Saludos Amigos nos vemos de nuevo verdad, hoy les traigo mi adaptación del manga anime, JOJO bizarre adventure, dejen sus opiniones quetal.
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LOUD LOUD BIZARRE ADVENTURE
THE PHANTON LOUD.
El furioso trote de los caballos detenía su marcha a la orden de su líder de cuadrilla, quien parando el golpeteo de los cascos de aquellas poderosas bestias se encaminaba a lo profundo de aquel barranco en lo que sería una las noches más frías y lluviosas que había experimentado en mucho tiempo. Dio la orden de que un pequeño escudaron mantuviera su posición cuidando a la única pasajera que llevaban consigo dentro de la carreta, el resto junto a él se adentraría en la penumbra , dispuestos a develar la naturaleza de aquellas figuras que tanto habían llamado su atención a la lejanía.
-Señor es una accidente- Dijo el cabo, guiando a su capitán atraves del rocoso paramo.
Al llegar el capitán junto a su sequito pudo verlo, una maltrecha carrosa destrozada por el impacto de la caída era prueba de la tragedia que una noche lluviosa había provocado.
-El jinete murió, al instante al parecer, una mujer también una verdadera tragedia señor- Explicaba anonado uno de los hombres.
- Victimas de estas fuertes lluvias, la carrosa debió aumentar el galope de sus caballos, aquellos los condeno- El capitán, un alto caballero de rubia melena e imponente porte, admiraba con frialdad la escena de un desastre que manchaba la imagen de una nación que se encontraba al borde de la guerra.- Coronel reúna a sus hombres, investiguen la zona, quiero saber quiénes eran estar personas.
- ¡Encontramos otro¡Capitán Raichenkov¡
Se acercó con presteza al oír el llamado de uno de sus hombres quien entre las rocas iluminaba con una de sus antorchas el cuerpo de un caballero de edad adulta, escasa cabellera marrón y delgada contextura, a su lado un pequeño baúl de mano reposaba en el suelo.
-El baúl , que hay en él, soldado- Preguntaba sin apartar la mirada del contenedor.
- No…no lo sé pero…puedo abrirlo señor- Con un pequeño ademan del capitán como respuesta , el soldado golpeaba con la culata de su rifle la cerradura. Dos golpes bastaron para abrirla, en su interior, cubierta de un rojo terciopelo un cáliz de extraños grabados se revelaba.
- Es un vaso y tiene la marca de…, ¡Señor nuestros ignotos son ingleses¡-
-Ingleses- Repetía con calma, antes de oír otro de los desesperados llamados de uno de sus soldados.
- Señor…señor…un bebe, hay un bebe en los brazos de la mujer, ha sobrevivido- Sin esperarlo, aquel desolador panorama se tornaba esperanzador, pues en él un pequeño bebe sobrevivía ante tal catástrofe.
Pero el sino suele ser incomprensible, en lo que era una tragedia de un solo sobreviviente un agónico llamado a los pies del hombre, le mostraba la verdadera conclusión de tal escena.
-Ayuda…ayuda- Rogaba entre gemidos agónicos, el hombre de castaña cabellera.
-Señor, el caballero sobrevivió que hacemos- Preguntaba intrigado otro de sus hombres a su capitán, quien manteniéndose estoico, no respondía ante tales cuestionamientos.
- Nada- Respondió con frialdad – La madre Rusia, cuida de sus hijos, no de extraños forasteros, recojan todo nos…- No pudo concluir, el sonido de una palma golpeando su mejilla era todo lo que retumbaba por aquel barranco.
- Como puedes, como puedes siquiera pensarlo- Una dama, de delicada contextura, hermoso rostro y larga cabellera rubia, encaraba al frio capitán con la fuerza de sus palabras, y su palma.
- Lyudmila…
-Tonterías, acaso tu patriotismo te ha segado- El no respondió- Lo sabía, bueno a mí no
Pidiendo la luz de uno de los hombres, tomaba con cuidado al hombre entre sus manos dispuesta a darle toda la asistencia necesaria.
-Mi…mi amada Rita, mi hijo, están bien…están bien- Preguntaba acongojado con la poca energía que le quedaba.
Con pena la mujer dudaba si responderle, si revelarle el sucedido.
-La dama falleció- Respondía sin culpa alguna, el capitán, al tiempo que tomaba con sus propias manos la antorcha que iluminaba la asistencia- Pero su bebe, el sobrevivió
- Mi amada Rita- Decía entre lágrimas -Mi pequeño…gracias por salvarlo…no…quiero olvidarlos, almas bondadosas díganme su nombre, que el mío es Lynn, Lynn Loud.
- No podría, señor Loud- Respondía el capitán con una palpable culpa, ante la mirada de su mujer y las palabras del caballero.
- Mi honor me lo exige, por…por favor…
- Raichenkov - Respondía la mujer- Él es el capitán Raichenkov de la guardia real, yo soy su esposa
- Raichenkov … Raichenkov …- Balbuceaba- Nunca olvidare ese apellido, pues juro por mi honor y el de la Familia Loud que mi deuda con ustedes será eterna- Dijo el hombre antes de caer inconsciente.
Aquella noche un juramento fue hecho, uno que sellaría el destino de todo un legado, el destino de los Loud.
-o-
El Sino suele ser misterioso en su actuar, aun si aquel se encuentra marcado bajo la estrella que guiara nuestro rumbo por este pasajero mundo puede llegar a ser impredecible, tan encantadoramente peligrosa, tan tentadoramente fortuita.
Habían transcurrido siete años desde aquella promesa, aquel capitán que junto a su esposa en el pasado había socorrido aquel ingles aristócrata, vivía ahora una de las peores crisis que su carrera pudiese vislumbrar. En las calles de la gran Rusia se hablaba ahora de una revolución, de una muerte y una traición, el capitán Raichenkov siendo uno de los más importantes rostros del poder no era ajeno a esto, su labor se había tornado agria y violenta, en el rostro de aquellos a quienes comandaba podía observarla el miedo, el terror a que todo acabase. Con la frente en alto, su valor y su honor no vacilaban, protegería todos a quienes amaba, a su mujer, a sus hijas y a sus únicos varones de todo aquel que buscase destruir aquello por lo que luchaba.
Era fiel, al imperio y al zar, Alejandro II, un hombre al que le debía tanto su honor como su admiración, una fidelidad incuestionable, una fidelidad que sellaría su destino.
Ocurrió una tarde en el más frio de los días, uno que parecía vaticinar la tragedia encarnada que fuese aquel atentado. Revolucionarios atacaron de improviso, arrojando bombas detuvieron el camino del carruaje donde su majestad se transportaba. Raichenkov actuó de inmediato tomando el control de un pequeño grupo se dispuso a reducir a los atacantes, un error por el que pagaría, uno que su destino había vaticinado, a los pies de su majestad otra bomba explotaba, pintando de carmesí la nieve que cubría las calles de San Petersburgo.
El zar había muerto.
-o-
No podía entender la razón de la angustia, ni de las acaloradas discusiones de sus padres, habían abandonado la capital, su ciudad, su hogar, ahora vivían en una pequeña cabaña que fuese en el pasado de sus abuelos, Natasha la mayor de sus hermanas, cuidaba de ellos, arropando a cada uno con amor les daba las buenas noches con una sonrisa que nunca olvidaría.
-Descansa Alexander- Le decía Natasha arropándolo.
- Natasha- Preguntaba Alexander, el penúltimo hijo de la familia, un pequeño de ojos vivaces, mirada decidida y rubia cabellera.- Mañana volveremos, regresaremos a casa
- Alex- Le respondía con un poco de pena- Alex, papá quiere lo mejor para nosotros, lo sabes verdad
- Si…- Respondía el niño.
- Entonces solo tenemos que confiar en él, vas ver como todo se arregla, solo tienes que recordar lo que dice papá
- Nunca temer, nunca dudar, nunca bajar la cabeza si aquello por lo que luchas te lo dictamina tu corazón- Repitieron al unísono.
- Que descanses mi principito escarlata-
Aquella noche durmió plácidamente, soñó con aquel mundo maravilloso que parecía esperarle a la vuelta de la esquina, con el amor de su familia, con la paz de una noche tranquila, un sueño que nunca volvería a repetir.
-o-
Esa noche irrumpieron en el palacio del príncipe escarlata, hombres bajo al nombre del difunto Zar y la madre patria. Acusando al señor de aquel lugar de alta traición, de quien tomarían para sí a su dama en venganza, pues juraron que cada uno de ellos tendría su revancha sobre el cuerpo de la amada del gran capitán.
Eran cerdos asquerosos, una piara desbocada que se embelesaba con cada grito, con cada maldición, seres deleznables, monstruos oportunistas que cual plaga de langostas consumían la pureza de cada una de la hijas del señor con una sonrisa en su rostro al tiempo que haciendo oídos sordos a toda suplica o a todo ruego golpeaban sin cesar sus rostros regodeándose de sus morbosos logros sobre la bandera de la gran madre patria, tres tiros, uno para cada una, fue lo que necesitaron para acabar con sus vidas al sentir su cuenta saldada, pero no para el señor y su dama, para ellos un destino deparado solo para los traidores los aguardaba tras aquel hermoso árbol que en el pasado siendo solo un niño, aquel valeroso capitán plantase . Así pues, como corderos, fueron colgados, uno al lado del otro.
El traidor y su golfa han caído, cantaban los verdaderos traidores, arrojando a las llamas aquella bandera que con tanto valor aquel honorable caballero había protegido y respetado
Él pudo oír cada palabra dicha, cada blasfemia dada sobre aquellos a quienes amaba, quería llorar, quería gritar, lo más fuerte y profundo que su corazón se lo permitiera, pero ella no se lo permitia. Tomándolo en brazos Natasha, lo cuidaba, buscaba protegerlo de aquella mal, de alejarlo de las sombras de aquella oscuridad que arrebataba dentro de si todo pizca de humanidad.
Juntos corrieron a los establos, donde tomando al más rápido de sus corceles, cabalgaban lejos de aquel infierno. Ellos pudieron verla al salir a toda velocidad de la tierra de su padre, la última de las hijas del capitán, la última de su linaje de "traidores", a quien todo galope perseguirían por los nevados caminos que recorrían el lugar.
Con el terror dibujado en su rostro Natasha cabalgaba junto a su pequeño hermano Alexander , a lo más oscuro y profundo del bosque, esperaba despistarlos, una idea que perdía sentido al oír el violento galope de las bestias de los verdaderos traidores.
Sin esperarlo Natasha detuvo su marcha, bajo de la montura y tomo el rostro de Alexander con ambas manos, esperando que este entendiera que este era le final.
- Natasha sube tenemos que huir, porfavor sube-le rogaba el niño sin poder contener el pavor en sus palabras.
Con una sonrisa que nunca olvidaría, Natasha, la mayor de sus hermanas le daba el ultimo recuerdo de su amor eterno e incondicional.
-Nunca temas-
-Nunca dudes-
-Nunca bajes la cabeza ante nadie, mi amado príncipe escarlata, pues la única voz que has de escuchar es la de tu corazón- Dando un golpe al corcel, dejaba que este corriese sin rumbo lejos de aquel infierno donde dejaba todo aquello que algún día amo. Un disparo fue todo lo que pudo oir a la lejanía, antes de romper en llanto, antes de renegar de todo, de maldecir su sino, de jurar que el tallaría uno, un destino, con sus propias manos, pues no temería, no dudaría y no bajaría la cabeza ante ningún otro hombre, pues él era Alexander Raichenkov, hijo del valiente capitán Dimitri Raichenkov y la honorable doctora Lyudmila Ivanisevic, el hombre que se alzaría sobre todos los hombres.
