Nota de autora: hola a todos :D ¡Vi la película hará un par de semanas y me encantó! Sobre todo la pareja Claire/Owen ;) ¡Es increíble! Por eso, quise escribir sobre esta magnífica pareja. En principio, voy a recrear algunas escenas de la película. Seguiré en la misma línea que la película, pero añadiendo los sentimientos, emociones y pensamientos de estos dos maravillosos personajes. Cambiaré algunas escenas e, incluso, añadiré alguna que pudiera haber ocurrido en la película. Es más, probablemente añada una escena eliminada de la peli que sé ocurre entre esta pareja ;) Así que habrá mucho de estos dos: romance, drama, pequeñas dosis de humor, acción, aventura... Subiré un par de capítulos y, si os gusta, continuaré con el resto de capítulos que tengo en mente. Y puede que, si estáis interesados, escriba también algo sobre esta pareja que ocurra después de la película ;) Espero que os guste :) Leed, disfrutad y comentad para que yo pueda corregir mis errores.

No soy dueña de Jurassic World ni de sus personajes. Sólo hago esto por diversión.

Viejos sentimientos

Claire conducía hacia el lago, donde Owen tenía su bungaló. No podía creer que tuviera que volver a aquel lugar. Le irritaba demasiado estar cerca de aquel hombre. Un hombre que volvía todo su mundo del revés. Un hombre que la volvía loca.

Porque ella era una mujer organizada a la que le gustaba tener el control, algo que Owen había conseguido arrebatarle cuando estaba con él.

Ningún otro hombre había conseguido nunca antes desestabilizarla como lo había hecho él. Por eso, Claire supo al instante que aquella relación no funcionaría.

Ahora, segura de sí misma, se dirigía al lago, enviada por el señor Masrani, para pedirle que hiciera un trabajo referente al nuevo activo que habían fabricado recientemente.

Condujo con seguridad, las manos sosteniendo el volante con firmeza.

Con la seguridad de una mujer que tiene el control absoluto.

Pocos minutos después vislumbró la pequeña vivienda a varios metros. Si puede llamarse vivienda, pensó Claire. Frente a las escaleras de entrada pudo ver la figura de un hombre alto y corpulento, de anchos hombros y fuertes brazos, que vestía unos pantalones oscuros algo ajustados y una camiseta blanco crudo, sucia. Su pelo castaño revuelto y con barba de varios días. Estaba sentado sobre un cubo de metal mientras limpiaba y arreglaba una moto. Tras él podía apreciarse el lago y, a su alrededor, la espesura de la selva.

Era algo que Claire no llegaba a comprender. La compañía ofrecía alojamiento gratis en el hotel a todos los empleados del parque. Y él había decidido vivir allí aislado, en una caja de zapatos.

La mujer detuvo el coche a unos metros del bungaló y apagó el motor. Salió del automóvil y se arregló el cabello frente a la ventana antes de acercarse a Owen.

—¿Qué quieren esta vez? —La voz del hombre le llegó justo en el momento en que se giraba hacia él.

Ni siquiera un saludo cortés.

Owen apartó la vista de su motocicleta para evaluarla. Una mujer verdaderamente bella y atractiva.

Alta, con unas piernas y curvas preciosas. Su cabello pelirrojo perfectamente peinado y cortado por encima de los hombros. Lo llevaba liso, pero él sabía que, en realidad, era ondulado natural, como a él le gustaba más.

Unos labios perfectos, con una sonrisa deslumbrante cuando no, fría. Aunque tenía una mirada fría e indiferente, sus ojos azules eran impresionantes.

Pero toda aquella perfección estaba eclipsada por una mujer demasiado organizada y obsesionada con el control. No obstante, debía destacar que era una mujer muy inteligente.

Claire se acercaba a él con paso seguro, enfundada en una falda y una camisa de un blanco inmaculado, al igual que la americana que llevaba cómodamente sobre los hombros.

Aquello era algo que Owen no podía entender. ¿Cómo era posible que deambulara por la selva vestida de ese modo y con aquellos ridículos zapatos beiges de tacón alto?

—Señor Grady, he venido aquí a pedirle que eche un vistazo a algo —le contestó Claire formalmente, deteniéndose junto a él. Evitó mirarle directamente a aquellos ojos verdes, irresistibles y con un brillo profundo e inteligente.

Aquel hombre la hacía sentir vulnerable, lo que le arrebataba el control. Ella creía uqe no le gustaba, pero la realidad era muy distinta: tenía miedo a lo desconocido y ella no estaba acostumbrada a no tener el control.

—¿Por qué me llamas señor Grady? —Frunció el ceño, ignorando su petición.

—Owen —rectificó ella, también irritada, sin molestarse en responder a su pregunta. La mujer prefirió mantener las distancias después del intento fallido de relación. Echó un vistazo a la moto y la radio, la cual estaba retransmitiendo un partido de fútbol, y añadió, con algo de sarcasmo—: Si no estás muy ocupado.

—Lo estoy —repuso con rapidez, tal vez demasiado. Pero no le importó. Bebió un trago de cocacola y volvió a dejarla a los pies de la moto. Detestaba tener que seguir las órdenes de una mujer tan controladora como ella.

—Tenemos una atracción...

—Eso no fue lo que me dijiste la última vez —la interrumpió, tomándole el pelo. Se puso de pie con un trapo entre las manos, limpiándose la grasa. Disfrutaba con aquello. Era su forma de hacerle perder el control.

—Me refiero a los dinusaurios, señor Grady —le espetó con frustración, llamándolo por su apellido para molestarlo ahora ella. Comenzaba a sacarla de quicio, y eso divertía al hombre.

—Owen —le recordó él a Claire, acercándose a ella.

—Una nueva especie... —continuó la mujer, pero una mosca comenzó a rondarle y la puso nerviosa, por lo que intentó espantarla con manotazos al aire—... que hemos fabricado.

Owen se acercó a ella lentamente y, con agilidad y precisión, capturó la mosca entre sus dedos para luego dejarla ir lejos.

Claire forzó una sonrisa medio agradecida, medio asqueada. Y él sabía perfectamente cuándo ella era sincera. Sin embargo, decidió ignorar el gesto.

—¿Habéis fabricado un dinosaurio nuevo? —Owen se dio la vuelta y se acercó a una pequeña mesa de madera junto a las escaleras.

—Sí, a eso es a lo que nos dedicamos —le dijo sarcástica, como si él no lo supiese. El hombre cogió una pieza para la moto y se volvió de nuevo hacia ella—. Lo vamos a presentar al público dentro de tres semanas. El señor Masrani quiere que lo consulte contigo —aquello último lo dijo con un tono de voz irritado.

Owen se acercó lenta y cuidadosamente a ella, con una mirada juguetona y alzando una ceja.

—¿Quieres consultarlo aquí? ¿O en mi bungaló? —La voz del hombre sonó seductora, pero con un timbre sarcástico y burlón.

—No tiene gracia —dijo Claire, con una sonrisa sarcástica y arrugando la nariz a la vez que negaba levemente con la cabeza. Desde luego, ya no le sorprendía el descaro y la arrogancia de aquel hombre.

—Un poco, sí —soltó una carcajada mientras se dirigía a las escaleras y las subía con agilidad.

La mujer suspiró, dejándolo estar. No era el momento de discutir.

—Querríamos que supervisaras el cercado —le informó, volviéndose hacia él y alzando un poco la voz para que le oyera desde su posición. Mientras se alejaba no pudo evitar fijarse en aquella ancha y fuerte espalda, pero rápidamente se obligó a centrarse y añadió—: Por si hay vulnerabilidades.

—¿Por qué yo? —Le llegó la voz de Owen desde la parte trasera del bungaló buscando algo.

Claire dejó escapar un suspiró seco impregnado de exasperación, como si la respuesta fuera obvia. Subió las escaleras mientras decía:

—Supongo que el señor Masrani cree que ya que eres capaz de controlar a los raptores... —Ella jamás confesaría que creía que Owen era bueno en algo. Se detuvo cuando lo vio doblar la esquina hacia ella. Era tan alto que le sacaba más de media cabeza; tal vez una, sin los tacones.

—Tú siempre obsesionada con el control —la interrumpió. Llevaba en las manos otra pieza para la moto—. Yo no controlo a los raptores. Es una relación basada en el respeto mutuo —enfatizó las últimas palabras, acercándose a ella. La miró a los ojos y dijo—: Por eso, tú y yo no tuvimos una segunda cita. —Y bajó de nuevo para sentarse junto a la motocicleta.

Claire se quedó estupefacta y le lanzó una mirada llena de rabia, sin moverse del sitio. Aquello era el colmo.

—Perdona —Sin embargo, su tono no era en absoluto de disculpa—, pero yo nunca quise tener una segunda cita.

—¿Quién imprime un guión para salir una noche? —preguntó Owen, ignorando su comentario y continuando con su trabajo en la moto.

—Soy una persona organizada —se defendió, mirándolo aún desde arriba, girada hacia él.

—Venga ya. ¿Qué clase de dieta prohíbe el tequila?

—Por si quieres saberlo, todas —le espetó, furiosa. Entonces, contraatacó—: ¿Y qué clase de hombre va en pantalones cortos a una cita?

—En centro América hace calor —se excusó el hombre, aunque sin convicción, mientras arreglaba la motocicleta.

—Vale. ¿Podemos centrarnos en el activo, por favor? —dijo irritada, gesticulando con las manos y la boca.

—En el activo —repitió, levantándose y soltando una herramienta antes de coger del bolsillo trasero del pantalón el trapo que se había guardado en algún momento—. Ya entiendo. Tú eres la que manda. —Se limpió las manos mientras se acercaba a Claire, quien aún no había bajado las escaleras, y se situó a los pies de las mismas—. Tienes que tomar muchas decisiones. Y es más fácil pretender que esos animales sólo sean números de un inventario. —Volvió a meterse el trapo en el bolsillo trasero cuando terminó de limpiarse las manos—. Pero no lo son. Están vivos.

—Soy muy consciente de que lo están —afirmó, como si él acabará de decir una estupidez.

—Habrán salido de un tubo de ensayo —continuó Owen—. Pero ellos no lo saben. Sólo piensan: "tengo que comer. Tengo que cazar. Tengo que..." —En lugar de terminar la frase levantó el brazo con el puño fuertemente cerrado e hizo un gesto moviéndolo hacia adelante y hacia atrás alternativamente.

Al comprender aquel gesto ordinario, Claire puso los ojos en blanco. Le pareció un gesto grosero y fuera de lugar. Tenía que decirlo, pensó para sus adentros.

—Puedes comprender, al menos, una de esas cosas, ¿no? —le dijo, con una leve medio sonrisa. Pero Claire no le siguió el juego. Lo miró con una sonrisa de superioridad y bajó las escaleras con seguridad y altivez hasta el último escalón, por lo que quedó a tan sólo un palmo de su rostro, casi a la misma altura. El hombre no se movió del sitio.

Desde aquella posición Claire pudo percibirlo mejor. Piel bronceada, signo de haber trabajado duro bajo el ardor del sol; labios finos, pero irresistibles que, aunque nunca lo admitiría, la hicieron temblar tiempo atrás; nariz recta, pelo castaño y barba de varios días.

Recordó entonces, lo mucho que le gustaba sentir su barba rasposa contra su delicada piel. Pero se centró en aquellos ojos verdes que siempre la habían hecho suspirar, guardando ahora la compostura, como una mujer que tiene el control absoluto.

Al estar tan cerca, Owen pudo apreciar las delicadas curvas de Claire, recordándole cómo una vez sus callosas manos recorrieron suavemente su delgada cintura, acariciando con suavidad su dulce, irresistible y blanca piel.

Por un momento, se dejó impregnar por el dulce aroma de Claire. Su cabello, su piel, su perfume.

La miró intensamente a los ojos; esos ojos azules en los que tantas veces se había perdido; esos ojos que lo volvían loco. Y aquellos labios que tantas veces había besado con verdadera pasión. Finalmente, pudo sostenerle la mirada.

—Me voy al coche —le dijo Claire a Owen con total tranquilidad y altanería. A tan poca distancia pudo advertir perfectamente su olor varonil mezclado con el del aceite y la grasa—. Tal vez quieras cambiarte. Son muy sensibles... —Hizo un gesto con la nariz, arrugándola, a sabiendas de que él la estaba mirando—... al mal olor. —Le miró una vez más, con un brillo de suficiencia. Y entonces, se escabulló hacia el coche por un pequeño hueco entre Owen y la escalera, rozando inebitablemente su pecho contra el torso del hombre y, sin saberlo, enviándole una descarga eléctrica.

Owen se quedó un momento observándola alejarse hacia el vehículo y, con una levísima sonrisa de satisfacción en los labios, entró en el bungaló para darse una ducha rápida.

Cuándo Claire puso distancia física entre ellos, por fin pudo respirar tranquila y calmar su corazón. No era que Owen la pusiera nerviosa.

No.

Claire se decía a sí misma que tan sólo la irritaba. Nada más.

Espero que os haya gustado este capítulo. Es como en la película, pero con el añadido de los sentimientos, emociones y pensamientos de Owen y Claire. El próximo capítulo será el momento en que escapa la Indominus Rex. Pero será mi versión ;) Prometo acción y... Bueno, juzgad vosotros mismos :D Bye