Es probable que esta historia contenga varios clichés, sé que este escenario o parecidos han sido usados en muchos fics pero no con estos personajes y mucho menos en español. Así que aquí va mi nueva aportación. Espero que os guste.

El sustituto: Capítulo 1

Un suspenso. El maldito viejo le había suspendido. Aún no podía creerlo.

Leia Organa, que no había suspendido un examen en su vida, que había conseguido destacar sobre sus compañeros nada más entrar a la universidad, que había sacado sobresalientes en cada una de las demás asignaturas y que era el orgullo de sus padres, acababa de suspender su primer examen de historia política.

Esa mañana, cuando encendió el ordenador, ansiosa por consultar su nota, no podía imaginar que su día fuese a comenzar tan mal. Después de observar la pantalla durante diez minutos, la sorpresa se convirtió en tristeza y en ganas de llorar, y tras ello, se convirtió en rabia. Salió de su habitación como un huracán. Debía llevar la palabra "peligro" escrita en sus facciones, pues su hermano Luke no se atrevió a abrir la boca cuando pasó por su lado en la cocina.

Una vez en la universidad y un poco más calmada, se dijo a sí misma que no pasaba nada. Hablaría con el profesor Calrissian para que le hiciese una revisión a su examen. Le había suspendido con un cuatro y medio. Quizá había algo que había pasado por alto o se había confundido al sumar la nota. Leia no iba a darse por vencida tan pronto.

Cuando llegó a la cafetería de su facultad, divisó a un par de compañeras con las que había hablado de vez en cuando y tomó asiento junto a ellas. Al parecer también hablaban del dichoso examen.

–No era tan difícil–decía una de ellas–Yo pensaba que lo pondría mucho peor.

–¿Pero cuánto has sacado?

–Un siete.

–Yo tengo un ocho y medio. Era muy sencillo.

–Ya, claro...A ti te ha puesto una nota tan buena porque le gustas–dijo otra.

–¿Qué?–la aludida puso cara de asco– Dios, qué horror. Podría ser mi tío o algo así...

–No creo que él te vea como a una sobrina precisamente.

Todas se echaron a reír menos Leia. No era la primera vez que escuchaba insinuaciones de ese tipo. Desde que entró a la carrera, había oído a muchos de los alumnos más veteranos comentar sobre los peculiares gustos de ciertos profesores y su flexibilidad a la hora de puntuar. A ella le parecía repugnante. Al principió creyó que aquello solo pasaba en las películas. No podía entenderlo. Ella nunca se rebajaría tanto por una nota, prefería el suspenso, sin ninguna duda.

Su móvil sonó mientras sus compañeras seguían hablando de los últimos cotilleos del campus. Era un mensaje de su mejor amiga y decía "¿Qué nota has sacado?". Winter sabía lo mucho que se esforzaba cuando tenía una prueba y solía llamarla después de cada una para ver cómo le había ido. La quería mucho y a veces deseaba que estuviesen en la misma carrera. Echaba de menos tenerla al lado en clase. "Luego te cuento" escribió, sin ganas.

–Eh, Leia, ¿tienes clase ahora?–le preguntó una de sus compañeras.

–No hasta dentro de hora y media. ¿Por qué?–respondió, intentando disimular su mal humor.

–Si quieres podemos adelantar el trabajo de economía en la biblioteca.

–Claro, genial.

En realidad sabía que no podría concentrarse hasta que aclarase el tema de su nota con el profesor Calrissian. Pero Leia nunca decía que no a sus responsabilidades y adelantar el trabajo en ese momento le vendría muy bien más tarde.

La biblioteca de su facultad era relativamente nueva y todo el campus parecía tener debilidad por aquel lugar. Siempre estaba lleno y le pareció un milagro que encontrasen una mesa libre donde sentarse. Debían preparar una exposición y su compañera estaba muy preocupada sobre el tema. No se le daba nada bien hablar en público. Leia, en cambio, era una experta en la materia. Había acompañado a su padre, Bail Organa, a muchas de sus conferencias y sabía de sobra todo lo que se debía y no se debía hacer durante una exposición. Intentó calmar a su amiga y ambas se pusieron manos a la obra.

Unos chicos sentados en la mesa de al lado se pusieron a coquetear con ellas. O al menos lo intentaron. Su compañera parecía estar pasándolo en grande, pero ella solo quería tirarles el libro a la cara. Esas cosas solían pasar cuando se levantaba con el pie derecho. No es que tuviese algo en contra de ligar.

Además, como de costumbre, el libro que utilizaban en clase no incluía demasiada información sobre el tema que tenían que exponer. Así que frustrada e irritada, tanto por la falta de datos como por aquellos jóvenes, fue a coger algunos más de las estanterías. Podía oír a su compañera reír y pensó que, después de todo, no iban a conseguir adelantar el trabajo.

Recogió tres libros que parecían bastante útiles y se dirigió de nuevo a su mesa. Sin embargo, al girar la esquina de una de las estanterías, alguien chocó contra ella. Uno de sus libros cayó al suelo junto con el café del desconocido.

–Mierda–dijo Leia, agachándose para recogerlo y limpiando un poco de la bebida que lo había manchado–¿Es que no tienes ojos en la cara?–se puso en pie de nuevo para ver a un hombre joven que la miraba con el ceño fruncido.

–Eh, bonita–respondió sarcástico–, no ha sido mi culpa. Al menos podrías disculparte por tirar mi café.

–¿Disculparme?¿Yo?–exclamó, notando como su respiración se agitaba por el enfado–Mira, no tengo tiempo para discutir con idiotas que no miran por dónde van. Cómprate otro café, están muy baratos en las máquinas.

Volvió rápidamente a la mesa, dejando al hombre con la palabra en la boca, y se puso a copiar la información, ignorando a uno de los chicos que se había sentado al lado de su compañera. El día solo acababa de empezar y ya se le estaba haciendo extremadamente largo.

Tal y como había predicho, no adelantaron prácticamente nada del trabajo. Pero al menos lo intentaron. El resto de clases pasaron más lentas que de costumbre y el humor de Leia no mejoró. La última lección del día era con el profesor Calrissian. Por fin podría hablar con él sobre el examen. Se sentó en primera fila, deseando que empezase la clase. Cuanto antes lo hiciese, antes acabaría y antes revisaría su nota.

Un cuarto de hora más tarde, la mitad de los alumnos comenzaron a recoger sus cosas para irse. El profesor Calrissian casi nunca llegaba tarde a una clase y todos dieron por hecho que ese día no acudiría. Leia suspiró, pensando que ya nada podría ir peor. Ahora tendría que esperar otro día más.

El ruido de la puerta sobresaltó a los alumnos, que dejaron de recoger de inmediato. Leia miró con atención a la persona que había entrado. No era Calrissian, pero llevaba un maletín que estaba colocando en la mesa del profesor en ese mismo instante.

"No puede ser" pensó Leia, mientras miraba cómo el hombre con el que había chocado en la biblioteca esa mañana ("y al que has llamado idiota" le recordó una voz muy parecida a la de Luke en su cabeza) sacaba unas gafas y se las colocaba, antes de dirigirse a la clase.

–Buenos días–dijo, con voz suave pero firme, mirando hacia adelante–, soy Han Solo, vuestro nuevo profesor de historia política.

"Mierda."

Continuará.