Prologo
─ ¡Ella jamás será tuya!
Grito el ambarino plantando con furia un puño en el rostro del pelinegro, volteándole la cara completamente. Escuchando las exclamaciones de las demás personas que los rodeaban para ver su dura pelea, incluida kagome, quien observaba horrorizada la pelea de los dos inquilinos solo por ella, siendo agarrada por Miroku para que no se lanzara y luego saliera lastimada de la pelea de esos dos ¿Qué podía hacer para detenerlos?
─ ¡Lo fue primero, y lo será otra vez! – grito ahora el de ojos azules, con la mejilla roja. Devolviéndole el golpe a Inuyasha en el estómago y otro en la barbilla, dejándolo seminconsciente y muy adolorido ─ ¡Así que no te esfuerces en ganar su corazón! ¡¿Entiendes, bestia?!
Le dio otro golpe, pero más fuerte que los anteriores, descargando toda la energía y cólera que tenía. No se sentía nada satisfecho con solo golpear a su contrincante, deseaba mucho más. Pero eso implicaría que el corazón de su bello azabache se rompiera en pedazos, así que era mejor mandarlo al hospital en un estado grave y ya, así de simple.
Pero lo que no se esperaba que, al golpearlo con tanta fuerza, saliera disparado hacia los escombros, lastimándose más de la cuenta. Escuchando su nombre proveniente de la azabache, esta estaba muy preocupada y estaba impresionada con la fuerza que había sido disparado hacia los escombros por el pelinegro.
En el impacto, solo se escuchó silencio y la burla de Koga hacia su supuesta derrota:
─ ¡¿Tan rápido te rindes?! ─ dijo con los ojos tan abiertos que parecía un psicópata, sangre brotaba de su cabeza, nariz y boca. Incluyendo su ropa totalmente sucia y ensangrentada por los golpes brutos brindados ─ ¡No me impresiona de un débil como tú!
Un silencio se formó en el ambiente, con el circulo de personas esperando impacientes la respuesta del albino, pero no hubo nada, solo silencio y el crujir de los huesos del pelinegro. Pero lo que todo no se esperaban, era que el ambarino, comenzaba a levantarse alertando a Koga. Se le podía ver a Inuyasha levantarse con un poco de dificultad, sus brazos temblaban al igual que sus piernas, ni decir que su cuerpo que estaba todo magullado por los golpes. Hasta que pudo enderezarse completamente, quedando un poco inclinado hacia adelante, quedando nuevamente inmóvil. Confundiendo a los expectantes y al pelinegro. Menos al de coleta baja.
─ Esto no es bueno… ─ lo dijo en un murmuro casi inaudible, por suerte no fue escuchado por Kagome, quien solo mantenía la vista puesta en Inuyasha. Que suerte.
Inuyasha parecía estar parado en una posición zombi, su cuerpo se balanceaba hacia y adelante, su cabello estaba entre gris y blanco, con la mayoría cubriéndole el rostro, dejando ver solamente el hilo de sangre que resbalaba por su boca, hombros y cabeza al igual que Koga, solo que estaba más lastimado.
Miroku abrió los ojos como platos, sintiendo una leve aura maligna rodeando a su amigo ambarino, esto solo podría significar dos cosas: Era que su furia estaba a su límite o era lo otro que…
─ Está muerto… ─ lo dijo en un susurro, pero esta vez fue escuchado por la azabache
─ ¿Qué…?
Antes de que pudiera responder, todo lo que estaba en el suelo, incluyendo los pedazos de tierra, empezaron a flotar por encima de las cabezas de todos de forma repentina. Mientras que el cuerpo del albino no se movía, se formó una sonrisa macabra en sus labios, anunciando lo peor que el fin del mundo.
─ Muere…
Fue lo único que alcanzaron a escuchar, antes de que los pedazos flotantes se dirigieran a gran velocidad hacia el de ojos azules, alertándolo y esquivando un poco torpe los ataques.
─ Pero qué demonios…─ pensó incrédulo, esquivando con gran velocidad los ataques del albino ─ ¡¿Cómo mierda puede hacer eso!?
─ ¡Tú solo esquívalos y trata de no morir…! ─ grito el otro pelinegro, pensando lo peor y observando más a Inuyasha que no se movió un solo centímetro, teniendo un aura terrorífica a su alrededor, no significaba nada bueno ─ Esto es malo…
