Irreal.
Fanfic con temáticas pesadas, cómo pueden ser problemas familiares, relaciones tóxicas y depresión, sin ánimos de ofender a nadie.
Advertencia: Esta historia es irreal y grosera, los personajes son pobres imitaciones, y debido a su contenido nadie la debe ver.
-Suena intro-
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El único sonido que llenaba el lugar era el constante repiqueteo del reloj que marcaba los segundos. Habían sonado demasiados que podía decir que llevaba cerca de una hora sentado solo en la habitación.
Se empezaba a dormir de lo aburrido que era esperar a su madre salir de aquella sala junto al hombre elegante, tanto que comenzó a cabecear sintiendo los párpados pesados.
Pero prefería eso, era mucho mejor que cubrirse los oídos por las noches sin poder pegar los ojos aunque el sueño lo este devorando.
Aunque a pesar de todo, en ese momento no quería caer dormido.
Su madre estaba llorando y tomó a Craig del brazo para llevarlo a donde se encontraba ahora. Hizo unas cuantas llamadas y ahora se encuentra en esta situación, deseando que pronto saliera para poder ir a casa y jugar con Stripes.
El chillido de la puerta y las voces del hombre y su madre le devolvieron la conciencia. Con un salto fue hacia su madre y esta le tomó la mano.
—Qué buen chico—, dijo el hombre ya mayor—. Apuesto que es todo un caballerito.
Laura rio con un movimiento de hombros mientras acariciaba los cabellos oscuros de su hijo.
—Es un gran niño, sé que no me decepcionará en el futuro. —Laura suspiró—. Es el único hombre que nunca lo hará.
Craig miró el suelo sin saber que hacer, uniendo sus manos con los dedos.
Odiaba escuchar tan triste a su mamá.
—Mañana a la misma hora. Estamos en la recta final.
Dijo el ya anciano hombre extendiendo su mano como despedida, Laura la tomó.
—Muchas gracias por todo.
Entonces tomó nuevamente la mano de su hijo y fue con el hacia la salida, permitiendo que esta vez se sentará en el asiento del copiloto.
Eso no podía hacerlo más feliz.
Laura comenzó a conducir y el pequeño Craig se encontraba observando la vista que la gran ventana delantera le regalaba, asombrándose de su nuevo descubrimiento, cada vez que una luz se pone roja, todos los autos se detienen.
Su felicidad era tan visible, que Laura lo miró de reojo con media sonrisa y entabló una pequeña platica con él.
—¿Cómo estuvo la escuela cariño?
—Estuvo bien, hoy en el recreo jugué con la pelota junto a Stan, Token y Kenny— contó levantando la voz emocionado—, todo estaba bien hasta que Cartman llegó y empezó a gritar sobre el riesgo de jugar con negros.
—Eso suena como algo desconsiderado —Le contestó.
—¡Lo es! Dijo que los negros roban y escuchan música de mal gusto, pero Token nunca me ha hecho nada malo. —Craig quedó callado por unos segundos cuando el semáforo se volvió verde—. Siempre dice cosas extrañas. La última vez empezó a pelear con Kyle diciéndole que era una basura judía.
Laura le dejó de prestar atención sin darse cuenta.
Estaba más concentrada en el tráfico que en la plática animada de su hijo.
—...Y jugamos a los ninjas, yo peleé contra Stan, fue muy divertido.
—Cariño, ¿Quieres ir por algo de comer? —Le interrumpió.
Los ojos del niño se iluminaron al escucharla. Si había algo que lo emocionaba de sobremanera era comer con su familia, fuera de casa y todo conflicto que había dentro.
Afuera era distinto. Nunca peleaban o levantaban la voz, sus padres parecían una linda pareja cuando estaban rodeados de personas.
Se sentía seguro afuera, mucho más que en casa encerrado.
—¿Comeremos afuera? —Preguntó emocionado, Laura asintió—. Quiero comer pizza.
—Buena opción—. Dijo seguido de una risa.
—¡Papá se pondrá feliz cuando le digamos!
La sonrisa de su mamá decayó al escuchar a su hijo tan animado, no quería desilusionarlo de algo tan inocente como pensar que comerían todos juntos en una pizzería. Pero su hijo se estaba creciendo, ya tenía 7 años, debía empezar a enfrentar cosas tan pequeñas como esas.
—Craig, solo comeremos tú y yo. Sin papá. —Le explicó—, tengo que hablarte de algo importante.
Por un momento, sus ánimos decayeron por los suelos, pero mantuvo firme su postura para no herir a su madre con su comportamiento, así que asintió frenético y clavó su mirada al frente solo viendo como los autos se movían. No tardaron tanto en llegar, debido a que Laura se detuvo en el primer restaurante que se cruzó en su camino. Estacionó con prisa y Craig la siguió cuando ella bajó del auto. Se veía apurada, aunque eso ya era normal para el pequeño que la seguía con dificultad.
Ambos tomaron asiento uno en frente del otro y el mesero no tardo en llegar con el menú a su mesa. Como siempre, a Craig no le permitieron ver todo lo que había, su madre decidió por él que iba a comer una pizza de pepperoni.
No había problema, Craig amaba el pepperoni.
Su madre jugaba con las manos con notorio nerviosismo. Eso nunca lo había visto en ella, pero si en su padre; después de que ambos discutían y su madre se iba de la casa por el resto de la noche, entonces su padre Thomas no dejaba de dar vueltas por la cocina y jugar con las manos cualquier objeto que encontrara.
—Hijo, tengo que hablarte de algo muy importante...
El cerró los ojos teniendo una idea de lo que diría, no estaba preparado para esto.
Negó con la cabeza en desesperación por no continuar con la plática y corrió hacia los juegos de niños con los que contaba el restaurante, su madre se levantó de la mesa al verlo correr.
—¡Craig! ¡Esto es importante!
—¡No quiero! —Gritó, se subió al juego y se dedicó a mirarla desde lo alto. Ella suspiró ante su comportamiento y su tono de voz se oscureció.
—Baja de una vez o no vuelvo a traerte a comer de nuevo.
El azabache infló sus mejillas con enojo por la amenaza de su madre. Quiso hacer pataletas, pero ella le decía que debía ser una persona madura, así que se contuvo y bajó derrotado. Laura solo estaba cruzada de brazos y esperó que su hijo caminara hacia ella, al final lo tomó con brusquedad del brazo y lo arrastró de vuelta a la mesa, ignorando los quejidos de su hijo.
Esta vez que habló, no se contuvo con sus comentarios, solo sentó a su hijo frente a ella y habló con el mismo tono que usaba cada vez que tenía un desacuerdo con su padre fuera de casa. Era calmado, pero si la conocías, sabías que se estaba conteniendo de lanzar una bofetada.
—Craig, papá y yo ya no viviremos juntos, ¿Entiendes?
Craig que se encontraba mirando la mesa, asintió.
—Entonces, el abogado me pidió que te pregunte si quisieras vivir conmigo y no con papá.
Ahora él levantó la vista.
—Yo no quiero decidir entre ustedes dos, los quiero a ambos conmigo.
—No—. Interrumpió—Solo puede vivir conmigo o con él. Decídete
—No quiero decidir.
—Tienes que hacerlo Craig. Recuerda que eres una persona madura, debes tomar una desición.
—No puedo—, lloriqueó agachando la mirada. Laura solo apretó con su mano la frente.
—¿Cómo te lo explico, Craig? —dijo distante—. Tu papá es alguien explosivo, siempre grita, lo has escuchado. Es obvio que si vives con él también te gritará.
Él bajó la cabeza entendiendo su punto. Craig era su hijo, ella su madre. Lo trajo al mundo y no quería separase de él. Aunque le doliera, tenía que elegirla a ella sobre su papá, así se arreglarían las cosas.
Thomas y Laura ya no discutirían por las noches si se separaban.
El pequeño clavo las uñas en sus palmas, haciendo que la piel alrededor se tornara blanca. Levantó la cabeza con timidez, y sin siquiera mirarla, habló.
—Me quedaré a vivir contigo, mamá.
Laura sintió soltando aire después de escucharlo. Se sentía aliviada que su hijo se quisiera quedar con ella. Eso le daba ventaja de quedarse con la custodia de su único hijo.
Cuando llegaran a casa los tres, ella se iba a burlar de la derrota de su marido.
De su inútil y estúpido marido.
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La noche cayó exactamente igual que siempre, los gritos llenaron su habitación. Insultos, ofensas y maldiciones saliendo de ambas partes. Giró sobre su cama buscando una posición más reservada cubriendo con la almohada sus oídos. Lastimosamente eso no evitaba que los gritos chocarán por las paredes de y habitación.
Fue tan rápido y duro, el portazo le indicó que su madre se había vuelto a ir, –y justo como ella le enseñó la última vez que Craig salió de su habitación– esta vez, él se encerró y le puso seguro a la puerta. Corrió de nuevo a su cama y se echó en posición fetal.
Pudo escuchar a través de las paredes los pesados pies de su padre caminar de un lado a otro acompañados de su respiración, que con el paso del tiempo se iba tranquilizando.
Craig siguió el sonido de sus pisadas, que se detuvieron justo en su puerta, el niño podía asegurarlo por la sombra de sus grandes pies por la parte de abajo.
Después tocaron con suavidad.
—¿Craig, puedo pasar?
Al principio no quiso contestarle. Su mamá le dijo que no le hablara si ella no estaba presente, pero la voz de su papá sonó tan vulnerable, que desobedeció y se acercó a la puerta.
—Sé que Laura te prohibió hablar conmigo...
Las manos de Craig comenzaron a temblar.
—Solo quería decirte que te amo hijo. Y si decides quedarte a vivir con mamá lo voy a entender, pero quiero escucharlo de ti.
En ese momento sintió que un nudo le tapó la garganta, sus manos no dejaban de temblar, y con mucha pena, le contestó.
—Eres alguien explosivo, siempre gritas, te he escuchado. Si me quedo a vivir contigo me vas a gritar—. No tuvo respuesta de parte de su papá, así que siguió hablando—, me voy a quedar con mamá, mañana hablaremos con el abogado.
—¿Laura te dijo eso? —Esta vez Craig fue quien no respondió—. Lo siento mucho.
Después escuchó los pasos de su padre alejarse rápido de su puerta, y no volvió a pasar por ahí el resto de la noche.
Ni en la mañana lo volvió a escuchar, tal vez haya sido porque se quedó dormido, no sabía la respuesta, solo que la voz de su madre lo levantó cuando ella le pidió que abriera la puerta.
Craig obedeció, su mamá paso y cerró la puerta detrás suyo para ponerse a llorar frente a su hijo.
Craig corrió a abrazarla cuando la escuchó, su corazón se rompió cuando vio su rostro rojo por el llanto, estaba cansado de ver a su madre llorar.
Si podía hacer que deje de hacerlo alejándose de su padre, no iba a dudarlo ni un segundo más. Al fin lo había decidido, se quedaría a vivir con su mamá.
El resto del día fue igual que el anterior, se quedó en la recepción esperando que su mamá termine de hablar con el señor mayor de edad, tuvo sueño y se resistió a él, por último vio salir a su madre, pero esta vez le pidió que entrara junto con ella a la oficina.
Cuando pasó, observó la oficina más impresionante que hubiese visto en su vida: amplia, brillante y ordenada.
Caminó hasta la silla que estaba vacía junto a su madre y miró intimidado al vejestorio que estaba en frente, quien le sonreía con sus grandes dientes y hablaba con su gruesa voz.
—Craig—, le llamo—. ¿Tu mamá te hablo sobre querer tu custodia?
El azabache miró confundido a su mamá que le asentía con la cabeza.
—S-si—, contestó por orden de su madre.
—Entonces decidiste quedarte con tu mamá, ¿No es así?
—¡Ah, si!
—Bien, saber eso ayudará mucho a tu mamá a quedarse contigo.
Craig asintió aliviado por saberlo, pero una parte de él se sentía mal por su papá, en especial después de lo que hablaron ayer a través de su puerta.
«Sabes que te amo, hijo»
El pelinegro sacudió con fuerza su cabeza para sacar esa idea de su cabeza. No podía arrepentirse ahora.
La felicidad de su madre, dependía de él.
Y no pensaba defraudarla.
Un tipo prólogo de una historia que estoy escribiendo. No sé cuando vuelva a publicar otra parte, pero espero que les guste uwú
