Disclaimer: Ningún personaje me pertenece, son obra y creación de Kohei Horikoshi.

Hago esto porque quiero, porque me gusta. No intento ofender a nadie en el transcurso de la historia, solo despejar mi mente y poder encontrar un poco de paz.

Es una pareja poco convencional, creo. Pero me agrada, me llamaron la atención y quiero desarrollarlos. Espero poder alcanzarlos con mi relato, que se relajen y disfruten.

No estaba segura de la clasificación del fic, yo creo que tira más al Angst, pero los capítulos lo dirán mejor que yo.

Esta historia no se va a desarrollar siguiendo la cronología del canon a la perfección, diría yo que es un AU no muy alejado de lo real. El canon me encierra, me priva de poder escribir con mayor libertad. No creo tocar lo épico de la historia, para eso está el manga que lo va a hacer, sin dudas, mil veces mejor que yo.

Debo advertirles que muy probablemente vuele con los personajes, prometo aferrarme a lo más canon que pueda.


Prólogo

"Flores"


Mamá… Incluso si ella no quiere, la rescataré de este lugar.


Todoroki tragó saliva, recordando con amargura las palabras que se había dicho alguna vez, cuando aun era un niño y tenía algo en lo qué creer.

Allí, en aquel cajón que yacía en el centro de los invitados, se enterrarían los anhelos y los sueños que consigo arrastró, que en vano conservó.

Qué superfluas podían ser las palabras, qué ligeras podrían llegar a ser, cuando no se consumaban en una acción real.

—¡Shoto!

Su hermana lo alcanzó, sosteniéndose de su saco como si de pronto fuera a caer. A pesar de ser la mayor, de ser la que mayor fortaleza mental debía mostrar, se encontraba débil, destrozada, aferrándose a él como su nuevo pilar. La escuchó sollozar, apoyándole la cabeza en su hombro, buscando el consuelo que difícilmente le podría dar.

Porque estaba, pero a la vez no estaba. Se encontraba parado en aquel funeral, pero en realidad volaba muy lejos de allí. Las personas podían verlo, pero él no las distinguía a ellas.

—Hay muchas flores —susurró, obnubilado por la realidad—. Nunca he visto tantas.

Las lágrimas de Fuyumi comenzaron a mojar el hombro de su camisa en una dulce tristeza, ahora silenciosa.

Aquella tarde era gris, parecía a punto de llover. Y Todoroki lo creyó conveniente porque, para él, no había razón para que el cielo estuviera feliz.

El cuadro que tenía en frente contrastaba con su alrededor: el ataúd resplandecía en la más fina de las maderas y en el brillo más caro de su capa de barniz. Su dorso estaba cubierto por un tejido muy fino, que le daba aspecto bello y delicado, vistiendo la más cruel de las mentiras. Queriéndoles hacer creer que dentro de él no se hallaba la mayor de las desgracias.

En aquel funeral, se irían sus anhelos más deseados y con él llegarían las promesas sin cumplir, la culpa más recalcitrante y la desolación más existencial.

Y Shoto Todoroki lo supo.

A partir de entonces, estaría vacío.


—Estoy roto. No tengo nada… Nada de nada.