Hola a todos, he estado pensando mucho en un fic para RE

estos últimos meses estuve jugando al RE6 y bueno pues, me inspire un poco.

Con respecto al otro fic que tengo, don´t worry que no lo he dejado, solo que aún estoy pensando como enlazar hechos y corregir algunas cosiñas.

Tengo otros fics en los que estoy trabajando pero por ahora publico este :D

Espero y les guste...


PRÓLOGO l

Mi nombre es Helena Harper y tengo 16. La vida no ha sido buena conmigo he quedado completamente huérfana a los 14 años.

Cuando yo tenía 13 mi padre murió en un accidente de tránsito porque manejaba borracho y al poco tiempo murió mi madre dando a luz a mi hermana Deborah. Tuve que pelear por la custodia de mi hermana, ahora legalmente mi hija, y mi emancipación. De eso no me quejo, lo único bueno que me dejaron mis padres fue ella. Por suerte termine el colegio el año en el que nació ella, para así poder dedicarme los primeros meses a su total cuidado. Los abuelos (que nunca conocí) por ambos lados dejaron casas, en total tres; yo no sabía de la existencia de ellas hasta que las heredé.

Una de esas casas era en la que yo vivía con mis padres, pero al morir ellos vendí todo lo heredado. Obtuve mucho dinero por todo, eso era lo que necesitaba en ese momento; para mi pequeña y nuestros futuros planes.

Desde muy pequeña me cuidé sola debido a que mi madre no paraba en casa sino en el trabajo y cuando estaba me maltrataba (ha de ser porque mi padre le hacía lo mismo y yo nunca la defendía tan solo era indiferente a la situación) y mi padre en la calle emborrachándose todo el día; la única ayuda que recibía era de una vecina, una anciana que me tenía compasión. Cuando me enteré que mi madre estaba embarazada entristecí mucho y no porque sienta celos ni nada, me sentía triste por la criatura en su vientre, iba a morir si la situación de violencia por parte de mi padre continuaba.

Decidí enfrentarme a mi padre y cuidar de que el embarazo llegue a buen término, no lo hacía por mi madre (si, suena muy cruel de mi parte pero no la quería ni a él). Me juré a mí misma que ella no sufriría lo que yo sufrí; ella sí tendría a alguien en quien confiar en este mundo. Mi padre venía muy tarde y yo lo estaba esperando todos los días; mi madre estaba en la cocina preparando cualquier cosa para cuando llegue él. Entraba a la casa tambaleándose por su borrachera y se sentaba en el comedor esperando que mi madre le trajera la comida. Me quedaba parada en el umbral de la puerta del comedor solo observándolo. Ella aparecía con un plato de comida y una botella de cerveza, pero si demoraba él gritaba que se apure.19

– ¡Apresúrate que muero de hambre! –gritaba mi padre; ella venía corriendo de la cocina con sus alimentos.

–Discúlpame por la demora –colocaba el plato de comida en la mesa y se quedaba parada a su lado.

– ¡Esto esta horrible! ¡Acaso no sabes cocinar! –vociferaba golpeando la mesa con ambas manos en puños. Tiraba la comida al piso. – ¡CORRE! Y tráeme algo mejor que comer. –ella temblaba de miedo y recogía lo que tiraba y él desesperaba; se levantaba de su asiento dispuesto a golpearla. Ese era el momento en el que yo intervenía y lo cogía de la muñeca de la mano con la que la golpearía presionando fuerte. Yo entrenaba mucho en la escuela y en el gym que pagaba con la mensualidad que recibía de mi madre para hacerme cargo de mis necesidades. Tenía considerablemente mayor fuerza que ese tipo borracho.

–Te calmas o te calmo ¡Elige! No me hagas partirte la cara –gruñía mirándolo fijamente a los ojos.

–Mocosa insolente –contestaba forcejeando para que lo suelte. Presionaba más fuerte su muñeca y luego lo soltaba empujando su mano a su pecho.

A veces solo volvía a sentarse y esperaba a que le trajera otra comida, en otras ocasiones solo se iba y no volvía hasta la noche siguiente.

Un día, cuando el embarazo estaba alrededor de los 5 meses, llegó mi padre a casa aunque no estaba tan borracho como otras veces.

– ¡Tengo hambre! –gritó

–Ahorita llego con tu cena, cariño –dijo mi madre desde la cocina. Como siempre yo lo seguía a donde iba él. Tiró su saco y llaves del auto y la casa sobre un sofá. Caminó hasta el comedor y se sentó esperando como siempre. Ella llegó a los cinco minutos con la comida. Cenó tranquilo y al finalizar la tomó la mano.

–Ven, vamos –jaló su mano guiándola hasta las escaleras que daba al segundo piso donde se ubicaban las habitaciones. Ella lo detuvo.

–Discúlpame cariño, pero no puedo –respondió cabizbaja.

– ¿¡Por qué mierda no puedes!? … ¡ERES MI MUJER ASÍ QUE ME CUMPLES! –vociferó a todo pulmón y volvió a tirar de su mano. Ella se resistió.

–El médico me dijo que no podía, tengo amenaza de aborto; si hago algún esfuerzo la vida del bebé o la mía correrían peligro –contestó entre sollozos.

– ¡Me importa una mierda lo que haya dicho el médico! Además ¡¿Quién carajos te mando a embarazarte?!

– ¡Pues un bebé no se hace solo! ¡También es culpa tuya que este así! –bramó. Al escuchar su reclamo, levanto la mano para golpearla; reaccione al instante y lo empujé.

– ¡Tú no te metas, mocosa!

– ¡Ha dicho que no puede, maldito inconsciente! Intentas levantarle nuevamente la mano ¡Atente a las consecuencias! –gruñí con furia. Mi madre estaba a un lado llorando y observando la escena.

– ¡YA ME TIENES ARTO! ¡Respeta a tu padre!

– ¿Padre? No me hagas reír; tú eres nadie para mí. –respondí burlonamente de brazos cruzados.

– ¡Yo soy tu padre! ¡Yo te traje a este mundo!

–Que tengas sexo con una mujer y la dejes embarazada no te convierte en padre. Ese "título" se gana; y usted "don nadie" ha hecho ¡nada! para ganárselo.

– ¡Ya verás mocosa! –terminó la frase y envió un puño con la mano derecha hacia mi cara. Levanté mi mano izquierda y con el dorso de ella le golpeé su muñeca; esquivando así el golpe.

–Lento –me burlé de él cuando lo esquivé y al instante mi puño derecho fue a terminar en su cara; rompiendo así su nariz. –Te advertí muchas veces que te rompería la cara. –Colocó una mano sobre su nariz rota y la observo después; viendo un gran chorro de sangre que salía de ella. Levanto la vista a mis ojos y caminó hasta el sofá donde tenía su saco y sus llaves. Los tomó y partió de la casa.

Me quedé parada esperando a escuchar el motor del auto encenderse y marcharse a toda velocidad. Mi madre corrió a su habitación a llorar y yo fui a la mía a descansar. A la media hora sonó el teléfono de la casa, yo aún no había conciliado el sueño. Caminé y contesté la llamada.

Me informaron que mi padre había muerto en un accidente con su auto, que chocó contra un muro y murió al instante. Golpeé la puerta de la habitación de mi madre y le conté lo sucedido. Ella hecho a llorar aún más de lo que ya lo hacía. Volví a mi habitación a descansar; la noticia no me afectó.

Pasaron los días y mi madre parecía muerta en vida; seguramente lo amaba de verdad aunque no quería preguntar. Pasaron los meses y mi cumpleaños, lo celebré con mi vecina y unos amigos del colegio. Los únicos que se acordaban de eso.

Aún tenía unos 7 meses y un poco más, no era tiempo para que el bebé naciera, pero se adelantó. Fuimos al hospital lo más rápido que pudimos. Mi madre estaba muy desnutrida por la muerte de mi padre; eso complicó el parto. Sufrió un paro cardiorrespiratorio cuando la bebé nació, los médicos no pudieron hacer nada para ayudarla ya estaba muy débil.

La bebé se quedó internada en el hospital porque aún era muy pequeña y debía permanecer en observación. Yo corría a visitarla después de clases o de entrenar, todos los días que permitían visita. También tenía que asistir al tribunal para que vean mi caso y aprueben mis solicitudes; la obtención de la custodia de mi hermana y mi emancipación. Todo terminó en una semana, el gobierno estaba más atento a las catástrofes mundiales realizadas por la Corporación Umbrella.

Al cerrarse mi caso, vendí todo lo heredado. Compré un gran departamento con tres dormitorios, sala-comedor-cocina, un balcón, el dormitorio matrimonial era un sueño para mí (dos closet y un baño), las otras dos habitaciones compartían un baño, según la vendedora el departamento estaba insonorizado y sobre todo la habitación principal (lo último me lo dijo guiñándome el ojo).

Amueble lo más rápido una de las habitaciones que sería para Deborah, todo decoraciones rosas digno de una princesa, y yo tomé la habitación principal. Esperaba con ansias el día en que me dijeran que podía llevármela a casa, ya tenía todo listo. Cuando la veía tras ese gran cristal, el médico me daba indicaciones de su cuidado, conocía mi situación; él era muy amable y comprensivo contestaba todas las dudas que tenía por mas estúpidas que fueran. Desde cómo cambiarle el pañal hasta signos de que tenía algún malestar y debía llevarla a la clínica. Solo pocas veces podía entrar (equipada completamente por un camisón verde aguamarina, cubrecalzados, guantes de polietileno y gorro blancos, y un cubreboca) y sostenerla en mis brazos, darle el biberón que las enfermeras preparaban, cantarle canciones de cuna, tararear algunas que no recordaba la letra y llenarla de besos.

Mis notas en la escuela eran altas, así que fácil podía faltar y no rendir los últimos exámenes para aprobar los cursos, pero no quería terminar con el promedio bajo ya que podría cerrarme algunas puertas. Mandé una solicitud al director para poder ausentarme de las clases y solo asistir para rendir los exámenes. Después de una reunión con los profesores y el director para evaluar mi situación, la aceptaron.

Por fin llegó el día de llevármela a casa. Llegué al hospital en taxi y caminé lo más rápido que pude al área de neonatología, el olor a desinfectante me tenía podrida. Firmé algunos papeles para el alta de Deborah y luego el médico que se encargaba de su cuidado me entregó su tarjeta para que lo llamara a cualquier hora por alguna emergencia o duda. Fui a donde estaba Deborah y le puse la ropa que traje para ella, le quedaba inmensa pese a que compré la más pequeña. Un body blanco, unas medias y pantalón palo rosa, y un suéter crema. La envolví en una de las mantas rosas que traje, la puse dentro del canguro tipo rebozo subí el cierre hasta la mitad, me lo coloqué y acomodé la otra manta sobre ella y mi hombro.

Salí y tomé un taxi hasta mi departamento. El portero y los de seguridad me miraron con rostro sorprendido cuando me vieron con Deborah, yo les respondí con una gran sonrisa. Subí hasta el quinto piso, saqué la llave de mi departamento, abrí la puerta e ingresé.

Estaba agotadísima, calculé la hora en que había tomado su biberón en el hospital y puse una alarma en mi celular para darle el siguiente. Fui a su habitación y la recosté en su cuna; ella dormía plácidamente durante todo este tiempo. Al principio me asusté porque no se quejaba ni hacia ruido alguno; puse un dedo bajo su nariz y sentí su respiración, mi alma volvió al cuerpo. Había comprado un intercomunicador para bebés. Encendí la cámara, la coloque sobre la cómoda que estaba al lado de la cuna y la dirigí hacia ella. Tomé el monitor y lo encendí, así podía observarla todo el tiempo. Fui a la cocina y me serví la cena, un rico omelette de jamón, queso y un poco de cebolla al estilo juliana. Me senté en la barra y cené con el monitor al lado de mi plato para observarla; de ratos la miraba fijamente observando su pecho para notar su respiración, este subía muy poco para mi gusto, no se notaba si no prestaba mucha atención, me ponía tensa.

La llevaba a sus controles y sus vacunas; enfermó cuando le pusieron la primera, tenía dos meses y amanecía con fiebre los tres primeros días para esto ya había llamado al médico y este me dijo que era algo normal producto de la vacuna, tan solo la fiebre no debía subir a 39. Yo dormía con ella en mi habitación, no podía dejarla en la suya.

Fui a dar mis exámenes finales con Deborah en el coche. Entré al salón con ella, algunas compañeras me miraban con mala cara, otras suspiraban al ver a mi pequeña, mis compañeros susurraban entre ellos (muchos de ellos había intentado llevarme a la cama, si suena muy extraño lo sé; pero para mi corta edad de 13 y 14 ya me había desarrollado más que mis compañeras de clase de 16 años (por eso no me llevaba bien con la mayoría de las mujeres a excepción de Samantha y Morgana). La profesora se ofreció a vigilar a Deborah mientras yo rendía mi examen, me incomodaba un poco pero accedí. Así rendí todos mis exámenes. No asistí a mi fiesta y ceremonia de graduación prefería quédame con mi bebe.

Samantha y Morgana me visitaban casi a diario, a veces se quedaban a dormir; eran de ayuda en el cuidado de Deborah, estaban enamoradas de ella. Cada vez que hacia un sonido o movimiento ellas le festejaban. Le tomaban fotografías todo el día. Decidieron comprar el departamento de al lado, pero para ello me pidieron un préstamo, ya que aún era costoso para ellas dos juntas. Me alegraba tenerlas, sentía que tenía personas en quien confiar de repente no incondicionalmente pero si lo suficiente como para que salgan a pasear con Deborah mientras yo limpiaba o salía a comprar los víveres para la semana. Ellas no sabían que no era mi hija, creían que me faje todo este tiempo ocultando mi embarazado y falte los últimos meses a la escuela porque mi vientre ya era demasiado grande como para ocultarlo; nunca preguntaron acerca del padre de Deborah o como sucedió, sabían que no quería hablar de ello y respetaban eso.

Cuando Deborah dijo su primera palabra a los cinco meses no lo podía creer; me dijo "mamá". Yo estaba jugando en la alfombra de su cuarto con ella, metiendo bloques con formas diferentes en un cubo con orificios que encajaban con cada una de las figuras. Samantha cantaba una canción de Barney "Si estas feliz demuéstralo así" era la favorita de Deborah. Morgana filmaba a todas, en especial a la pequeña obviamente.

Deborah aplaudía cuando la canción lo decía, sonreía y carcajeaba cuando lograba insertar un bloque en el orificio correcto. Al terminar la canción ella extendió sus pequeños brazos hacia mí, y yo la tome del torso con ambas manos.

– ¡Mamá!... –dijo Deborah cuando la tomé; mis ojos se llenaron de lágrimas que amenazabas con caer. No las contuve y tome a mi pequeña entre mis brazos y la abrace fuerte contra mi pecho.

– ¿¡Lo grabaste!?... ¿¡Lo grabaste!? –preguntó Samantha.

– ¡Claro que lo grabé! –gritaba alegremente Morgana saltando de un pie.

–Esto se celebra si o si –propuso Samantha

–Y ¿A dónde? –cuestioné. –Deborah no puede comer nada. Solo papillas y eso que aún no come una porción completa, solo un poco para que su estómago se adapte.

– ¿No creo que no pueda comer helado? –Samantha tomaba su celular de la cómoda. –Tampoco va a comer mucho.

– ¿Helado? Pero eso tiene preservantes, conservantes, colorantes y no sé qué "…antes" más tendrá. –dije mientras guardaba los juguetes en su baúl. Morgana alzaba a Deborah de la alfombra.

–El lugar que conozco preparan todo sin productos artificiales, y delante de ti. Vamos Helena, no le ocurrirá nada a Deby ¿sí? –Samantha pone cara de perrito, junta las manos y entrelaza sus dedos.

–Okey, vamos –fui a mi cuarto tomé mi bolso, metí mis llaves y mi celular. Morgana llevaba el bolso con las cosas de la bebé; fui hasta ella y cogí a Deborah de sus brazos. –Si te sucede algo, Samantha conocerá la furia de tu madre. –acerqué mi rostro a su barriga y la moví causándole cosquillas, Deborah rió y jugó con un mechón de mi pelo.

Llegamos a la heladería que Samantha mencionó, ordenamos nuestros helados y conversamos de nuestros planes a futuro. Morgana quería estudiar medicina y Samantha derecho. Yo quería estudiar criminología aunque todavía tenía dudas, entraría a mitad de año a un curso en la CIA. Ellos habían llamado hace unos días informándome sobre ese curso de entrenamiento, así que acepté; conocían mi situación por lo que me dieron la opción de no ser interno.

Deborah terminó embarrada manos y cara. Les deje a la bebe y fui al auto a buscar las toallitas húmedas. Abro la puerta de pasajeros y busco en la maleta de Deborah las toallitas, pero la puerta se junta y me da un golpe en el trasero y hace que caiga en el asiento.

–Pero qué demonios…– me levanto para ver quien la empujó WOW es lo único que mi mente atina a decir cuando lo veo pero si esta guapísimo, idiota y torpe pero guapo; mierda Helena reacciona…

–Lo siento, no la vi –dice mientras acomoda a una bebe que tiene en brazos es preciosa y rubia, él también, debe ser su padre.

– ¿Cómo rayos no vas a ver una enorme puerta que está abierta? –le digo con los brazos en jarra y dándole la mirada más seria que puedo.

–Si lo sé, pero siempre suele taparme los ojos de sorpresa y no puede verla– lo miro como juzgando si lo que me dice es cierto –es la verdad.

–Algo huele mal – literalmente algo olía mal.

–Es en serio Sherry y falta mucho para la oficina; ojala y ahí alguien sepa cambiar un pañal – es enserio, no sabe cambiar un pañal… la va a dejar sucia todo el camino, esto es el colmo.

–Realmente ¿no sabes cambiar un pañal?

–Pues para serte sincero no– le deje esa labor a la niñera y si no estaba le pedía a alguna vecina, pero justo hoy nadie pudo cuidarla.

–Ya la cambio yo. Supongo que tampoco traes nada para ella, ni comida ni pañales ni nada.

–Pues supones bien– dijo rascándose la nuca en expresión de disculpa. Voltee y me agache para sacar la mantita de Deborah y extenderla sobre los asientos traseros, me levante a mirarlo.

–Dame.

– ¿¡Que!? Aquí no puedo –dijo mirando a su alrededor.

–Solo dame. Ya aliste todo.

–Pues no me gustan los chismosos.

–Nadie va a mirar.

–Puede que no miren pero van a escuchar tus "ruidos". –dijo en comillas con la mano que no usaba para cargarla.

– ¿Mis ruidos? – pero de que ruidos habla

–Pues es lo que todas hacen cuando les doy.

– ¿Por qué harían ruidos por cargar una bebe?

– ¿Qué? ¿Una bebe? Pero… Hablabas de que te la de

–Sí, la bebe ¿De qué rayos pensaba que te estaba hablando?

–Pues… yo… uhmmm… tómala –la tome en mis brazos y la recosté en la mantita, metí medio cuerpo en el auto para poder estar sobre ella y cambiarla con mayor comodidad, al igual que hacía con Deborah, primero le converse y la hice reír un rato, luego le di un juguete para que se distrajera y no se moviera tanto. Le baje su pantaloncito busque una bolsa para der poner la basura ahí, saque la toallitas y procedí a quitarle el pañal, la limpie con las toallitas y le puse crema para las escaldaduras en los lados al igual que un poquito de talco para que no se rosara mucho con el pañal, le coloque un pañal de Deborah y le subí su pantalón.

–Lista –dije al acabar, tome el juguete de Deborah y lo guarde. –Ven aquí– la levante y ella se puso a jugar con mi pelo.

– Pues eres muy buena en esto, ella nunca se deja agarrar por nadie, le caes muy bien.

–Ellos saben con quién si deben juntarse o ¿no? Sherry –se acurruco en mi cuello. – Anda ve con papá.

–Vamos Sherry– él extendió los brazos pero ella se agarró de mi cuello

–No – dijo Sherry –no.

–Venga Sherry que llegaremos tarde a la oficina.

–Sherry ve. – se levantó con gesto molesto y fue con su papá. La recostó en su hombro.

–Pues gracias

–No fue nada. –extendió la mano en saludo.

–Leon Scott Kennedy –respondí el gesto

–Helena Harper – volteo y fue.


¿Les gustó? ¿Que piensan? ¿Alguna sugerencia o algo? Dejen sus comentarios please... (Aunque no lo crean ayudan bastante)

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