¡Hola todos! Aquí les traigo mi primera (y única historia) de Itazura na Kiss.

Esta idea la esbocé hace algunos años… (si, algunos), pero hoy recién comenzará a ver la luz.

La historia comienza en una de las tantas peleas que han tenido Irie con Kotoko durante su vida de casados. Obviamente adaptando los hechos y sucesos a la historia.

¡Ojalá me acompañen en esta aventura!

Esperaré con ansias sus comentarios…

(*********)

- ¡Esto no se suponía que tenía que ser así! – sollozó Kotoko. -¡Keita se fija y se preocupa mucho más por mí que tú! - ¡Él me dijo que iba en serio conmigo… en cambio tú… tú ni siquiera me miras! – le gritó furiosa Kotoko a su marido luego de sufrir un nuevo rechazo por parte de él. - Es verdad lo que él dice… tú en verdad, ya no me amas- le gritó una vez más totalmente desesperada.

- ¡Basta!- le gritó Irie dándole una fuerte bofetada - ¡Tranquilízate! ¿Quieres? ¡No puedes perder el control de esta forma!- le volvió a gritar.

Kotoko se impactó. No era la primera vez que la golpeaba para hacerla entrar en razón, pero definitivamente, sí sería la última. La niña lo miró a los ojos reflejando en su mirada, la visible desilusión que sentía.

Lentamente llevó su mano a la mejilla y pudo sentir el dolor que el golpe le había provocado. No podía verse en esos momentos, pero de seguro la zona se encontraría enrojecida y se inflamaría dentro de unas horas. Para deducir eso, no se necesitaba ser una genio ni una enfermera.

Ya había sido demasiado. Todo límite se había sobrepasado. Las lágrimas comenzaron a correr por sus mejillas sin control alguno.

Irie dándose cuenta de que había rebasado un límite infranqueable, intentó acercarse a ella, pero ella se apartó de él bruscamente.

- Estoy harta de todos estos años de amor no correspondido – le dijo serenándose lo que más pudo para sonar decidida. - Siempre me rechazas… ni siquiera me tocas – le dijo secándose las lágrimas furiosa.

Irie se impresionó frente a esa mirada. Sabía que Kotoko estaba hablando en serio. Muy en serio.

-Cuando te pedí que fueras a la ceremonia de enfermeras me rechazaste en frente de todos. No te importó que fuera la burla de toda la escuela. El doctor Leonard iba autorizar que te quedaras… pero no, tu elegiste ir de todas formas con él, aun sabiendo cuan importante era para mí que estuvieras presente.

-Kotoko, pero de todas formas regresé ese día, por ti- le dijo él en su defensa.

-Llegaste cuando estaba sola. Cuando ya no había nadie. La ceremonia fue hermosa, pero tú no estuviste en ella. ¿Sabes si quiera que estuve toda la ceremonia mirando el asiento que había sido destinado para ti con un nudo en la garganta? ¡Claro que no lo sabes, porque no te importa!. - Siempre me desprecias delante de los demás, me contestas mal y me ridiculizas. ¡Hasta en nuestra luna de miel priorizaste estar con otras personas!. -¿te suena lógico eso?. -Todos siempre me preguntan que cómo puedo estar con alguien como tú, si ni siquira me valoras. Nada ha cambiado. Lo hacías en el colegio y ahora lo haces en la escuela. Pero por eso… ¡YA NO MÁS! – gritó con todas sus fuerzas de pronto.

-¿Qué quieres decir con eso?- le preguntó él cruzándose de brazos sonriendo en forma engreída.

-¡Dije que ya no más!- ¡No quiero más de esto!- ¡No quiero esta vida para mí!- le gritó sollozando.

-¿Qué? ¿Acaso me vas a dejar? ¿Te vas a ir?- le preguntó sonriendo en forma burlona.

-¡Lo único que sé es que no te quiero más en mi vida, ya fue suficiente!- le gritó nuevamente para luego salir corriendo de la habitación así como de la casa.

Irie quedó impresionado por lo sucedido. Las palabras de Kotoko le habían dolido enormemente. Él sabía que lo que había dicho Kii-chan era cierto. Él estaba tremendamente celoso de la relación que tenía con Keita. El enfermero era espontáneo y natural. Ella se mostraba relajada en su presencia, se sentía tranquila, respetada, y admirada. Pero con él no. Él era rígido, frío y esquematizado. Verla así de feliz con alguien más lo llenaba de impotencia… y finalmente ¿que era lo que hacía?, descargaba toda esa impotencia y frustración con ella, siendo sumamente frío con ella para hacerla sufrir.

Él tenía sumamente claro no había sido un buen marido con su esposa durante todo este tiempo. Incluso se lo habían llegado a comentar los demás doctores y gente del hospital. Había sido muy hiriente con ella (incluso más de lo usual) frente a todos. Irse aquel día de la ceremonia había sido un tremendo error. Pudo regresar, pero había sido tarde. Él siempre pensó que Kotoko lo perdonaría, pero estaba claro que ella había resentido ese comportamiento y de muy mala manera.

Todos pudieron ver la forma en que Kotoko salió corriendo de la casa de los Irie. Lloraba descontroladamente y los gritos habían sido escuchados por todos.

Esa noche, el Padre de Kotoko conversó con Irie frente a frente. De hombre a hombre. Él necesitaba que su yerno valorara a su hija. Le explicó que los matrimonios perfectos no existen. Le contó cómo había sido su matrimonio con su esposa, de cómo ella también había huido una vez de la casa, pero que aun cuando ella tenía sus defectos, para él no había podido existir una esposa mejor, puesto que con ella el podía ser "él mismo" ya que ella sacaba su "verdadero ser" "su verdadero yo".

Esa noche Irie apenas durmió. Se quedó pensando en lo que el padre de Kotoko le había dicho y en las duras palabras de la niña. Esa noche ella había decidido quedarse fuera de casa, por lo que se encontraba solo en la cama. Miraba con tristeza el lado de ella. Pensó en lo triste que sería su vida si ese espacio estuviera vacío por siempre. Él realmente quería y amaba a su esposa, pero nunca se lo demostraba como era debido. Kotoko era admirada y querida por quien la conocía. Mal que mal siempre habían chicos que se la querían robar. Primero fue el idiota de Kii-chan, ahora era Keita, quien hasta le había hecho un ofrecimiento concreto de matrimonio a ella aún estando casada con él.

(*******)

Al día siguiente, Kotoko asistió a clases con normalidad. Evitó toda posibilidad de contacto con él. Irie necesitaba verla, hablar con ella, pero tenía demasiado trabajo.

Por otro lado, Kotoko estaba muy mal de ánimo. No quería preguntas, y por ningún motivo quería encontrárselo y tener que enfrentarlo. Desesperada por poder huir de todo, subió a la azotea del edificio, ya que a esa hora, era el lugar menos concurrido del hospital.

Miró que no hubiera nadie y se sentó en unas de las banquillas a observar la vista panorámica que desde ahí se podía ver de la ciudad.

Viéndose totalmente sola y con solo la brisa del viento como testigo, la chica comenzó a llorar nuevamente, pero esta vez en forma desconsolada. Sentía su alma totalmente destrozada. Estaba sacando a fuera toda esa frustración y pena que sentía desde que había conocido a Irie. Siempre había vivido con el miedo de que él no la quisiera ni la amara, lo cuál ahora tendría que aceptar como algo cierto. Ese hombre no podía sentir amor por ella.

(******)

Pero Kotoko, no se había podido percatar que alguien se encontraba cerca de ella.

Aquella anciana que siempre la solicitaba para los mandados, en secreto, la había estando observando desde hace días y llevaba un buen rato escuchando como lloraba. La forma en que lo hacía le había partido el corazón, motivo por el cual decidió acercarse a consolarla.

Kotoko al verla se asustó, se secó las lágrimas rápidamente y le preguntó:

- Disculpe ¿necesita que vaya a comprarle algo?

- No niña- le respondió la anciana con cariño - Sé que trabajas duro, no te molestaré más con mis encargos. Solo quiero saber porqué estas así, usualmente siempre estás tan alegre y trabajando duro.

- No se preocupe por mí por favor, venga, vamos, la acompañaré a su habitación- le dijo ella apenada. -Discúlpeme por favor, no sabía que estaba aquí, yo sólo soy una simple estudiante de enfermería, no debo importunar a los pacientes con mis problemas y menos con asuntos personales, discúlpeme no vi que estaba usted aquí - le dijo haciendo una pequeña reverencia en son de disculpa y en forma medio atropellada al hablar.

La anciana la miró y le dijo:

- No te preocupes niña, no necesitas disculparte. Después de todo, yo no debería andar deambulando por aquí, los doctores me retarán – dijo sonriente. -Además que no le contaré a nadie, así que quédate tranquila… pero dime qué te pasa, ese llanto es demasiado desgarrador para que pueda pasarlo por alto- le dijo la anciana preocupada.

Kotoko la miró. Sabía que estaba mal hablar de temas personales a los pacientes. Ella solo se limitó a secarse las lágrimas una vez más y mirar hacia el infinito.

- Es por el descorazonado y frío de tu marido ¿verdad?.

- ¿Ehhhh?- preguntó sorprendida.

- Niña, seré vieja y estaré enferma, pero aún tengo ojos y oídos sabes. He visto cómo te trata y responde frente a los demás y también he escuchado comentarios al respecto. Todo el mundo te admira por tu paciencia y nadie entiende cómo aún estás con un tipo como él, son demasiado distintos- comentó la anciana.

- Si, me imagino que todos se deben burlar de mí por lo patética que soy- dijo guardando silencio por unos segundos. - Lo he amado desde la primera vez que lo vi, pero él no me trata ni me mira como yo quisiera. Ni siquiera me ama. - ¡Pero ya no más, eso se acabó! - dijo decidida. - Ayer me fui de su casa y no pienso volver. - Sólo que no sé que hacer-dijo alterada. – Es decir, quiero ser enfermera con todas mis fuerzas, creo que por fin encontré lo que realmente quiero ser y hacer con mi vida, pero si continuó aquí lo veré a diario y no podré soportarlo- dijo tapándose la cara con ambas manos en señal de desesperación.

- Uummmmm, ya veo- le respondió la anciana - ¿Y por qué no te trasladas?.

- ¿Cómo?- le preguntó Kotoko.

- ¿Por qué no pides traslado a la escuela de enfermería de internos?- le preguntó ella mirándola fijamente.

- ¿La que está en las afueras de Tokio?.

- Si – le respondió ella.

- Se que es muy difícil ingresar ahí. Tengo entendido que ahí están sólo las mejores enfermeras, aquellas que han obtenido las mejores calificaciones. Una persona tan torpe como yo jamás calificaría para entrar. Además que ni siquiera sabría cómo hacerlo, desconozco hasta el proceso para poder postular, ya que nunca lo vi siquiera como una opción.

- Habla con la directora de la escuela de enfermería y pídele que gestione el traslado. Finalmente ella es la que dispone quien va o quien no, independiente de las calificaciones. Claro que si te trasladas, deberás esforzarte mucho. Pero la escuela de allá no es muy diferente a la de acá tengo entendido. Sería buena idea alejarte un tiempo. Podrías despejarte y ver cómo se van dando las cosas… si lo logras claro está.

- ¡Suena excelente!- exclamó Kotoko con un brillo de esperanza en sus ojos - Pero me será imposible hablar con la directora- dijo desanimándose repentinamente.

- ¿Por qué dices eso?- le preguntó ella sorprendida al ver su semblante cambiar.

- Porque hay compañeras que llevan tiempo pidiéndole una cita, pero ella no se las ha dado. Dicen que está enferma y que tuvo que viajar fuera del país para tratarse. Sólo están el subdirector y la enfermera en jefe y ellos seguramente, nunca me darán el pase- dijo lanzando un suspiro muy triste.

- ¿En serio dicen eso? – bah - Una vez escuché que ella era bien excéntrica y que se paseaba por los diferentes cursos haciéndose pasar por una paciente a fin de evaluar a los estudiantes.

- Jajaja, si una vez escuché eso- rio Kotoko - Pero no creo que sea cierto, ¿se imagina me hubiera visto a mí los primeros días? ya me habría reprobado ¿no cree?- siguió sonriendo Kotoko.

- No lo creo niña, eres bien ruidosa en verdad, pero te esfuerzas harto y los pacientes te estiman. Pude ver lo que hiciste por ese chico famoso que vino hasta aquí… y si aceptó operarse fue solo gracias a lo que tú le dijiste. Nadie ni siquiera tu inteligente marido había logrado convencerlo - pero tú si pudiste - ¡Vamos pide una reunión con la directora! -¡quizás tienes suerte!- le dijo sonriendo.

- Si, lo haré. - Sería bueno poder huir de todo esto- dijo pensativa. Aunque por ahora tendré que ver cómo escapar de mi marido- le dijo apenada. - Lo único bueno de todo esto, es que si me voy, él nunca me irá a buscar… es demasiado orgulloso.

La anciana miró con lástima a Kotoko.

- Lo siento mucho niña. Los hombres que se creen listos, son así…- le mirando a lo lejos.

- Pero él es muy listo- le dijo ella sorprendida (puesto que nadie podía negar la inteligencia de Irie).

- Si te deja ir, créeme que cuestionaré seriamente su inteligencia. No todo en la vida se traduce en poder leer libros y memorizarlos. ¿Has oído hablar de la inteligencia emocional?, pues bien, él parece no tenerla en nada. Así como también carece de empatía y estima por los demás.

- Eso no es verdad, él es bueno, quiere a su familia, solo es a mí a quien no quiere – le dijo Kotoko al borde de las lágrimas nuevamente.

- Bueno niña, me voy, si no me ven los doctores armarán un alboroto al no encontrarme en mi habitación. Pide la hora con la directora y me cuentas cómo te fue. Sabes donde encontrarme- le dijo comenzando a caminar hacia la puerta de la azotea.

- Lo haré- le dijo Kotoko- gracias por escucharme - Siento que me saqué un gran peso de encima. Voy a pensar todo lo que me dijo.

-Bien – le dijo de lejos la voz de la anciana.

Kotoko vio como la anciana cerraba la puerta detrás de ella, mientras se abandonaba a sus pensamientos. Estaba muy ansiosa.