En menudo lío se había metido...
El caso que no sabía ni como lo habia hecho, pero debió ser que su narcolepsia le habia jugado una mala pasada. Mucha idea no tenia de que habia causado el descomunal, catastrofico, apocaliptico, y demas adjetivos que invitan a engrandecer malamente la cuestion aun mas, problema que se encontraba ahora justamente delante de sus narices. No sabia como habia llegado alli exactamente, no lo sabia.
Ace recordaba estar comiendo pacifica y silenciosamente, sin llamar la atencion, en alguna taberna cochambrosa de aquella ultima isla a la que habia llegado, tambien cochambrosa (en semejante apuro, a Ace todo se le hacia cochambroso) cuando todo se puso y negro.
Para cuando la luz, los colores y demas imagenes que los ojos muestran regresaron, Ace se encontro con un pequeño batallon de marines que, entre asustados y emocionados por su captura, no hacian mucho mas que mirarle fija y ceñudamente. Ace se incorporo sentado con un respingo cuando se encontro con semejante imagen apenas a medio metro de el, dandose rapido cuenta de que mucho no podia hacer puesto que le habian ¡Como no! colocado aquellas "magnificas" y eficaces, que porque las odiara no iba a negar su bien cumplida funcion, esposas de kairouseki.
¡Oh, que genial!
Esto era una fiesta de marines y el, evidentemente, el plato principal, dandose de bruces con la realidad, aun aturdido por el despertar desagradable, cuando sus ojos reconocieron rapido la via principal de aquella maldita y cochambrosa isla. Estaba sentado en el suelo, analizando cada vez mas nervioso y estupefacto la situacion, cuando uno de los temblorositos y debiluchos soldados rasos que lo rodeaban hablo.
-¡N-ni se te ocurra moverte, Puño de Fuego Ace!- Y nada, que por mucho que el pobre soldadillo trato de sonar convincente, su voz no era mas que una amalgama de tartamudeos y temblores. Las armas en ristre, los marines tragaron saliba fuertemente, pensando Ace si de verdad aquellos muchachuelos, que no debian ser mucho mas mayores que el mismo, podrian acaso aguantar llevarle hasta el Cuartel General sin infartos de por medio. Le hicieron gracia...
¡Eh, pero este no era momento de reirse!
Tratando de recuperarse del shock, Ace recorrio con los ojos al batallon pequeños de soldados rasos, llegando a la conclusion de que muy raro era que fueran solos, y no acompañados del Comodoro o Capitan de turno. Asi que, queriendo conocer mas la situacion y decidiendo que si queria salir de esa tendria que usar su cerebro, ya que su fuerza estaba mas que limitada ahora mismo, Ace recorrio con analisis y curiosidad a cada uno de los muchachuelos temblorosos que lo apuntaban. No, ninguno era el Capitan, mucho menos un Comodoro, y no digamos si quiera Vice-almirante. A lo mejor ese del pelo largo... No, no podia ser. Solo eran soldaduchos de bajo rango sin experiencia ni aun conocimiento suficiente para saber que hacer si, por algun casual, Ace se liberaba de sus esposas.
-¿Qu-que estas haciendo?- Entre desconcertado y asustado por la mirada extraña y entrecerrada que Ace le habia dirigido, aquel marine de pelo largo ajusto su arma, cuestionando al pirata ante la terrible idea de que este algo tramara.
-Eh... el uniforme.- A Ace no se le ocurria nada mejor, llegando a asentir con la cabeza firmemente como si de verdad creyera lo que iba a decir. -Me gusta, si.-
-Ah... gracias.- Por un segundo, al pequeño marine se le fue la ansiedad y preocupacion, observando su propia ropa con curiosidad. Por desgracia, esto no duro mucho, recuperandose de la mal hecha distraccion y volviendo a ajustar su arma hacia Ace.
Atento como estaba a todo ahora mismo, Ace se percato de como dos de los marines aquellos cuchicheaban poco sigilosos, la verdad, haciendole dudar incluso durante un segundo si acaso seria algun tipo de trampa contra el. Un engaño, o algo asi. No. No lo era. Simplemente, aquellos pobres jovencillos eran bastante poco eficaces... Y sin embargo, le habian atrapado. Que humillante.
-¿Donde esta el Comodoro?- ¡Lo sabia! Ace celebro internamente su triunfo, aunque rapido llego a la conclusion de que mucho no habia que celebrar si aquellos chicos no estaban solitos y abandonados como borregos en un bosque nocturno. Con cautela, Ace inclino la cabeza sin que se le notara mucho, tratando de oir algo mas de aquella conversacion que, ahora mismo, le resultaba la mas interesante del mundo. Al fin y al cabo, era de vida o muerte. De libertad pirata o encierro de carcel, de fiestas y peleas entretenidas o torturas y oscuridad... y un largo etcetera. Pero Ace no queria seguir pensando en eso. El era un optimista y, como todo optimista, esperaba salir de esta ileso y feliz.
-Esta alli... - Malamente sigiloso, el otro de los jovenes marines, a quien le habian hecho la pregunta, señalo con un pulgar igual de poco sigiloso tras su espalda. Entonces Ace ajusto su vista, inclinandose un poquito hacia la derecha (Gracias al cielo, el era mucho mas sibilino) para poder observar al lider de la manada en cuestion. Al "marine alfa".
-¿Por que diablos no viene? ¿Por que no vienen ninguno de los dos?- Un momento ¿Habian dicho ninguno de los dos? ¿Que dos? Ace comenzaba a sudar frio. El no era cobarde, pero hay cosas que imponen respeto a cualquiera. A Ace nada le daba miedo, solo habia cosas que "le imponian respeto". Con algo de disgusto y comenzando a impacientarse, Ace logro observar a un tipo un poco mayor, alto, enorme (Como casi todos los marines importantes) , de cara arrugada y con una mueca de desprecio, que parecia escuchar con bastante desagrado lo que alguien le contaba a traves de un Den-den Mushi. A su lado, igual de atento, otro hombre no mucho mas joven escuchaba persistente como todo buen perro guardian, esperando impaciente el saber de que trataba la conversacion telefonica. Ambos llevaban uniformes de buenos soldados... Eso, a Ace no le gusto nada.
-¡No lo se!- Entre susurros mas que audibles, el otro marine de bajo rango parecia al borde de un ataque de nervios. -Al parecer, han recibido una llamada urgente... - El otro joven dio un saltito estupefacto.
-¿Los dos?- Y Ace no se perdia una sola palabra.
-Si... al parecer, es algo que incumbe tanto al Comodoro, como al Capitan.- ¡Oh, mierda! Ante aquellas ultimas palabras, Ace no pudo mas que quedarse boquiabierto y estar a punto de gritar alguna exclamacion incredula. Los dos marines parecieron darse cuenta repentina de su existencia nuevamente, dirigiendo sobre Ace una mirada fija y de sospecha a la que el pirata rapidamente correspondio con su mejor cara de poquer. ¡¿Un Comodoro y un Capitan juntos? ¡¿Como leches iba a librarse esta vez? ¡Y mas con las malditas esposas! Ace las odio, las odio a muerte... Les deseo la mas cruel de las torturas... pero las puñeteras, inanimadas como eran, no se movieron.
-Eh... buena tarde ¿No?- Fingiendo ser un idiota o algo asi, que mejor que pensaran que era tonto, Ace observo el cielo como lo haria un viejo en su pueblo natal.
-Jum... Si, la verdad que si. - Algo debio contagiarles a los marines que habian mantenido la conversacion, ya que ambos levantaron la vista para observar las escasas nubes. Por desgracia, aquella maniobra de distraccion tampoco duro mucho. -¡Ah! ¡No-no intentes entretenernos!- Nuevamente, los marines temblorosos le apuntaron con fijacion con aquellas escopetas, pareciendo cada vez mas desconcertados con el comportamiento perdido de Ace.
-¿Yo? ¡Que desfachatez decirme algo asi!- Y Ace noto que a punto estuvieron de disculparse ante su expresion de falsa indignacion, provocando que ahora no solo le temieran, si no que encima se molestaran con el.
-Maldito pirata... - Ace chasqueo la lengua ante aquella ofensa, negando con la cabeza y llegando a la conclusion de que, al fin y al cabo, todos los marines estaban hechos de la misma pasta.
Repentinamente, un alarido monstruoso, que casi hizo retumbar la tierra, provoco que tanto a marines, como a Ace, como a gran parte de la poblacion de la isla, casi se les saliera el corazon por la boca del susto.
-¡¿COMO?- Histerico, no sabiendo Ace si estaba furioso o al borde del llanto nervioso, aquel gran Comodoro le grito al Den-Den mushi con una voz sobrehumana y profunda. Ace penso que el pobre al otro lado de la linea debia haberse quedado sordo.
-¡Comodoro!- Los fieles marines de bajo rango se giraron a observar como su Comodoro perdia completamente las formas y los estribos.
-¡REPITEME ESO!- Con los ojos desorbitados y la mandibula desencajada, el Comodoro en cuestion llego incluso a preocupar a Ace, pensando que el corazon de una persona que debia haber sobrepasado la cincuentena no estaba para esos trotes. -¡ESTO NO PUEDE ESTAR PASANDO!- Desesperado, se llevo las manos a la cabeza, a punto que estuvo incluso de arrancarse el cabello canoso. Por su parte, el Capitan no sabia como reaccionar aun, estatico a su lado, pensando que diablos le habian dicho a su Comodoro.
Debia ser que aquello que no podia estar pasando, pasaba, pues en cuanto se lo repitieron, el Comodoro dejo caer al suelo al pobre caracol telefonico, estando el hombre a punto incluso de caer de rodillas por lo afectado que se encontraba.
-¡Que ocurre, Señor Comodoro JeanPierre!- Asique se llamaba JeanPierre ¿Eh? A Ace le sonaba de algo el nombre, como el de todos los Comodoros, Capitanes y demas.
-¡Oh, Dios mio!- Desesperado, al borde del llanto, el Comodoro JeanPierre se llevo las manos enormes a la cara.
-Comodoro JeanPierre... - El Capitan no sabia que hacer, levantando una mano que no llego a ninguna parte.
-Oh, Dios Santo... - El Comodoro se hecho de rodillas al suelo, elevando sus manos como si aclamara a las divinidades.
-¡Comodoro!- Preocupados y alterados, los marines jovenzuelos gritaron al unisono.
-¡Oh, Dios bendito!- El Comodoro parecia dispuesto a llamar a la divinidades de todas las maneras posibles.
-¡¿Pero que diablos ha pasado?- Por fin, el Capitan debio perder la paciencia, llegando incluso a gritarle desesperado a su superior.
-Mi Luli... Oh, mi Luli... - Nego con la cabeza en su desesperacion, como si aquella tal Luli de la que hablaba hubiera muerto en ese preciso instante.
-¡Louie!- Repentinamente, el Capitan parecio igual de conmocionado que el otro, llevandose tambien las manos a la cabeza. -¡¿Que le ha pasado a la pequeña Louie?- Temiendose lo peor, el pobre hombre que aun no sabia nada se arrodillo junto al lloroso Comodoro.
-Mi Luli se ha... se ha... - Como si fuera demasiado duro decirlo, JeanPierre se apreto aun mas la cara entre sus dedos. Se hizo un enorme, tenso y amargo silencio. Hasta Ace queria saber ahora que diablos habia pasado con aquella "mi" Luli, pequeña Louie, o como fuera.
-¡¿Se ha que?- Desesperado, el Capitan no pudo evitar que su sangre fria se esfumara, llegando incluso a agarrar la camisa de su superior con temor y urgencia.
-¡SE HA ESCAPADO!- Repentinamente, otra vez dejo salir aquella voz estruendosa que hacia tambalearse hasta a las paredes, provocando que Ace no pudiera contener una expresion dolorosa por sus pobres y delicados oidos.
-¡¿Adonde?- Igual de afectado de pronto, el Capitan se llevo las manos grandes y cayosas a las mejillas.
-¡Si lo supiera no estaria asi, idiota!- El Comodoro paso de la enorme pena a la furia asesina entre lagrimas, agarrando a su Capitan de los bordes de la chaqueta con una fuerza animal. -¡Se ha ido de casa! ¡Se ha esfumado! ¡Se ha largado! ¡Ha desaparecido del mapa!- Y vuelta a la llantina.
-Oh... Dios mio... - El capitan parecia a punto de desmayarse. Y dale con Dios... Ace comenzaba a desesperarse.
-¡A MI LA GUARDIA!- Como un energumeno, el Comodoro JeanPierre elevo sus manos al cielo, exclamando aquel alarido para que todos los marines a su cargo fueran rapido en su ayuda. Sin embargo, estos no sabian muy bien que hacer.
-P-pero señor... el prisionero... - Con la escopeta, uno de ellos señalo a un Ace confuso y sentado en el suelo que fue rapidamente interceptado por la lacrimogena mirada del Comodoro. A Ace no se le ocurrio otra cosa mas que sonreir como saludo.
-¡Oh, el prisionero!- Rapido, el Comodoro se levanto del suelo como una centella, no recompuesto aun del llanto y el disgusto. -Mi Luli... - Entre lloriqueos y negaciones desesperadas con la cabeza, el viejo superior se acerco hasta Ace, seguido de un Capitan igual de deshecho. -Mi pequeña hija... Mi Lulita... - Aunque a Ace, por muy comodoro que fuera, mucho respeto no le impuso el pobre y enorme hombre cuando se le acerco que, mas que un soldado, ahora parecia un viejo loco. Mas de lo mismo pasaba con el Capitan. -¡Tenemos que buscarla enseguida!- Iba a darse la vuelta cuando sus soldados rapidamente se lo impidieron. Ace los maldijo internamente.
-¡El prisionero!- Mierda... ahora que parecia que se le habia olvidado... Ace chasqueo la lengua sileciosamente, tratando de pensar en algo rapidamente.
Veamos... unos marines inexpertos y aterrados, un Comodoro chiflado, un Capitan igual de tarado... una hijita perdida... Una lucecita, aun tenue y pequeña, comenzo a iluminarse en la mente de Ace.
-Si, el prisionero... pero... mi Luli... - ¡¿Otra vez a llorar? Ace ya no aguantaba mas. Que lo ejecutaran alli mismo, por favor, y lo dejaran en paz. La luz se hizo mas brillante, y la expresion de aburrimiento mortal de Ace cambio a otra de muchachuelo astuto. -Llevemoslo al barco... - Sin ganas, el Comodoro JeanPierre dio la orden, llegando incluso a sacar un pañuelo de su bolsillo para secarse las lagrimas con dramatismo. Rapido, los marines a su cargo agarraron a Ace de los hombros, incorporandole en pie sobre el suelo de tierra caliente para cumplir con la orden del chiflado Comodoro.
-¡Eh, un momento!- Ace se removio en el agarre, llegando a la penosa conclusion de que por muy fuerte que fuera, no estaba en su apogeo y, ademas, le superaban en numero.
-Mi Luli... - El Comodoro le ignoro por completo, preso de su tristeza.
-La pequeña Louie... - Y mas de lo mismo pasaba con el capitan.
-¡Yo la encontrare!- Con una sonrisa esperanzada, Ace grito aquello lo mas convincente que pudiera, tratando de evitar que los marines lo arrastraran un poco mas lejos. -¡Yo encontrare a su hija, Comodoro!- Dadas las circunstancias, Ace penso que las buenas formas no estaban de mas, tratando de caerle bien a aquel tipo a pesar de que, seguramente, lo querria ahorcado de la primera cuerda que encontrara.
-¡Silencio, pirata! ¡El Comodoro no quiere tratos con... - Pero antes de que el pobre soldadillo raso pudiera acabar la frase siquiera, el Comodoro JeanPierre se lanzo como una pantera sobre el pobre Ace, llegando casi a derribarle.
-¡¿Que has dicho?- Asiendole fuertemente de los hombros, el marine mayor le zarandeo de una manera mareante nada agradable. Ace no sabia si se lo preguntaba con esperanza, o con furia.
-Que encontrare... a su hija... - Con una sonrisa helada y los ojos como platos, Ace observo al Comodoro que, en aquel estado, le daba la misma confianza que un leon que lleva tres meses sin comer. Ademas, el que su cara estuviera tan malditamente cerca, no ayudaba mucho. Ace casi podia contar los pelos de su barba de tres dias.
-¡No le haga caso señor, yo me encargare!- El Capitan se acerco veloz como un ave de presa, observando al joven pirata como si este fuera el mayor timador de la historia. -¡Yo encontrare a la pequeña Louie!- Y los ojos del Capitan brillaron con esperanza de gloria, cosa que desconcerto a Ace aun mas.
-¡¿Tu, Lafayette? ¡Que locura!- Y el Capitan Lafayette dio un bote de indignada sorpresa ante las palabras de su superior, que aun no soltaba al pobre Ace. -¡¿Acaso crees que si se ha escapado, va a ir corriendo a tus brazos?- Lafayette abrio la boca, dispuesto a replicar, pero fue rapidamente interrumpido. -¡Claro que no! ¡Esa niña es una cabeza loca! ¡Pero no idiota! ¡Si ha huido, evidentemente, en cuanto te vea huira de nuevo!- La situacion era cada vez mas extraña.
-Pues por eso ¿No, Comodoro?- Con su sonrisa mas inocente y honrada, que poco de eso tienen los piratas, la verdad, Ace se hizo notar de nuevo, provocando que la mirada inquisitiva de ambos soldados se le clavara directa. -A mi no me conoce ¿Verdad? Quiero decir, que yo no tengo trato con voso... con ustedes.- Y Ace tuvo que echar la cabeza hacia atras veloz para que la repentina cercania del Comodoro no le provocara un doloroso cabezazo. -De mi no huira esa... muchacha... porque no sabe quien soy.- Dificil era que no supiera de su identidad, pero seguro que de semejante encuentro no tuviera ni idea, la pobre.
-¡Comodoro, yo la encontrare!- Ace comenzaba a odiar a ese maldito Capitan Lafayette.
-No.- El Comodoro nego con la cabeza, no despegando aun la mirada inquisitiva que mantenia sobre un Ace que bailaba en la cuerda floja.
-¡Pero es mi prometida!- Aquella afirmacion del Capitan si que hizo despertar la incredulidad de Ace.
-¡¿Pero cuantos años tiene esa "pequeña Louie"?- Confuso y desesperado, Ace observo a los dos hombres.
-Diecinueve... - Como si tal cosa, pareciendo que estaba pensandose detenidamente aceptar la propuesta de Ace, el Comodoro respodio frio y calculador.
-¡¿Que?- Sin poder creerlo del todo, el joven pirata abrio los ojos de par en par, analizando la edad que debia tener aquel Capitan. ¡Al menos, cuarenta! ¡¿Que diablos estaba pasando aqui? ¡¿Y su padre lo decia tan tranquilo?
-¡Que importa eso!- Definitivamente, el sentimiento de desprecio que Ace comenzaba a sentir por Lafayette debio ser mutuo, acercandose el Capitan con un sable de aspecto peligroso, desenvainado ya, hasta el.
-Oh... nada, nada... - Ace se encongio de hombros, no queriendo buscarse mas problemas de los que ya tenia por bocazas. -Simplemente, me parecio raro... - ¡Y esque raro era! ¿Que niña de 19 años quiere casarse con un cuarenton cavernicola como aquel? Ninguna mas que aquella, seguro.
-No tiene nada de raro. Lafayette es un hombre leal a la marina que siempre me ha seguido fielmente... - Y el Capitan presumio frente a Ace, inflando su pecho orgulloso como demostrando su enorme valia. -Vale que es un tanto bruto, animal y cromañon pero, confio en el.- La cara de Lafayette se debatia ahora entre la incredulidad y la indignacion.
-¿Y de verdad ella quiere casarse con el?- Sin poder entenderlo, Ace le dirigio una mirada despreciativa al Capitan, revisandolo de los pies a la cabeza. Ni siquiera era uno de esos maduritos interesantes...
-Eso me trae sin cuidado. - El Comodoro zarandeo ligeramente a Ace de nuevo para tener su atencion, provocando que este no pudiera mas que obedecer como un borrego. -Ahora mismo, es una cabeza loca, es normal que se niegue. Pero aprendera a quererle.- Asintio convencido de sus propias palabras, hechandole rapido una mirada a su subordinado y cromañon Lafayette. -¿Verdad, Lafayette?- Y el otro no pudo mas que ponerse en posicion firme y llevarse una mano alerta a la frente, como si en lugar de hablar de una muchacha consistiera aquello en alguna conversacion militar.
-Asi que, un matrimonio concertado. Y por su padre.- Ace analizo la situacion sumisamente, tratando todavia de parecer el mejor chico que pudiera ser. Los otros dos hombres asintieron. -Que retrogado ¿No?- Con expresion recelosa, Ace analizo al Comodoro de arriba a abajo.
-¡¿Quien mejor que su padre para saber lo que la conviene?- Ace se arrepintio rapido de dar su opinion, viendo como las manos del Comodoro JeanPierre apretaban sus hombros mas fuerte asi como volvian a zarandearle sin cuidado.
-Oh, claro, claro... - En cuanto el movimiento ceso, Ace asintio, fingiendo estar completamente de acuerdo con aquellos dos hombres. En un principio, la muchachilla en cuestion le dio algo de pena, pero rapido Ace penso que a el tambien debia traerle sin cuidado, teniendo en cuenta la situacion en la que se encontraba.
-¡Ademas, ¿Por que tienes tu que saber todo eso, eh?- El Capitan Lafayette volvio a acercarse hacia Ace con aquel sable peligroso.
-Tengo que reuinir informacion si quiero encontrarla ¿Verdad?- Lafayette iba a responderle algo, pero se contuvo desagradablemente en cuanto vio como su Comodoro observaba a Ace inquisidor, pero sin decir palabra.
-Es una chica menuda, bastante bajita... - Ante la informacion sorpresiva que JeanPierre comenzo a darle al joven pirata, Lafayette parecio al borde del desmayo. Ace no pudo mas que escuchar con atencion. -Ni flaca ni gorda. Con el cabello rubio y largo, los ojos negros, y una pequeña separacion entre los dientes de delante... -
-Una preciosa y aniñada separacion... - Repentinamente soñador, Lafayette dirigio su mirada embelesada al cielo. El Comodoro le ignoro.
-Seguramente, vaya acompañada de otra muchacha. Una alta y delgada, morena, de ojos claros y cabello liso... - Ace no pudo mas que asentir ante semejante informacion detallada, encontrandose cada vez mas desconcertado ante la escena. Un marine, dandole todos los detalles sobre su hija a un pirata, su enemigo natural. Debia estar o muy desesperado, o muy loco. Gracias al cielo que Ace no era tan mal chico.
-De acuerdo... - Ace dirigio su vista al cielo un segundo, repasando toda la informacion en su cabeza. -Le doy mi palabra de que la encontrare... - Seguro de si mismo, que si una cosa Ace mantenia siempre era su palabra, el pirata asintio firme. El Comodoro aflojo el agarre, dispuesto a quedarse mas tranquilo. -Pero... - Rapidamente, ambos hombres dieron un respingo, listos para la batalla en cualquier momento. -... a cambio... usted, Señor Comodoro JeanPierre, me deja marchar... -
-¡Que insolente!- Lafayette dio un pisoton de lo mas militar y furioso sobre el suelo de tierra.
-Hombre, no pensaria que iba a hacerlo gratis ¿Verdad?- Ace sonrio inocentemente, encongiendose de hombros.
-Claro que no... eres un pirata.- Y repentinamente, la mirada del Comodoro se ensombrecio, haciendole pensar a Ace si acaso se habia metido en un lio aun mayor. Un silencio sepulcral se adueño del oficial, provocando que lo mismo pasara con todos los presentes. Ace le rogo a todas las divinidades que se sabia para librarse de aquella y que aceptaran su maldita y temeraria propuesta. Para su horror total, el enorme Comodoro, mucho mas fuerte que el ahora mismo, desenvaino su enorme hacha de kairouseki, haciendole una especie de llave de judo que casi le hizo salir por los aires.
Mientras perdia el equilibrio, Ace se despidio mental y nostalgicamente de todos sus compañeros de barco, de su padre y capitan, de sus superiores, de sus subordinados, de su hermano, de su abuelo, de aquellos con los que no hablaba mucho pero le caian bien, de todos los que habian conversado tan solo una vez con el pero habian hecho buenas migas, de los que le habian mirado alguna vez por la calle, de todas y cada una de las muchachas con las que habia pasado un rato divertido... En definitiva, se despidio del mundo, convencidisimo de que iba a morir inmediatamente.
Sin embargo, el oir un fuerte sonido de rotura metalico le hizo saber que aun estaba vivo.
Con sorpresa y esperanza repentina, Ace abrio los ojos, encontrandose con que el hacha habia roto las malditas y odiadas esposas. No podia ser otra cosa, al fin y al cabo, ese material solo podia ser roto consigo mismo o algo asi habia oido, ademas que notaba sus brazos libres el uno del otro. Con los ojos brillando de ilusion, Ace llevo sus manos hasta donde pudiera verlas, queriendo analizarlas todo lo que pudiera. Las habia hechado de menos.
Sin embargo, uno de los grilletes que mantenian las esposas unidas continuaba en su muñeca derecha. Es decir, podia moverse, si, podia mover las manos y los brazos tranquilamente... Pero no estaba libre del todo. Al menos, no con su poder de la fruta del diablo. ¡Malditos marines chiflados!
-¡¿Que cojo... ?- Antes de que pudiera siquiera terminar su mal hablada replica, el Comodoro rio jocoso y altivo.
-¡Vamos, pirata! No pensaras que iba a dejarte libre del todo para que mates a mis subordinados y puedas largarte de aqui sin cumplir el trato ¿Verdad?- Con las manos enormes sobre las caderas, JeanPierre parecia regodearse de lo lindo con la situacion de su ahora socio, si es que podia llamarse asi.
-¡Pero el trato decia que lo harias!- Ace estaba indignado, sintiendose completamente estafado asi como humillado por aquel viejo retrogado casador de niñas.
-Y lo hare, cuando me traigas a mi Luli.- Como hablaria un gran marine, que a fin de cuentas es lo que era el Comodoro JeanPierre, este se giro sobre sus pies, ajustando su abrigo blanco al mas puro estilo de heroe enmascarado.
-Pe-pero... - Ace no sabia que hacer, mirando constantemente la esposa que quedaba apresando su muñeca asi como al Comodoro que se marchaba, siendo seguido por su sequito de soldados.
-¡Ah!- Repentinamente, se giro tan rapido como antes, provocando que una vez mas casi murieran de un infarto debido al susto. -¡Lo olvidaba!- El Comodoro rebusco en sus bolsillos, sacando finalmente aquel Den-den mushi que habia dejado caer antes al suelo. Ace no pudo evitar preguntarse cuando diablos lo habia recogido, el muy traidor. -¡Coge esto, Portgas!- Se lo lanzo con gracia y una sonrisa de autosuficiencia, no pudiendo hacer otra cosa mas el pobre Ace que cogerlo al vuelo. -¡Estaremos en contacto, pequeño pirata!- ¡Ya lo que le faltaba! Ace estaba seguro de que algun dia asesinaria a aquel Comodoro chiflado, a su Capitan roba niñas y a todos sus temblorosos soldados. A estos ultimos solo por venganza, que mucho no le habian hecho padecer, los pobres.
Y asi, el Comodoro JeanPierre camino lejos hasta desaparecer, junto con sus subordinados, dejando a un confuso, molesto y desdichado Ace aun tirado en el suelo, con sus poderes limitados y un estupido Den-den Mushi.
Aunque quisiera huir ¿Como diablos se libraba de aquella esposa que quedaba? A Ace no le sobrabra tiempo de buscar alternativas, teniendo en cuenta que ya no solo debia detener a Teach, si no tambien a la tal Lilu, Louie o como quiera Dios se llamara aquella hija desobediente.
Cansado, reprendiendose a si mismo por ser un idiota narcoleptico, Ace suspiro, incorporandose en pie finalmente sobre el suelo de tierra caliente.
De pronto, el Den-den Mushi comenzo a sonar con aquel "beep-beep-beep" que no llevaba ni tres segundos y ya le crispaba los nervios. Asique, curioso como era, Ace lo descolgo.
-¿Ehm, diga?-
-¡COMO LE TOQUES UN SOLO PELO DE LA CABEZA A MI HIJA, TE ARRANCO LA TUYA!- Ace no pudo evitar dar un respingo asustado, asi como alejarse de la oreja aquel caracol que ahora gritaba igual que el maldito Comodoro al otro lado de la linea. -Habia olvidado eso, pirata ¡Y sabes en que sentido lo digo, Portgas! ¡A mi hija ni te le acercas con intenciones extrañas ¿Queda claro?- Malditos padres sobreprotectores... pero bien que la casaba con un viejo ¿Eh, Comodoro?
-Clarisimo como el agua, Señor Comodoro.- Y, aunque el Comodoro no parecia haber terminado su chachara y regañina vociferante, Ace chasqueo la lengua, alejando el Den-den mushi a una distancia prudencial para colgarlo cansinamente. Menudo chalado...
Bien, ahora, el tenia que cumplir su parte del trato. Ya fuera por supervivencia, o por honor, o por lo que les viniera en gana, no parecian quedarle muchas mas alternativas, comenzando a pensar por donde diablos debia empezar a buscar primero.
Bien... si aquella muchacha loca se habia escapado de casa hacia poco, significaba que, seguramente, viviera cerca de aquella isla, sobretodo teniendo en cuenta que su padre la ultima vez que la habia visto, lo habia hecho en su propia casa, se suponia.
Asi que una chica que se acaba de marchar de casa, con un papi algo autoritario y una amenaza de matrimonio nada agradable... Una "cabeza loca" habia dicho su propio padre... acompañada de una amiga ¿No?
A Ace pronto se le vino a la cabeza el primer lugar que visitaria una jovencilla recien liberada en compañia de otra mas. Un sitio cercano, una isla un poco peligrosa, de vida nocturna e igual de loca que ella en aquel preciso momento.
Era hora de hacerle una pequeña visita a la Isla Liberty.
