Prólogo
El chico de cabellera verde caminaba tranquilamente por los pasillos de su hogar en busca de su madre, sabía que dentro de unos minutos se iría a aquel viaje de negocios y todo por él, sabía que no la vería en tres meses pero se alegraba de saber que contaba con su apoyo a pesar de sus incontables defectos, así que al menos quería despedirse antes de que aquel extraño llegase a la casa.
—¿Mamá? ¿Estás ahí?—
—¿Oh? ¡Izuku, cariño! Ya tengo que irme, iría a despedirme en seguida pero veo que te adelantaste—
—Así es, lo siento, espero que te vaya muy bien—
—Sabes que así será, no importa qué pero conseguiré aquel dinero ¿De acuerdo? Lo prometo cariño—
Tras decir estas palabras la mayor se lanzó a los brazos de su hijo quien no estaba preparado para tal acción a lo que se tambaleó un poco pero alcanzó a apoyarse con algo de torpeza aceptando el abrazo de aquella mujer que había comenzado a llorar en su pecho buscando consuelo, le dolía ver así a su madre pero no podía hacer nada más que quedarse junto a ella y aceptar sus decisiones como por ejemplo aquella de dejar a un chico desconocido cuidándolo, por cierto ¿Cuándo se supone que llegaría?
—C-cariño—se apartó de su pecho limpiando sus lágrimas soltando algunos sollozos de por medio —E-el chico que vendrá a cuidarte... Se llama Katsuki... S-su madre Mitsuki es una gran amiga mía así que n-no te sientas presionado, e-es alguien de confianza—
—Pero... ¿Le dijiste por qué tendría que...?—
—¡N-no! Izuku, tú me pediste que no les dijera nada y lo cumpliré, sólo... Por favor cuídate—
—Sí mamá, no te preocupes— le regaló un ligera sonrisa
—Hablo en serio Izuku, la última vez...—
No alcanzó a terminar de hablar cuando se escuchó el timbre a lo que ambos se dirigieron a la puerta, uno de ellos caminando con calma, sabiendo de quien se podría tratar...
—¡Katsuki! Me alegra que hayas llegado, adelante, mi hijo está ahí—
La mujer le dió la pasada mientras señalaba a su hijo quien optó por bajar la mirada con un ligero sonrojo mientras levantaba su mano en señal de saludo, por otro lado, Katsuki soltó un bufido de molestia entrando a aquel lugar, y pensar que tendría que perder sus tres meses de vacaciones por cuidar a ese crío, aunque para ser honesto tendrían como mucho uno o dos años de diferencia... ¡Pero aún así! Maldita Bruja
—Tsk... Bien ¿Hay algo que deba saber?—
—No... ¡Oh! Izuku no sabe cocinar... Espero no te importe—
Mentía, por supuesto que Izuku sabía cocinar y a decir verdad lo hacía bastante bien pero prefería ser precavida, no quería que su hijo sufriera algún tipo de accidente con el fuego de la cocina y eso le frustó bastante al peliverde, su condición no quería decir que fuese un inútil.
—Bien ¿Algo más?— preguntó con cansancio
—N-no... ¡Muchas gracias por tu ayuda Katsuki, dale saludos a tu mamá cuando hables con ella!— le sonrió volteando ahora en dirección a su hijo —¡A-adiós cariño, vuelvo en tres meses!—
Sabía que si seguía ahí lloraría nuevamente por lo que decidió salir rápidamente de la casa dando un fuerte portazo lo cual estremeció al nombrado, había un silencio incómodo y no sabía como romperlo por lo que prefirió quedarse quieto en su lugar esperando alguna acción o palabra del mayor.
Bufó maldiciendo internamente a su madre tanto como le fuese posible, perdería sus vacaciones, se quedaría en esa casa y cuidaría de un mocoso que ni siquiera le dirigía la mirada ¿¡Por qué mierda no lo miraba!? Se acercó dándole un leve empujón en el hombro.
—¡Hey! ¿Qué mierda se supone que haces? ¿Acaso no sabes hablar, bastardo?—
—¿Uh? Y-yo...—
—Con que si hablas... Tsk... Bien, me llamo Bakugou Katsuki ¿Y tú debes ser Izuku, no es verdad?—
—S-sí... Midoriya Izuku, un gusto—
—Como sea, sólo estoy aquí por la vieja bruja así que eso es todo ¿Me oíste?— vociferó
—E-está bien... ¡Oh! ¿Quieres... Ir a ver tu habitación?—
—Yo puedo buscarla por mi cuenta— reclamó con superioridad —Pero en estos momentos estoy muy cansado para hacerlo así que está bien— se encogió de hombros restándole importancia a la par que desviaba la mirada
—Sígueme—
Katsuki rodó los ojos y optó por seguirlo a un paso jodidamente lento para su gusto pero no dijo nada, después de todo, había dicho a su madre que se comportaría con ese mocoso si lo dejaba en paz así que a pesar de su irritabilidad intentaría aguantar un poco más.
Al llegar a una puerta del primer piso vió de reojo como el peliverde recorría la mitad de la puerta con su mano hasta llegar al pomo y abrirla... Un tipo mudo, lento y raro ¿Qué mejor que eso? ¿Ahora saldría con que es un maldito nerd acaso?
—¿A-aquí es?... Se supone que es la habitación de invitados pero mamá se encargó de limpiarla antes de que llegaras—
—¡Quítate inútil!—
—¿Huh?—
—Hazte a un lado que no me dejas pasar—
Un empujón fue lo único que sintió antes de caer al piso, en serio le había dolido bastante pero Katsuki sólo lo miró con fastidio ¡Ni siquiera le había golpeado tan fuerte! Lo ignoró rotundamente y simplemente entró a la habitación observandola detalladamente, incluso podría decir que era casi mejor que la suya pero claro, jamás admitiría tal cosa.
Izuku por su parte sintió un fuerte mareo estando totalmente desorientado, no pronunció palabra alguna y optó por tantear la pared a su lado comenzando a levantarse con lentitud, volteó la mirada en todas las direcciones estirando su mano buscando un punto en concreto que se encontraba en la mayoría de paredes, justo a la mitad.
Soltó un suspiro de alivio y prefirió dejar al chico solo en aquel lugar comenzando a dirigirse al segundo piso que es donde se encontraba su habitación lanzándose a la cama bruscamente lo que nuevamente generó un mareo pero al encontrarse en su pieza no tenía porque preocuparse; tenía los ojos pegados al techo pensando en aquel recién llegado, en seguida notó su explosivo carácter al tan sólo oír sus firmes pasos acercándose hacia él con superioridad, algo que en cierto punto le molestó pues detestaba aquel sentimiento de sentirse inferior al resto, pero no podía decir nada, después de todo, robaría tres meses del valioso tiempo de aquel chico y eso era algo que apreciaba.
Katsuki por su parte siguió ignorando totalmente si el de cabellera alborotada seguía o no ahí, comenzando a desempacar con fastidio, en serio, aquel chico era casi de su misma estatura por no decir que medían exactamente lo mismo y era sólo un año menor que él ¿¡Acaso no podía cuidarse solo!? No sabía si era un mamón o de frente un inútil pero no le dió más vueltas a la situación y siguió con sus cosas, si tan solo se hubiese negado e insistido en su postura aquella mujer no lo hubiese mandado a tal mierda...
Bueno, sólo serían tres meses ¿Qué podría pasar?
