One-shot por la actividad del grupo "La Hermandad RivaMika" basado en el cumpleaños de Mikasa y/o el 14 se febrero.
Espero que les guste, lo he hecho con mucho cariño y un poco apresurada jaja.
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14 de febrero, un día lleno de amor y colores dentro de la agencia de modelos Leondhart&Jaeger. Ramos de flores, cajas de chocolate y peluches demasiado adorables iban paseándose de allá para acá. Y, claro, parejas besándose a escondidas en algún rincón del gigante edificio y confesándose su amor.
Sí, era un excelente día de San Valentín. Excepto para dos personas: Levi y Mikasa Ackerman. Los dos modelos más exitosos se hallaban refunfuñando en sus cambiadores correspondientes, terminando de arreglarse para la sesión de fotos que se llevaría a cabo en unos minutos.
―Mika, ¿ya estás lista para dejar atontado a ese enano mequetrefe? ―preguntó Hanji, entrando al vestidor y observando a la susodicha que intentaba inútilmente pasar el lápiz labial por sus labios, pues su mano temblorosa no se lo permitía―. Mika...
Hanji Zöe, quien era la asistente encargada de Mikasa, se acercó a ella, sentándose a su lado y arrebatándole el labial.
―Ahora dime qué sucede ―tomó la mandíbula de la modelo y se dedicó a maquillarla, esperando una respuesta―. Es por Levi, ¿no?
―N-no ―negó, intentando ocultar su nerviosismo tras la mención del hombre―. S-sólo estoy ansiosa por la sesión, es todo.
―Ajam... ―Hanji sonrió, ya que conocía a la chica y sabía que mentía como las peores―. Te crecerá la nariz, pero luego hablaremos de eso. Nos están esperando, así que ponte de pie y déjame verte.
Mikasa acató la orden, parándose y quitándose la bata blanca que la cubría. Dejó ver un vestido liso y fuxia que se ceñía en su cintura y caía suelto hasta sus rodillas; guantes a juego que llegaban a sus codos; tacones del mismo color con cordones que se adherían a su pierna, en donde el vestido no llegaba a tapar; y, por último, una cinta negra en su cuello, atada con una rosa.
―Un día de estos me haré lesbiana, ya lo dije ―la castaña se acomodó los lentes y carcajeó, tomando la mano de la chica―. Bueno, vámonos muñeca.
La pelinegra se dejó llevar, intentando seguirle el paso a la mujer (cosa que le estaba costando horrores gracias a sus zapatos), hasta que por fin llegaron a la habitación donde se realizaría la sesión.
Todos ya estaban ahí: Annie, Eren, Erwin (el fotógrafo) y algunas personas que Mikasa no logró identificar, las cuales se encargaban de la iluminación. Y, como no, hablando con Erwin, se encontraba Levi Ackerman. La joven sintió un escalofrío recorrerle todo el cuerpo y su pulso se aceleró al instante al dividirlo tan serio, altanero, despreocupado y sexy.
¿Cómo es que alguien podía verse tan jodidamente bien? Se preguntó Mikasa, observando el traje que hacía juego con su propio atuendo.
― ¡Ya estamos! ―gritó emocionada Hanji, agitando su mano en el aire para llamar la atención de todos.
En cuanto Levi escuchó el exagerado llamado de su loca amiga, se volteó. Mas lo que llamó su atención fue una hermosa joven vestida de fuxia. Trató de disimular las ganas de que su mandíbula cayera hasta el piso, pues todos estaban presentes, aunque sus ojos se hallaban puestos en la chica de cabellos negros. Tranquilo, Levi, pensó.
Mikasa agradeció cada halago que recibió, pero estaba más enfocada en el pelinegro, cosa que la desanimó al ver su expresión desinteresada.
―Entonces comencemos ―dijo Annie, indicándole a los modelos cómo debían posar para las cámaras.
En el centro de la sala, había un alargado sillón color vino y una alfombra de piel blanca en el piso, bastante elegante a decir verdad.
Los primeros minutos empezaron con tomas individuales, en donde Mikasa se quedaba embobada con la silueta de Levi y la facilidad que tenía para salir perfecto en las fotos. Y el azabache no se quedaba atrás, apreciando disimuladamente la sensualidad y dulzura combinada que desprendía la joven modelo.
―Excelentes ―Eren Jeager observaba a ambos satisfecho e intercambió una mirada cómplice con su esposa Annie―. Ahora necesitamos que se vean como enamorados.
― ¿Y eso cómo sería, Jaeger? ―preguntó Levi, y Mikasa se incomodó un poco.
―Abrázala ―sonrió, como si le divirtiera la situación.
―Tsk ―chasqueó la lengua, y observó a su acompañante. Intentó acatar la petición de su jefe, pero no pudo. Le resultaba extraño y, aunque no quisiera admitirlo, su actitud se tornaba un poco tímida cuando se trataba de Mikasa.
No es que antes no hubieran trabajado juntos. Es más, de vez en cuando coincidían en la empresa y tenían pequeñas charlas mientras tomaban algo caliente. Pero de ahí no pasaba y, además, sus sesiones juntos eran normales; nunca habían tenido que pretender ser pareja o estar en alguna situación embarazosa.
―Oh, vamos. ¿Levi le tiene miedo a una chica? ―se mofó la mujer de lentes, intentando no reír―. Qué cobarde de tu parte, camarada.
― ¿Por qué no sacan a esa loca de aquí? ―protestó el pelinegro, rodando los ojos y tomando la cintura de Mikasa para, acto seguido, pegarla a su pecho. La chica se sobresaltó por lo repentino que fue y se aferró a sus fuertes hombros.
―Así está mejor ―comentó Erwin, tomando varias fotografías en diferentes ángulos―. Mikasa, relájate un poco.
―S-sí ―aflojó su cuerpo y levantó la mirada, encontrándose con la azul de Levi. Sus rostros estaban tan cerca que podía sentir la respiración tranquila de él, mientras que ella moría del miedo de que el chico se diera cuenta de cómo su corazón brincaba a su antojo, amenazando con salirse de su lugar.
Luego les tocó tomarse de las manos y pretender besarse (aunque estaban demasiado lejos de lograrlo). En otra, Levi le acarició el cuello y la miró de manera intensa y, posteriormente, hicieron cuántas cosas se les ocurría a los espectadores.
―Hmm... ―Annie observaba afiladamente a ambos―. ¿Lo notas, Eren?
―Claro, amor. Se tienen demasiadas ganas el uno al otro ―susurró el Jeager, rodeando la cintura de su esposa y dirigiéndose a las dos personas que se notaban un tanto incómodas―. Bien, no ha funcionado muy bien, así que ahora pasaremos a la sesión para la otra revista. ¿Les parece bien?
Hanji sonrió de oreja a oreja y, apresurada, no tardó en arrastrar a Mikasa de nuevo al cambiador. En cambio, como su asistente no se encontraba para obligarlo a ir, Levi caminó a paso tranquilo al suyo.
Veinte minutos después, la azabache volvía con una bata blanca cubriendo su cuerpo. Sus ojos se hallaban delineados de negro, marcando su plateada mirada, y sus labios teñidos de bordó contrastaban en su pálida piel. Levi entró unos minutos después, sólo con unos jeans negros, dejando ver su marcado abdomen, y una venda negra en sus manos.
Hanji intercambió una mirada con el rubio fotógrafo de ojos azules y largó una risita imperceptible, haciendo que el hombre sonriera.
― ¿Listos? ―Annie observó a sus mejores modelos y ambos asistieron.
La chica se moría de vergüenza por dentro y presentía que se desmayaría.
El chico se encontraba nervioso, aunque no lo demostrara en lo más mínimo, y su mano se movía ansiosamente contra su pierna.
―No necesitaremos tomas individuales esta vez, ya que saben que esta revista en especial no las necesita ―explicó Eren―. Mikasa, ¿segura que quieres seguir?
La susodicha asintió, tragándose los nervios. Después de todo, ella siempre cumplía con su trabajo y, el hecho de que estuviese enamorada de su compañero, no impedía que siguiera haciéndolo bien.
A continuación, Levi se arrodilló en la alfombra (ahora gris) y se colocó la venda negra, siendo ayudado por Hanji, ya que no había rastros de su asistente por el lugar. En cambio, Mikasa les dio la espalda a todos y comenzó a sacarse la bata, entregándosela a la castaña de lentes y quedándose únicamente con una tanga de encaje negro. Con sus manos cubrió sus pechos desnudos (o intentó cubrir lo que podía) y Hanji acomodó su cabello hacia un costado, susurrándole un suerte antes de irse con los demás.
Ok, Mikasa. Tú puedes, esto no es nada. Se animó la chica en su mente, respirando hondo y recibiendo la indicación de Annie sobre cómo acomodarse.
Entonces dio unos cuantos pasos hasta quedar detrás de Levi y se arrodilló, abrazándolo, tocando con sus palmas los pectorales de él. Erwin se movió, colocándose al costado derecho de ellos y captando el momento en su cámara.
Oh, demonios, pensó Levi, sintiendo cómo los senos de la chica se aplastaban contra su espalda. Su temperatura empezaba a subir y Mikasa pudo notar eso bajo sus palmas.
Para agregarle intensidad, Annie y Eren tuvieron la maravillosa idea de dibujar arañazos en la espalda de Levi y un chupón en su cuello. Después de todo, las fotos de este vestuario eran para una revista de mayores.
Mikasa tuvo que morder a Levi suavemente y el flash de la cámara no tardó en aparecer. El pelinegro apretó la mandíbula y sintió una erección crecer en sus pantalones.
Maldita sea, maldijo internamente. Nunca le había ocurrido aquello, y eso que tuvo que posar con algunas mujeres de esa manera, pero con la joven Ackerman era distinto. Su único pensamiento en ese momento era que deseaba que todos se fueran para poder voltear a Mikasa, tenerla contra el piso, besarla como si su vida dependiera de ello y poseer esos senos que ella tanto tapaba.
En la siguiente, la pelinegra tenía que tirarse sobre la alfombra y él colocarse encima de ella, con sus brazos a cada costado para no aplastarla. Se quitó la venda de los ojos e hizo lo que debía, tratando de no excitarse más con la maravillosa chica que tenía debajo de él, la cual cubría sus pezones con sus manos. Observó su rostro y pudo notar un diminuto sonrojo, el cual lo confundió, pues había estado presente en muchas sesiones donde la chica trabajaba con algún otro hombre y ella nunca se mostró avergonzada por estar en poses como esas.
―Bien, la última ―Annie lo sacó de sus pensamientos y se levantó del cuerpo de Mikasa, mostrando una expresión estoica para disimular.
Hanji tapó con la bata a Mikasa y el azabache la maldijo en sus pensamientos por haber arruinado su perfecto campo de visión.
Lo que ninguno de los dos modelos sabía era de que, las demás personas en el cuarto se mandaban miradas, como si un excelente plan maligno se estuviera desarrollando en sus mentes.
―Levi, posiciónate detrás de Mikasa y toma sus senos ―ordenó la rubia con total naturalidad.
― ¡¿Qué?! ―preguntaron ambos al mismo tiempo, imaginando que habían escuchado mal.
―Lo que oyeron ―volvió a hablar y Eren asintió, dándole la razón―. Pero si Mikasa siente que no podrá, no lo hagan.
Levi miró a la chica, esperando alguna respuesta. Por un lado, él quería que dijera que sí, pero por el otro no, ya que no deseaba incomodarla. Mientras, la azabache se quedó pensando por unos momentos, decidiendo entre su orgullo o su vergüenza. Y al final, era inevitable que ganara el primero.
―E-está bien, no me incomoda ―respondió, suspirando ligeramente.
No tardaron mucho en posicionarse sobre el piso. Levi se sentó, abrió y flexionó un poco las piernas para que Mikasa se metiera entre ellas. Seguido de esto, llevó sus manos a los senos de la chica y las posicionó sobre las manos de ella. Ya segura, Mikasa fue bajando sus manos y las de Levi reemplazaron las suyas.
La azabache suspiró tras la sensación, algo que sólo su compañero notó. Ambos se relajaron un poco y miraron a la cámara, y así varios minutos, donde tuvieron que cambiar de poses a gusto de Annie y Hanji (aunque esta última ni siquiera podía mandarlos).
El ambiente entre los dos azabaches comenzaba a familiarizarse y se sintieron tan cómodos que, incluso, hicieron algo sin darse cuenta: Mikasa mostró una pequeña sonrisa y Levi sonrió de lado, mientras la abrazaba y los pechos de ella chocaban contra el de él. Erwin captó el momento justo a tiempo y ellos ni cuenta se dieron.
―Ahora sí están listos ―les dijo el rubio de ojos celestes a sus jefes.
―Terminamos con esto ―Eren aplaudió y sacó de su burbuja a Levi y Mikasa, quienes por poco se separan, pero ella recordó que no llevaba sujetador puesto y se aferró más a él, cubriéndose hasta que Hanji le trajo su bata―. Ahora vuélvanse a colocar sus vestuarios anteriores, realizaremos esa sesión otra vez.
Ambos asintieron sin protestar, pues sabían que la anterior sesión había sido un completo desastre. Y, además, no les molestaba tener que estar otro rato más juntos.
―Se te nota el paquetote ―le susurró Hanji a Levi, haciendo que éste la matara mil veces con la mirada.
―Cállate, psicópata de mierda ―masculló irritado, yéndose a su cambiador.
...
― ¡Ahí! ¡Quédense así! ―mandó Hanji, emocionada, tomando el control de la sesión. Annie y Eren no le dijeron nada, pues la chica estaba haciendo un buen trabajo.
Levi se hallaba sentado en el sillón y Mikasa a horcajadas sobre su regazo. Ya no se sentían raros al tocar al contrario, por lo que la mano de Levi bajó hasta el trasero de la chica y se posó ahí por mero instinto, mientras que Mikasa tomaba los fuertes brazos de él.
―Haz tu trabajo, Erwincito―Hanji se cruzó de brazos, orgullosa.
―Tú también deberías hacer el tuyo, ¿no crees, Hanjicita? ―preguntó divertido mientras sacaba las fotos, haciendo hincapié de que Hanji se había apoderado del trabajo de otro.
―Te callas o esta noche no habrá nada ―le dijo y, entonces, una brillante idea se le ocurrió. Miró a Annie entusiasmada y, como si la rubia pudiera leerle la mente, asintió, dándole el permiso―. Si se supone que debe verse romántico... ¿Qué tal si se besan?
Tras la propuesta de la mujer de lentes, ambos azabaches se sonrojaron, apartando la mirada.
―Recuerden que es sólo trabajo ―intentó convencer Hanji al ver el nerviosismo en sus rostros―. Claro, es que como ustedes son profesionales, creería yo que esto sería sencillo para los dos. ¿No?
Justo en el orgullo.
Levi y Mikasa se miraron por unos instantes, como meditando si hacerlo o no. Y, de pronto, la pelinegra lo tomó de la corbata fuxia y lo estampó contra sus labios, comenzando con un dulce y apasionado beso que él no tardó en seguir.
Hanji dio un gritito de emoción, Erwin sonrió mientras sacaba la fotografía y Eren y Annie chocaron puños. Parte de su misión había sido cumplida.
Mikasa llevó sus manos al cabello azabache de Levi y lo acarició, al tiempo que él tomaba la cintura de ella y la pegaba más a su cuerpo. La joven sintió su erección y un gemido quedo se le escapó de los labios. Por suerte los demás no lo escucharon.
― ¡Lo erótico se huele en el aire! ―gritó la de lentes, riendo―. Paren un poco. Era un beso, no hacer el amor.
Mas no escucharon (o pretendieron tener oídos sordos) y siguieron con lo que hacían. Una de las tiras del vestido de Mikasa cayó entre todo el movimiento y Erwin aprovechó cada instante.
Mordidas, caricias, toques de más y sonidos provenientes de ambos que sólo los azabaches escuchaban...
Claro que la escena tuvo que parar cuando se quedaron sin aire Y, finalmente, se separaron. Ya en la realidad, Mikasa se puso de pie en un milisegundo, seguida de Levi.
― ¡Terminamos! ―dijeron los cuatro al unísono.
La chica asintió y desapareció del lugar. Hanji y Erwin se acercaron a Levi y se tiraron encima de él.
―Límpiate, tienes labial por toda la boca ―lo jodió la castaña.
Y antes de que siguieran fastidiándolo, el chico salió de ahí, yéndose a su cambiador.
...
Mikasa se hallaba frente al espejo de su tocador y se daba pequeñas palmaditas por toda la cara, tratando de calmar el sonrojo en sus mejillas, hasta que por fin se deshizo de él.
Levi y yo nos besamos, pensó emocionada.
Y ella estaba segura de que no fue un beso por profesionalismo, que hubo algo más que solamente ellos dos sintieron. Algo que ella quería volver a repetir.
Decidida, se quitó el vestuario fuxia y se dedicó a colocarse su ropa; unos jeans, botitas negras y una musculosa apretada color violeta. Posteriormente, quitó todo el labial esparcido en su boca gracias al beso y se colocó uno más clarito que apenas se notaba.
Tomó su pequeña mochila negra que contenía sus pertenencias y salió del vestidor camino al de Levi.
Era 14 de febrero, el día de San Valentín. ¿Qué había de malo con pedirle, por lo menos, una cita?
Mikasa sonrió y caminó a paso moderado hasta que llegó a la puerta con el nombre Levi Ackerman en ella. Cuando estuvo a punto de chocar sus dedos contra la madera negra, la puerta se abrió abruptamente. Para sorpresa de Mikasa, salió una chica bajita y de cabello naranja, llena de lápiz labial por la cara. La asistente de Levi, recordó.
Y, como si lo hubiese invocado con sus pensamientos, él salió también en las mismas condiciones: con labial de mujer esparcido.
La pelinegra sintió un nudo en el pecho al verlos y dio un paso atrás.
― ¿Mikasa? ―preguntó Levi, observándola.
―Eh... ―pronunció y apretó la tira de su mochila con una de sus manos―. Bueno...Yo... Perdón si interrumpí algo.
Dicho esto, se fue rápido de aquel sector hasta la salida de la agencia, con el corazón encogido y las ganas de llorar presentes.
Lo que Mikasa no notó es que, después de Levi, del vestuario salió Auruo Bozarth manchado con el pintalabios de Petra.
Bajó las infinitas escaleras, olvidando que existían los ascensores, y llegó finalmente a la salida trasera. Abrió la puerta y, una vez fuera, se recostó contra la pared, observando lo nublado del día.
―Qué estúpida ―susurró para sí misma―. No hubo algo más entre nosotros.
Y la escena se repitió varias veces en su cabeza, torturándola. No era fácil darse cuenta de que el hombre del que estaba enamorada ya estaba con otra.
¿Así que Levi y su asistente están juntos?
Vaya, nunca lo imaginé.
Quiso llorar, pero no sé lo permitió. Lo único que haría era levantarse de ahí, tomar su moto e irse a su pastelería favorita; comprar una considerable cantidad de pudín y comerlo en su departamento, mientras veía una serie en Netflix.
Sí, eso haría.
Se puso de pie correctamente, con intenciones de irse. Claro que hubiera podido cumplirlo de no ser porque cierto azabache abrió la puerta trasera, haciendo que la joven se sobresaltara. En cuanto Levi la vio, ella intentó pasar desapercibida y escapar, pero él fue mucho más rápido y la tomó del brazo; la hizo caminar hasta quedar un poco alejados de la puerta y la retuvo contra la pared, encerrándola con su cuerpo.
― ¿Qué haces? ―preguntó Mikasa, molesta, pero abrumada por tenerlo de nuevo tan cerca―. Quítate.
Forcejeó, algo que fue en vano, pues Levi tenía más fuerza que ella y podía mantenerla quieta.
―Levi, basta ―murmuró la chica, apretando su camisa.
―No ―respondió cortante―. Ahora respóndeme algo ―la tomó del mentón y la obligó a mirarlo―. ¿Sentiste algo con ese beso?
¿Cómo es que puede preguntarme eso cuando hace minutos se estuvo besando con Petra? Pensó ella.
―No sentí nada ―mintió, mirándolo fríamente―. Ahora, si me disculpas, tengo que irme.
―No te vas a ningún lado.
La tomó de las nalgas y se acercó a su rostro, acortando la distancia y fundiendo sus labios una vez más. La azabache suspiró, percibiendo la cálida lengua de Levi jugar con la suya, y sus manos amasar su trasero con ansias. Podría haberse quedado toda la vida de esa manera, pero aún Mikasa se hallaba dolida y no le permitiría seguir.
―N-no, espera ―dijo como pudo, apartándolo.
―Ahora responde la pregunta ―le exigió, volviéndose a acercar―. ¿Sentiste algo?
―Eres un idiota ―respondió, aguantando un sollozo―. ¿Por qué haces esto si Petra es tu pareja?
― ¿De dónde mierda sacaste eso? ―preguntó desconcertado.
―Hace un rato salieron juntos del cambiador y ambos tenían manchas de lápiz labial ―contestó, apartando la mirada―. ¿Qué es lo que quieres que piense?
Levi no dijo nada, manteniéndose en silencio y observando cada expresión decaída de la chica. Y eso ella lo notó.
― ¿Lo ves? ―puso la mano en el hombro de él e intentó apartarlo otra vez―. En serio, quiero irme...
―Y yo te dije que no ―la contradijo, agarrándola de la cintura y pegándola a su pecho―. Sólo espera. En 3...2...
Y antes de que pudiera llegar al uno, la puerta se abrió y por ella salieron dos personas comiéndose a besos. Y la pelinegra se percató de quienes eran: Petra y Auruo. La asistente de Levi y uno de los chicos de iluminación.
La pareja siguió besándose hasta llegar a un auto, en el cual se metieron, y minutos después se encendió, desapareciendo del estacionamiento.
― ¿Ahora lo ves tú? ―Levi volvió su atención a la chica que tenía acorralada―. Quienes se estaban besando en mi vestidor eran ellos dos. O, mejor dicho, estaban por empezar a coger ahí dentro. Recuérdame decirle a Annie que me cambie de lugar ―hizo una mueca de asco, recordando que Auruo se la estaba a punto de meter a Petra arriba de su tocador―. Cuando llegaste tú, los estaba echando, solamente que Auruo salió luego detrás de mí y no lo viste.
―Oh... ―Mikasa apartó la mirada, sintiéndose un poco tonta por haber malinterpretado todo. Aunque luego recordó un detalle―. ¿Y cómo explicas el hecho de que tenías pintalabios por todos lados?
Levi alzó una ceja y largó una risa que dejó hipnotizada y un tanto enojada a la chica.
―Creo que tienes un problema con tu memoria, mocosa ―tomó un mechón de pelo de ella y lo enredó entre sus dedos―. ¿No recuerdas que me besaste en la sesión por orden de la psicópata de Hanji?
Mikasa quiso que alguien viniera a golpearla por no tener un poco de deducción gracias a los celos que sentía. Se mordió el labio para no responder (o mejor dicho no tenía idea de qué decir) y Levi reaccionó, tomándolo con sus dientes y tirando de él lentamente.
― ¿Entonces? ¿Responderás mi pregunta?
―Yo... ―titubeó, sin saber exactamente cómo expresarse―. Siendo sincera, me gustas desde hace un tiempo. Y ese beso...me confirmó que no estoy equivocada.
Levi miró su sonrojo y la forma en que sus dedos golpeteaban contra la pared detrás de ella, nerviosa de lo que él respondería a su confesión.
Y, con eso, se sintió feliz, con ganas de abrazarla, besarla y hacerle de todo.
Hace tiempo que había sentido atracción hacia la chica; la observaba cada vez que podía y hablaba con Hanji de ella, siendo sutil para que su amiga no se diera cuenta de sus sentimientos. Y, a veces, negaba que comenzaba a enamorarse, pues había tenido muy malas relaciones y ya no se confiaba de nada.
―Bien. Porque me pasa lo mismo contigo ―murmuró en su oído.
Sin previo aviso, la tomó de los muslos y la elevó, haciendo que ella enredara sus piernas en su cadera. En esa posición, Mikasa pudo sentir la erección de Levi nuevamente, y más cuando él daba pequeñas embestidas por sobre la ropa.
La azabache buscó los labios de él y los besó salvajemente, mientras Levi perdía una de sus manos en la musculosa de la chica y ascendía. Apartó la copa y fue directamente a estrujar suavemente uno de sus senos, así como había querido hacer al tenerlos en sus manos durante la sesión. Mikasa calló un gemido en su boca y lo tomó del cabello, intentando controlar la excitación que sentía.
Luego de unos minutos, Levi volvió a dejar a Mikasa de pie en el piso y aprovechó para repartir besos en su cuello, sin dejar de amasar sus senos. La chica estuvo a punto de bajar la cremallera del pantalón de él, pero reaccionó justo a tiempo.
―Levi... ―el susodicho siguió con su labor y una de sus rodillas se metió entre las piernas de la chica, rozando su intimidad con ella―. E-espera. Estamos en un lugar público.
El azabache paró, como si recién se hubiese dado cuenta de que se hallaban en el estacionamiento de la agencia, el cual tenía cámaras que los apuntaban. Reacio, dejó los pechos de la chica y apoyó sus manos en la pared, a cada costado de ella.
―Me fascinas, Mikasa ―murmuró, dándole otro beso y acariciando su mejilla―. ¿Quieres pasar el 14 de febrero conmigo?
La pelinegra largó una risa y lo abrazó fuertemente, siendo correspondida de la misma forma.
―Eso iba a preguntarte cuando fui a tu vestidor ―respondió cerca de su boca.
Y, entonces, un flash los alumbró.
Cuando voltearon a su derecha, vieron a Hanji, Erwin, Annie y Eren.
― ¡Misión cumplida! ―festejaron al mismo tiempo.
