Prefacio

¿Queda sitio para algún miedo cuando desde que tienes memoria has sido forzado a enfrentar los peores temores que podrían imaginársele a la mente más retorcida, cuando te has visto obligado a enfrentarlos y a no amedrentarte?

El miedo es algo útil para las personas normales, ayuda a prevenirse de situaciones peligrosas, es el instinto natural de preservar la propia vida. Sin embargo a mi me han hecho reemplazarlo por sentido de alerta, paranoia. Como un animal salvaje o un soldado que ha debido enfrentarse a demasiadas situaciones de riesgo, me han obligado a ser yo quien provocara el miedo en los demás.

Esa fue mi vida hasta los 15 años, incluso después en un grado un poco más leve. Poco a poco me fui enseñando a mi mismo y fui aprendiendo que la vida tenía valor, no eran simplemente un montón de blancos de tiro. Sin embargo esas cicatrices, tanto físicas como las que se encuentran bajo la piel. Los recuerdos de esos arduos entrenamientos siendo presionado hasta el límite, obligado a expandir mis límites, del dolor, de la moral, tratando de hacer de mi un eficiente arma para matar. Esas cosas jamás se borrarán de mi mente, lo sé. Es una lucha diaria por mantener aislado a ese monstruo en el que me convertí, a aquél en que podría convertirme, por mantenerlo en su jaula para que nunca más dañe a nadie…

Ahora tengo 20 años, y quiero creer que soy alguien totalmente diferente. Mis pecados, los sigo cargando en mi espalda, pero por una vez intento hacer las cosas bien, salvar vidas en lugar de tomarlas.

Mi nombre es Kaden, soy un cazador, como mi padre, y esta es mi historia.