NDLA
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NO soy JR KROWLING! Así que no te creas que este es un relato Real. Es completamente extraño, y casi una historia paralela más que una historia de Harry Potter en sí. Una especie de que hubiera pasado. Aún así, espero que os guste.
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De cuando en cuando miraba por la ventana, como para comprobar cuánto tiempo estaba permaneciendo allí, acostado en la cama. Silencio; era todo lo que podía escuchar. Silencio y más silencio. Y ese terrible sonido se mezclaba con su alma vacía y su cuerpo extrañamente complacido. Un día totalmente oscuro, lluvioso, gris, triste, sombrío. Como él. No quería separar casi su vista de ese techo, aún reflejando el cielo real, era tan artificial, pero tan protector. A veces los techos le parecían tan extraños... Como si en cualquier momento se fuera a caer sobre él, y aun así tan firmemente dispuesto, tan soso, tan opaco. Levanto su vista otra vez a su lado, para ver por la ventana la posición del sol, tenue y frágil a través de las nubes . Cuanto llevaba? Casi tres horas. Tres horas silentes, extrañas, solas, y esa sensación aún en su cuerpo. Por qué se sentía tan solo? No había estado haciendo nada, no pensaba en casi nada, y aun así los segundos se pasaban volando. Esas tres horas le habían parecido quince minutos. Qué manera era esa de perder el tiempo? El perdiendo el tiempo? No siendo puntual? Qué demonios, que hay que perder?.

Casi no parpadeaba. El silencio le conmovía. Su cara, ni seria ni sonriente. Era como un ser inerte. Respirando el seco aire de su habitación. Olía a incienso. Aunque la esencia ya casi no estaba. Que raro. Al fin cerro sus ojos un tiempo, aspirando ese aroma. Como una dulce droga se adentro por sus pulmones, esparciéndose por su cuerpo y llegando a su cerebro Que embriagador. Nunca había experimentado eso. No lo comprendía, por qué se sentía así. Y esa sensación... Sus latidos, ahora relajados no tenían ni comparación con el ritmo frenético de hacía unas horas, y su respiración tampoco. El percibía sus latidos, como para sentirse vivo. Como se había sentido antes. Qué le pasaba??. A qué se debía su repentina pereza?. No podía comprenderlo. Solo quería ver el techo, y aspirar el aroma de su habitación. Y regocijarse en la sensación tan compleja que tenía su cuerpo. Quería más, pero no sabía donde buscar. Cómo explicar. Cómo pedir. Como seducir. No sabía. O se le había olvidado con el tiempo. Tampoco sabía como llegó a esa situación, y como se dejo llevar... Y como no se pudo atrever a quitar puntos, como con tanto gusto habría hecho, solo al encontrársela allí.. Volvió a mirar hacia la ventana, pero entonces vio que una lechuza se acercaba a ella. Rápidamente, se levantó de su cama, y abrió la ventana para recibir el sobre que ésta llevaba. Al recoger la pequeña misiva de pergamino, la lechuza extendió su pata para recibir una recompensa. Esto le hizo extrañarse. Solo la pedían por el Profeta. De un bolsillo de su túnica sacó las primeras monedas que había pillado. Se las dio, sin atender a su valor. A lechuza lanzo un pequeño silbidillo, y se alejo tan contenta. El pensó que debería ser algo urgente.

Era de ella. De esa joven estudiante. De la amiga de ese chico. No comprendió por qué, pero su corazón dio un vuelco. Se molestó consigo mismo. No quería, pero se ilusionó un poco. Rompió el lacre y comenzó a leer.
"Lo siento mucho profesor, siento mucho lo que nos ha ocurrido; estoy avergonzada. Como usted no ha venido a dar la clase, me he sentido alarmada. Ha sido por mi culpa?. Solo espero que esto no interfiera en ningún modo en mis calificaciones, ni en el sistema de puntos de las casas. Aunque para mí ha sido muy especial, lo que ahora más deseo es que lo olvide. Atentamente"

Especial? Para ella había sido especial...sería por ser su primera experiencia.. eso pensaba el. Aún así seguía siendo extraño. El se sentía ilusionado; aún más. Lentamente se dirigió a su escritorio y escribió su respuesta. Meditó un tiempo lo que iba a escribir. La pluma entre sus dedos temblaba sobre el pliego de pergamino. Finalmente comenzó a escribir. No solía hacerlo de esa manera, pero en esa ocasión, se inclinó tanto sobre su escrito, como para ocultar lo que escribía, que su pelo casi formaba una cortina, a los lados de su cara. El resultado fue una corta citación en el bosque prohibido. El aseguraba a su alumna que no le pasaría nada estando con él. La citaba a medianoche. Era viernes, y él sabía que las clases de astrología eran solo los miércoles. Esa noche hubiera sido una clase perfecta de astrología. Las nubes de esa tarde se estaban marchando, mezclándose con los colores del ocaso. Las primeras estrellas se asomaban por entre el cielo que empezaba a tornarse añil. Le parecía que estaba anocheciendo muy tarde. Llegó a dudar si de verdad debería mandar esa carta, pues buenamente podría haber sido un sueño. Pero los sueños no te piden dinero, ni te dejan con esa sensación de plenitud y del pecho en llamas por la pasión. ..Tal vez si??

Se planteaba toda esas dudas, tras releer la cartita y haberla sellado con un sello de la casa de Slytherin. Serpiente rastrera.. Pensó para sí. Estaba a punto de llamar a una lechuza para mandarla, pero entonces cayó en la cuenta de algo. Se dio unos golpecitos con una de las esquinas del pequeño pliego doblado en la barbilla, como si hubiera caído en la cuenta de algo. Filch y la Señora Norris... Qué harían si pillaban a la joven colegiala escabulléndose del colegio hacia el bosque prohibido? Si ella decía la verdad y no le creían? Si eso llegaba a oídos de los otros profesores y los otros alumnos? Cómo explicarlo?. Dejó de nuevo el sobre encima de la mesa, y rápidamente escribió una nota para el señor Filch, avisando de que no amonestara a la alumna si la encontraba, ya que él le había pedido un recado especial.. Supuso que eso funcionaría, pero sin embargo, escribió otra notificación similar a Dumbledore. Las envió, y momentos mas tarde, envió la carta para la jovencita. Entonces se quedó reflexionando de nuevo, esta vez sentado en su escritorio, los brazos apoyados en los codos, y las manos entrelazadas sobriamente. Apoyó su cabeza sobre ellas. No se comprendía a sí mismo. Por qué estaba siendo tan precavido? Por qué estaba tan afectado? Acaso la vuelta a su corazón de los sentimientos le hizo mal? De verdad habían vuelto sus sentimientos? Le hubiera gustado tomar alguna poción que le hiciera olvidar, pero no tenía los ingredientes necesarios. Se sonrió. "Qué tontería - pensó- no debe ser para tanto. Muchos muggles hacen esto todos los días.. y .. todos los humanos lo hacen.. soy humano.. ...."

Estaba muy inquieto, y perdido en sí mismo. Se miró en un espejo. Buscaba algo que pudiera haber atraído a esa niña.. Nada especial. La misma cara, el mismo pelo, los mismos ojos. El mismo todo. Suspiró. El olor a incienso casi había desaparecido. Era raro. Se había pasado casi todo el día encerrado en su cuarto. Perdiendo el tiempo. "Hay que ser puntual.. 3 puntos menos..." se repitió a si mismo, en alto. El sabía que debía partir ya, si quería ser puntual. Y en efecto, se marchó. Se colocó la capucha de la túnica, lo que le daba un aire más misterioso de su normal apariencia, y salió. Aunque la noche estaba clara, hacía un frío cruel. Tanto, que salía humo de su boca cuando respiraba. Apuró su paso. Tal vez ella había llegado ya, y se estaría congelando. Pero entonces oyó unos pasos apresurados tras de sí. Se giró bruscamente, como si le hubiesen ofendido, y Percibió el susto en la cara de la joven. Finalmente ella sonrió tímidamente enseñando sus dientes de conejo. El simplemente borro su expresión dura e inquisitiva por una más suave.

Ella también llevaba puesta la túnica, y la capucha de la misma, cubriéndole ampliamente la cabeza. Casi no se le veía la cara, pero ella alzaba la cabeza lo suficiente como para que la luz de la luna la iluminase y la hiciera al menos perceptible. Aún así ella podía ver perfectamente la cara de su profesor, que la cohibía y la hacía ruborizarse. En otra ocasión, lo único que hubiera podido despertarle sería odio y ganas de lanzar una maldición. Pero.. esta vez era distinto. Ella no sabía por que. Ella había pasado toda la tarde intentando concentrarse. Tomando apuntes, como una posesa, incluso de asignaturas que solo eran prácticas. Tenía que ocupar su mente. No le mencionó nada a nadie. Pero a cualquier parpadeo, a cualquier respiración profunda, cuando tenía que pensar, le venía a la cabeza lo que le había pasado. Fue algo tan maravilloso, tan fuerte, tan, tan extraño, con quien menos se esperaba... Y teniendo en cuenta que la manera en que todo se originó fue ridícula.