avergonzándose luego de sus tan absurdos pensamientos.

- No iba a venir, pero... - Sakura volteó la cabeza antes de continuar, si, mentía pésimo y tenía la horrible costumbre de arrugar la nariz por inercia cuando intentaba falsear algo - No me sentí muy bien

- Deberías practicar más tus mentiras... Me sorprende que te hayan dejado salir - bromeó él

- Y ¿Tú qué sabes si miento o no?

Sasuke se quedó mirándola con un deje de sentimientos confusos de descifrar según la ojijade, o por lo menos quería creer que estaban allí, trató de sostenerle la mirada, pero sus irises se desviaban de un lado a otro, una risilla incomoda se le escapó de los labios y junto con eso el azabache comenzó a reír, para luego romper en unas carcajadas los dos sin entender que estaba ocurriendo realmente. Sakura terminó limpiándose una lagrima que salió sin querer por la risa, Sasuke solo se quedó mirándola nuevamente.

- Y ya que estamos aquí, hablemos de algo - comenzó Sakura queriendo romper el tranquilo silencio que se había interpuesto entre los dos

- Primero deja de hablar como si fueras la maldita primera dama - Sasuke deja escapar una risa de entre sus dientes

- No hablo como si fuese la primera dama

- ¡Ves! Tienes un acento raro y además de esa extraña forma de que todo suene tan correcto - se quejó mientras se despeina el flequillo con sus manos al terminar de hablar

- No es mi culpa querer hablar como corresponde

- Apuesto que eres una obsesiva compulsiva con esto de las comas y la ortografía

- Oh, no, la redacción también es importante - Respondió Sakura queriendo bromear como él, pero se dio cuenta inmediatamente que no era lo suyo

- Espero que esto sea broma - comentó para luego echarse a reír

Sasuke no era tan insoportable como Sakura creyó hace un rato atrás, en realidad le agradaba su risa, le gustaba como su boca se curvaba en esa linda media luna, le gustaba sus dientes blancos y los hoyuelos que se formaban como queriendo enmarcar una cita, ¿A quién quería engañar?, en realidad su sonrisa la tenía embelesada, si algo había escuchado de Naruto respecto a Sasuke era su nula capacidad de sonreír, y verlo partirse de la risa con ella por estupideces la hacían sentir afortunada, afortunada de ver como sus pómulos se levantaban y su entrecejo se arrugaba al tratar de detener la risa en vano. De pronto como si nada, sin previo aviso o algún enunciado Sakura dejó de reír y se dedicó a observar como Sasuke lo hacia, sentía como su corazón martillaba con fuerza cada vez que él cruzaba la mirada con ella, deseó con todas sus fuerzas que ese momento se quedara en pausa, por lo menos un poco más.

Pero todo tiene que llegar a su fin, así son las cosas en la vida real y Sakura no podía permitirse el lujo de vivir en un cuento de hadas o en una película Disney. La campana sonó dando termino a la jornada, los alumnos empezaron a salir de los salones y entonces Sasuke se levantó y se marchó sin despedirse ni mirar atrás, como si lo de recién nunca hubiese ocurrido y Sakura no fuera más que una simple extraña o algo menos que eso, como si incluso fuera invisible para él.

¿Qué había sido todo eso? ¿Para qué la había llamado si luego iba a ignorarla de manera tan grosera? La Haruno soltó un suspiro frustrado y se encaminó a la salida principal para esperar a su amiga, Ino, luchando contra las ganas terribles de llorar que en ese momento la inundaban , tratando de pensar en otra cosa, pestañeando repetidas veces rogando que no salieran de donde estaban nunca las lágrimas que se le habían agolpado en sus verdes ojos.

Todos los días esperaba a Ino en la puerta principal, la parada de autobús queda camino a casa de la pelirrosa y acompañaba a su rubia amiga lo que más alcanzaba. La Yamanaka siempre se demora en llegar a la salida, generalmente porque se enfrascaba en discusiones de parejas disparejas con Sai, Sakura trataba de hacer un gran esfuerzo por comprenderlos, pero todo quedaba siempre en nada, ellos no eran novios ni nada parecido, pero pelean como si llevasen años casados, se querían, era obvio para todo el mundo que los mirase discutir, pero jamás se decían nada, una era muy orgullosa y el otro anda saber uno, por lo mismo y para conservar su salud mental la ojijade prefería esperarla en la entrada principal. Aunque muy dentro de Sakura deseaba que ese juego inútil terminara y ellos por fin dijesen lo que sentían por el otro, no le interesaba que el novio de su mejor amiga fuera señor antipatía, solo deseaba que su mejor amiga fuese feliz, aunque prefería que no fuese en estas semanas, no cuando la ultima andanza de Don Juan que Sai había tenido estuviese tan fresca.

La entrada del liceo estaba rodeada de árboles grandes, cerezos, aromos e incluso Olmos, algunos pocos abetos y uno que otro plátano oriental, en primavera es una vista preciosa, ahora, en invierno, daba un poco de pena la hostilidad del paisaje, de igual manera la pelirrosa agradecía que fuese invierno, sino sus alergias serían insoportables y doparse en clorfenamina no era una opción, que para variar ni siquiera cosquillas le hacían. Decidió ponerse los audífonos y despejar su mente con algo de música, Ino iba a tardar en llegar.

Still there are darkened place
Deep in my heart...

Susurraba al compás de la música, con una mano marcaba el ritmo en la pierna y con la otra agarraba un tirante del morral. Los alumnos que eran parte del liceo iban saliendo en grupos con sus amigos y compañeros de clases, Sakura recordaba como le incomodaba estos en un principio, cuando tuvo problema con su antiguo grupo de amigos no podía evitar sentir vergüenza de esperar a Ino de esta forma, no porque Ino la avergonzara ¡Jamás! Pero sí porque todos se le quedaban mirando, a la chica que en algún momento fue muy "popular", pero que ahora anda sola por los pasillos junto a sus rumores... Aún debe ser de la misma manera, pero ya no le obsequiaba demasiada atención a las burlas que puedan general ese grupo hacía ella, ya no permitiría achacarse por aquellas estupideces.

I'll be lost until
You find me
Fighting on my own
In a war that's already been won

Sakura observaba atenta como las pocas hojas que aun vestían las ramas de los arboles caían por culpa de la brisa, era casi tan relajante como ver las nueves, a ella nadie la interrumpía, o eso creía, porque de un momento a otro alguien tocó su hombro, como cuando quieren llamar la atención.

Ino jamás haría eso.

Se voltea.

No es Ino.

Un chico un poco más alto que ella, de cabellos rojos y mirada cansada y aburrida, perezosa y un tanto altiva, llevaba el cabello un poco más largo que lo usual, despeinado pero agradable, de piel tan pálida como la de Sakura, pero sin esas pecas que tanto le molestaban, el color resaltaba gracias al pircing negro que llevaba en sus labios rosados y ligeramente carnosos, llevaba expansiones y tenía pinta de ser de último año. Se estaba quitando los audífonos y guardándolos en su cazadora negra... No estaba permitido mezclar el uniforme con prendas que no son de este, se dijo Sakura así misma.

Él es un chico malo, tiene pinta de un chico malo.

El pelirrojo pasó su mano por delante de los ojos jade de la pelirrosa, dejando ver los trazos de unos tatuajes por su antebrazo.

- Hey, ¿Sakura Haruno? - pareció repetir el chico con voz aburrida y molesta

- Sí - susurro asintiendo a la vez la ojijade

- El Profesor Yamato me pidió que te diera este libro - explicó extendiendo un ejemplar de Friedrich Nietzsche

- Oh, gracias... - la frase quedó en el aire

- ¿Vas en tercero?

- Sí y ¿Tú?

- Cuarto - Sakura se golpeó mentalmente, ¡Que torpe Sakura! Es obvio que era de último año

El chico sonríe como si supiera leer la mente, dejando unos hoyuelos a la vista.

Una sonrisa preciosa.

- Es obvio... Que pregunta más torpe - PATÉTICA, se repetía mil y una vez - ¿Cuál es tu nombre?

- Sasori - el pelirojo la observaba detenidamente - es un gran filósofo - apunta al libro - aunque no se le considere como uno en su mayoría

Era perfecto, pensó Sakura, lucía como un chico malo, rebelde y oscuro, pero su simpatía y educación al hablar dejaba demostrado que solo la portada era lo intimidante, le agradaba que reconociese a Nietzsche, no muchos eran así de asertivos, debía ser erudito en la materia, le debía gustar lo que leía, lo que aprendía por ello. Y estaba lo otro, lo extraña que la hizo sentir con su amabilidad, el no haberle dicho algo de los rumores habiendo tenido la oportunidad. Sakura agradecía el día en que le prestó el libro al profesor Yamato y que él decidiera devolverlo por medio del chico que podría llegar a gustarle.

Bendito profesor Yamato.

- ¡HEY, SASORI! - se escucha un grito, un chico rubio con el cabello largo le hace un gesto con la mano al aludido, estaba junto a un grupo de último año

- Debo irme - Sasori le regala una media sonrisa sincera - mucho gusto Sakura, que te vaya bien con Nietzsche - comentó mientras hacía un gesto de despedida con sus dos dedos, como si fuese un oficial o algo así

- Nos vemos

Era la primera vez, sin exagerar, en que un chico se le acercaba a ella sin mencionar nada incomodo, nada sobre su exótico tono de cabello, nada de los rumores, ni menos de su acento ibérico que se empeñaba por ocultar aun. Fue simplemente agradable... Bien, quizas estaba muy emocionada por el hecho de que un chico solo le entregara un libro, al fin y al cabo solo había sido un encargo del profesor Yamato, pero nunca estaban demás las esperanzas y Sakura agradecía que no sacase a luz las preguntas que todo mundo le hacía. Sasori le agradó, más alla de su cordialidad y sinceridad en todo lo que implicaba la pequeña charla, fue su sonrisa y la mirada que le dedicó luego de que le prestara atención.

Y como si se tratase de un meteorito golpeando la tierra, todo pensamiento agradable fue exterminado y sustituido por la sensación que la venía invadiendo todo el día, ya no hacían faltas dudas como para atribuirle todo aquello a Sasuke Uchiha, quien la observaba con poca paciencia y taladrándole desde una distancia prudente. No estaba solo, a su lado estaba Naruto y tras ellos los demás miembros del talles de basquetball, a lo lejos pudo notar a Sai llegando a zancadas a la altura de ellos y mucho más allá Ino venía mascullando maldiciones.

- ¡Sakura! Hoy llegaré tarde - gritó Naruto guiñando un ojo hacía la pelirrosa, señal estúpida para cuando va con su novia

Sakura ante toda respuesta asintió sin desviar la mirada del Uchiha, era el equivalente a una batalla, una que comenzó sin previo acuerdo, librándose entre ellos y él se lo había tomado en serio. Atendible, a la pelirrosa se le antojaba una locura, hace un rato parecía necesitar su presencia y ahora no hacía más que mirarla con esa expresión que, podía asegurar, estaba bordeando el odio. Ino apresuró el paso hasta llegar a su lado, sin previo aviso agarró a la pelirrosa de la muñeca casi cortando su circulación, era inútil zafarse de su agarre así que la Haruno la siguió sin rechistar, consiente de que la rubia solo hablaría de lo destruida o lo mal educado que fue el chico pálido, mientras esta solo preparaba un bloqueo mental para ignorar las trágicas frases de su amiga. No era que no le interesase lo que tuviese que decir, simplemente era que ya estaba tan familiarizada con la situación que se creía capaz de imitar las palabras sin equivocación alguna. La ojijade soltó un suspiro frustrado.

- Sakura, es un maldito engreído - confesó la rubia empeñada de hacer creerle algo que ya daba por sentado la ojijade - no sé cómo no se da cuenta que me gusta

- Quizás porque no se lo has dicho - Ino la fulminó con la mirada

- Detalles, cariño. El punto es que me coquetea y me rechaza a cada minuto, no quiero declararme ante una persona tan inestable, por muy guapo que sea

- Seguramente tu eres la tía más centrada de la humanidad - musitó con sarcasmo la Haruno-. Ay, no sé por qué quieres liarte con un tío como él, os dais muchas vueltas al asunto y te apuesto que ya sabe que gustas de él y juega con eso

- ¡Deja de romper mi corazón y mi orgullo! - declaró siempre tan dramática la rubia

- Es un cabrón, ya pasa de él

- Ok, ok, pasaré de él, en este momento por lo menos, si tú me dices... ¡¿Qué hacías con un chico de último año en la entrada?! -preguntó con el tono empapado en picardía y emoción

- Ino, no quiero hablar de eso

- ¡Oh, vamos! tienes que admitir que es guapo, rebelde y con una sonrisa de infarto - Sakura sonrió ante la típica descripción de su amiga, una que siempre utilizaba

- Vale, eso no pega con mi "sencilla, pecosa y con piernas bonitas"

- Ah, eso se pule en el camino - sonrió socarrona - ahora ve soltando esa lengua, cuéntamelo todo - dijo deteniéndose en frente de la ojijade para impedirle el paso

- Oh, mira, ¿No es ese el colectivo que te sirve? - la ojijade paró el colectivo empujando al interior a su amiga - nos vemos mañana, amiga mía

- ¡Maldita frentona, ya verás! - gritó encolerizada, eso le causó gracia a la pelirrosa

Sakura llegó al poco rato a su casa, dejando el morral en el sofá y cambiando su uniforme por unos leggins negros y una blusa roja, preparó un poco de té y prendió el portátil para distraerse en algo más que no fuese la mirada del azabache o el chico con el que había hablado hace un rato atrás, Sasori. Esperaba ansiosa de que Naruto no llegase tan tarde para poder preguntar y disipar dudas, estaba segura que el rubio tendría más información que ella, si es que ya no sabía su vida entera. Su hermano tenía la mala costumbre de liarse en peleas con los de ultimo año por estar de cotilla, lo cual en ese momento le era muy conveniente a Sakura.

Ingresó en facebook sin esperar ni una notificación además del Candy Crush, pero para su sorpresa una solicitud de amista destacaba en su bandeja; Akasuna no Sasori.

Qué interesante.

Anne J.M.

Hola a todos.

Espero que os encontréis bien. Ya varios de vosotros os habréis daros cuenta que he empezado a re editar el fic, pensé que cambiar la perspectiva de narrador en primera persona a un narrador omnisciente haría más simple leer la historia, a mi opinión será menos complicado comprender los hechos de más adelante, cuando ya no sea solo una la perspectiva de la historia. Para quienes ya hayáis leído Universo de acuarelas antes entenderéis lo que quiero explicaros.

Este fanfic ya lleva muchos capítulos, cerca de quince, lo cual permitirá que las actualizaciones sean rápidas y largas para el gozo de vosotros.

Muchas gracias a todos vosotros, los que habéis seguido mi historia desde un principio y estáis esperando pacientemente la actualización, a los nuevos lectores que espero disfrutéis la lectura y a los futuros que llegaran.

Espero que sepáis que una escribe para su publico, siempre es así, y el que diga lo contrario está mintiendo seguramente. Quienes escriben para ellos mismos no dejarían que sus palabras vieran la luz. De verdad espero que os guste como quedará ahora el sentido de la historia, y me encantaría que os expresarais en los comentarios, así sabré que mejorar. Toda crítica es bien acogida.

Sin más que decir, un beso para todas/os mis lectores, os quiero.