Disclaimer: Beyblade no me pertenece, por desgracia.
N/A: Se realizan actualizaciones en los fics, pequeñas correciones de errores.
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La enorme ciudad mostraba su esplendor ante mí. Fue decisión de Mariah mudarnos a la gran manzana, cosa que no le refuté; después de todo no me parecía tan mala idea. Era un tranquilo domingo por la noche y caminábamos por las ostentosa calle de la 5th Avenida, deslumbrando nuestros ojos con los brillantes aparadores de las tiendas más costosas del mundo. Mi vida no podía ser más plena en ese momento. Tenia una hermosa prometida que amaba con ternura, un perfecto departamento ajuste con nuestras necesidades y un nuevo empleo en la enorme ciudad.
Cruzábamos una calle saturada por el tráfico, cuando me percaté de un lujoso automóvil deportivo esperando a que el semáforo cambiara. No fue la despampanante rubia en el auto, sino el conductor a su lado quien más llamó mi atención. Se trataba de un apuesto hombre con cabellos grisáceos y azulados quien me miraba detenidamente. Al momento de que nuestras miradas se encontraran un choque eléctrico hizo vibrar cada parte de mi cuerpo. Sin duda me había topado con los ojos rojizos carmesí más bellos que jamás hubiera visto. Aunque fue cosa de segundos, sentí una fuerte atracción por aquel desconocido hombre. El semáforo cambio de repente a verde y aquel auto se alejó velozmente perdiéndose a la distancia entre la enorme cantidad de automóviles que también circulaban en la ciudad. Unas horas después ya me causaba gracia el recordar aquella tonta atracción por dicho desconocido. Borré de mi mente aquel 'amor a primera vista', al fin y al cabo era imposible que volviéramos a encontrarnos. Viviendo en una ciudad como era New York las posibilidades eran nulas.
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La mañana era fría y nublada, que mal clima para mi primer día de trabajo. Justo a tiempo logré llegar a un impresionante edificio frente al Central Park; sede de Edern, famosa y reconocida compañía del mundo de la moda. Había conseguido trabajo como asistente de presidencia gracias a mi mejor amigo Max Hale, el más excéntrico diseñador de modas de dicha empresa. Nuestra relación era como la de hermanos, ya que nos conocíamos desde que éramos un par de niños tontos con sueños de grandeza. Él desde luego había logrado llegar a la cumbre de su carrera.
- Casi haz llegado tarde. Debes de cuidar la puntualidad en este lugar si deseas mantener este trabajo. – Trató de sonar molesto, me miró detenidamente y arregló mi corbata. - Mira que me ha costado conseguirte este puesto en la compañía. -
- Lo sé, Max. – Sonreí tímidamente. Llevábamos un par de años sin vernos y al parecer no había cambiado en nada, cosa que me alegró mucho.
- Bien, ahora debo presentarte a los jefes. Te advierto que los dos son un tanto especiales. - Suspiró con cansancio y sonrió, pero desde luego no descarté el tono de voz que había usado al referirse a ellos.
Subimos por uno de los cuatro elevadores que había en el edificio. Llegamos hasta el último piso, pasando entre un considerable número de escritorios. Todas las secretarias eran muy hermosas, luciendo como verdaderas modelos. Me sentí un poco nervioso al darme cuenta que tal vez yo seria el único hombre trabajando en ese lugar. Al final del pasillo estaba la sala de juntas. Max entró primero y yo detrás de él tratando de dar una muy buena impresión. Había dos hombres elegantemente vestidos de traje, el moreno peliazul sonreía abiertamente mientras me inspeccionaba de pies a cabeza.
- Tiene buena pinta, al parecer encajará muy bien en la compañía. – Declaró finalmente sonriendo, por lo que me sentí un tanto tranquilo. Enseguida volteó dirigiéndose al hombre a su lado. - ¿Qué dices tu, Kai? Siempre haz tenido mejor ojo que yo para ver el talento en las personas. -
Entonces me di cuenta que la otra persona a su lado era nada menos que ese hombre del automóvil deportivo. Mis músculos se tensaron notoriamente, poniendo una cara entre sorpresa y espanto. Mi reacción causó una adorable sonrisa en él, se puso de pie y antes de salir por la puerta volteó hacia su socio.
- Es perfecto. -
Aquellas simples dos palabras me hicieron sonrojar. ¿Aquello había sido algún tipo de halago o una insinuación?
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Después de que una de las secretarias principales me diera un tour por el edificio, comencé con mis labores en la compañía. Pasé casi medio día ordenando un montón de papeles en un pequeño escritorio situado entre las dos oficinas de mis ahora jefes. Tenía un trabajo importante en aquel lugar así que me esforzaba por no defraudar a nadie. En mi comunicador sonó la simpática voz del señor Granger solicitando mi presencia en su oficina. Sin tardar nada entré en la habitación y esperé paciente las órdenes del importante hombre de negocios que se encontraba frente a mí.
- ¿Puedo ayudarle en algo, señor? – Traté de sonar lo más natural posible, aunque por dentro me estuvieran carcomiendo los nervios.
- Desde luego, Ray, para eso te he llamado. – Sonrió burlonamente mientras extendía su mano señalando la esquina de su escritorio.
- Lleva esos documentos a Kai para que los revise y firme. -
- Enseguida – Un poco apenado tom é los papeles y salí rápidamente. Con un temblor ligero en las rodillas caminé hasta la otra oficina. El sólo imaginar estar ante la presencia de ese peligris me provocaba mariposas en el estómago. Después de tocar tímidamente la puerta escuché decir un "Adelante" por lo que entré sigilosamente en el despacho.
- Disculpe que lo interrumpa, señor. –
- Permíteme un momento, por favor. - Me acerqué con cautela, él se encontraba caminado de un lado a otro en la habitación mientras hablaba tranquilamente por teléfono. Segundos después terminó la llamada y se quedó quieto viéndome fijamente.
- ¿Sí? -
- Emm, pues, sólo le traía estos documentos que el señor Granger quiere que usted firme. - Mi voz denotaba un nerviosismo inconfundible. Evitaba a toda costa verlo a los ojos, aunque sabia muy bien que él no dejaba de observarme con detenimiento.
- Me gustaría que dejaras a un lado el formalismo y me llamaras simplemente por mi nombre. Soy Kai, no necesitas hablarme de usted. – Una coqueta sonrisa salió de sus labios. - ¿O a ti te molesta que te tuteé? -
- N-no. Al contrario, me siento mucho mas cómodo. Agradezco la confianza. -
- Bien, Ray, ¿cuáles son los papeles que Tyson quiere que revise? – Cuando menos lo esperaba se acercó demasiado a mi. Me sobresalté tanto que dejé caer al suelo todo lo que traía en las manos.
- Lo siento muchísimo, pero que torpe soy. -
- Permíteme ayudarte. –
Al igual que yo, se acuclilló para también recoger los papeles regados por el piso. Estábamos demasiado cerca, tanto que podía oler claramente su deliciosa colonia. Por un momento me distraje, perdí el equilibrio y me balanceé hacia atrás; pero antes de caer de espaldas pude sentir como Kai me jalaba firmemente. Nuestro contacto duró más de lo esperado. Sus suaves manos no dejaban de sujetar las mías con fuerza. Entonces levanté mi mirada para toparme con esos hermosos ojos ligeramente rojizos clavados en los míos. Un nuevo escalofrío recorrió mi cuerpo al sentir como su mano subía a mi rostro y se posaba en mis mejillas.
En mis ojos se veía claramente un velo de confusión y timidez que hacia juego con mi rostro sonrojado. De repente vi como todos mis sentidos se concentraban en esos dulces labios que rozaban suavemente los míos. No sabía por que pero un extraño impulso me impedía alejarme de Kai, no quería dejar de besarlo. En menos de un segundo el peligris se encontraba sobre mí sin soltarme ni un instante mientras su lengua tibia jugueteaba en mi boca. Cuando sentí el peso de su cuerpo sobreponiéndose al mío me invadió el terror. ¿Qué demonios estaba haciendo? Estaba en medio de la oficina de mi jefe, besandole mientras él me acariciaba apasionado. Me paralicé unos instantes. "No puede estar pasando esto", pensé molesto reprendiéndome de nuevo. "No sólo es tu nuevo jefe, pedazo de imbécil... ¡sino que es un hombre!". Haciendo acopio de todas mis fuerzas lo alejé de mí. Él me miró detenidamente con esos profundos ojos carmesí -los cuales me estaban enloqueciendo- y con un semblante sumamente serio.
- ¿Pasa algo? - Preguntó inocentemente. Malditos ojos, maldita sonrisa, eran irresistibles.
- L-lo siento mucho, s-señor Hiwatari... Esto ha sido un error. Vera, yo soy un hombre y... usted es... -
- Estoy consciente de lo que ambos somos, mas eso no impide que me gustes, Ray. - La sangre se me heló. ¿Acaso mis oidos me engañaban? Él había dicho que YO le gustaba. ¿Yo? un hombre común y corriente. ¡Un hombre por dios! ¿Como era posible? Tragué saliva lentamente mientras mis mejillas se encendían. - ¿Hay algún problema con que yo sea un hombre? - Y esa sonrisa de nuevo, joder.
- Y-yo... no... D-discúlpeme... - No entendía nada, la cabeza me daba mil vueltas. Todo estaba pasando tan rápido. Sin saber que más hacer o decir salí de la oficina. Estaba demasiado confundido y necesitaba aire fresco para aclarar mis ideas. Subí todas las escaleras del edificio hasta llegar a la azotea, sintiendo el fuerte viento de tal altura golpeándome sin piedad. Me paré cerca de la orilla viendo ante mí un hermoso panorama de la ciudad bajo mis pies. De repente una lágrima salada recorrió mi mejilla, la cual limpié con coraje. ¿Que carajos esta pasando conmigo?
- ¿Ray? - Murmuró una voz conocida detrás de mí.
- M-max... ¿Q-que haces aquí? - Mi voz flaqueó mostrándole mi patético estado de debilidad y confusión.
- Te vi correr hacia acá y sospeché que había pasado algo. - Se acercó a mí sin apartar sus cristalinos ojos azules de mí.
- ¿Estas bien? -
- S-si... Todo esta bien, sólo necesitaba aire... - Sonreí lo más falso que pude.
- Vamos, Ray. Nunca has sido bueno para mentir - Sintiendo como mis rodillas temblaban no pude soportar más y me abalancé a sus brazos. Clavé mi rostro en su cuello y sollocé como niño sin sentir pena alguna. Estando con Max podía mostrarme tal cual era, un muchacho frágil con sus emociones a flor de piel. Él me abrazó con ternura mientras acariciaba mi cabello tratando de tranquilizarme. - Tomemos una taza de café. Así me contarás con calma lo que ha pasado -
- B-bien – Max era mi mejor amigo, pero ¿estaría bien contarle lo sucedido con el jefe? Temblé asustado. Y ¿qué pensaría Max de mí cuando se lo dijera?
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Así es, ahora me ha dado por revisar todos mis fics y renovarles pequeños errores como de ortografia, correcion gramatical, etc. De antemano agradezco el cariño con el que han recibido este fic. KaiRay es una de mis parejas favoritas de Beyblade, me divierte escribirlo así como espero que a ustedes igual al leerlo.
Pues con esto podrán disfrutar mejor de las historias, siendo más facil de leer o dandole un toque más elegante al formato.
Gracias por sus comentarios, me hacen feliz. Con amor, Roshio.
