SONIDOS
Un solo respiro, un solo latido, pedía cualquiera de esos dos hermosos sonidos, cualquiera, no importaba cuál, solo deseaba escuchar uno solo, después otro… No pedía mucho ¿verdad?.
Esos sonidos que se acostumbro a oír por la noche mientras dormía, cuando se le acercaba y la tomaba de la mano, cuando la besaba, cuando la abrazaba, cuando se sentía agitada…
Por favor, por favor…
Repetía una tras otra vez en su mente, sentía su garganta seca, cerrada, hace horas que su corazón había dejado de ser escuchado por él. No era consiente de las presencias a su alrededor, esto no podía estarle pasado, no a él… no con ella. No ella…
- estará bien, la flecha estuvo lejos de su corazón –le estaba diciendo desde altas horas de la madrugada la anciana.
Pero él no escuchaba, la piel de ella se empezaba a enfriar, la sangre no paraba de salir de su cuerpo, el color cremoso se estaba perdiendo por un azul, un horrible azul, un azul que no espero nunca ver en la tersa, viva, caliente piel de ella. No oía nada de ella, nada… estaba desesperado, tenía ganas de sangre, las marcas moradas ya se encontraban en sus mejillas, sus ojos cambiaban constantemente de color, lo único que lo mantenía sentado, en esa cabaña de madera, era la cabeza de ella sobre su regazo, entre sus manos. Con los parpados cerrados, la boca entre abierta, las manos caían inertes a su lado..
No podía morir… simplemente por que no podía hacerlo…
Cerca del amanecer, todos se encontraba dormidos, con vendas ensangrentadas, cuerpos fatigados por los pasados dos días de batalla y lagrimas secas en sus rostros,, pero él no, no hasta que ella volviera a respira, volviera a vivir, le volviera a sonreír.
Nunca imagino, de hecho, ningún pudo haberse imaginado que lo ocurrido 50 años atrás pudiera volver a suceder pero sin trampa alguna de por medio, él ya había hablado con ella, ya le había expuesto todo… aun así… ella lo prefirió a su lado infeliz que a lado de con quien se encontraba haciendo una vida, una vida que estaba desapareciendo.
La exterminadora y el zorro lloraban durmiendo, el monje con pesadillas, todos en otro cuarto, pero el no podía hacer nada, si no acariciar su rostro, cabellos, como si se acariciara una pluma, y las comparaciones eran ciertas, sus garras y su piel.
Un sonido le alerto, uno suave, arrullador, uno que amaba, agudizo y AHÍ!, ahí estaba de nuevo, bajo su rostro hasta que sus ojos estuvieron a la altura de los de ella, aun cerrados.
Pum, Pum
Agrando sus ojos, otra vez, no era su imaginación, ahora vio su pecho vendado subir y bajar, un respiro entrecortado, luego un gemido de dolor.
Después, volvió a ver el café y azul mezclados, los ojos de ella de tantas tonalidad de acuerdo a sus sentimientos, emociones.
- duele –dijo y su rostro se humedeció más y sintió una suave presión en sus labios mojándolos ya que se encontraban resecos.
- lo se –dijo acariciando con las yemas de sus dedos el cuerpo de ella –lo se- dijo con una gran sonrisa.
- no, no lo sabes, si lo supieras no estarías tan contento –dijo haciendo un puchero-
- tonta –dijo él terminando de agacharse, la chica vio con asombro sus ojos enlagrimados pero los cerro al besarla, ella correspondió-
FIN!
Gracias por leer! =)
