A/N: Nueva historia! ewe ahora pezberry...CON SUPERPOLELES!
No se preocupen, no me he olvidado de Jugando a las Escondidas, solo que esta idea ha estado dando vueltas por ahi y psss habia que sacarla...la inspiracion con el otro fic anda pobre con lo que ha presentado el canon :T ...NO PIERDAN ESPERANZAS que quedan varias ideas por ahi...
El resto de los pairings no están listas...así que podrían llevarse algunas sorpresitas~ ewe
Mientras tanto, a lo que vamos... comencemos~
Esa fue la primera vez que vi algo parecido.
El puño impactando en la pared, rompiéndola cual si fuera papel. Quedé paralizada, afortunadamente estaba afuera de su vista, no sé que hubiera hecho de haber sido así.
– Finn Hudson, a mi oficina – dijo una voz que me resultaba extrañamente conocida sacándome del trance en el que me encontraba.
¡El nuevo maestro de español! ¡Claro!
Bueno, no es exactamente nuevo, tendrá cuando mucho un semestre acá, pero en comparación con la señorita, ¿o será señora Hagberg?, que lleva varios años dando Matemáticas, Geografía y "Economía doméstica"(que en realidad se traduce a un taller de cocina), y es llamada por varios alumnos según el blog de Jacob Ben Israel la "Chuck Norris de los profesores"… es nada.
– Pero...
– Ve con el bro, antes de que te metas en más problemas – le dice el muchacho del mohicano sujetándole el hombro logrando que se calme un poco.
Finn Hudson y Noah Puckerman, estrellas del equipo de futbol de la escuela. Los titanes se llaman. Siempre había escuchado que Finn había sido uno de los mejores Quarterbacks de la historia del colegio, que aunque los titanes tuvieran el record en derrotas, valía la pena ir a un juego para solo verlo lanzar. No sabría si es cierto, nunca he asistido a uno de esos. Siempre me habían parecido una versión moderna de un coliseo en el cual los equipos pelean con el único fin de cruzar el ¿huevo? ¿pelota? ¿Cómo llamas a esa cosa? Supongo que aunque siempre he creído que todo puede ser un campo de batalla… la violencia nunca ha sido lo mío.
¿Qué es eso? Oh si, el timbre. ¡Demonios, debería haber llegado al salón hace horas!
Sujeto mis libros como si fueran a robármelos y camino, bajando la vista evitando al muchacho del mohicano, quizás me crea invisible por los segundos que cruce frente a él. Debo decir que he aprendido a usar mi defecto, que en realidad no es un defecto; si, quizás soy más baja que el promedio, pero aun hay personas con menor estatura que la mía y estoy dentro de los parámetros de lo sano.
¡Frio! ¡Frio! ¡Frio! Huele a… ¿uva?
Bueno, al menos no es un rojo que me haría ver como una paleta gigante o un azul artificial que causaría que me confundieran con un extraterrestre.
Slushies.
No hay mejor bienvenida a Mckinley High que un slushie en la cara, eso, o una aventada al basurero. Claro, a menos que en tus primeros días hayas logrado entrar al equipo de futbol o al de porristas. Los otros deportes igual la llevan tranquila, pero si eres como yo, que necesitas pertenecer a casi cualquier club porque piensas obtener todos los créditos que estén a tu alcance con poca habilidad física, los slushies se vuelven parte de tu rutina.
Lo bueno, es que después de unas cuantas veces llegas a manejarlo, traes un cambio de ropa, tomas caminos más largos o aprendes a evitar a tus atacantes. ¿Saben como siempre hay un grupo que todos conocen? Grupos como los tres amigos, los tres chiflados, los tres mosqueteros, las plásticas… pues, McKinley no se queda atrás, nosotros tenemos lo que en el bajo mundo de los que nos encontramos en el último escalón de popularidad conocemos como la Maldita Trinidad o Trinidad Maldita, depende de con quién estés hablando y cuanto dramatismo utilice en su voz.
Brittany Pierce la más tranquila de las tres, incluso a veces algo amigable, aunque con ella nunca se sabe.
Santana López, digamos que de "Santa" no tiene nada y no es casualidad que su nombre se parezca a Satán.
Y la peor de todas, detrás de su fachada de colegiala católica, la líder de la legión: Quinn Frabray.
Dicen en los pasillos que hicieron un pacto con el diablo y es por eso que mandan la escuela, otros dicen que las han visto hacer magia negra y unos pocos comentan, lo que hasta la fecha me parece más cuerdo, que su poder se debe a la mezcla de su belleza, el estatus que ofrece pertenecer a las cheerios y la cartera de sus papis. Como sea, una vez que te metes con ellas, te arrepientes. Una cosa es ser víctima constante de slushies o las varias visitas al basurero, simples protocolos de Lima; pero otra cosa es desatar la furia del trío y en cuestión de días buscar el traslado a la escuela más lejana a McKinley posible.
Dos días tardaron en reparar la pared. Nadie preguntó que había pasado. Nadie lo hace cuando se trata del quarterback. No puedo evitar detenerme al pasar por ahí. Es como si no hubiera ocurrido nada, el color sigue igual, las partes rematadas resultan invisibles a cualquiera por más que intente encontrar imperfecciones, sin duda alguna un muy buen trabajo.
Quince minutos desde que llegué al colegio y todo parece tranquilo. Tiene apenas un par de semanas que volvimos a clases y el tablero de anuncios puede tener algo interesante. Siempre puede haber un nuevo club al empezar el ciclo.
Nombres que buscaban llamar mi atención y claramente fallaban estaban frente a mí, con llamativos colores, contrastando con las enormes listas llenas de apellidos escritos con tinta negra sobre hojas blancas:
"Club Audiovisual, ¡Queremos verte ahí!"
"Guia de supervivencia de zombies. ¿Tienes lo que se necesita?"
"Ninja Basics, defiende tu honor"
"Club del Celibato, esperando al indicado"
Seguí buscando entre ellos. El curso pasado estuve en el Club de Discursos, el Club Mock de Naciones Unidas, el Club del Renacimiento, Club de Estudiantes Musulmanes, y en la Unión de Estudiantes Negros. Este año planeo agregar uno más a mi repertorio.
"Nuevas Direcciones" se leía el titulo en letras grandes y negras sobre las hojas rojo sangre. Cualquiera con buen gusto y algo de conocimientos del diseño sabría que no es la mejor combinación para llamar la atención y hacerlo legible, mucho menos ponerlo en la esquina inferior de un tablero de anuncios. Sacudí la cabeza antes de seguir leyendo, quizás dentro de tan horrendo volante había algo bueno "¿Te sientes diferente? ¿Especial? ¿Te gustaría cambiar al mundo? Asiste el viernes a las cuatro de la tarde al auditorio. ¡No faltes!"
¿Auditorio? Bueno, quizás era algo artístico, y de ser así, seguro esto era para mí. Canto y bailo desde que tengo memoria. ¿Qué se le puede hacer? Nací para ser una estrella.
No, enserio.
No hablo de la hermosa metáfora de la estrella dorada que representa mi excelencia en lo que me propongo, sino a la tendencia a explotar cosas, algo así como 'Carrie', con menos sangre y en lugar de mover cosas con la mente, una que otra descarga eléctrica.
No es exactamente como te lo pintan en las películas, en lugar del glamur y la genialidad de manipular cosas, es como si fueras un bicho raro. Más que eso. No necesitas tener descargas para serlo, pero si puedes, te vuelves todavía más retraído, créanme, lo sé.
No es de todos los días que cumplas 13 años y tu casa comience a prenderse y apagarse, o que llegue uno de tus padres y se transforme frente a tus ojos en un animal. Nada de eso ocurre en el mundo 'normal', nada de eso le ocurre a nadie, a menos que seas yo, claro.
El viernes llegó antes de lo que esperaba. Mi rutina matutina fue un éxito y los pasillos del colegio eran los de un día normal. Un cambio de ropa y las horas de clase, nada fuera de lo común. Mi reloj marcaba las 4:01 cuando sigilosamente abrí una de las puertas laterales del auditorio y entré sin que nadie notara. Había entre veinte y treinta alumnos, debo agregar que eran más de los que esperaba. Un club con una propaganda como esa estaría oscilando entre los ocho o 12 miembros, apenas unos cuantos por encima del mínimo.
En el escenario se encontraba el famoso William Schuester, conocido no solo por sus clases de español, sino porque lo llaman Casanova entre los maestros; cuando recién llegó, anduvo rondando por la escuela el rumor de que su cambio de plaza se debía al amorío que había tenido con una alumna, el director aseguró que aunque habían querido inculpar a Schuester de tales acusaciones. Fue un malentendido que había terminado en escándalo y el traslado parecía la mejor opción.
Comienza a hacer un sondeo por las butacas contando a los que estamos presentes. Espero no me haya visto. ¿Cómo podría? Estoy en la última fila a la derecha, bueno, su izquierda, no hay luz que toque mi rostro. Creo que es seguro decir que me ha ignorado por completo, pues rápidamente volvió a donde estaba y empezó a hablar de algo que desconozco. Un momento ¿no debería estar escuchando eso?
– ¿Quién aquí está cansado del mundo? De sus injusticias, sus guerras, el hambre, las enfermedades?...
No estará hablando enserio ¿o sí? ¿Qué puede hacer un grupo de estudiantes del refundido Lima, Ohio, con algo comparado con el mundo?
Levanta la mano la mayoría, unos cuantos se ven entre ellos con una sonrisa y el ceño fruncido con confusión, seguramente pensando en lo ridículo que se ve el profesor diciendo todo eso.
– ¿Recuerdan las películas de acción?
– Sin ofender Sr. Schuester, pero esos son superhéroes, con súper poderes, cosa que no existe… por eso son súper – bajo la vista, no puedo sostenerla ante tal acusación. Es cierto. No debiéramos existir, no debiera existir. El muchacho que habló se pone de pie, trae una chaqueta roja con mangas largas blancas y la "M" en el lado izquierdo del pecho. Seguro es uno más del equipo de futbol. – ¡Vámonos! Estas son tonterías – exclama por última vez llamando a un pequeño grupo antes de salir entre risas del auditorio.
– ¿Alguien más que desee retirarse? – hace una pequeña pausa antes de continuar. – Yo sé que entre ustedes alumnos hay personitas especiales, hace un par de días encontré a uno – me sentía atrapada, desnuda y vulnerable. No podía estar hablando de eso. Seguro estaba loco. Reunir a los bichos raros de la preparatoria sería una acción suicida. Nadie del primer escalón se atreve a juntarse con las subclases a las que pertenecemos nosotros. Está fuera de las normativas sociales que rigen este colegio. – Finn Hudson, ¿puedes subir acá?
– ¿Finn Hudson? – decían las voces con sus ecos preguntando lo mismo que corría por mi cabeza. Era por…no… ¡la pared! Espera…entonces… tranquila, respira ¡NO HIPERVENTILES! Uno, dos, uno, dos…
Tras recuperarme del shock inicial, noté como subía por unas escaleras pequeñas que se encontraban del lado contrario a mi posición.
– H-hola soy Finn Hudson – se le notaba nervioso – creo que… no… no sé… Sr. Schuester, no puedo.
– Claro que puedes… si gustas, no hables… solo muéstrales.
– Okay… ¿Puck? – su amigo respondió al escuchar su nombre y subió al escenario – ¿Listo? – el chico asintió y posteriormente salió volando por los aires con una velocidad inhumana, estrellándose con el fondo. Finn lo había cargado con la facilidad que levantas un lápiz del suelo y lanzado cual bola de papel. Los alumnos sentados en las butacas tenían una expresión parecida a la mía, mandíbulas caídas, ojos exaltados y respiración contenida.
El cuerpo que se había convertido en bala humana se encontraba inerte, los susurros no se hicieron esperar, decían cosas como "¿Lo habrá matado?", "¿Llamamos a una ambulancia?", "¿Estará bien?", claro, como todos los días uno sale disparado, es normal pensar que el muchacho estaría en perfectas condiciones.
– ¡Sr. Schuester! ¿Por qué no hace nada? – preocupada una chica de mi curso se levantó de su asiento; Mercedes Jones, estoy segura que era ella.
El volumen de las voces creció, todos empezaron a quejarse y el profesor se veía de lo más calmado ¿a caso estaba loco? Segundos antes de que el caos reinara el lugar unos dedos comenzaron a moverse, seguidos por unas extremidades y en un abrir y cerrar de ojos Noah estaba acercándose a nosotros con una sonrisa maliciosa.
– Buena lanzada bro – los futbolistas chocaron sus manos y festejaron a su manera la demostración, dejando a los demás perplejos, incluyéndome.
– Eso no acaba de pasar – viró los ojos Mercedes, alzando la mano haciendo su clásica pose de diva.
Después de un claro silencio incómodo y bastante dramático, los murmuros comenzaron de nuevo. Solté el aire que sin saber guardaba y me quedé mirando al resto sin hacer sonido alguno.
– Bueno, ya que vieron a sus compañeros… ¿Quién quiere empezar? – preguntó el profesor con una sonrisa que, de estar en otras circunstancias, probablemente me daría mucho miedo. – Oh, tenemos un voluntario. Pasa y muéstranos lo que tienes.
Okay, demasiado raro.
Viro los ojos agradeciendo que conozco el contexto de la conversación, empezando a creer que los rumores de Schuester son ciertos.
– Sam Evans, junior y cambio de forma – sus ojos escanearon los alrededores buscando algo en especifico y en un parpadeo habían dos Finn Hudson en el escenario.
Varios quedaron boquiabiertos y Schuester aplaudía felicitándolo.
– Muy bien Sam, estás dentro. ¿Quién sigue?
– Mike Chang, junior, super velocidad – corrió hacia la puerta regresando al poco tiempo con cuatro latas de sodas, lanzándole cada una a sus compañeros futbolistas. – no las abran todavía. – guiñó el ojo y tomó el asiento que estaba ocupando hace un momento.
Uno a uno fueron alzando la mano y subiendo al escenario para hacer pequeñas demostraciones.
– Mercedes Jones, junior, controlo el clima.
–Tina Cohen-Chang, sophomore, invisibilidad.
– Kurt Hummel, junior, visiones.
–Artie Abrahams, sophomore, control del metal.
Se notaban cada vez más entusiastas de encontrar a otros como ellos. Incluso yo sonreía ante la idea de pertenecer a un grupo así.
– ¿Alguien más que desee pasar? ¿No? ¿Nadie? Bueno, creo que esos somos todos – dijo Schuester aplaudiendo, buscando animar a su nuevo club.
–¿Sr. Schuester? – ¿Qué estás haciendo? ¿Por qué levantaste la mano? – ¿Puedo pasar?
– Adelante… –hacia un gesto con las manos que no lograba descifrar.
¡Oh! ¡Sí! ¡Mi nombre!
– Rachel, Rachel Berry… junior – ¡Rayos voz! ¿Por qué tenías que salir tan débil? Has audicionado decenas de veces, esto no es nada diferente.
– Bueno Rachel, muéstranos que puedes hacer.
– La verdad… no estoy muy segura como llamarían esto… –el cuerpo estudiantil frente a mi susurraba cosas con rostros sonrientes. ¡Concéntrate Rachel! ¡Puedes hacerlo! Solo necesitas una pequeña demostración. Cierra los ojos y concéntrate.
– ¿Qué estás esperando? ¡Haz algo!
– ¿Segura que puedes con esto? No pasa nada si no puedes, igual puedes pertenecer al club.
Silbidos comenzaron a retumbar en mis oídos, bullas y gritos con frases desagradables. ¿Qué te pasa Rachel? ¿Por qué no haces nada? ¿Por qué no se callan? ¡Silencio! ¡SILENCIO!
Escuche claramente el sonido del vidrio romperse y el grito ahogado de mis compañeros anonadados, antes de que todo se oscureciera.
Oh no.
AN: saben que amo cuando me dejan reviews owo y que eso ayuda a que siga escribiendo
diganme que les pareció y quizás les de galletas... o brownies... o no se...
los R's son amor y yo necesito amor para vivir...y escribir
hasta la próxima :3
