Hola, bueno aquí les traigo una nueva historia, leánla y díganme que opinan.


Sentimientos en el olvido

Los rayos del sol iluminaban la habitación, Kagome comenzó a abrir los ojos, lentamente se volteó y contempló a quien dormía a su lado, su esposo, su rostro reflejaba tranquilidad, ella examinó cada uno de sus gestos y así comenzó a navegar en sus recuerdos, ella no se había casado por amor, pudo haber sido amistad, pero nunca amor, ya que éste murió junto al hombre de su vida, Inuyasha, al recordar su muerte todavía se le llenaban los ojos de lágrimas y más aún el saber que también lo acompañó a la tumba su mejor amiga, Sango. Los dos murieron en la batalla final contra Naraku, ella tenía unos dieciocho años en ese entonces y las imágenes vinieron tan claras a su mente que pensó que las estaba viviendo de nuevo, Sango murió protegiendo a su hermano y aunque Miroku intentó salvarla ya era demasiado tarde, por otro lado Inuyasha usó lo último de vida que le quedaba para lograr derrotar a Naraku, él terminó librando a Miroku de su maldición.

Los dos sacrificaron todo para librarlos de esa vida que no les correspondía y de esta manera salieron de sus vidas para siempre. Kagome seguía atenta a los gestos de Miroku quien aún dormía plácidamente, ella admiraba la tranquilidad que él tenía, esa fue una de las virtudes que más le ayudó a superar la muerte de Sango, recordó que unas semanas después él le pidió que los llevaran, a Shippo y a él a su mundo, ya que así olvidarían todo los tristes recuerdos que les traía el Sengoku, sobretodo para el pequeño, ella también pensó lo mismo y un día los tres sin decir nada desaparecieron. Vivieron en el templo por un tiempo, bueno ella y Miroku, ellos sobrellevaron juntos la muerte de sus amigos y ella comenzaba a disfrutar de su compañía, poco tiempo después él le propuso ser su novia, dijo que estaba seguro que sus ya fallecidos amores hubieran querido que ellos fueran felices, ella aceptó y se mudaron a un departamento, cerca de la universidad de Kagome, en el centro de la ciudad, mientras que Shippo se quedó en el templo, donde había encontrado la familia que tanto buscó. Dos años después se casaron y de este acontecimiento no había pasado más que un año y medio.

Ahora Kagome era escritora y había publicado un libro que hablaba acerca del Sengoku y de cómo un amor prohibido pudo florecer ahí y bueno, Miroku, él era muy inteligente y estudió medicina, ahora trabajaba en un hospital con muy buena paga, más que suficiente para él y Kagome.

Ella volvió a la realidad debido a un aire fresco que entró por la ventana, era un día hermoso, se levantó de la cama cubriéndose sólo la parte del frente dejando al descubierto su espalda desnuda, luego se dirigió al baño, y se metió en la tina, el agua aligeró el peso de su cuerpo y la relajó, si le preguntaban que clase de relación tenía con su esposo diría que era una normal, ya que ella y Miroku tenían relaciones, él había sido el primer hombre en su vida y al pensar esto siempre le carcomía el remordimiento por el recuerdo del hanyou, pero a pesar de esto, ellos no habían logrado tener un hijo, alguna razón debía haber, tal vez algo andaba mal con ella o tal vez con él, Kagome siguió pensando hasta que escuchó la voz de Miroku llamándola, salió de la tina y se puso su bata, ahí estaba, despierto al fin, ella se acercó y le dio un pequeño beso.

- Buenos días- al ver su rostro tan cansado se apresuró a hablar- descuida, en seguida te prepararé el desayuno- dijo mientras se dirigía a la cocina, Miroku se quedó en la habitación tenía que apurarse o se le haría tarde para ir al hospital.

- La verdad es que anoche estaba tan estresado- dijo al fin saliendo de la habitación ya listo.

- Sí, pero eso no es bueno, de vez en cuando deberías darte un tiempo para descansar... como anoche- terminó de decir Kagome, aún sentía un poco de vergüenza.

- Sí, tienes razón- dijo Miroku mientras se sentaba en la mesa – debemos salir de vez en cuando, si estamos tanto tiempo encerrados nos volveremos locos-

- Tal vez ya lo estamos- dijo Kagome mientras ponía el desayuno frente a su esposo. Miroku se sorprendió al ver el desayuno, cereal, leche, jugo de Naranja y un plátano.

- ¿Estás probando una nueva dieta y yo soy víctima?- dijo mirándola extrañado.

- Claro que no, sólo pensé que debíamos comer más saludablemente, normalmente tomamos sólo café y comemos cualquier cosa en la calle, quizás tu quieras morir joven, pero yo no- dijo sin darle más vueltas al asunto y sentándose frente de Miroku.

- Oye, Miroku, tu crees que puedas hacerme unos exámenes en el hospital, quisiera saber si existe una razón por la cual no he quedado embarazada aún- dijo Kagome mirando a su esposo.

- Sí, claro, pero no veo la razón, sabes que si aún no tenemos un hijo por algo debe ser- dijo él tranquilamente.

- Sí, pero aún así, quiero realizarme las pruebas, por favor-

- Está bien, pasa más tarde por el hospital, luego salimos a comer- dijo terminando de desayunar.

- Muy bien- Kagome se puso de pie y recogió los platos, mientras que Miroku iba por su maletín .

- Ya me voy, te veo luego- dijo Miroku mientras le daba un corto beso- Adiós- desapareció detrás de la puerta, Kagome se volvió a quedar sola, aunque no estaba triste, ese día se haría los exámenes y si no había nada mal no había de que preocuparse, una de las cosas que ella más deseaba era tener un bebé, ya que él sería la luz que iluminaría la oscuridad que a veces Kagome sentía muy dentro de su alma.

- Mejor me apresuro a ordenar la casa – dijo mientras terminaba de lavar los platos y se dirigía a la habitación.

Le tomó cerca de una hora terminar de arreglar su habitación. Y es que entre ella y Miroku dejaban el cuarto en un desorden total, sus papeles estaban regados en el piso, pero debía tener mucho cuidado con los papeles de Miroku ya que se podían traspapelar y decirle a una persona que tenía cáncer cuando no era así.

Luego se dedicó a limpiar el resto de la casa que era mucho más fácil, y al final se sentó en la mesa y comenzó a escribir en la computadora portátil, lo que le viniera a la mente, cosas sobre el Sengoku, pero no podía parecía estar bloqueada y es que a veces le resultaba difícil escribir porque los recuerdos asaltaban su mente, dejó la computadora y se dirigió al sofá estaba tan cansada, dormiría tan sólo unos minutos para recuperar energías.


- RINGGGG- el sonido del teléfono la hizo despertar, corrió a contestar el teléfono.

- Sí, diga-

- ¿Kagome, dónde estás?- era Miroku, pues en la casa, todavía es temprano, sólo hace una hora te fuiste.

- Kagome ya son las doce, es hora del almuerzo, además tenías que venir para hacerte los exámenes -

- Lo siento es que me quedé dormida, no sé ni como sucedió, pero no te preocupes, en un rato estoy ahí- dijo

- Está bien, te espero, adiós- dijo Miroku cortando la comunicación, a Kagome le parecía extraño ella casi nunca dormía tanto pensaba mientras dejaba el teléfono en su lugar, se apresuró a cambiarse y luego de ver que todo estaba en orden salió del edificio, por suerte el hospital estaba cerca y llegaría en unos diez minutos.

Comenzó a caminar rápidamente, tenía la extraña sensación de que alguien la estaba vigilando, pero no hizo caso, probablemente era sólo su imaginación pensaba, cuando dobló la curva de la calle se perdió de vista.

Un joven salió detrás de una pared, estaba siguiendo a la muchacha de cabellos azabaches, se había perdido de vista. El joven llevaba sus cabellos amarrados en una pequeña trenza negra, y sus oscuros ojos todavía conservaban la altanería que era propia de él.

- Muy pronto nos veremos, Kagome- dijo mientras apagaba su cigarrillo y comenzaba a caminar en dirección contraria a la de la muchacha.


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