LOS PERSONAJES ORIGINALES SON PROPIEDAD DE MASASHI KISHIMOTO. Esta autora no escribe por fines lucrativos (más allá del soberano hecho de despejar la cesera de ideas LOL)
ESPECIFICACIONES: Universo Alterno, Ita/Saku/Sasu... hum... creo que es todo. ¿Advertencias? Ninguna... por ahora
Se Solicitan Hijos
Capitulo 1.-Nueve meses… y contando.
Sakura se da la vuelta en la cama con esfuerzo hasta tener la cabeza a los pies de esta, luego levanta las piernas y las apoya con cuidado en la cabecera.
—Estás ridícula, ¿sabes? —gruñe Itachi mientras sale de la habitación para ir a buscar papel higiénico al cuarto de baño, porque ese es el pacto que han hecho: ella permitirá que la mancha mojada esté en su lado de la cama siempre que sea Itachi quien la limpie, y solo lo permite porque está encantada, emocionada, asombrada de que el Uchiha haya accedido a tener ese niño.
O se quedó encantada.
Hace nueve meses, cuando sacó el tema por primera vez a colación y le dijo que estaba desesperada por tener un niño, que a los veintisiete años se le estaba acabando el tiempo; que su madre había tenido problemas en concebirla y había tardado dos años y medio. Esta última parte era una mentirilla en realidad, porque su madre la concibió la misma noche de bodas. Pero ese fue el argumento irrebatible y Sakura al final se salió con la suya.
Observa a Itachi cuando vuelve del cuarto de baño.
Alto y ancho de espaldas, de ojos ónice como una profunda penumbra, pelo negro, largo hasta un poco más debajo de los hombros y llevado en una coleta baja y una tez muy tenuemente tostada. Si, sin duda tendría unos hijos adorables. Juntos tendrían unos hijos adorables. Con los hoyuelos de Sakura y los ojos de Itachi.
Tal vez con el cabello de él… se decía Sakura a veces con cierto recelo, ya que el tono de su propia cabellera era de un peculiar e inusual tono rosáceo. Lindo para una chica… aunque a veces a ella misma le parecía un disparate el capricho que la genética se había tomado con ella misma. "No", se decía, "tendrán el mismo color de cabello de Itachi … si, el pelo de él y tal vez mis ojos. La mansedumbre y la calma de Itachi, y mi tenacidad y dinamismo…"
Sus hijos serían muy completos si Itachi y Sakura fueran capaces de engendrarlos.
Nueve meses.
Irónico, ¿no?
Si hubieran tenido éxito esa primera vez que decidieron dejar los condones en el cajón, ahora estarían a punto de tener un niño. Para ser más exactos, Sakura estaría de parto el próximo jueves. El jueves 30 de enero.
Él o ella, o "mi bebé", como Sakura ha empezado a llamar a la vida aún por concebir, sería Acuario. Su libro "El lenguaje secreto de los cumpleaños" dice lo siguiente sobre los nacidos el 30 de enero:
"Las personalidades dominantes nacidas el 30 de enero están destinadas a ser líderes. Tienen muchas aptitudes para orientar, entretener, enseñar, explicar y, en general, exponer sus ideas con claridad a los demás".
Su bebé habría sido lo bastante afortunado para no heredar el humor escueto de un Géminis como Itachi o la conflictiva sensiblería bipolar de una Aries como ella. En general no estaba mal.
De modo que fue un golpe bastante duro cuando el bebé de Sakura decidió no aparecer.
Los dos primeros meses no le dieron mayor importancia. Solo se convirtió en un problema cuando Ino Yamanaka, la mejor amiga de Sakura, se quedó embarazada sin proponérselo siquiera. Por supuesto, Sakura se alegró muchísimo por ella, no podría haber estado más contenta o más emocionada, pero de alguna manera lo convirtió en algo competitivo, aumentó la presión, y de pronto Sakura se encontró con que ya no era algo divertido, sino un problema. Por primera vez en su vida se encontró con que fracasaba en algo.
Sakura siempre había tenido las mejores notas en la escuela. En la universidad, y después en su primer empleo en un programa de formación de egresados de Enfermería de la Facultad de Ciencias Médicas de Konohagakure. Alguien en alguna parte debía de estar sonriéndole, porque enseguida la ascendieron a las series mejores y ahora es la residente de un destacado programa de postgrado.
Sakura Haruno e Itachi Uchiha se conocieron hace cuatro años. Él era el abogado de la compañía, familiar y le habían asignado los amparos y contingencias litígiales del hospital ese mismo año y terminó convirtiéndose en el ídolo de la oficina. Sakura, ni se había dado cuenta de ello, atrapada como estaba en una relación con uno de esos hombres difíciles y terribles que fingen quererte, pero que en realidad están demasiado ocupados con sus amigos y su vida para dedicarte tiempo.
Tal vez no sea del todo cierto decir que ni se había dado cuenta. Era vagamente consciente de que un nuevo abogado había hecho acelerar corazones, así como de que sus colegas investigadoras no paraban de correr al piso de arriba para pedir a Itachi Uchiha que validara algún documento que en opinión de Sakura ya era a todas luces legal, y aunque le constaba que había conocido a Itachi e incluso había hablado con él, no lo veía como un hombre.
Un día, a la hora de comer, él se detuvo junto a la mesa de Sakura, con un plato rebosante de arroz y sukiyaki que amenazaban con caerse de la bandeja, y le preguntó si podía sentarse a su mesa. Ella tenía uno de esos días en que se ve todo negro, después de haberse dado cuenta de que el hombre terrible y difícil estaba resultando ser demasiado terrible y difícil, incluso para ella, pero al cabo de unos minutos él le hizo sonreír. Un mero comentario que no tenía la menor intensión de provocarlo, sin embargo lo logró. La primera vez que sonreía en semanas.
Sakura nunca se molestó en llamar al hombre terrible y difícil para decirle que habían terminado. Claro que él tampoco la llamó nunca. Ella de vez en cuando se siente tentada, cuatro años después, de telefonearlo y decirle que su relación no parece estar funcionando, solo para echar unas risas, pero aunque la idea le hace sonreír es algo que nunca haría.
Por un tiempo Itachi y Sakura fueron amigos. Ella trabajaba hasta tarde, reuniendo datos para un historial de la sección de laparoscopía y cirugías ambulatorias. Itachi, en ese momento, era el abogado subalterno. Fingía trabajar hasta tarde e iba a su consultorio para persuadirla de ir a comer algo después del trabajo.
Sin embargo, por guapísimo que todas las demás parecieran encontrarlo, Itachi sencillamente no era su tipo. Incluso ahora no está del todo segura de que lo sea. Dice a la gente que se enamoró de él porque era amable con ella y la trataba bien, y porque era muy buen tipo. Y tal vez, solo tal vez, empezó salir con él un poco por despecho, aunque la única persona ante quien lo admitía alguna vez era Ino.
Además, si eso fuera realmente cierto, sería imposible que llevara cuatro años con él, ¿no?
¿No?
Siguen trabajando juntos, y él sigue fascinando a todo el mundo. Puede que las investigadoras, como los policías, sean cada vez más jóvenes, pero siguen apiñándose emocionadas cuando él pasa, o corren por el pasillo hasta su oficina, un torrente ininterrumpido de rubias de silicona, desesperadas por impresionar. A Sakura le hace gracia. Siempre le ha hecho. Por suerte no es celosa ni desconfiada.
Dicen que a los que hay que vigilar es a los tranquilos, que siempre son las últimas personas que esperas que tengan una aventura y acaban teniéndola, y a veces Sakura piensa que ese sería el caso de Itachi. Pero la verdad es que no le importa en realidad. Si Itachi tuviera una aventura, no está segura de si se molestaría siquiera en solucionarlo. Tal vez lo haría. O tal vez sería un pretexto para romper.
No es que sea infeliz exactamente. Pero tampoco es feliz. Sencillamente "es". Durante los últimos dos años ha tenido la sensación de vivir la vida flotando en una nube de apatía, y no está muy segura de cuál es el problema. Todo el mundo le dice que es la chica más afortunada del mundo, e Itachi hace, hacía, todo por ella, aunque ahora, cuando lo mira de reojo mientras están sentados en el sofá viendo la televisión, le choca reconocerse a sí misma allí con él; vuelve la cabeza y parpadea, incapaz de soportar la idea de que Itachi esté igual de entumecido que ella, porque si es así, ¿qué sentido tiene?
Un hijo es la respuesta, decidió hace nueve meses, cuando el entumecimiento amenazó con abrumarla.
Porque si bien es posible que no sea totalmente feliz con Itachi; si bien es posible que ya no se hagan reír; si bien ya casi no hablan si no es para discutir, y ni siquiera eso logran hacerlo como es debido, siendo Itachi el tipo escueto y poco polémico que es...; si bien ella se niega a reconocer que sin duda hay, tiene que haber, algo más en la vida que eso, hay cosas que le encantan de Itachi.
Le encanta el hecho de que será un marido maravilloso. Y un buen padre. Es leal, formal y fiel. Aunque siempre ha dicho que no está preparado para tener hijos. Ni por asomo. Aún no. Creció casi solo y la única familia que le quedaba era su hermano menor, Sasuke; quien había dejado el negocio familiar para administrar una poco conocida empresa de dudosa procedencia en Otogakure.
Itachi no le menciona y a ella no le importa que no lo haga. Sakura sabe que al menos como familia se tratan… tal vez aunque sea una única ocasión en Navidad o Año Nuevo, y con eso él le ha dicho que le basta.
—Demasiado bueno para ser verdad —declaró Ino Yamanaka con firmeza después de conocerlo y quedarse verdaderamente prendada.
—¿En serio? —Sakura se mostró displicente, afectando una indiferencia que es fácil tener cuando te va detrás alguien por quien cada una de tus colegas mataría y tú no estás particularmente interesada en él.
—Demasiado bueno para ser verdad y enamorado de ti. —Así fue como lo expresó Ino, como un titular. Como una afirmación que no podía ni debía ser cuestionada. Una realidad de la vida, lisa y llanamente.
Sakura se encogió de hombros, pero Ino continuó.
—No lo dejes escapar —advirtió, y Sakura se lo tomó a pecho. Después de todo, Ino era la experta. Ella ya había encontrado a Shikamaru, el hombre con quien iba a casarse, de modo que cuando le dijo que Itachi era una joya que valía la pena conservar, siguió su consejo.
Es una joya, Ino tenía razón. Sakura le ve lavar los platos cada noche, lo oye silbar mientras entra en casa con las bolsas de la compra, y sabe que él se merece algo mejor que eso. Cree que ella tal vez se merece también algo mejor que eso.
Han encontrado una manera de vivir uno al lado del otro sin comunicarse realmente. Al principio les pareció divertido lo distintos que eran. Se reían diciendo la suerte que tenían de que los opuestos realmente se atrajeran, aunque ni siquiera entonces Sakura estaba tan segura.
Decían a todos sus amigos que la clave de su relación era lo diferentes que eran; creían que nunca se aburrirían, teniendo cada uno sus propios intereses. Solo ahora Sakura ve el abismo que se ha abierto entre ambos, el abismo que siempre ha estado allí, pero que, como una pequeña fisura, era demasiado difícil de ver al principio.
A Itachi le encanta estar en casa. A Sakura le encanta salir. A él le gustan sus amigos íntimos y Sakura. A ella le gusta estar rodeada de gente, de desconocidos, de cualquier persona, cuantas más mejor. A Itachi le encanta hacer trabajos de la casa y lo que tenga que ver con su clásico Ford del '76; halla un verdadero gozo espiritual en las tiendas ferreteras, mientras que el mejor momento del día para Sakura es en un bar ruidoso, charlando con un Cosmopolitan en la mano. Itachi sufriría un ataque de pánico si se le acabara el anticongelante del auto o perdía alguna pieza de la tubería de la cocina. Sakura sufre ataques de pánico cuando su móvil no tiene cobertura o se cae el internet.
Cuando se conocieron, él vivía de alquiler en un pequeño piso del centro; ella se había comprado una casa diminuta y caótica junto a la zona comercial. Ninguno de ellos recuerda cómo ocurrió, pero dos meses después de conocerse Itachi se fue a vivir con ella. No recuerdan haber hablado de ello, sencillamente no estaba allí y al día siguiente estaba.
Y a Sakura le encantó, al principio. Llevaba viviendo sola desde que había dejado la universidad, y de pronto tenía a alguien con quien hablar, alguien que la escuchaba si tenía un día particularmente bueno o malo.
Itachi asumió rápidamente el papel de administrador, cocinero, organizador. Los sobres sin abrir amontonados en el pasillo desaparecieron de la noche a la mañana, e Itachi se hizo cargo de las cosas de la casa. Asuntos de adulto que Sakura nunca había encontrado el momento de atender. Arregló la ducha que goteaba, una pequeña molestia con la que ella había aprendido a vivir. Hizo una terraza de un patio lleno de escombros. Convirtió su casa en un hogar, y cuando al cabo de un año se les quedó demasiado pequeña, compraron una casa enorme más arriba en la misma calle.
Y ahora se mueven por esa gran casa que es excesivamente grande para Sakura. A ella le encantaba su casa diminuta, le encantan las habitaciones pequeñas y acogedoras, nunca se ha sentido a gusto en esa casa, nunca se ha encontrado cómoda.
Itachi en cambio se enamoró de ella inmediatamente. Sakura pensó que no le importaba realmente dónde viviera, que si Itachi era feliz ella también lo sería, por eso accedió, a pesar de que ahora descubre que siempre se ha sentido intimidada por las habitaciones enormes, los altos techos, las ventanas saledizas desde el suelo hasta el techo.
Coinciden en la cocina, el único lugar que a ella le gusta, la única habitación en la que se siente a sus anchas, la única habitación de la casa que es testigo de las pocas veces que Itachi y Sakura se ríen juntos. Hablan. Se comunican.
Porque de vez en cuando lo pasan muy bien. Los dos siguen aferrándose a esos buenos ratos, esperando que aumenten y logren recuperar parte de la magia del principio.
Esa es la razón por la que Itachi ha accedido a tener un niño. Sakura sabía que no era partidario, que no estaba preparado, pero se ha persuadido de que tener este niño es lo mejor que pueden hacer. Por supuesto, no está bien utilizar a los hijos para rellenar las grietas de una relación, pero Sakura está convencida de que ella cambiaría si tuvieran un hijo juntos. Sentaría la cabeza. Estaría contenta.
Formarían una familia.
Hace nueve meses creyeron que sería fácil. Nueve meses después saben que no lo es, y su incapacidad para hacer algo tan natural, algo que a otras personas no les supone ningún esfuerzo, parece estar distanciándolos aún más.
Al principio hablaron de ello. Nerviosos. Con cautela. Ninguno de los dos quería reconocer que podían tener un problema, aunque a esas alturas ninguno creía realmente que hubiera un problema. Entonces todavía hacían el amor de forma espontánea. Hacían el amor sin comprobar la gráfica, o tomarse la temperatura, o quedarse ella tumbada después, como lo está ahora, con las piernas levantadas perpendiculares al pecho, para facilitar el recorrido de los espermatozoides hasta su —con suerte— hospitalario óvulo.
En los viejos tiempos se quedaban en la cama después de hacer el amor, espontáneamente o no, preguntándose si lo habían logrado, si habían concebido un hijo. Las amigas de Sakura decían que lo habían sabido. Ino también decía que lo había sabido, que en el preciso momento en que había ocurrido lo había sabido. Pero otras personas con las que había hablado decían que eso era una tontería, que no te sentías diferente, que la única razón por la que lo sospecharon fue porque se les retrasó la regla.
Sakura ha hablado de ello con otras muchas personas. Muchas, muchísimas, porque concebir un hijo se ha convertido en una obsesión, y conseguirlo, su misión en la vida. Hablará con mucho gusto con amigos de amigos, colegas lejanos, perfectos desconocidos, en un intento de averiguar cómo se hace, cómo conseguir que funcione.
Le resulta tan fácil abordar a desconocidos e interrogarlos sobre los temas más íntimos (algo que, por suerte, no parece importar a las madres, a quienes supuestamente les han arrebatado toda la privacidad e intimidad de su vida en algún momento en la sala de partos) como le cuesta estar cerca de la gente que conoce que tiene hijos.
Estúpida. Egoísta. Egocéntrica. Sakura se siente todo eso, y sin embargo sabe que no es capaz de soportarlo. No puede soportar el dolor cuando ve a esos niños preciosos, no puede soportar esa faceta tan horrible de sí misma, la única faceta que sale a la superficie en tales ocasiones.
Ha logrado reconocer ante Ino sus verdaderos sentimientos: está furiosa y celosa de la facilidad con que las demás personas tienen hijos. No de los desconocidos; puede codearse sin problemas con desconocidos con hijos. Pero ¿con amigos?, ¿con parientes? Ha habido veces en que Sakura se ha sentido invadida de una furia odiosa. De un odio furioso. Ha habido veces en que no ha sido capaz de hablar, tan abrumada por esa furia que ha temido que le brotara de la boca en una sarta de insultos.
No odien a Sakura por eso. No es mala persona. Es una mujer llena de envidia y resentimiento, una mujer que se odia a sí misma por ello, pero que no puede remediarlo.
Se odia a sí misma por evitar las situaciones en que verá a gente que sabe que tiene hijos. Evita las fiestas familiares porque una de sus primas tiene una niña de diez meses llamada Nozomi. La última vez que vio a Nozomi fue cuando esta tenía tres meses, y Sakura aún no había descubierto que podía tener dificultades en tener una propia Nozomi de cabello negro y orbes jade.
Sostuvo a Nozomi en sus brazos y sintió cómo el corazón se le henchía de alegría, pero ahora no puede sostenerla en brazos. No puede ver a los padres de Nozomi, porque les guarda rencor por tenerla. "Es cuestión de tiempo", se dice casi como un tono autocompasivo. Seguro que solo es cuestión de tiempo antes de que se quede embarazada y sea capaz de tener un niño.
Hace mucho tiempo Sakura abortó. Hacía años que no pensaba en ello. Pero últimamente se sorprende pensando un montón en ello. Lo que piensa sobre todo es que ella no tiene ningún problema. Ya ha estado embarazada. Ella no tiene la culpa. Y si la culpa no es suya, entonces ¿de quién es?
Trata de no pensar demasiado en ello ya que le asusta adonde puede llevarle.
Y sigue deteniendo a madres para pedirles consejo, sigue probando cada cuento de viejas en un intento de quedarse embarazada.
El último es esa posición, la de las piernas en el aire. Se lo dijo una mujer en los columpios del parque. (Otro lugar que ha estado frecuentando y donde observa llorosa los rechonchos cuerpecitos andar con paso inseguro, con la boca llena de arena del cajón de arena mientras sus madres están demasiado absortas en su conversación para darse cuenta. A propósito, Sakura piensa, sentada en el banco, que ella nunca se quedaría demasiado absorta. Ella sería la madre perfecta.)
La mujer sentada a su lado tenía cuatro hijos, y ese fue el consejo que le dio: quedarse con las piernas en el aire cinco minutos, ni un segundo menos. Sakura no cree que cinco minutos sean suficientes para que el esperma llegue a su destino, de modo que ha tomado la costumbre de quedarse tumbada durante una hora releyendo sus libros sobre cómo quedarse embarazada mientras Itachi ronca débilmente a su lado.
Visualización creativa. Ese es otro. De vez en cuando deja el libro a un lado, cierra los ojos y visualiza ese esperma, abriéndose paso a la fuerza por las trompas de Falopio para reunirse con el óvulo, y a veces se concentra tanto que cree sentir que está ocurriendo realmente.
De hecho, ¿está sucediendo ahora? ¿Podría ser...? ¿Es...? "Por favor, Dios", reza, "que esta vez funcione. Por favor, Dios, que tenga un niño. Que ese Algo Más En La Vida sea fertilizado mientras estoy aquí tumbada con los ojos bien cerrados."
Por si se lo están preguntando, Sakura no ha ido a ver a un experto en fertilidad ni nada parecido. Por Dios, no, diría. Aún no. Si tiene un buen día se dice que solo han pasado nueve meses, no es tanto tiempo.
Esta noche, mientras practica la visualización creativa con las piernas en el aire, jura que nota que está pasando algo.
No está totalmente segura, pero esta vez cree que podrían haberlo conseguido.
CONTINUARÁ (?)
N/A: bueno lo dejé en interrogación porque... simplemente no se si seguirlo o no. No le veo mucha importancia pero quería publicarlo de todas maneras.
Si ya se, vuelvo a mi zona de confort con todo y que escucho gritos de ira a mis espaldas (LOL), a ver si así me hace un poquito de caso... o en esta ocasión, a ver si despega algo.
Gracias por leer.
Nos leemos!
