Claim: Arya Stark.
Notas: SPOILERS de Danza con Dragones.
Rating: T.
Género: Angst/Family
Tabla de retos: Infancia
Tema: 03. Patines rotos.


Percibió la pérdida mientras miraba la luna llena, baja en el cielo, oculta como un fantasma entre nubes transparentes. No, se dijo, enterrando las garras en el suelo para darse impulso antes de echar a correr. No, no puede ser. El viento le arañó la cara mientras descendía la colina, con su terreno pedregoso y húmedo por las lluvias ligeras, un rescoldo de la nieve que caía en la lejanía, más allá de su territorio. No. No. No. Se repitió una y otra vez, corriendo sin detenerse, como si de esa forma pudiera escapar del dolor que la atenazaba, destrozándola lentamente por dentro, como un virus maligno de rápido crecimiento. Jon, no.

Y aún así, Nymeria no podía estar equivocada. Desde que Arya había entrado en su piel, miles de misterios se habían revelado ante sus ojos, miles de paisajes, miles de ritos. El sabor de la carne fresca en la boca, las pisadas de cientos de lobos siguiéndola, el olor limpio de un arroyo en las cercanías. Y por supuesto, la vida de sus hermanos. Aún cuando no podía verlos, ni saber dónde o cómo estaban, Nymeria podía sentir la presencia de los otros lobos huargos, hermanos de sangre y nieve en el crepúsculo de la primavera. De esa forma Arya se había enterado de que Bran y Rickon estaban a salvo, lejos pero bien. Nunca temió por Jon porque estaba en el muro, Fantasma a su lado como una gran sombra blanca. Y aún así...

¿Por qué? Se preguntó la chica, dejando que las emociones tanto humanas como animales la sobrecogieran, luchando una encarnizada batalla en sus sueños de warg. ¿Por qué Jon? ¿Por qué él, que le había dado una espada y un último abrazo antes de partir? La humana Arya se revolvió entre las mantas de su habitación en el Templo del Dios de los Mil Rostros, pero no se despertó aunque lágrimas gruesas como goterones comenzaron a acariciar sus mejillas. Fantasma se había ido, lo supo en cuanto entró en la piel de Nymeria esa noche, dispuesta a cazar alguna buena presa, correr hasta el amanecer y ver las tierras de sus padres. La tenue calidez que le indicaba la cercanía de sus hermanos aún estaba presente, pero era más débil, un lazo casi oculto entre las arenas del tiempo, un lazo casi roto de continente a continente. El lazo que la unía a Fantasma ya no estaba ahí, a pesar de que era el más fuerte, el más largo, el más brillante. Su luz había sido engullida por la oscuridad, su calidez, perdida en el infinito.

Jon Snow. Su sonrisa y su manera de decir las cosas juntos, al mismo tiempo, sin excepción. Las bromas que le jugaban a Sansa sobre sus ridículos cuentos, la promesa que había visto en sus ojos de volverse a ver algún día, todo se había ido.

Nymeria aulló a la luz de la luna, casi perdida en el horizonte que amanecía y a su lado, muchos de sus compañeros la imitaron, cantando una canción fúnebre que nadie sabría interpretar. En su voz estaba mezclado el propio dolor de Arya, la pena de alguien que desde hacia mucho tiempo no era nadie ni tenía familia, sólo recuerdos y promesas perdidas. Aulló una y otra vez, la luna como testigo y luego los primeros rayos del sol. Cuando éste los alcanzó, Arya abandonó el cuerpo de su huargo para despertar en la oscuridad de sus aposentos, impulsada por pensamientos amargos.

Se limpió con rabia las lágrimas que aún rodaban por sus mejillas, pero por cada una que limpiaba aparecían dos más y el agujero que sentía en el pecho no parecía disminuir, sino más bien extenderse, hasta el punto en el cual temió llegaría a consumir todo su cuerpo, convirtiéndolo en una cáscara vacía llena de Nieve, Nieve, Nieve.

Se vistió mecánicamente antes de hacer su camino hacia el exterior del templo, al cual observó absorta durante algunos segundos, aunque ya no había ninguna curiosidad en sus ojos, que parecían muertos. Había marcado el lugar exacto en el cual había guardado a Aguja por si la necesitaba, por si algún día quería recordar su tacto y el de la persona que se la había dado. Por si algún día tenía que regresar. Se dirigió hasta allí consciente de que el Hombre Bondadoso la observaba desde lejos, sin duda feliz de lo que iba a hacer.

Comenzó a cavar con rabia y velocidad, arrancando pedazos de tierra con uñas sangrantes y doloridas, las lágrimas resbalaban de su nariz mientras estaba inclinada sobre el refugio improvisado de su mejor arma para luego caer en el vacío, en la nada, donde para siempre debían quedarse. Encontró lo que estaba buscando tras varias horas de esfuerzo, sin que el hambre que sentía, ignorante de la situación, estorbara en su tarea. Aguja estaba cubierta de polvo y tierra, pero cuando pasó su mano para limpiarla, el filo que aún conservaba le hizo un corte en la mano, sangre sobre su piel pálida que casi le provoca arcadas ante el recuerdo, quizás la imaginación que tenía sobre la muerte de Jon Snow.

Arya observó momentáneamente la espada, pequeña y grácil, perfecta para alguien como ella. Las lágrimas se secaron en su rostro con ayuda del sol matinal, sus ojos grises, aún muertos buscaron la lejanía por última vez. Luego, la niña se dirigió con paso resuelto hasta el primer canal de agua que encontró, uno que desembocaba en el gran mar de sal. Arrojó a Aguja con todas sus fuerzas contra el agua y la observó perderse entre la corriente, perdida en un último pensamiento: debía terminar con la infancia que se había alargado más de lo necesario, debía terminar con la infancia a la que se había aferrado. Debía y desde ese momento, ya no ser Arya Stark.