¡Holiiiis! Os traigo un fanfic dedicado a Nate-nii :'D ¡disfruten!
Disclaimer: FT de Hiro Mashima.
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- Aquel Pequeño Dibujo -
- Por esos retratos de clase -
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—Y entonces colocamos la "y" y la sustituimos por "x"... — explicaba la profesora Erza.
La clase 1º B de ESO estaba a tercera hora de la mañana, apunto de ir al recreo. Los alumnos escribían con pesadez y sueño los rápidos apuntes de la pizarra. Romeo dormía encima de su escritorio, detrás de sus altos amigos. Su rostro estaba sobre los brazos, mirando a su compañera, Wendy.
Con pesadez, cogió un lápiz del estuche. Entonces observó a su amigo, dormido tan plácidamente. Abrió su cuaderno por otra página y el lápiz danzó inconscientemente por el papel.
La mina dibujó una barbilla levemente puntiaguda. Después, unos brazos ejercitados por el entrenamiento de fútbol. El pelo negro caía revueltamente sobre los brazos y perfilaban su rostro adolescente. Tenía cerrados aquellos ojos negros, así que trazó unas líneas con sombras. La nariz era algo puntiaguda y las orejas más anchas, herencia de su padre.
Wendy y Romeo eran amigos de la infancia. Sus padres son grandes amigos (Wendy rezaba para que ambos no decidiesen salir) y se mudaron a la misma escuela este año. Wendy aún recordaba divertida cómo Romeo se quejaba de su nombre. "¡Es que es demasiado cursi!" decía siempre. Ahora debía de estar dando gracias a su padre, ya que las chicas están "Wow, Romeo... suena a libro romántico". Wendy rompió su lápiz al recordarlo.
Al lado del dibujo detallado, escribió: "Porque tu dulce Julieta jamás seré..."
—¡Deberíais tomar ejemplo de Wendy, ella ha estado apuntando todo el tiempo! — regañó Erza a toda la clase, señalando con la tiza a Wendy.
—¿Yo...? Eh, sí... he estado apuntando... hahaha... — rió nerviosa Wendy al darse cuenta de lo que había hecho.
Shelia la miraba con picardía. Wendy sólo se sonrojó y pasó la página de la libreta bruscamente. Le esperaba un gran interrogatorio después.
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La campana resonó y Erza terminó de dar sus últimos apuntes. La clase lo celebró, sus clases siempre eran rápidas, difíciles y apasionadas. Todos se levantaron de sus asientos mientras Shelia espiaba a la profesora Erza y al profesor Jellal. Él sólo la saludó, y Erza respondió tartamudeando, corriendo por la escalera y llevándose por delante al pobre hombre de mantenimiento, Max (acabó fundiéndose con su escoba del alma).
Wendy se fue rápidamente de clase, necesitaba disipar el bochorno y volver a la normalidad. Romeo, mientras, se quedó en clase, rebuscando en el pupitre de Wendy.
—Dios... ¿dónde tendrá la libreta de mate esta mujer? — suspiró Romeo — me debe de cuando le dejé los ejercicios de lengua, no le molestará que coja su libreta para copiar los ejercicios — dijo convencido.
Una libreta roja cayó al suelo. Romeo la recogió y vio que era la de matemáticas. Buscó la fecha de ese día, sentándose encima de su pupitre. Pasó las páginas. sin prisas. A Romeo siempre le había gustado su letra, redonda y clara. Quizás porque su letra era una mezcla de rayas y curvas, todas juntas y pequeñas.
Pasó otra página al ver que había algo escrito a lápiz. Al pasarla, se sorprendió.
—¿Qué...?
Un dibujó de su rostro durmiente, hecho de manera minuciosa y detallada. Se puso rojo, comenzó a echar humo. ¿Por qué Wendy había hecho un dibujó de él? Simplemente el pensar que ella sentía algo parecido a lo suyo, lo ponía feliz, contento y con el corazón a mil por hora. Entonces, se fijó en una particular frase que había escrita de manera cuidada: "Porque tu dulce Julieta jamás seré..."
Cuidado, Cruz Roja, que hay un infarto en la escuela Fairy Tail. El aire dejó de fluir, la sangre no dejaba de subir y parecía que su corazón tenía prisa por atracar un banco.
—¿A-a-a-acaso...? — Romeo se planteaba así mismo la pregunta, rojo cómo un tomate. Tartamudeaba peor que un tartamudo.
Con gesto decidido, dejó la libreta en el pupitre y se fue a jugar al fútbol. De hoy no pasaba. Oh, claro que no. Y es que Wendy era una mentirosa, había escrito una gran mochila.
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¡Ring! El timbre de la última hora sonó tan estridente cómo siempre.
—¡Recordad la redacción para mañana! — dijo la profesora Lucy de la clase de lengua.
Todos se levantaron e iban con tranquilidad, charlando entre ellas. Shelia, junto con Wendy, espiaba por la ventana cómo el profesor de gimnasia, Natsu, prácticamente acosaba todos los días a Lucy. En cualquier clase que acabase en el recreo o en la salida, Natsu estaba plantado ahí, esperando a Lucy.
—¿Wendy, puedo hablar contigo un segundo? — pidió Romeo por detrás.
—Sí, dime ahora — dijo ella, con su característica dulzura.
—Em... preferiría que fuese a solas... — dijo Romeo, con cierta verguenza. Shelia los miró pícaramente.
—¡Oh, que cabeza la mía, Wendy! ¡Mamá me dijo que viniese pronto para sacar al perro! ¡Bye! — se despidió Shelia, diciendo con la mirada: "Me lo cuentas todo después".
El aula ya estaba vacía, sólo quedaban Wendy y Romeo. Ella estaba expectante, y Romeo respiraba con cierta dificultad. No, ahora no podía echarse atrás.
—Wendy... vi el dibujo... — confesó.
Wendy se puso roja y nerviosa. Debía haberlo pensado, Romeo siempre le quitaba la libreta para enterarse de los ejercicios. ¡Debía haber arrancado el dibujo! Ahora se arrepentía.
—Ah, eso... ¡s-si te molesta, lo tiro y-!
—¡No! — interrumpió Romeo. Wendy lo miró sorprendida. Los nervios estaban a flor de piel, e inclusive Romeo se sorprendió de su grito — No quiero que lo tires.
—¿Romeo?
—Wendy — Romeo levantó la mirada, decidido. Se acercó a Wendy la tomó por los hombros. Ella se había quedado sin voz — Siempre que sonríes para mí, haces ese puchero para mí, o alguna reacción sólo para mí... Se renueva mi esperanza. Y lo del dibujo a confirmado todas mis sospechas - cogió aire, para dispersar las ganas de ir al baño — ¡...Me gustas, Wendy Marvell!
Wendy era un perfecto cuadro abstracto. Rojo por un lado, ojos sorprendidos por otro, y el rápido pulso que se aceleraba cada vez más y más. Sin embargo, entre esa tormenta de reacciones, se encontraba una especial. Un ligero brillo con un deseo en aquellos grandes ojos, y un ligero e imperceptible cabeceo vertical fue una señal para Romeo.
Romeo se acercó, lenta y precavidamente, su rostro. Olía aquel perfume, una mezcla de geles y champú de frutas. Oh, era cómo un afrodisíaco para sus sentidos. Ambos estaban adorablemente sonrojados.
Más cerca.
Podían sentir sus respiraciones y latidos acelerados, cómo el ritmo de una canción.
Un poco más cerca, más.
Ahora rozaba aquellos labios. Eran suaves y resbaladizos, perfumados por aquel olor a fresa.
Un paso, un movimiento.
Wendy abrió leve y temblorosamente su boca, buscando los labios de Romeo, aquellos labios que saboreaban las manzanas cómo si no hubiese mañana. Romeo imitó aquel torpe movimiento inexperto.
Y chocaron con poca profesionalidad cómo inexpertos
Fue un beso pequeño, dulce y temeroso. Romeo la sujetaba por la cintura, acercándola. Poco a poco, acomodaron aquellos labios a los del otro, haciendo un movimiento más necesitado y pasional. Wendy se separó para poder respirar.
Ambos estaban sonrojados, y se miraron. Wendy tenía las manos en su pecho, y Romeo la rodeaba con posesión. Los ojos negros de Romeo admiraban los de Wendy con aquel color tan parecido al chocolate.
Y, en un arranque de nerviosismo, echaron a reír
Ella, en el pecho de él, y él, apoyado en la cabeza de ella en un gran abrazo. Aquel dibujo no era tan malo. Aquel nombre no era tan malo. Y tenían mucho que agradecer a ambas cosas. Oh, y responder las preguntas de Shelia, también.
