Disclaimer: Glee no me pertenece, de ser mio Dianna participaría en todos y cada uno de los episodios. Tampoco me pertenece la novela que aquí se menciona "Tuesdays with Morrie"

Quiero empezar aclarando que esta historia no es de mi autoría, yo solo la estoy traduciendo porque me encantó y quiero que todos aquellos (as) que no puedan entenderla en ingles la disfruten. Este es el link de la historia original:

s/6841332/1/The-Silence-of-Silence

Gracias a por cederme el permiso de utilizarla. Sin más preámbulos he aquí la historia

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Capitulo 1: El primer día de trabajo

Quinn Fabray coloco su bolso arriba de su hombro. Su ritmo era rápido. Era su primer día, y ella realmente no quería llegar tarde.

Había dos autos que se detuvieron mientras ella caminaba por el paso de peatones. Saludó cortésmente a ellos, agradecida de que se habían detenido para que ella no tuviera que hacerlo.

Entró por las puertas de color rojo oscuro del edificio y se dirigió a la oficina. Era la misma oficina en la que habían entrevistado primero por el puesto de trabajo. Ellos habían amado todo sobre ella - desde su puntuación en la universidad hasta sus rizos rubios perfectamente trabajados, su sonrisa amable y su amplio conocimiento del lenguaje por señas.

Quinn Fabray era el complemento perfecto para la Escuela Haverbrook para Sordos.

"Buenos días", le habló la secretaria a Quinn, así como se lo señalizó con sus manos

Con sus labios formando una sonrisa amable, Quinn le devolvió el saludo con sus palabras y con sus manos. "¡Buenos días!"

Había algo en la quietud del lugar. Quinn se dirigió hacia su nuevo salón de clases. Sus tacones hacían clic metódicamente contra las frías y duras baldosas debajo de sus pies. Había ligeros susurros, su bolsa se frotó contra la tela de su falda. Cuando ella dobló la esquina de la oficina hacia uno de los pasillos principales, también estaban los ligeros sonidos de algunos de los estudiantes que habían llegado a la escuela temprano. Pero el ruido que crearon consistió en el arrastre de los zapatos y el cierre de taquillas, no mucho más.

Definitivamente había algo en la quietud del lugar, pero Quinn no podía decir si era inquietante o reconfortante.

Finalmente se detuvo frente a la puerta con la placa que decía "Salón 107" tomó una respiración profunda por la nariz antes de girar la manija y caminar hacia dentro. La sonrisa que cruzó su rostro era totalmente involuntaria, aunque bienvenida. Su salón de clases – en el cual había estado la tarde anterior pegando carteles y finiquitando sus planes para las lecciones que impartiría - se sintió lo suficientemente acogedor para apaciguar al puñado de nervios que tiraban violentamente en el interior de su estómago.

Quinn entró elegantemente al salón y caminó hasta su escritorio donde depositó su bolso. Sacó su silla y se sentó, encendiendo su ordenador por primera vez en el día. Abrió el cajón superior derecho de su escritorio, sacó su copia personal del libro "Tuesdays with Morrie", sus dedos rozaron la cubierta con reverencia.

Miró el reloj. Su primera clase comenzaría en menos de quince minutos. Se puso de pie rápidamente y se acercó a su estantería, recogiendo una pila de copias del mismo libro que había guardado cuidadosamente de nuevo en el cajón de su escritorio. Cuando acababa de comenzar la colocación de los libros sobre la superficie de cada mesa, las mismas que estaban ordenadas en forma de U en el centro del salón, la puerta se abrió.

"¡Buenos días, señora Fabray!"

Quinn giró su cuerpo hacia el recién llegado, y lo reconoció de inmediato, era el señor Rumba, director del coro y profesor de historia. Se habían visto el día anterior, cuando ambos estaban preparando en sus salones todo para el primer día de clases del semestre en Haverbrook.

"Buenos días, señor Rumba. Y en realidad, es sólo 'señorita', no 'señora'." Las palabras salieron de los labios de Quinn con una sonrisa.

"Ahh, por supuesto. ¡Seguro no te he escuchado bien ayer! Me dio escarlatina cuando era un niño, ya sabes. ¡Soy completamente sordo de este oído!" - gritó, apuntando hacia la oreja izquierda.

Quinn asintió. "Sí," respondió cortésmente, con un tono de voz incluso una amable sonrisa "me acuerdo de eso."

"Bueno," El señor Rumba continuó hablando en voz muy alta. "¡Sólo quería pasar por aquí y desearte buena suerte con tus primeras clases aquí en Haverbrook!"

Quinn sonrió y le dio las gracias antes de que él caminara de regreso al pasillo. "Más bien como mis primeras clases en mi vida", Quinn murmuró para sí misma en voz baja cuando él se había ido. Ella había practicado enseñando estudiantes para su último semestre en la estatal de Ohio, claro. Pero esto era diferente. Esto no era una práctica o una prueba que puedes rehacer si fallas. Este era el mundo real. No hay vuelta atrás.

Quinn destapó un marcador rojo de borrado en seco y comenzó a escribir su nombre en la pizarra que estaba ubicada en la parte delantera del aula. Sus trazos contra la pizarra eran suaves y bien redondeados, en poco tiempo, las palabras "Señorita Quinn Fabray" residieron elegantemente en su superficie.

El pomo de la puerta giró cuando Quinn terminó de escribir "Literatura para alumnos de ultimo año" debajo de su nombre. Tapo su marcador y se volteo para ver a su primer alumno entrar. Era un muchacho alto, de pelo corto y una sonrisa adorable.

"Buenos días," Quinn señalizo. Pero también lo hablo. Era una costumbre de su infancia que fue en gran medida innecesaria en un entorno como éste, una escuela para sordos. Pero los viejos hábitos tardan en morir, y Quinn no estaba necesariamente tratando de cambiar esto.

"Buenos días" el estudiante señalizo de vuelta. Sus ojos se arrugaron, su sonrisa era tan amplia. "Eres muy hermosa" agregó.

Quinn se echó a reír. "Gracias", respondió. "Eres muy dulce. ¿Cómo te llamas?"

"Patrick" respondió y bajó cabeza tímidamente antes de tomar asiento en una mesa cerca del escritorio de Quinn.

Pronto, todos los alumnos de su primer periodo de clases - que consta de doce estudiantes - estaban sentados y todos los ojos estaban fijados en la joven profesora. Quinn miró el reloj y comenzó su presentación en cuanto el reloj dio las 08:25am.

"Buenos días a todos", comenzó. "Soy la señorita Fabray, y voy a ser su profesora de literatura este año. Me gustaría ir por el salón y hacer que cada uno de ustedes se presenten ya que soy nueva aquí." Hubo asentimientos alrededor del círculo. "En primer lugar, voy a contarles un poco acerca de mí. Hace poco me gradué de la Universidad Estatal de Ohio, donde estudié educación, literatura, e historia. También tengo un grado menor en música. Me encanta leer y compartir mi pasión por los grandes libros con tanta gente como me sea posible, y mi color favorito es el amarillo".

Quinn sonrió alentadoramente a Patrick - el estudiante más cercano a ella - y pronto él estaba presentándose también. Esta tendencia se mantuvo alrededor del círculo hasta que Quinn había conocido a todos sus estudiantes.

"Genial", ella continuó sonriendo brillantemente a través de sus palabras. "Ahora, me gustaría empezar a trabajar en un proyecto que vamos a realizarlo durante todo el semestre. Hay un gran libro llamado "Tuesdays with Morrie", y lo que me gustaría hacer es esto..."

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Quinn estaba emocionada. Claro, ella había pasado los últimos cinco años de su vida preparándose para ser una profesora. Había tomado las clases y aprendido el material; había sufrido a través de los exámenes y los estudios que parecían irrelevantes en ese momento. Pero aquí estaba ella - preparándose para su cuarta clase en su primer día de trabajo - y se sintió como si ni un solo segundo de esos cinco años anteriores se perdió en lo más mínimo.

Era una sensación de euforia, de verdad, comunicarse con sus alumnos, enseñarles y encender en ellos esa pasión por el aprendizaje. Enseñaba literatura aquí en Haverbrook a pesar de que estaba técnicamente calificada para enseñar una variedad de temas. Pero algo en la enseñanza de la literatura fue como una especie de alivio para Quinn - porque ella siempre había amado leer, sobre todo, y no había realmente algo más emocionante para ella que compartir grandes libros con los demás.

Quinn se sentía como una nerd total.

Ella comenzó a colocar otro conjunto de libros sobre las mesas para sus próximos estudiantes que apenas entraban al aula. Hubo menos estudiantes en su cuarta hora, sólo seis. Y en poco tiempo, cinco de los seis que habían estaban ya sentados en sus mesas. Todos estaban sonriendo educadamente o sonriendo con timidez hacia Quinn mientras ésta saludaba amablemente a cada uno de ellos.

Finalmente, el reloj marcó las 11:09 - un minuto antes del comienzo de la clase - la puerta se abrió y el estudiante faltante se acercó a toda prisa en el interior del aula.

Quinn volvió a mirar a la forma que previamente había entrado. Sus cejas se fruncieron, no podía realmente explicar a sí misma por qué. Pero había algo en la chica que acababa de entrar - y no era su falda más corta de lo normal, tampoco su camisa meticulosamente acomodada dentro de su falda, o su larga cabellera marrón... Fueron sus ojos. Tan pronto como la chica había entrado en el aula, sus ojos se conectaron con lo de Quinn por un breve momento antes de mirar a la mesa que se encontraba desocupada.

El reloj pasó a las 11:10, Quinn se levantó, alisando su falda, y se dirigió al frente de su salón de clases. Se presentó otra vez, como lo había hecho en sus otras clases, antes de pedir a cada uno de los estudiantes que se presentase también. Y cuando por fin llegó el turno de la chica que había llegado de última - ésta estaba sentada a una buena distancia de cualquiera de los otros estudiantes en el salón - Quinn prestó mucha atención. Claro, ella había visto como todos sus otros estudiantes se habían presentado a sí mismos toda la mañana (ella ya había aprendido de memoria los nombres de todos sus estudiantes hasta ahora). Pero se encontró sumergida en cada movimiento de las manos de esta chica.

"Mi nombre es Rachel Berry", ella señalizó. Y mientras que los otros alumnos en la sala habían mencionado los deportes que les gustaban o sus películas o libros favoritos, esta chica Rachel solo lo dejó así. Su nombre nada más. E inmediatamente abrió su cuaderno y miró expectante a Quinn, dispuesta a aprender.

Quinn no pudo ocultar su sorpresa por la concisión de la chica. A Quinn le gustaba pensar que el entusiasmo que sentía y mostraba mientras enseñaba era contagiosa para sus estudiantes, de hecho, este ha sido el caso hasta ahora con sus tres primeras clases - todo el mundo se vio tan involucrado, con ganas de saber más acerca de todo lo que Quinn dijo y los grandes debates se habían llevado a cabo. Pero Rachel no parecía interesada en compartir datos acerca de sí misma en lo más mínimo.

Así, mientras que Quinn no pudo ser capaz de ocultar totalmente su sorpresa por haberse quedado con las ganas de aprender más sobre esta chica - ésta chica con la que Quinn sintió una atracción inexplicable - simplemente continuó como de costumbre.

Quinn explicó de que se trataba el libro "Tuesdays with Morrie". "Es una gran historia acerca de un joven que se rencuentra con uno de sus profesores de la universidad, años después de haberse graduado. No habían hablado entre sí en casi dos décadas. Y cuando se encontraron de nuevo, el estudiante se enteró de que su profesor estaba muriendo a causa de la enfermedad de Lou Gehrig".

Pronto, Quinn explicó el esquema del proyecto que cada estudiante completará para finales del semestre. "Cada uno va a escribir su propia versión de "Tuesdays with Morrie" Van a elegir a alguien que los inspire en su propia vida - un maestro, un miembro de su familia, su mejor amigo, alguien que admiren y respeten, alguien quien que te ha hecho ser lo que eres hoy.

Sus manos se movieron rápidamente con su explicación. Sus palabras caían de sus labios con entusiasmo. Mientras hablaba, sus ojos revoloteaban de la cara de un estudiante a otro.

Y todas las otras veces sus ojos se posaron en Rachel, la confusión se aferró fuertemente al pecho de Quinn. Porque si bien la mayoría de los estudiantes la miraban fijamente a ella y como sus manos se movían con gracia en cada palabra, Rachel miraba casi siempre su libreta, garabateando en ella, sus rizos castaños cayendo en su cara. Quinn vio como su delicada mano metía suavemente un poco de su cabello detrás de la oreja, sin parar de escribir.

Quinn tuvo una corazonada. Ella no era particularmente lenta, después de todo. Pero ella estaba enseñando en una escuela para sordos. Así que tenía que manejar la situación tan delicadamente como le era posible.

Así que cuando el reloj dio las 12:00, Quinn despidió su clase y de inmediato se dirigió a la pizarra, para borrar toda la información que había escrito allí. Sus alumnos estaban guardando sus bolígrafos y cuadernos y colocando sus bolsos sobre sus hombros, preparándose para irse, cuando Quinn simplemente dijo: "Rachel, quédate un momento si no te importa, por favor." Estaba nerviosa mientras decía las palabras, pero se sintió aliviada cuando su voz no flaqueó.

Quinn coloco el borrador de nuevo en la bandeja y se dio la vuelta para decir adiós a los estudiantes que abandonaban el aula, antes de fijar su mirada en Rachel.

Y la chica la estaba mirando a ella con una expresión inentendible en su rostro. Quinn bajó su mirada con respeto antes de cruzar el salón y sentarse en el borde de la mesa que se encontraba junto a la que Rachel aún estaba ocupando. Quinn dejo escapar un suspiro de alivio al darse cuenta de que su hipótesis era correcta.

"Tu puedes escuchar", dijo Quinn simplemente. Así que le realizó la siguiente pregunta que rondaba su mente. "¿Puedes hablar?"

Rachel miró su cuaderno cerrado, y trazo con uno de sus dedos los anillos de metal en la parte exterior del mismo. Cuando volvió a mirar hacia arriba, Quinn fue sorprendida por la hostilidad que observó en los ojos de Rachel. "¿No crees que es una pregunta bastante insensible?" Rachel señaló con furia, la agresividad en cada movimiento de sus manos y su ceja elevada eran indicativos de su molestia. Pero Quinn no estaba segura de si la molestia se debía a que se había notado la capacidad de Rachel para escuchar o estaba molesta de que Quinn había sido realmente tan insensible como para preguntar en primer lugar.

Quinn se mordió el labio y se llevó las yemas de sus dedos a la barbilla mientras contemplaba la respuesta de Rachel. "Tienes razón, " dijo Quinn mientras que señalizaba de nuevo. "Fue insensible de mí parte, discúlpame. "

Rachel se agachó y recogió su bolso. Deslizó su libreta adentro y se puso de pie. Quinn se levantó también, y noto que Rachel era un poco más baja que ella - la parte superior de su cabeza apenas concordaba con la línea de visión de Quinn. Rachel alisó su propia falda, imitando la acción que Quinn realizo anteriormente, antes de asentir en dirección a Quinn y dirigirse hacia la puerta.

Pero antes de salir del salón, dio la vuelta sobre sus talones y miró a Quinn con una expresión tímida en su rostro. Quinn casi dejó escapar un suspiro de alivio cuando vio que Rachel ya no parecía enojada o frustrada con ella. Lo que era una tontería, ¿verdad? Rachel era una estudiante aquí, después de todo. Rachel se mordió el labio antes de señalizar las palabras, "Eso fue grosero de mi parte. Tu hiciste una pregunta legítima"

Esta chica estaba llena de sorpresas y eran probablemente malas para el corazón de Quinn que latía rápidamente. Estaba abriendo la boca para expresar su desacuerdo con Rachel, pero la chica la cortó cuando empezó a hacer señas con sus manos de nuevo.

"Sí" dijo Rachel. "Yo puedo hablar" Hizo una pausa, mordiendo su labio antes de añadir de forma rápida, "pero el silencio es un amigo que nunca traiciona".

Y antes de que la información pudiera ser procesada adecuadamente en la mente de Quinn, Rachel se había ido.

La boca de Quinn se abrió ligeramente y su cabeza estaba inclinada hacia un lado en confusión, mientras se encontraba sola en su salón de clases. Así que Rachel podía escuchar; eso lo había descubierto Quinn por su cuenta. Y también podía hablar; eso le había dicho a Quinn por sí misma. Quinn se acercó a su escritorio, y simplemente no podía ignorar los latidos de su corazón y el inexplicable deseo de aprender más acerca de Rachel Berry.

Y mientras Quinn estaba sentada en su escritorio, con la cabeza apoyada en su palma abierta y tamborileando el bolígrafo contra su calendario, una pregunta resonaba en voz alta - una y otra vez - en su mente:

Si ella puede hablar, ¿por qué elige no hacerlo?

Quinn estaba decidida a averiguarlo.

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Espero les haya gustado este primer capìtulo, la estare subiendo semanal, pero si gusta la historia podría subir los caps dos veces por semana, así que queda en sus manos.