Era de noche en Ohio, la puerta de su habitación permanecía cerrada pero dentro de ella las cosas se movían alrededor de su cama. Estaba soñando, otra vez el mismo sueño. Sudaba, se movía de un lado a otro. Por fin abrió los ojos y las cosas volvieron a su lugar. Se sentó sobre la cama sujetando con ambas manos su cara. Después de unos minutos se dio cuenta de que no podría volver a dormirse asique bajó, otra vez, a su querido sótano.

La mañana había llegado, se vistió y desayunó, tuvo que esperar unos minutos hasta que el coche de su mejor amiga Santana llegara. La chica al ver la mala cara de su amiga se bajó del coche y se acercó a cogerle la mochila, con mala gana aceptó a que le ayudase. El viaje fue tranquilo, no hablaron mucho, Santana sabía que la rubia después de "esas noches" no estaba de muy buen humor.

- Luego te veo – cogía su mochila del asiento trasero y se alejaba-.

- Hey! – cogía su mochila, cerraba el coche y corría para alcanzarla- ¿No quieres hablar?

- No – decía de mala gana mientras entraban en el instituto-.

- Bueno…-pasaba su brazo por los hombros de su amiga - ¿Quieres que vayamos al cine esta tarde? – le sonreía-.

- No lo sé Santana, mira – se paraban donde sus taquillas y abría su mochila – pruébalo – sacó un frasco con un líquido morado y se lo entregó a la morena-.

- ¿Lo has hecho esta noche? – cogía el frasco y lo abría-.

- Si – abría su taquilla-.

- Huele bien – se lo acercaba a la boca-.

- No! – la interrumpía- no se bebe, échate dos gotas en el cuello, será suficiente – sonreía-.

- Por lo menos has sonreído – hacía lo que su amiga le había dicho - ¿Para qué sirve?

- Ya lo verás – cerraba su taquilla - ¿Vamos? Llegaremos tarde a Historia.

- Vale, pero me asusta esto Fabray.

- Tranquila – sonreía cuando alguien chocó con ella haciendo que se le callera la mochila – he! ¿qué te pasa? - se quedó helada al ver quien era-.

- Lo siento Quinn estaba mirando las partituras para hoy y… - fue interrumpida por la rubia-.

- Me da igual Berry! Ten cuidado! – recogía su mochila y se marchaba dándole un pequeño empujón-.

Brittany, que acompañaba a Rachel la ayudó a recoger sus cosas mientras le dedicaba una sonrisa para tranquilizarla.

- ¿Por qué….-Santana fue cortada-.

- No te atrevas a decirme nada por favor – entraron en su clase-.

La hora de Historia pasaba tranquila y aburrida para muchos menos para Quinn que sonreía al ver como Santana se movía en su silla. La latina miraba hacia atrás y veía la sonrisa de su amiga, volvió a mirar hacia delante y pidió permiso para ir al baño, Quinn no podía aguantarse la risa lo que provocó que su profesor le llamara la atención.

Santana llegaba corriendo al baño y se apoyaba en uno de los lavabos, abría el grifo y se mojaba un poco la nuca. Tenía mucho calor y sentía que le temblaban las piernas.

- Fabray… te voy… a matar – dijo esto con la voz entrecortada-.

La latina decidió volver a clase, porque, aunque sentía que estaba perdiendo el control, su entrepierna se lo hacía ver, tenía que volver. Se mojó la cara antes de salir y se dirigió a su clase. Cuando entró le echó una mirada de odio a Quinn que no paraba de reír desde la fila de atrás. La hora seguía y Santana cada vez se movía más en su silla, cogió un lápiz, se lo acercó a la boca y lo mordió con fuerza mientras que juntaba las piernas todo lo que podía. El profesor se levantó de la silla y se puso a escribir en la pizarra.

- Hmmm!

El profesor se dio la vuelta y comenzó a mirar por la clase. Quinn agachó la cabeza casi sin poder contener la carcajada, Santana también bajó la cabeza, estaba completamente roja. El hombre se volvió a dar la vuelta y siguió escribiendo.

El timbre sonó y Santana salía rápido de la clase dirigiéndose a su taquilla, Quinn salió detrás de ella aun riéndose.