Disclaimer: Nada me pertenece.


FAMILIA ROTA


La vida pasó un momento por tus ojos y te sentiste una víctima.

Una víctima más de este mundo.

La brisa llena de esperanza que siempre mecía tus cabellos cortos, a tus diecinueve años de vida, fue borrada solo por un momento cuando te diste cuenta que ibas a traer una nueva vida a este mundo.

Alguien más, alguien a quien cuidar.

¿Pero qué importaba? Que tu madre no quiera darse cuenta que el futuro padre de tu hijo era el amor de tu vida es algo que ya no debería preocuparte, porque ahora serían una familia y la felicidad invadiría todo tu ser. Tu madre era solo una mujer que había conocido muy tarde el amor, pero tú lo conociste antes y eso ella tendría que entender.

Todo sería perfecto.

Recordaste una vez, cuando esa mujer te cuidaba y te cría con ahínco, lo buena consejera que era y te ayudaba toda la vida. Desde la primera vez que mojaste la cama hasta la vez que trató de defenderte de tu padre cuando te escapaste la primera vez por la ventana cuando eras una adolescente.

Sí, tu madre era fuerte y muy inteligente y así como ella te había advertido que un matrimonio tan joven no podría salir adelante, así como te había aconsejado que esperaras un tiempo, así como ella lo hizo, así tú no hiciste.

¿Y ahora qué?

Y ahora lo único que deseas en tu vida es el papel con ambas firmas dónde por fin serías libres, sin ataduras, como una vez lo fuiste a tus diecinueve años. Ahora tú solo querías el divorcio. Pero en el fondo, sabías que, aunque prácticamente hubieras perdido ocho años de tu vida, pensaste que habían valido la pena porque eres madre de dos hermosos niños.

Tus hijos.

Sí, por lo que alguna vez fue amor. Ahí estaban, tus hijos, iguales a ti con esos ojos azules, sacando las características de tu madre y abuelos, esa apariencia que no era japonesa.

Porque habías esperado demasiado tiempo y no querías salir otra vez embarazada y pasar atada a ese hombre cinco años más. Te irías, te vas y ahora ya nada podría pasar.

"Mamá, ¿dónde está hermano?"

Aunque tu hijo menor preguntara.

"¿Y papá?"

Pero no importaba, porque tu hijo era un niño y él no podía comprender el sentimiento de los adultos. El sentimiento de poder ser libre y manejar tu vida, el de no sentirse atada y sabiendo día con día que una persona comete un error, como el haber estado casada por ocho años.

"¿Mamá?"

Takeru no sabía, porque es un niño de cinco años. Aunque te duela no estar con tus dos hijos pero sabías que no podías tampoco hacerle eso a tu ex esposo, él necesitaba compañía y Yamato se encargaría de eso.

Cierto.

Cierto.

¿Cierto?

Ellos dos entenderían, entenderían cuando crezcan, entenderían que los adultos en ocasiones toman drásticas decisiones. Todo para poder sentirse seres humanos.

Porque eres una mujer que tienen derecho de ser feliz aún siendo madre.

Entonces ¿por qué sientes tu alma desgarrar ahora que ves a tus dos hijos en el piso, fríos y su pecho ni subir ni bajar por la respiración que deberían tener?

Porque una mujer no es mujer sino es madre, porque una madre no es madre sino tiene hijos, y sin hijos…

Tú ya no eres nada.

Quizás, solo quizás, un papel de divorcio te quitaría las ataduras pero nada te quitaría de la atadura de tus hijos, de ser madre, entonces…

¿Por qué no eres feliz ahora?

Podrás ser libre.

Ahora podrás ser mujer.

Te equivocaste. Creerías que tus hijos entenderían cuando crecieran, entenderían que el amor puede acabar y se merece ser feliz con alguien más. Pero tú olvidaste que el amor de hermanos no se podría acabar y trataste de forzarlo.

Por lo menos ahora están juntos, donde ni una mano adulta podrá tocarlos.

Entonces… ¿ahora sí te sientes libre Natsuko?


TBC.