Bienvenidos, los personajes de Twilight no me pertenecen, la historia es completamente de mi autoría, y los poemas que saldrán en cada capítulo son de Jairo Aníbal Niño, de su libro "La alegría de querer", los uso para el desarrollo de la historia.

Canción del capítulo y la cual inspiró esta historia:

En mi corazón viviras de Phil Collins


EN MI CORAZÓN VIVIRÁS

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Capítulo I

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CUANDO LLEGUÉ DEL COLEGIO

Cuando llegué del colegio

Me quité los zapatos,

Dejé en el suelo la maleta donde cargo útiles y libros,

Me senté en el viejo sofá que me gusta tanto,

Llamé a mi gato para acariciarlo

No quise almorzar ni hablar con nadie

Y le sostuve la mirada al retrato de Batman

Que tengo pegado en la pared

Más allá de la ventana pasó un color tan rápido

Que solo alcancé a ver un pedazo de pájaro o de mariposa.

Saqué del bolsillo de la camisa una hoja de cuaderno

Donde ella había escrito su nombre.

Es blanca, de trenzas, se llama Isabella, se ríe lindo,

Y tiene siete años como yo

Estudia en segundo A,

Y al recordarla

Sentí un corrientazo por dentro

Como si me empezara a doler

El estómago del corazón.

Jairo Aníbal Niño

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Era un día soleado, como pocas veces sucedía en Forks, y no solo el sol había salido, parecía un día especial.

Mamá salió del carro y me ayudó a bajar de mi puesto en la parte de atrás, tomó mi mano para ir a dejarme hasta la puerta de la escuela.

—Mamá, ya soy niño grande, no hace falta que me tomes de la mano. —susurré hacia ella, soltándome de su agarre, mirado hacia todos lados, viendo si algún compañero me había visto.

—Claro que eres niño grande, Edward, pero siempre serás mi bebé —dijo cuando llegamos a la puerta. Se acuclilló para estar a mi altura y estampar sus labios en mi mejilla.

—¡Mami! —refunfuñé. Ella solo sonrió y trató de peinar mi cabello alborotado.

De repente, justo al lado, siendo arrastrada por una señora con cara de perro, pasó rápidamente una hermosa niñita, con un delicado vestido rosa y con su cabello castaño trenzado a los dos lados de su cabeza, su dulce y rico olor llegó a mi nariz y cerré los ojos para sentirlo mejor mientras aspiraba el aire que la seguía. Sonreí, y sin siquiera despedirme empecé a seguirla, escuché el grito de mamá tras de mí.

—Paso a recogerte en la tarde, cariño. —Solo asentí mientras me apuraba a correr, pues casi perdía de vista a la niña. Una gigante sonrisa se estampó en mis labios cuando me di cuenta frente a que salón se habían parado.

—Isabella, no me hagas berrinches, que bien sabes lo que te espera en casa si me haces una escenita —amenazó, la pequeña niña asintió en silencio mientras muchas lágrimas escapaban de sus brillantes ojitos chocolate.

—Pasarás a recogerme... ―su voz era temblorosa, entrecortada.

—Sí, pasaré por la tarde. Como si pudiera deshacerme de ti —le dijo la mujer de cabellos rubios en un tono malhumorado sin dejar que ella terminara. —Ahora entra ahí, que tengo que irme —dijo antes de pararse y empujar de su hombro, lo que logró que la niña llorara más, en silencio.

La mujer dio media vuelta y se fue, pasando por mi lado, empujándome un poco, pero eso no me importaba, lo que si me tenía con verdadera rabia es que haya empujado a la niña, que por lo que oí se llamaba Isabella. Bonito nombre, pensé mientras me acercaba a ella, que se había quedado parada en el umbral de la puerta, llorando desconsolada, viendo hacia donde la mujer se había ido.

—Hola. —Le sonreí mientras estiraba mi mano, como me había enseñado papá, en forma de saludo.

Apenas Isabella vio mi mano frente a ella se encogió y cerró fuertemente los ojos.

—No me pegues, por favor —tartamudeó.

—No nena linda, no te voy a pegar, solo quiero ser tu amigo. —Sus hermosos ojos brillosos se abrieron de sopetón, me vio de forma extraña, dudosa, y se restregó los ojos.

—Nadie quiere ser mi amigo —dijo entre hipidos.

—Pues yo sí quiero serlo —le sonreí, era una niña muy linda y en el momento que me devolvió una media sonrisa me pareció la niña más linda del planeta…, no, del planeta no, del universo entero. Así de grande como papá siempre me decía que era, infinito.

Mi mano seguía extendida mientras sus ojos saltones me seguían viendo con sorpresa y curiosidad. Dubitativamente alzó su pequeña y delicada mano para juntarla con la mía. Sin pensar en lo que realmente estaba haciendo, la halé para estrecharla entre mis brazos.

—Soy Edward —susurré sobre su cabello, dándole un beso en la cabeza, como mi mami lo hacía, y bajo mis labios, sus hebras castañas se sentían suaves y olorocitas.

—Soy Bella —respondió de forma apagada contra mi pecho, envolviendo también sus brazos entorno a mi cuerpo.

La maestra Maggie nos llamó para que entráramos mientras tocaba la campanilla, así que con el pañuelo que mamá había guardado en mi bolsillo le limpie la carita a Bella antes de tomarla de la mano y llevarla hasta un pupitre junto al mío.


Y bien, hasta aquí llego, por hoy. ¿Qué les pareció? Serán capítulos cortos, pero actualizaré seguido, tengo varios capítulos pero no terminada la historia, no me pude aguantar publicarla, no dejaré olvidado al torerito, que quede claro.

Totalmente dedicada a mi querida Sol Cullen, con mucho amor.

Invito cordialmente a que se unan a mi grupo en Facebook, link en mi perfil.

Muchas gracias por leer.

Beijos

Merce