Aun estoy alucinando conmigo misma. Sí, estaba en clase de matemáticas más aburrida que un mono (lo siento, Emma) y se me ha ocurrido esto que, en principio iba a ser un One-Shoot, pero que tendrá dos capítulos, bastante larguitos, pero solo dos, suficiente tengo con la otra jajaja

No voy a comentar nada del capítulo de hoy... Quiero reservarme la opinión para cuando suba la otra historia, que espero que sea mañana como muy tarde. Solo un apunte: Regina dándole un puñetazo cual martillo a Zelena... y mientras yo muero en mi asiento...!

En fin, que espero que os guste. Puede que haya errores o incongruencias, es que no la he repasado, ha sido llegar a casa y transcribirla del papel, así que...!

Disfrutad (si se deja leer)


Enciendo el teléfono móvil y lo desbloqueo con esas cinco letras que nunca podría olvidar: HENRY. Sí, Henry, mi más preciado tesoro, mi única compañía desde que su padre y mi primer amor, escapara antes de que nos cogieran por el robo de unos cuantos relojes caros. Aun me da rabia. Creo que lo quería y él me traicionó de la manera más cruel: en la cárcel y embarazada. Aunque ahora me alegro. Henry es lo más importante para mí, él es mi amor verdadero. Y la verdad es que tenemos una buena vida: me dedico a buscar personas por encargo, y no es por ser presuntuosa pero se me da de muerte. Por otra parte, Henry es un chico muy inteligente y muy sociable, aunque con sus casi diecinueve años sus hormonas están volando por ahí. No tiene novia, o al menos eso me dice. No separa las manos del What´s app y está más tiempo en la calle que en casa, pero bueno, no quiero exagerar, está en la edad. Siendo sincera, echo de menos esa época en la que se metía en mi cama por la noche y me pedía que le leyera una historia del enorme libro de fantasía que le regalé por su décimo cumpleaños. Tengo que empezar a asumir que mi niño se ha hecho mayor.

Pero a lo que yo iba era a darme un buen baño de espuma, así que cierro la puerta del cuarto de baño, enciendo el grifo y pongo la temperatura del agua a mi gusto: 30 grados, ni uno más, ni uno menos. Voy hasta el pequeño armario colocado al lado del espejo. Saco un bote rojo. Retiro el tapón y lo acerco a mi nariz. Manzanas. Me encanta añadir sales con olor a manzana al agua, me relaja de manera instantánea y, extrañamente, me recuerda a casa, lo cual es imposible pues nunca he conocido eso a lo que llaman "hogar". De cualquier manera, yo sigo comprando estas sales todas las semanas, así como una manzana de camino al trabajo. Creo que antes no me gustaban. Bueno, voy a dejar las reflexiones y a meterme en el agua espumosa y humeante. Ha sido un día duro y ahora que Henry se ha dormido, quiero aprovechar.

Así que apago las luces, enciendo unas pocas velas y me miro en el espejo. Me hago una coleta y me quedo mirando el pequeño dibujo que ocupa el espacio situado bajo mi oreja derecha: una suave pluma en tonos negros y azules. Cada vez que lo veo trato de recordar el momento en el que me lo tatué, pero me es imposible, lo llevo en la piel desde… siempre, pero no se por qué ni cuando decidí hacerlo. Claramente no fue por Neal, no me recuerda a él al observarlo pero… aggg, no se a quién me recuerda, odio esta sensación.

Me meto rápidamente en el agua, no sin antes elegir en el reproductor de música la banda sonora de Frozen. "No te juzgues, Swan, es una película preciosa, de Disney y para niños de diez años, pero preciosa, no saldrá de aquí". "Claro que no, estás hablando contigo misma. Calla y entra en la bañera de una vez". Introduzco un pie en el agua tibia. Me acomodo colocando los brazos en los laterales de porcelana y dejo caer la cabeza hacia atrás. "¡Qué placer!". Cojo el teléfono y pulso la tecla de reproducción aleatoria, odio saber que canción va a sonar después, aunque teniendo unas tres mil canciones…

Cierro pacíficamente los ojos mientras la música invade mis oídos y las manzanas acarician mi olfato. Me siento en el cielo. No hay nada mejor que esto a la una de la madrugada cuando en la calle los termómetros marcan diez grados bajo cero.

La verdad es que no se que canciones han sonado, he perdido totalmente la noción del tiempo. Miro el reloj que cuelga de la pared: la una y veinte. Solo llevo aquí veinte minutos así que puedo estar al menos otros veinte hasta que el agua se congele. Vuelvo a mi posición inicial. Ahora si soy consciente de la música que suena, un bello dúo de piano y cello de lo que posiblemente sea el invierno de Vivaldi. Cierro los ojos y entro en éxtasis de nuevo.

De repente todo se vuelve confuso: la pieza llega a su fin y mis ojos casi se salen de las cuencas cuando lo que empieza a sonar en mi teléfono es, ni más ni menos, que mi voz. Tiene un tono preocupado y muy alterado. El problema es que no se cuando grabé esto, es más, estoy segura de que nunca:

Soy Emma Swan. Sí, tú, te estás escuchando a ti misma. Sé que no recuerdas nada y que esto es muy extraño, pero es real.

Dios, no se com explicarlo todo en unos minutos. Estoy en mi escarabajo amarillo, conduciendo hasta el borde de StoryBrooke, Maine. No pierdas el tiempo buscando en los mapas, no aparece. Sigue tu instinto, sabes que es una de tus mejores cualidades.

Espero que no se me haya ocurrido la genial idea de cambiar de móvil sin antes mirar todos los archivos, aunque si estás escuchando esto, obviamente no lo he hecho, digo has hecho… Bueno da igual. Acabo de prometerle a una de las personas más importantes de mi vida que nunca intentaría regresar, pero no puedo cumplirlo.

En este momento Henry tiene trece años, así que calcula. Que haya sido un año como mucho, por favor.

Te estarás preguntando quien es esa persona tan especial. Pues hablo de… ufff! La persona más cabezota, descarada, desafiante, poderosa, amable, cariñosa y sexy, sobre todo sexy, del mundo. Porque si, querida Emma Swan, has encontrado el amor de nuevo, y lo has hecho de la manera más inesperada que te puedas imaginar.

Lo primero que tengo que decirte es que eres la sheriff de la ciudad, y trabajas para tu pareja, quien resulta ser la alcaldesa y la Reina Malvada de BlancaNieves. Lo se, lo se, esto si que no te lo esperabas, pero ya se te aclarará todo cuando la encuentres.

El caso es que voy sola hablando como una loca por el manos libres para grabarte esto, pero tienes que volver, necesito estar con mi familia, porque ¡adivina! También tenemos padres.

La cuestión es que tienes que encontrar a Regina. Espero que esté bien.

Te lo digo, Swan, es lo mejor que me ha pasado en mucho tiempo. La amo con locura, y ella a mí. Nunca he disfrutado tanto en la cama ni en ningún sitio. No puedes imaginar lo que es simplemente quedarte dormida en sus brazos.

Así que coge tus cosas y en este instante y mueve ese bonito culo que más te vale haber cuidado.

Vamos, después de escucharme hablar durante un rato, espero que me creas. Te prometo que lo vas a comprender todo cuando estés con Regina y te plante un buen beso. ¡Que labios! No te imaginas lo que te vas a agradecer el haber pensado en grabar esto porque ninguno de los habitantes de StoryBrooke puede salir de aquí excepto Henry y yo.

Aun no se como vamos a hacer para recuperar la memoria de tu hijo, pero seguro que se os ocurre algo, lo importante es que tú recuerdes.

No seas tan cabezota como yo y créeme, soy tú, tú eres yo, somos la jodida salvadora. Empieza a hacer tu trabajo.

Ya veo a Regina en la línea divisoria del pueblo o sea que no me queda mucho tiempo. Me ha hecho prometer, como ya te he dicho, que no haría nada para intentar volver, por eso va a darnos nuevos recuerdos. Se supone que estoy en peligro. La Bruja Malvada del Oeste, sí, has oído bien, va tras de mí porque su único objetivo en la vida es quitarle todo a nuestra chica, y al parecer, soy la razón de su felicidad plena y quiere destruirme. Me suele pasar a menudo, tranquila. Lo bueno es que ella no puede salir del pueblo, así que mientras estés fuera de él, estás a salvo.

Pero no puedo permitirlo, Regina es el amor de mi vida y la necesito como necesito respirar, así que no hay otra opción. No tengo ni idea de como estarán las cosas cando llegues, pero ten mucho cuidado y recuerda: búscala, ella es tu luz.

Estoy tiritando. El agua está helada. Debo de haber estado quieta después de que terminase la grabación como media hora. Las canciones se siguen sucediendo y yo no entiendo nada. Esa voz era la mía, eso seguro. Definitivamente soy yo pero… ¿cómo? Y de acuerdo con lo que he… ha dicho, han pasado cinco años desde esa grabación. ¿StoryBrooke? ¿Regina? ¿Padres? Joder, necesito salir del agua. Me pongo el pijama y, sin hacer ruido, me meto en la cama con el móvil y los cascos. Tengo que escuchar eso de nuevo.

Es la tercera vez que reproduzco esos siete minutos y cuarenta y tres segundos de mi propia voz hablando acerca de una vida que ni siquiera me suena. Cada vez entiendo todo menos.

Voy a averiguar que está pasando, no soy una persona que se conforma.

Me levanto de la cama y le escribo una nota a Henry, mañana es sábado así que tendrá planes y no se extrañará cuando lea que tengo un caso importante fuera de la ciudad.

Abro mi armario en silencio y elijo unos vaqueros ajustados, unas botas marrones y una básica blanca. También me pongo un jersey por encima. Justo cuando voy a cerrar las puertas, veo un destello rojo en el fondo. Ni siquiera sabía que tenía una chaqueta de cuero roja, pero me encanta, así que también me la llevo.

Dejo un beso en la frente de Henry, sé que ya es muy mayor, pero no me importa. Coloco la nota en su mesilla, cojo las llaves del coche y dinero y salgo casi corriendo. Tengo que solucionar esto ya.

Sentada en mi preciosidad amarilla, introduzco las llaves en la ranura y el motor se queja. Me abrocho el cinturón y me agarro fuertemente al volante. Empiezo a moverme pero… ¿hacia adonde? Me digo a mí misma que yo misma me dije (ay, qué lío) que confiara en mi instinto. Así que eso voy a hacer. Que dolor de cabeza.

Unas horas después me encuentro en alguna carretera secundaria de Maine con rumbo a ninguna parte. No tengo ni idea de cómo he llegado aquí, pero desde que me desvié de la carretera principal no he visto ningún coche. De repente necesito frenar en seco pues una oleada de lo que me ha parecido una corriente eléctrica me ha atravesado el cuerpo. Cuando consigo recuperarme observo a mi alrededor. Me encuentro con un espantoso bosque de árboles muertos y un cielo prácticamente negro, demasiado para estar amaneciendo. Siento un golpe en la parte trasera del coche. Miro asustada por el espejillo y lo que veo me horroriza: una especie de ser con alas y cara de mono intenta romper los cristales con sus garras. Sin pensarlo arranco el coche y me adentro en este extraño lugar. Desvío la vista por última vez al espejo y solo alcanzo a ver una señal en verde: StoryBrooke. Esto se está haciendo demasiado real. Un escalofrío recorre mi columna vertebral. Parece que la criatura no me persigue así que aparco a mi pequeño en lo que parece ser la calle principal de este pueblo.

Regina. Ese nombre no para de venir a mi cabeza. Según yo o… lo que sea, es mi pareja y tengo que encontrarla. Me está dando miedito todo. Espera.

"¿¡Qué coño era eso que se ha pegado a mi coche!?"

Comienzo a caminar hacia lo que parece ser el ayuntamiento. Toda la estancia se encuentra vacía y en penumbra. No escucho ni un ruido. Saco la pistola que siempre llevo guardada en el maletero y me dirijo hacia donde veo un poco de luz, la cual se escapa de una puerta entreabierta. Me acerco despacio y miro en el interior. Puedo ver a una mujer morena vestida de negro limpiando el suelo de rodillas. Entro con sigilo y me aseguro de cerrar la puerta y de que no haya nadie más. Me aproximo a la mujer y le toco el hombro, provocando que se gire sobresaltada sin mirarme.

-Lo siento.- me dice.

Me pongo de rodillas ante ella y coloco las manos en sus hombros. No levanta la cabeza así que le obligo a hacerlo. Me mira como si hubiera visto un fantasma. Me resulta muy familiar.

-¿Emma?

Joder, esto no me lo esperaba. Se echa desesperadamente a mis brazos y llora en mi cuello, abrazándome fuertemente. No tengo ni idea de quien es, pero por alguna razón, también la abrazo.

-Has vuelto.- coge mi cara entre sus manos y la verdad es que me siento de lo más reconfortada.

-Yo… lo siento pero no se quien eres.

-Regina te dijo que no volvieras. No me recuerdas, ¿verdad?

Esa Regina otra vez. Gracias a la cara que debo tener, la mujer sigue explicando.

-Me llamo Mary Margaret, aunque en mi mundo me conocen como BlancaNieves.- ahora mi cara si que tiene que estar para hacerle una foto.- Tranquila, tranquila. He sido demasiado brusca. Vamos a empezar porque soy tu madre.- ahora si que lo ha arreglado.

-¿Mi… mi madre?- asiente sonriendo.- Pero ¿qué tienes? Dos o tres años menos que yo.- me levanto.- Esto es una broma de muy mal gusto.

-No, no. Por favor. Es solo que aquí el tiempo lleva parado durante años, justo desde que te fuiste.- también se levanta y me coge las manos.- Tienes que salvar a Regina, y tienes que hacerlo pronto.- frunzo el ceño esperando una explicación pues. Inexplicablemente, mi corazón se ha acelerado al intuir que Regina está en peligro. Vamos Swan, no sabes ni quien es. Me sacan de mis pensamientos.- Venga. Tienes que ir a su casa. Lleva allí recluida por lo menos tres años, y no se en que condiciones. Al no poder quitarle lo que más quería ya que Henry y tú os fuisteis, decidió que lo mejor sería hacerla sufrir directamente. No tiene magia, no tiene esperanza, no tiene nada, Emma. Debes ir pronto.

Mi cabeza va a estallar. ¿Magia? ¿Tiempo que no pasa? ¿Dónde me he metido? ¿Y Regina? Esto no es la madrugada de viernes que esperaba.

-Ya viene la Bruja. Corre, sal por esa ventana y encuéntrala, solo vosotras podéis derrotarla. No dejes que te vean.

Me empuja hacia la ventana y justo antes de que pueda saltar me deja un beso en la frente. Me he sentido irremediablemente conectada a ella. Todo parecer ser menos loco pero… ¿cómo puedo creerlo?

Una vez en la calle, empiezo a correr desesperadamente de espaldas al sol, que ya asoma por la línea del mar. Joder, no se hacia adonde me dirijo, pero algo me dice que tengo que ir. Me siento increíblemente preocupada por Regina, aunque aun no admito eso de que es mi pareja, como tampoco puedo admitir nada, la verdad, todo es demasiado confuso. ¿Tengo que suponer que mi madre es de mi edad, o incluso menor? ¿Qué este lugar no aparezca en los mapas y haya tenido que traspasar una especie de cúpula que lo rodea y lo esconde? Es cierto que he visto con mis propios ojos como el paisaje cambiaba totalmente después del chispazo. Y ese bicho volador… tal vez solo era un oso o un lobo… "¡Vamos, Swan! Era un puto mono volador". Sé lo que he visto, por mucho que me cueste concebirlo. También he sentido esa extraña conexión con la tal Mary Margaret, pero ¿amnesia de toda mi vida? ¿Cómo es posible que no recuerde todo esto? Aunque claramente este sitio si que me recuerda.

Sin aliento, me freno frente a una impresionante mansión. Echo un vistazo a mi alrededor: no hay ni un alma, lo cual es bueno. Me acerco al porche de madera, cubierto de enredaderas y musgo. Giro la cabeza por última vez antes de tomar el pomo de la puerta y no puedo evitar fijar mi atención en un enorme manzano situado en el medio del jardín. Pero por muy grande que sea, tanto sus frutos, como sus hojas y ramas, tienen un color negro. Lo único a lo que recuerda es a la muerte.

Comienzo a ser azotada por un fuerte viento. No dudo en abrir la puerta rápidamente. Menos mal que tenía la llave echada.

Sin que me lo pudiera esperar de ninguna de las maneras, un ligero olor a manzanas comienza a tornar el ambiente de lo más espeso. Me apoyo en la puerta, de lo contrario estoy segura de que me habría caído. "¡Mi cabeza!"

No se escucha nada. El enorme salón está decorado con un gusto exquisito, aunque estropeado por la cantidad de muebles rotos y el polvo en ellos y las quemaduras en las paredes. Esas quemaduras no han sido provocadas por un incendio, tienen una forma circular y están distribuidas por todas las paredes.

Con un miedo tremendo pero llevada por yo que sé qué impulso, comienzo a subir despacio las escaleras. De nuevo saco mi pistola. Avanzo por el enorme corredor de la primera planta, el cual solo es iluminado por la tenue luz del sol temprano que se filtra por las ventanas. Tengo que mirar al suelo para no tropezar ya que está lleno de ramas que han roto los ventanales para penetrar en la mansión.

Abro la primera puerta que encuentro. Me quedo quieta, sin saber muy bien que hacer. Recorro la estancia. Parece la habitación de un niño ya que está llena de cómics y dibujos de superhéroes. Encuentro los muebles muy familiares, como todo lo de por aquí. Este sitio me da escalofríos. Me acerco hasta una de las mesillas. Definitivamente esto está pasando, me está pasando a mí y no puedo negarlo. Me siento en la cama y acaricio delicadamente el marco con la foto que he cogido. Indiscutible. El que aparece en la foto es mi hijo. No está solo. Hay dos mujeres, una a cada lado.

Creo que estoy totalmente convencida de que esto es real. A la izquierda de Henry puedo ver a una mujer rubia de unos treinta años y sí, soy yo. Reparo en la mujer de la derecha. Morena de piel claro y labios rojos como la sangre, con los ojos más profundos y expresivos que he visto nunca. Incluso en foto, no tengo duda de que es la persona más impresionante del mundo. Debe de ser Regina. Acaricio su rostro y paso los dedos por sus labios, dándome cuenta de que ya sabía que una cicatriz de lo más sexy los surcaba. No me da tiempo a asustarme por esto pues un fuerte olor a manzanas invade el cuarto. Mi cabeza amenaza con explotar.

Me recompongo y saco la foto del marco. Le doy la vuelta y mi corazón se salta un par de latidos: "mis mamás y yo". Increíblemente reconozco la letra de mi hijo, aunque sea de hace algunos años. O sea que es cierto. Necesito una explicación y la necesito ya. Doblo la foto con cuidado y la guardo en el bolsillo interno de mi chaqueta. Espero que a nadie le importe. Antes de salir de la habitación miro el teléfono. Tengo un mensaje de Henry deseándome suerte en el caso.

Vuelvo al ahora más iluminado pasillo, comprobando que todo sigue en silencio y no me voy a encontrar con compañías imprevistas.

La siguiente puerta esconde un cuarto de baño. Introduzco un poco la cabeza y puedo ver rastros de sangre por el suelo y la bañera. De nuevo este extraño sentimiento en el pecho.

Llego a la última puerta del corredor. Empujo la pieza de roble. Apenas entra luz entre las rendijas de las cerradas persianas, pero una mezcla de la dulce fragancia a manzanas y el violento olor metálico de la sangre entra directamente en mi corazón. Sin pensarlo cierro la puerta detrás de mí y corro hacia la ventana. Busco la cuerda a tientas y tiro de ella para iluminar la estancia con la luz del sol.

Escucho una especie de gemido a mi espalda. No quiero ni mirar. No quiero saber que o quien está detrás de mí.

Me quedo quieta durante al menos dos minutos, con las manos apoyadas en la repisa de la ventana. Sé que tengo que girarme, lo sé.

Lo prolongo un poco más, no se si voy a poder soportarlo, ¿y si es ella? ¿Y si no puedo ayudarla? No se quien es o… no se quien soy. Ya no se nada. Estas últimas horas están acabando conmigo. Me arrodillo un momento y soy incapaz de hacer que el nudo que se ha instalado en mi garganta se deshaga así que decido dejarlo ir a la vieja usanza. Las lágrimas contenidas se transforman en amplios ríos que surcan mis pálidas mejillas.

Abro los ojos de repente. Quien sea que esté detrás de mi necesita mi ayuda y no puedo negársela.

Me pongo de pie. Me quito la chaqueta y el jersey, quedándome con la camiseta blanca. El ambiente está demasiado cargado, casi no puedo respirar.

Finalmente me giro, aunque con la mirada clavada en el suelo, un suelo de mármol inmaculado. Llevo mis ojos unos metros más allá y puedo observar unas gotitas rojas cayendo desde algún lugar. Estoy muy asustada, realmente asustada. Miro más lejos y puedo ver unos pies desnudos medio apoyados en el suelo. Levantando un poco la vista me encuentro con unas bellas piernas estropeadas por regueros de sangre que llegan hasta el suelo. Se me encoge el corazón y no puedo soportarlo más. Elevo del todo la cabeza.

Nunca. Nunca en mi vida he visto algo como esto.

Me acerco un paso más solo para confirmar que mis ojos no me engañan. Es la mujer de la foto. Es Regina. Regina. No puedo moverme. Miro hacia el techo, desde donde cuelgan dos sogas, las cuales están fuertemente atadas a sus muñecas, hasta el punto de hacerlas sangrar. Sus brazos están colocados por encima de su cabeza, haciendo que la eleven lo suficiente como para apenas rozar el suelo con los pies. Desciendo para contemplar su rostro, aunque solo puedo ver la mitad de este pues su cabeza inclinada hacia delante hace que el pelo lo tape.

Solo lleva puesta una especie de túnica gris que le llega hasta las rodillas y se abre casi hasta el ombligo, dejando ver quemaduras por su pecho y abdomen.

Sin saber muy bien que hacer me coloco delante de ella. Observo sus facciones durante un momento. Esos rasgos duros y fuertes. Los mismos labios que en la foto, aunque no rojos, los ojos cerrados y el gesto de dolor. Dolor. Eso debe de estar sintiendo.

Me acerco a ella y rodeo su rostro con mis manos, espero no hacerle daño. Definitivamente la conozco. El tacto de su piel se me hace tan cercano que casi puedo recordar haber estado junto a ella antes. Acaricio sus mejillas con cuidado. Para mi sorpresa, sus ojos se abren lentamente. Me quedo quieta. Y no solo quieta, también perdida en esos lagos chocolate. Son como en la foto, aunque estos están tristes y desesperanzados.

Puedo ver que hace grandes esfuerzos por enfocar la imagen, se ve que no está muy acostumbrada a la luz del sol.

-Cada vez te sale más real, enhorabuena.- rompe el silencio con una voz ronca y desgarrada, la cual no hubiera escuchado si no fuera porque me encuentro a pocos centímetros de sus labios.- Sabes que no es necesario que me sigas enseñando ilusiones de Emma, siempre voy a recordarla tal y como la ví por última vez.

Ahora si que mi corazón se ha parado. Bueno, al contrario, está totalmente desbocado y no consigo que vuelva a su ritmo normal.

-Vamos, aparece. Muéstrate, Wicked.- hablaba despacio, como si con cada letra se le rompiera la garganta. Cierra los ojos de nuevo.- Prefiero hablar contigo cara a cara que con una imagen del amor de mi vida creada por ti, si no te importa. Se que te encanta recrear su asesinato una y otra vez delante de mí, pero ¿sabes una cosa? Nunca conseguirás hacerle daño, porque aunque ella no me recuerda, ni nuestro hijo, yo lo haré siempre sabiendo que las dos personas a las que más he amado, están a salvo. Puedes torturarme lo que quieras, sabes mejor que nadie que tenemos, literalmente, todo el tiempo del mundo.

No puedo tener ninguna duda de que todo es real. Siento ese calor en mi pecho estando tan cerca de ella.

Prefiero no hablar. Rompo el contacto con ella, sintiendo un extraño vacío que nunca había sentido. Me dirijo hasta donde he dejado la chaqueta. Rebusco en uno de los bolsillos y saco una navaja, siempre llevo una encima. Vuelvo a ella, esa mujer que me acaba de confesar su amor eterno sin ni siquiera saberlo. La tomo despacio por la cintura, intentado levantar sus pies del suelo para que las muñecas no sufran más. Abatida, apoya la cabeza en mi hombro. Las lágrimas vuelven a escaparse de mis ojos, no puedo ni imaginar lo que ha sufrido. Noto como aspira con dificultad en mi cuello.

-Realmente te ha salido bien esta vez.- su voz vuelve a sorprenderme, supongo que siempre lo ha hecho.

La pego más a mi cuerpo, como afianzando mi presencia aquí. Elevo mi mano libre con la navaja para cortar las cuerdas. Me lleva más tiempo del que pensaba, son demasiado gruesas. Finalmente consigo soltar una mano, la cual cae sin vida sobre mi hombro. Noto como desliza su brazo por detrás de mi cabeza y siento que un líquido se derrama sobre mi hombro. Está llorando.

-Te echo tanto de menos…- dice prácticamente sin voz.

Me esmero para cortar cuanto antes la otra cuerda. No ha pasado ni un minuto cuando hago que la mano que acabo de soltar se enrosque en mi cuello junto a la otra. Me agacho ligeramente para pasar una de mis manos por detrás de sus rodillas y levantarla del suelo, haciendo que su cabeza aun apoye en mi hombro.

-¿Por qué haces esto? Quítame el encantamiento de una vez y mátame, no puedo vivir sin ellos.- un lastimero sollozo sale de su garganta. Se ha clavado directamente en mi corazón.

-Estoy aquí.- susurro cerca de su oído a la vez que me inclino sobre la cama de matrimonio que hay en el medio de la habitación.

La dejo con cuidado sobre las sábanas color perla y cuando me retiro un poco, su mirada encuentra inevitablemente la mía. Recostada a su lado, acaricio con dulzura su mejilla. ¿Cómo es posible que me sienta tan cerca de ella, en tanta armonía? Creo que sé la respuesta pero por ahora voy a centrarme en ella. No está bien. Empieza a tiritar. Toco su frente y está ardiendo. Me siento en la cama y tomo su mano, la cual está helada. No me había dado cuenta pero sigo llorando. También puedo ver como las lágrimas resbalan por ambos lados de sus sienes.

-Ahora mismo vengo, te prometo que no me voy a ir a ningún sitio. No voy a dejarte sola.- y lo digo de verdad. Me llevo su mano a los labios y al contacto, una imagen pasa por mi cabeza:

-He encontrado a mi verdadera madre.

-¿Es usted la madre biológica de Henry?.

-Hey.

-¿Le gustaría probar la mejor sidra de manzana que haya tomado?

-¿Tiene algo más fuerte?

Vale, esto ha sido muy raro. Pero ella necesita cuidados. Me dirijo al baño en el que he entrado antes. Cojo todo lo necesario y en menos de dos minutos vuelvo a la habitación. La encuentro en la misma postura que hace un momento. Es tan perfecta incluso con todas las heridas y los golpes… Me pongo a su lado encima de la cama. He decidido que primero voy a limpiar la sangre, ya me ocuparé de las heridas serias más tarde.

Coloco una especie de cubo con agua en la mesilla. Empujo con cuidado el cuerpo de Regina hasta el centro de la cama y me siento en el borde. Dejo el agua oxigenada y las vendas a un lado.

Me voy a encargar lo primero de su rostro, el cual está lleno de cortes y hematomas. Me la quedo mirando. Tiene el ceño fruncido y parece que se ha dormido. ¿Cuánto tiempo llevaba colgada ahí?

Es dolorosamente preciosa, aun con el cuerpo destrozado.

Cojo un trozo de algodón y dejo que se empape n el agua. Lo deslizo suavemente por su frente, eliminando la sangre reseca poco a poco. Las heridas van quedando a la vista. No parecen muy graves aunque mis conocimientos en este campo son limitados. Limpio los hilos de sangre que han escurrido desde su nariz y labios. "Quien haya hecho esto debe morir". Me sorprendo a mí misma, nunca le había deseado la muerte a nadie. Termino de recuperar el color blanco de sus mejillas, y digo blanco porque es como tiene la piel. No debe haber visto el sol en años. Acaricio la línea de la mandíbula y pongo un paño frío sobre su pómulo que está bastante hinchado.

Ya me he acostumbrado al embriagador perfume de manzanas. Sé que he tocado esta piel antes, esto segura.

Retiro un poco el pelo de su cuello y me horrorizo aun más al ver una serie de heridas circulares a su alrededor. Posiblemente haya tenido puesto un collar de pinchos. No lo puedo evitar. Rompo a llorar. Apoyo mi frente en la suya y dejo que las lágrimas desemboquen en su piel.

-¿Desde cuando las manzanas son una amenaza? Creo que debería marcharse, señorita Swan.

-¿O qué?

-No tiene ni idea de lo que soy capaz.


-¿Qué demonios está haciendo?

-Coger manzanas.

-Está loca.

-No, usted lo está. No me voy a ir de aquí porque, hermana, no tiene ni idea de lo que soy capaz. Su turno.


-Disfrute de mi camisa pues es lo único que va a obtener de mí.


-También es mi hijo. Puedo hacerlo.

-Solo tráigamelo.


-Es cierto, ¿verdad? Todo.

-Si…

-Tienes que despertarlo.

-No puedo, no tengo más magia.


-Suéltala. Suéltala. ¡He dicho que la sueltes!


-Ella no va a morir.


-¿Eres la madre de Regina?

-Si. Pero no te asustes. ¿Quién es ese Henry del que hablas?

-Es mi hijo. Lo comparto con Regina. Es complicado.


-Lo siento, llego tarde.

-¿Qué haces tú aquí?

-Yo la he invitado.


-Ella no lo hizo. Conozco esa mirada. La conozco, y la creo. Aquí solo es Regina.


-Emma, ¿ves algo?

-Dios, nunca he sentido tanto dolor como el que está sintiendo ella. Creo que está en algún lugar del puerto.

-Tranquila, la encontraremos.


-Emma, está aquí. Ven rápido.

-¿Quién ha hecho esto?

-Un loco que quiere destruir la magia, pero ya lo hemos cogido. Aunque… Emma, no respira. Las descargas han sido demasiado fuertes.

-No… No. Regina, por favor. No me dejes.

-Emma cariño, tienes que dejarla ir.

-No te atrevas de dejarme sola, Regina.

Me acerco a sus labios por primera vez y la beso.

-Te quiero.

Una onda brillante nos rodea. Regina despierta.

-Yo también te quiero.


Bueno, como ha ido¿? Es muy mala¿? Espero que os haya gustado al menos un poquito!

Mañana subo la segunda y última parte :))))

Un beso!