Cada noche que salía de su trabajo, Ryoken podía ver a ese perro negro esperar exclusivamente por él cuando era de casi los últimos en salir de la empresa de su padre. Sonreía cuando lo veía correr a su lado y esperar a la caricia en su cabeza. Por la raza sabía que era un pastor belga, al igual que podía saber que era una hembra.

No podia negar que era hermosa, lo que más le había llamado la atención fue el color de sus ojos, era ese hermoso color esmeralda que haría enamorar a cualquiera. Sin embargo, ahí se encontraba ella, caminando a su lado y gruñendo cuando se encontraba con alguna mujer.

Cosa que le causaba gracia cuando justamente su padre le pedía una nuera y nietos. Teniendo al perro a su lado era imposible, aunque ciertamente, no había alguna mujer que le llamará la atención. Bueno, sólo le tocaría esperar a que llegará la indicada.

Cuando llegaba a su casa, siempre entraba y salía con comida para ella. Esperaba hasta que ella limpiara el plato y al final lamiera su cara para al final irse a algún lado. Era feliz hasta que llegó ese día en particular. Era su día de descanso, iba a salir a comprar algunas cosas cuando escucho como tocaban la puerta. Extrañado fue abrirla, fue cuando vio a una chica desnuda, con largo cabello azul cubriendo sus largos pechos, flequillo azul con rosa y esos mismos ojos esmeraldas que le hacían recordar a ella.

Lo que más le llamaba su atención fue aquellas orejas negras y su cola negra esponjosa moviendo de un lado para otra. Era una chica-perro quien se encontraba frente a él, no podia negarlo, sus mejillas se pintaron de rojo, era hermosa.

--¿Disculpa? --Hablo sorprendido.-- ¿Quién eres?

--Ayúdame por favor Ryoken --Habló.-- Ayer que te acompañe aquí algo me paso

--¿Ayer? --Hizo memoria cuando recordó.-- ¿Eres el perro que siempre me acompaña?

--Mi nombre es Yusaku, por favor ayúdame

Abrió los ojos sorprendido. Nunca imaginó que algo así le iba a suceder.