Disclaimer: Digimon no me pertenece, no es mío, y si me lo quieres regalar entre todos podemos regresarle la dignidad a los chicos de 02.
.
I
Pelirroja y Ambiciosa
–¿Taichi? –Su amigo estaba acostado, mirando algún programa de televisión que ella no conocía. Gracioso pensar como, a pesar de llevar al menos un par de horas en la residencia del castaño, no estaba enterada de lo que este veía. Al final, no era su culpa, su amigo le había dicho que se juntarían a estudiar, y eso es lo que ella había estado haciendo. Claro, hasta que la curiosidad la atacó.
–Dime. –Era sábado, y Taichi había salido la noche anterior. No se lo había admitido a Sora, pero quizás había tomado de más y quizás, solo quizás, se sentía algo deshidratado. Por eso no había estudiado, a pesar de tener examen de historia latinoamericana en un par de días.
–Necesito que me pongas atención, –Sora estaba nerviosa, jugando con su lapicero. Miró de reojo su celular, y sintió un ardor en lo alto del estómago.
–Te estoy poniendo atención –dijo su amigo mientras se metía otra fritura a la boca. Sora se sintió harta y le lanzó uno de los cojines que tenía a su alcance.
–¡¿Era eso realmente necesario?!
–Sí, ahora sí tengo tu completa atención, mejor amigo. –Taichi rodó los ojos y le puso pausa a la serie de Netflix que estaba viendo. Debía ser realmente importante si Sora se había vuelto violenta.
–Va, bueno, dime. –Se levantó del lugar del que había estado pegado por horas para ponerse a un lado de la pelirroja, quién sí había estado estudiando. En su defensa, ella no había salido ni se moría de cruda–. ¿Qué sucedió?
Sora se arrepintió de querer contarle a Taichi. Quiso inventar alguna excusa tonta como que opinaba su amigo sobre la piña en la pizza, pero era demasiado tarde, lo había obligado a prestarle atención. Chistó la lengua y miró hacia todos lados, hasta que no vio marcha atrás.
–¿Has usado Tinder? –Lo dijo y se le quemó el pecho de la vergüenza. Tinder era una red social para encontrar pareja, algo que se puso de moda en Estados Unidos y se fue esparciendo hasta llegar a tierras Niponas.
¿Cómo se había enterado Sora de tal suceso en la globalización? Mimi. Su amiga, quién seguía viviendo en Nueva York, le había hecho llegar tremenda noticia. Le había asegurado que gracias a Tinder había conocido a los chicos más lindos y agendado citas todos los días de por al menos dos semanas.
A Sora le pareció una locura, algo completamente brusco, ¿qué había sucedido con conocer a personas de manera natural? Aunque eso tampoco le había funcionado a la pelirroja. No existían muchas personas del sexo masculino estudiando diseño de modas, y las que lo hacían no estaban precisamente interesadas en mujeres. Sora tenía años de vivir en la soltería, y no se quejaba, pero debía admitir que había ocasiones en las que añoraba la compañía masculina, que no fuera la de Taichi.
Otra opción podría ser salir a fiestas para conocer gente, pero la verdad es que socializar con hombres borrachos no formaba parte de su lista de prioridades. Y así, teniendo esa misma plática que Sora estaba teniendo en esos momentos consigo misma, fue que Mimi le mencionó sobre el mágico mundo de Tinder.
La pelirroja inmediatamente buscó al respecto en internet, inundando su buscador con encabezados de artículos y videos parecidos a "La historia más terrorífica de Tinder y "Casi me secuestran por usar Tinder" hasta otras como "Conocí a mi novio en Tinder, ¡nos vamos a casar!" y "Tinder es lo mejor que me ha pasado en mi vida."
Increíble pensar que Sora no conocía de la red social hasta que Mimi se lo mencionó, sin embargo, no podía seguir ignorando que ya había visto a un sinfín de personas presionar en su celular el ícono en forma de fuego, solo que antes no le había dado importancia. Incluso podía jurar que había visto a Taichi presionarlo en su celular, no podía creer que había supuesto que la aplicación era para ver el tiempo meteorológico.
–¿Qué dices? –La cara de Taichi se tornó roja. No era que no confiara en Sora, pero no solían discutir las vidas amorosas del otro, era como una regla tácita de su amistad.
–Tinder, ya sabes –bufó, completamente avergonzada–. La aplicación de citas.
–Si sé lo que es Tinder, pero no entiendo por qué… –Entonces entendió, que su amiga probablemente quería comenzar a utilizarla. Quedó completamente conmocionado–. No me digas que Sora Takenouchi quiere adentrarse al oscuro mundo de las citas por internet –movió sus cejas de manera juguetona.
–Yo no he dicho eso. –Se tapó la cara, Taichi no había mejorado en su tacto cuando se trataba de asuntos sensibles–. Únicamente pregunté si la habías usado, ¡y no me has contestado!
–¡Pero claro que he usado Tinder, ¿qué me crees? ¿Un cavernícola? –¿Acaso eso la volvía a ella una cavernícola? –. Sí no, ¿cómo pensabas que había conocido a Saori? ¿O a Tamiko? ¿O a Kazue…?
–Ya, no me tienes que decir más. –Se encogió de hombros, jugando con su cabello, lo que fuera para distraerse de situación tan bochornosa–. Supuse que las habías conocido en alguna fiesta, o eran alguna de las admiradoras del equipo de fútbol.
Si incluso Taichi, quién hasta Sora debía admitir era un chico atractivo, era víctima de la aplicación para citas que estaba revolucionando el mundo, ¿por qué no lo intentaba? ¿Qué tenía que perder?
–Ay, Sora tan inocente. –Su amigo se paró erguido, presumido–. Lo de hoy es Tinder, elegir tus mejores fotografías y usar el poder de los dedos para decidir que persona te parece un posible prospecto.
–¿Así funciona? –Se notaba verdaderamente confundida. Había descargado la aplicación, pero no había tenido el valor de picarle, así que toda la frase que había articulado Yagami había carecido de total sentido para ella.
–¡No puedo creer que te ayudaré a crear tu perfil de Tinder, eso es lo más emocionante que me ha pasado en toda la semana! –Y Taihi lo decía en serio, su emoción era tan rebosante que recogió su alborotada cabellera en medio moño. Decía, según él, que así se veía más intelectual.
–¿Y quién dijo que quería crear una cuenta? ¡Ey! –No pudo hacer nada para impedir que Taichi tomara su celular, que seguía yaciendo en la mesa, antes que ella–. ¿Cómo es que sabes mi contraseña?
–Eres muy predecible, y olvidadiza. –Se encogió de hombros, mientras se concentraba en crearle su perfil a la pelirroja–. Primero lo primero, las fotos, tenemos que elegir tus cinco mejores.
–Creo que ya me arrepentí, Taichi, no es buena idea para mí conocer a personas así. Siempre he sido más tradicional y…
–¡Listo! Que suerte que aún tienes fotos en tu uniforme de tenista, sin duda conseguirás súper likes.
–Ni siquiera quiero saber qué significa eso, pero vale, si ya creaste mi perfil, mínimo déjame ver que fotos elegiste.
–No, oh. Ni de chiste te dejo tocar mi creación, no hasta que la terminé. –Taichi podía ser una verdadera diva si así se lo proponía–. Lo siguiente es la biografía.
Sora miró por sobre el hombro de su amigo como escribía y borraba una frase de al menos dos renglones. Taichi podía escribir ensayos larguísimos sobre la primera guerra sino-japonesa, pero poder escribir su biografía de Tinder parecía ser mucho más complicado para el castaño.
–Pelirroja y ambiciosa. Si no le tienes miedo al fuego, desliza a la derecha, –declaró Taichi orgulloso de su creación.
–Eso suena tan… ¡estúpido! –Infló sus mofletes–. ¿Quién se va a interesar en eso? Es la peor biografía en la historia de las biografías.
–Ya me lo agradecerás, sigue la mejor parte. –Sora dejó de tomar su cabeza de entre sus manos, para volver a prestarle su total atención a su dispositivo móvil–. ¡A encontrarte tu siguiente polvo… es decir, novio!
Notas
¡Estoy que ardo! Ok, tal vez las otras historias que escribí están en inglés, y eso me avergüenza. No quería escribir en inglés para siempre, ¡qué horror! Así que aquí está mi intento de regreso a escribir en español.
Será una historia corta, unos cuatro capítulos como máximo.
Espero les haya gustado, y si es así, por favor déjame un review.
¡Valen mil, amiguis!
Xoxo, GossipChii.
