Hola! Este es el primer fanfic que publico, así que por favor, ser compasivos, será una breve historia de 2 capítulos. Pasa después del 2X14 pero con continuación de cosecha propia después de que mi corazón se rompira al final del 2x15.

P.D: Perdonad si hay algún fallo en los nombres, lo veo en inglés así que es posible que algún nombre no este bien adaptado al doblaje español. Perdonad también si hay alguna falta de ortografía, lo intenté repasar, lo juro! :P

Espero que os guste y los comentarios con bien recibidos! :)

La música de tambores y cuernos resonaba por toda el poblado, junto con cánticos y risas de alegría. La luna brillaba con todo su esplendor acompañándoles en su celebración. El olor de leña quemada de las hogueras bañaba el ambiente y lo hacía completamente acogedor. Terrestres y celestes celebraban por igual, mezclados, enseñándose unos a otros. Hacía ya tres noches que su ataque a Weather Montain había sido un éxito y los cautivos había podido ser liberados. Los primeros días se dedicaron a honorar y enterrar a aquellos que habían caído en la batalla, terrestre y celestes por igual, pero esa noche, era noche de celebración, de celebrar la victoria y el estar vivos. Todos parecían estar pasándolo a lo grande, menos las dos líderes. Lexa estaba sentada junto a una hoguera, seria, vigilante, observando la felicidad del resto. De vez en cuando le daba algún que otro sorbo a la copa metálica donde había una especie de brebaje alcohólico e intercambiaba escasas palabras con Indra, sentada a su lado.
Clarke estaba sentada en la hoguera de la otra punta, viendo a sus amigos, por fin libres, beber, bailar y reírse. Pensaba que con eso sería suficiente, que con eso recuperaría la alegría, pero en su interior aún había un vacío, una parte perdida que le hacía sentirse incompleta. El recuerdo de los labio de Lexa en los suyos de repente le asaltó la mente. Eran mucho más suaves de lo que se había imaginado, al igual el beso que Lexa le había dado, había sido suave, cálido y reconfortante aunque también pasional. En un principio Clarke se había dejado llevar por el momento, pero cuando fue consciente de lo que estaba haciendo entró en pánico y rechazó a Lexa, con un "no estoy preparada, todavía no". ¿Cómo podía estarlo si aun sentía ese vacío en su interior? ¿Estaba ese vacío provocado por la ausencia de Finn? Clarke suspiró, el recuerdo de Finn y el beso con Lexa la atormentaban, su mente estaba nublada y no conseguía ver con claridad.
Lo que sí había notado es que desde el beso, Lexa la había estado evitando y eso a Clarke también le dolía, le importaba la comandante, no, no solo la Comandante, sino también Lexa, la chica de ojos verdes, ojos que solo esporádicamente y por un segundo mostraban que también sentía, también sufría. Clarke se había dado cuenta en más de una ocasión y se lo había reprochado a la cara hacía tres días, justo antes de que la guerrera confiase en ella y le mostrase vulnerabilidad enseñándole sus verdaderos sentimientos. Desde entonces, lo único que Clarke había vuelto a ver en ellos era frialdad y control. Cuando volvió a centrar la mirada hacia donde estaba Lexa, Clarke vio que ya no estaba en su sitio, la buscó con la mirada y la vio que estaba entrando en su tienda. Sin saber porque, fue tras ella.
Las tiendas no tenían puertas, por lo que Clarke entró de repente en la tienda de Lexa y se quedó parada al verla recostada en la cama, con los ojos cerrados, frotrándose la sien mientras se le escapaba un suspiró. Al escuchar ruidos en la entrada, la guerrera se incorporó inmediatamente agarrando el cuchillo que tenía bajo las pieles de su cama como protección. Al ver que era Clarke, su mano se relajó, pero la mirada continuó siento de hielo. El interior de Clarke se retorció por ello.

¿Entrando en la tienda de la Comandante sin haber sido llamada...? ¿Aún no has aprendido nada sobre nuestras normas? - sus palabras eran como la hiel.
Lo siento, no pretendía sobresaltarte - reaccionó por fin Clarke, levantando las manos.
¿Qué quieres, Clarke, del pueblo celeste? - preguntó con el mismo tono.
Yo... - las palabras parecían no poder salir de su boca. Eso Clarke, ¿qué estás haciendo aquí, porqué la has seguido?, resonó en su cabeza. Observó durante unos segundos los verdes y duros ojos que la estaban mirando y esa dureza hizo que pasara de sentir tristeza a sentir enfado, nadie tenía derecho a mirarla así, no a ella, líder y guerrera del pueblo celeste. Su mirada se endureció.
Llevas tres días evitándome, ignorándome. No puedes ignorar al líder del pueblo con el que tienes una alianza - terminó de decir con dureza.

La mirada de Lexa se suavizó durante unos segundos y después volvió a la de antes.

No te he estado evitando... había muchos preparativos que hacer después de la guerra... Además - le levantó de la cama y empezó a andar poco a poco hacia Clarke, se quedó a unos pasos - soy la comandante de los 12 pueblos, puedo hacer lo que quiera - sus ojos centellearon después de esa frase.

Clarke puedo ver entonces el fuego en sus ojos, un fuego que hacía días que no veía, al menos tres días. Decidió seguir provocándola.

Por mucho que tu seas la comandante, yo soy la líder del pueblo celeste. Merezco respeto. - dio también un paso hacia Lexa - No puedes tratar así a otro líder, no puedes tratarme a mi así - añadió con orgullo.

Lexa casi sonrió por la osadía de la princesa celeste. La miró durante unos largos minutos, estudiando sus facciones, su mirada orgullosa. Eran tan parecidas, demasiado. Después volvió a recordar el rechazo de Clarke después de que ella le abriese su corazón. Intentó calmarse y suspiró.

Vete - dijo finalmente.
¿Qué?- Clarke no podía creer lo que estaba oyendo.
He dicho que te vayas - repitió Lexa pronunciando las palabras con furia.
¡No! - gritó la rubia.
¡Vete! ¡Ahora! - gritó también la comandante señalando con el dedo a la puerta.
¡No! No hasta que me des una respuesta - se volvió a acercar a Lexa quedándose solo a centímetros de su compañera, mirando con resolución y convicción.
Ya te he dado una respuesta - dijo girándose para intentar separar la distancia.
No te creo - respondió Clarke agarrándola de la muñeca para impedírselo.

En ese momento algo se rompió dentro de Lexa, toda su fuerza, toda su crueldad, toda su indiferencia, volvieron a caer. ¿Porqué? ¿Porqué tiene que ser ella? ¿Porqué consigue tirar siempre por tierra los muros que construyo? Su expresión pasó a ser de tristeza, a punto de que algunas lágrimas asomasen por sus ojos. No, eso sí que no lo permitiré. Apartó con tacto la muñeca de su mano.

Clarke estudió la expresión de su cara, de sus ojos, todo era un conjunto de sentimientos. Pudo ver tristeza, miedo, cansancio y sobre todo vulnerabilidad. No pudo evitarlo, volvió a agarrar a Lexa y la estrecho en un fuerte abrazo rodeándola por la cintura. La comandante intentó primero librarse del cuerpo que la estaba rodeando, pero viendo que Clarke no daba muestras de soltarla, dejó de luchar, hundió la cabeza en el cuello de Clarke, y por fin rompió a llorar. Su cuerpo temblaba por el llanto, pegado al de Clarke, sentía su calor, sus manos acariciándole la espalda, las palabras de consuelo que esta pronunciaba.

Ssshh... está bien comandante... está bien Lexa, aquí estás a salvo, puedes confiar en mi.

Escuchar esas palabras, su nombre, hizo que volviera a la tierra y consiguió por fin separarse un poco del cuerpo de la rubia. Respiró profundamente para tranquilizarse y tomo el valor suficiente para mirar a los ojos azules que la contemplaban después de la muestra de debilidad que había realizado. Se había jurado que después de lo de Coltia no lo iba a hacer nunca más, pero había fallado. Maldijo a la chica celeste por ello.

¿Qué es lo que deseas, Clarke, del pueblo celeste? - preguntó finalmente dándose por vencida y con voz derrotada.
A tí - se escuchó decir Clarke a si misma para su sorpresa.

En ese instante se dio cuenta de que era verdad, la deseaba, deseaba consolarla, secarle las lágrimas, pero también deseaba besarla, abrazarla, tocar todo su cuerpo. Los ojos de Lexa mostraron sorpresa y se quedó paralizada mirando fijamente a la mujer que tenía delante.

Te deseo a ti, Lexa - volvió a decir al acercase al cuerpo que ahora tanto anhelaba.

Colocó sus manos en las mejillas de la comandante y poco a poco redujo el espacio que todavía quedaba entre ellas. Clarke posó suavemente sus labios en los de Lexa, despacio. Al principio no obtuvo respuesta, pero a los segundos sintió como los labios de la morena respondían a los suyos.
Lexa al principio no podía creer lo que acaba de escuchar, aun después de que se lo repitiera. Su mente incluso intentó luchar unos segundos cuando sintió los labios de Clarke en los suyos, el amor de debilidad, se repitió, pero no le quedaban fuerzas para luchar contra algo así, para saber si estaba haciendo lo correcto o lo incorrecto. Una corriente de electricidad recorrió todo su cuerpo, y supo que pasara lo que pasara, había perdido su lucha contra Clarke.

Esta a su vez, al notar que por fin respondía, agarró el cuello de la otra chica para atraerla más a ella y profundizar el beso. Sintió como las manos de Lexa se posaban en su cintura y después en su espalda, agarrándola y aferrándose a ella. La pasión del beso aumento en un segundo, la lengua de Clarke acarició el labio inferior de Lexa e inmediatamente después ambas lenguas se encontraron. La comandante soltó un gemido, lo que aumento aun más el fuego que ya estaba abrasando el interior de Clarke y la condujo hacia la cama. Ambas tropezaron con la cama y Lexa quedó encima de Clarke. Continuaron besándose, desatando toda la pasión que habían contenido hasta ese momento, se tocaron y acariciaron cada rincón que pudieron. Durante un breve momento, la comandante rompió el beso, recobrando un poco de cordura.

Clarke, estás segura que... - los labios de la rubia la interrumpieron.
¿Me deseas? - preguntó Clarke cuando volvió a romper el beso.
Sabes que sí - respondió solemnemente la comandante. Era inútil negarlo llegadas ya a ese punto.
Entonces... por favor... déjame tenerte... déjanos tener este momento... - la expresión en los ojos de Clarke era de ruego, pero también de pasión.

La comandante, la guerrera, la despiadada, la calculadora, la racional, cedió completamente al ruego de la rubia. Solo quedó la mujer, la que sentía, la que sufría, pero a la vez la que deseaba y anhelaba, la que seguía a los sentimientos, no a la razón. Así que una vez más Lexa se vio perdida en los labios y en el cuerpo de Clarke, respondiendo a su petición. Comenzó a desvestirla poco a poco, primero la camiseta negra y media hecha a jirones que llevaba, besando y acariciando suavemente con la punta de sus dedos cada trozo de piel que le iba descubriendo. Le besó y le mordisqueó el cuello, provocando así que pequeños gemidos salieran de los labios de Clarke, volviendo cada vez más loca a Lexa. La rubia a su vez había metido una mano bajo las ropas de la comandante y acariciaba con ansia y pasión la espalda de Lexa mientras que con la otra la aferraba con fuerza a su cuello. Finalmente, Clarke también decidió quitarle también la camiseta, acariciando y observando cada centímetro, cada cicatriz de la piel que iba descubriendo. Tan joven, y tantas batallas y guerras vividas, tanta crueldad. La rubia no pudo evitar mirarla con admiración unos segundos, y después volver a besarla, con más pasión aun que antes. Ambas se tocaron y besaron hasta embriagarse, labios, cuellos, clavículas, pechos, no quedó espacio sin explorar, hasta que Lexa por fin fue a por los pantalones de Clarke. La respiración de esta volvió a entrecortarse mientras la morena le bajaba poco a poco los pantalones y la acariciaba. Aumentó mucho más cuando sintió los dedos ágiles de la morena acariciar su entrepierna, entregando promesas de lo que estaba por venir. Se le escapó un gemido cuando noto la entrepierna de Lexa, ahora también sin pantalones, posarse sobre la suya, sintiendo su calor, su humedad, mientras volvía a capturar sus labios en un ardiente beso. Ambas estaban tomadas por la pasión que las estaba consumiendo, sus cuerpos quemaban, ardían y vibraban uno bajo el otro. Se tocaron, se probaron y se poseyeron mutuamente, una y otra vez, hasta quedar exhaustas.

El sol se filtraba levemente entre las costuras de la tienda de la comandante y el cantar de algún pájaro se escuchaba a veces de fondo. Clarke abrió los ojos y se encontró rodeada por los cálidos y poderosos brazos de Lexa. El recuerdo de la noche anterior le azotó la mente, y no puedo evitar dibujar una sonrisa en los labios. Acarició muy suavemente el brazo de la morena, asombrándose otra vez por la suavidad de la piel de esta. Volvió a cerrar los ojos y se apretó más a la comandante, aun con la sonrisa en su boca. En ese momento se dio cuenta; se sentía plena, feliz. El vacío que hasta ahora había sentido, el que tantas dudas y miedo le había despertado había desaparecido. Había tenido un vacío en su interior sí, pero ahora se daba cuenta que era el vacío de no estar con la persona que de verdad la completaba, Lexa. Darse cuenta volvió a quedarse dormida gracias al calor y suavidad del cuerpo de la otra mujer que estaba junto a ella.
Al poco rato Lexa se despertó notando un ligero cuerpo entre sus brazos, ondulaciones rubias inundaban su vista y no pudo evitar oler el aroma del pelo de Clarke, olía a bosque y hierva. Por un segundo sonrió, apretando con suavidad el cuerpo de Clarke un poquito más contra el suyo, rememorando. Hasta que las frases de Clarke de la noche anterior empezaron a resonar en su cabeza. Te deseo a ti. ¿Me deseas? Déjanos tener este momento. Clarke hablaba de deseo, no de amor, hablaba del momento, no del futuro. Dolor y decepción empezaron a invadir el cuerpo de la comandante. Había vuelto a ser débil, se había dejado llevar por los sentimientos que tenía hacía Clarke, y una vez lo que sentía era dolor. Se apartó con sigilo de la rubia para no despertarla, no podía enfrentarse a ella en ese momento. Buscó sus ropas y empezó a vestirse, con un solo pensamiento en su cabeza: el amor es debilidad, la debilidad es la derrota. Nadie, nunca más, va a conseguir derrotarme.