Disclaimer: nada me pertenece


Los Dursley

Los Dursley y Harry desayunaban aquella mañana. Hacía apenas una semana que Harry había recibido su carta de Hogwarts. Y unas cuantas miles más. Pero ahora tenía plenamente asumido que era un mago y que iba a ir a una escuela de magia.

De repente, por las puertas abiertas que daban al patio de fuera, una enorme lechuza gris entró volando y dejó caer una carta que cayó frente a Dudley. Harry se dispuso a cogerla, pensando que era para él, pero Dudley fue más rápido. Tenía la boca abierta.

―Pa-papá ―balbuceó ―. Pone que es para mí.

Efectivamente. Harry se acercó a la carta y la leyó. En el remitente ponía el nombre de Dudley. Y la dirección era la de la casa.

El tío Vernon miró la carta.

―No... No puede ser. Él vale ―dijo señalando a Harry ―. Pero mi propio hijo, no. ¿Petunia?

El señor Dursley miró a su mujer. Esta estaba roja de vergüenza. Se acercó a la cocina y abrió un cajón. De él sacó algo alargado y de madera que Harry reconoció como una varita mágica muy parecida a la que compró en Ollivander's.

―Lo siento, Vernon. Pero es verdad.

De repente hubo un gran temblor. El señor Dursley se había desmayado. La señora Dursley dio un grito, se acercó a él y le apuntó con la varita.

Enervate.

El señor Dursley se despertó. Miró con miedo la varita y se levantó corriendo.

―Apártate de mí ―dijo asustado a su mujer.

―Vernon, lo siento. No quería que te enterases.

―¿Por qué no me lo dijiste nunca?

―Porque... porque quise dejarlo. Desde que murió Lily...

Harry no daba crédito a lo que oía. Era la primera vez que su tía llamaba a su madre por su nombre.

Petunia Dursley miró a su sobrino.

―Yo... fui a esa escuela con ella. Soy una bruja. Pero la guerra y su muerte me hicieron replantearme si quería seguir con esto. Yo... yo... no quería acabar como ella.

Se calló un momento y actuó como si quisiese recuperar la compostura. Miró un momento su varita, que sostenía fuertemente y después pareció que su vista se perdía.

―Dudley, cariño, abre la carta.

Dudley obedeció a su madre y la abrió para leerla.

―Estimado señor Dursley. Nos complace informarle de que ha sido admitido en el Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería.

Todos permanecieron en silencio. El señor Dursley parecía a punto de desmayarse otra vez.

―Bien ―dijo la señor Dursley ―. Parece que tendremos que ir a comprar tus cosas para el colegio.