Un mes y medio después de huir de la Sociedad de Almas, un experimento de Szayazel sale mal y Aizen es transformado en un niño.


Era un día tranquilo en Las Noches, cada arrancar haciendo su rutina nomal: algunos como Zommari meditaban acerca de la moral de destruir un Hollow antes de darle la oportunidad de evolucionar; otros cómo Grimmjow entrenaban movimientos con su espada y finalmente algunos, cómo Starrk, se quedaban de perezosos en sus edredones olvidando el mundo de fuera.

Sin embargo todos detuvieron sus actividades diarias cuando una ola de sonido retumbó por todos los cimientos de las Noches, moviendo los objetos y personas un poco. Haciendo parecer que la habitación donde estaban había sido golpeada por alguien de afuera y forzando a todos a revisar las paredes dónde se encontraban en busca de fisuras.

Era algo tan curioso y distinto a lo regular, que los arrancares de más alto nivel o curiosidad se dirigieron al Cuarto del Trono, buscando las respuestas en Lord Aizen, el gobernador de Las Noches que ya vivía finalmente entre ellos.

Starrk llegó a pasos forzados empujado por Linnete, la pequeña estaba emocionada por lo ocurrido. Llevaban un mes viviendo con otros y cada día era una mayor sorpresa llena de nuevas experiencias, y a ella le parecía que estaba a punto de revelarse algo increíble ante sus ojos.

Para sorpresa de todos los curiosos que llegaron al pasillo frente al Cuarto del Trono, las puertas de la habitación estaban cerradas. Siendo aquél el lugar de mayor congregación de los arrancares, su Lord lo dejaba disponible estuviera él o no, la única condición era que nadie subiera a la parte superior, el lugar dónde el trono residía y desde dónde su líder los observaba desde las alturas.

Los arrancares comenzaron a susurrar entre ellos sin saber cómo proceder, esperando quizás a que las puertas se abrirían por si solas sin que ellos hicieran nada.

Ulquiorra fue el que se atrevió a abrir una de las puertas. Barragán se colocó un lado del Cuarto Espada y esperaba como un rey a que le abrieran las dos puertas cómo si se tratará de un rey. Aún así la cara de marfil del Cuarto Espada continuó empujando las puerta sin observar al otro arrancar y se asomó a la habitación.

Un aroma agrio salió del recinto, haciendo que algunos cautelosos prefirieran retirarse de nuevo a sus cuartos. Por ejemplo, Nntoria, Halibell y Zommari se fueron del lugar tras sopesar las desventajas de exponerse a un misterioso gas a cambio de saciar un poco de curiosidada. Además, si Lord Aizen consideraba que importaba qué ellos supieran, entonces llamaría a por ellos después. Igual lo hicieron la mayoría de los demás arrancares.

Starrk también intentó retirarse, pero Linnete corrió hacía dentro antes de que el pudiera detenerla. Los pasos ligeros de la niña hicieron eco en el enorme salón y comenzó a toser debido a la irritación que causaba el gas. Ulquiorra detrás de ella pudo mantener su compostura a pesar de la incomodidad.

-¡Cof! ¡Cof!- una figura se irguió de entre el gas y todos lo que aún quedaban observaron al Octavo Espada con su cabello rosa desarreglado por primera vez - Mis disculpas, cof, Lord Aizen, cof, un pequeño error de cálculo, cof..no se preocupe..es completamente inofensivo, cof,

Grimmjow fue el primero en darse cuenta qué algo estaba mal, su nariz, garganta y ojos irritados eran un impedimento para asegurar completamente la situación, sin embargo el riatsu proveniente del trono era ligeramente distinto al que estaba acostumbrado. Se sintió tentado a dar el brinco de nueve metros y buscar a Aizen, ya que el hombre no estaba sentado en su lugar normal y era imposible de verlo desde abajo, pero subir arriba estaba prohibido bajo pena de tortura o muerte.

Ulquiorra fue el segundo que pensó en subir, pero descartó la idea, considerando en mejor dejar a su Lord presentarse bajo sus propios términos, así que se mantuvo en su posición firme, observando desde su visión periférica como Szayazel acomodaba su uniforme y cabello con largos dedos que siempre olían a metal.

Los únicos otros dos espadas, Starrk y Barragán estaban mirando todo desde fuera, uno esperando órdenes, el otro a que el odor se disipará y pudiera entrar como la imponente figura que era y sin ninguna molestia.

Linnete jamás había temido a Aizen y tenía demasiada energía contenida en su cuerpo de niña, por eso, ella se atrevió a violar las reglas y con un fuerte impulso llegó a la plataforma del trono. Por un segundo el sonido del mundo se desvaneció y Starrk sujetó la empuñadura de su espada, dispuesto a pelear para salvar a Linette.

La cara de sorpresa en Grimmjow y la mueca de burla de Barragán eran suficiente motivo para saber qué la acción de Linnete era un tabú y que Aizen no sólo era fuerte, era también peligroso. Starrk contuvo su aliento mientras sus dedos se preparaban para desvainar, sus ojos azules fijos en el trono vacío y Linette caminando

Arriba, un ojo violeta se volvió grande como plato al ver lo que estaba ahí; hecho un ovillo al otro extremo e intentado tapar sus tosidos con una manga negra había un niño.

-¡Starrk!- Linnete gritó y después se asomó por el borde de la plataforma, agitando sus brazos para llamar la atención -¡Ven! ¡Rapido!

La actitud de la niña causó que además de Starrk los demás espadas, menos Barragán, subieran arriba para observar la situación.

Szayazel alzó las cejas al ver a un infante de unos siete años, si el traje negro de shinigami y cabello café no era suficiente indicador, el riatsu era prueba de qué el niño era Lord Aizen. Una reacción inesperada por lo que debía realizar unas cuantas pruebas.

El científico avanzó unos cuantos pasos hacía el pequeño. El niño estaba tapándose en ropa demasiado grande, ocultando sus tosidos en su brazo izquierdo y con lágrimas debido a la irritación escurriendo por sus cachetes. Era demasiado fascinante lo ocurrido y el científico podía sentir saliva formarse en su boca ante las posibilidades.

Ulquiorra, al notar el avance del otro Espada, alzó un brazo entre Szayazel y el niño. Ulquiorra tambien estaba intrigado por la situación, pero sabía que en aquella forma Lord Aizen era incapaz de defenderse del Octavo Espada. El científico podía respetar a su líder, pero la oportunidad de hacer una biopsia en el niño superaban por creces su lealtad.

-Sólo voy a revisar a Lord Aizen. Asegurarme qué está bien.

El Cuarto Espada puso medio cuerpo entre Aizen y Szayazel. Si fuera un arrancar capaz de sentirse ofendido, la mentira de Szayazel le hubiera dañado el orgullo. Los ojos dorados del maníaco brillaban en espera de tener en sus manos a Lord Aizen, por primera vez tan débil cómo para intentar sus experimentos. Posiblemente con un simple toque podría meter algo a la sangre del cegador y entonces sería imposible rehusarle al Octavo Espada al niño.

-¿Quién?- la versión infantil de Aizen se había logrado sentar y miraba a las personas frente a él con pupilas dilatadas debido al miedo -¿Qué...

-¿Eres Lord Aizen? - Linnete se incló a un lado del niño y este se replegó hacia el lado contrario, una máscara del más puro terror en sus facciones infantiles.

Grimmjow encontró la reacción ofensiva. Para él, Aizen era el maldito que lo había humillado más de una vez, pero aún así era asquerosamente fuerte y verlo temblar porque una fracción se le acercaba era suficiente motivo para pensar en matar al cegador y liberarlo de su debilidad. Mostrándole a Aizen, al menos una vez, quién era el superior entre ellos dos. un sí, por mucho rencor y odio que le tuviera al hombre, al final seguía siendo parte de su extraño equipo y Grimmjow no era un maldito traidor, así que resistió el impulso.

-Soy Coyote Starrk - el primer espada de puso de cuclillas y ofreció su mejor sonrisa, pero al no estar acostumbrado en sus labios apenas se formó una imitación triste - ¿Quién eres?... ¿Eres Aizen Sosuke, verdad?

El niño estaba confundido, ojos saltando de una persona a otra, volviendo al hombre de cabello castaño oscuro y ojos azules casi grises le habian preguntando por su nombre y cuando fue incapaz de dar uno, el adulto le había ofrecido uno. Aizen Sosuke sonaba bien.. y familiar. La mente del niño estaba nublada, pero si lo pensaba, ese nombre sí sonaba cómo si fuera de él. Incluso la niña le había llamado Aizen antes. Fue tras meditar en ello, que decidió afirmar con la cabeza.

-¡Dime que es una estúpida broma!- Grimmjow apretó un puño con fuerza y sus salvajes ojos azules observaron cómo el niño se intentaba hacer pequeño y ocultarse en las prendas de nuevo, cómo un gusano en su ollo.

Mientras Grimmjow pensaba mal de su líder, Sosuke decidió qué el sujeto de cabello azul era peligroso, sin embargo, era el de cabello rosa el qué lo aterrroizaba de verdad. Los ojos dorados le recordaban a otra persona. Incluso ambos tenían el mismo brillo sádico al mirarlo. Los únicos, por el momento, que parecían decentes eran la niña con el casco blanco y el hombre castaño. Aún así mantuvo su guardia alta.

Starrk vio como la versión miniatura de Aizen lo observaba con cautela, su cuerpo tenso cómo si esperará un golpe. Ulquiorra decidió en ese momento moverse de su posición y los ojos del niño se volvieron grandes al ver los ojos verdes sin alma del Cuarto Espada, un terror distinto apoderándose de su pequeño corazón.

El Cuarto Espada continuó su trayecto, y sin inclinarse ante alguien que por el momento le era inferior, dijo su nombre en el tono más frío posible y después le ordenó a Szayazel que lo siguiera fuera del lugar, dejando a los otros Espadas observar todo y sin congraciarlos con una mirada.

Esto enfado a Grimmjow.

-Ese Ulquiorra.. Bastardo...

Grimmjow no tuvo tiempo para continuar sus ofensas al Cuarto Espada porque sintió una presencial detrás de él y se encontró así mismo desvainando la espada en espera de un ataque.

-¿Así que "esto" es la causa de la conmoción?- Barragán se había alzado en el aire y los observaba desde una posición cercana al borde de la plataforma - Cómo has caído Aizen.

Starkk no entendía que lo motivo a ponerse frente al niño. Le agradaba Barragán y jamás había pensado en luchar contra él, pero le debía mucho a Aizen para dejarlo morir a manos del otro hollow.

Barragán era un hombre arrogante, pero aún así entendía cuándo estaba en una situación desfavorable. El Primer Espada tenía un riatsu tan poderoso que podía repeler "Respira" y con la ayuda del Sexto Espada las posibilidades de matar a la versión debil del usurpador eran desfavorables. Por eso se retiró tras hacer un sonido desaprovatorio ante la falta de carácter de los otros dos arrancares.

El aire seguía tenso incluso después de la salida de Barragán y los otros dos hombres intercambiaron una silenciosa comunicación.

Mientras ellos dos intentaban descubrir los motivos del otro, Linette miró al niño ponerse de pie y mirar a todos como si fueran enemigos, para su propio bien el niño tenía un riatsu increíble, lo suficiente para poder subsistir al lado de los arrancares. El pequeño duelo de voluntades unos segundos atrás únicamente le había causado un poco de fatiga pero había adoptado una actitud más desafiante.

Un momento después el niño perdió su postura erguida y sus manos comenzaron a temblar cuándo su estómago comenzó a hacer ruidos de hambre.

Starrk se volteó a ver a Aizen de nuevo, no tenía idea de cómo los cegadores funcionaban y por la expresión de Grimmjow ninguno sabía que hacer.

-El Señor Tousen o el Señor Gin - Starrk habló en voz alta, para sopesar sus alternativas. Un ciego obsesionado con la justicia o una quimera de serpiente parecían malas opciones para dejar en sus manos a un infante.

-Tousen -Grimmjow dijo sin titubear y se dirigió a Aizen con zancadas fuertes -¡Bu!

El pequeño soltó un grito y el Sexto Espada comenzó a carcajear.

En la mente de Starrk sólo rondaba una pregunta ¿por qué no se había quedado dormido?


Gracias por leer y que tengan un bonito día.