Hola chicas, este fue mi primer fic el cual realice con demasiado nerviosismo, no fue nada sencillo escribirlo de contrabando mientras trabajaba o en las pocas horas en un cyber… En ese tiempo mi computadora se descompuso justo cuando empecé a escribir. Pero había algo dentro de mí llamándome a continuar con este pequeño sueño. Por un tiempo dejé de escribir a causa de la terrible situación que enfrentaba con mi familia, mi hermano mayor fue diagnosticado con cáncer, fue duro ver morir a mi hermano compañero de mis travesuras…meses después mi esposo falleció en un accidente, eso sin contar que mi salud se vio afectada. "Por Siempre Tú" fue muchas veces mi refugio para sobrellevar mis penas, sus comentarios sin que ustedes lo supieran fueron muchas veces mi alegría, no soy escritora ni pretendo ganar ni un solo premio. Para mí ha sido más gratificante leer un review donde exprensan la misma emoción que yo tuve al escribirlo. Me basta con saber que en algún lugar de este mundo existe alguien a quien le gusta leer mis sueños. Sé que para algunas esta historia es dramática pero ¿Qué la vida misma no lo es? Pero es hermoso soñar y descubrir que una simple frase, una simple actitud puede inspirar tu vida y llevarte a lograr todo aquello que te has atrevido a soñar. Eso fue lo que le sucedió a Candy cuando conoció al Príncipe así que las invito a soñar nuevamente con un amor a prueba de todo.
¡Gracias por ser parte de este pequeño sueño!
Los personajes de Candy Candy no me pertenecen son propiedad de Kyoko Misuki y/o Yumiko Iragashi
Este Fic esta basado en el manga y en las traducciones no oficiales de CCFH para todas ustedes con cariño.
Capitulo1.-Cartas
"Ojos azules…el cabello rubio…la dulce voz… ¡Albert!... Él es mi príncipe"-Candy corrió con los ojos inundados de lágrimas a aquellos brazos abiertos que esperaban por ella.
"Candy…Me encanta tu sonrisa…yo nunca la olvidé…nunca la olvidaré"
"Albert solo entre tus brazos siento tanta paz…tanta calma"-cerró los ojos disfrutando de aquella calidez.
"Mi pequeña, si tan solo supieras cuanto te quiero"-pensaba Albert mientras la cobijaba entre sus brazos.
Por la noche Candy no podía dormir, trataba de asimilar lo ocurrido en ese último año, primero su vagabundo amigo había resultado ser nada más y nada menos que el Tío Abuelo William y ahora una nueva confesión que lo cambiaba todo…Albert era su Príncipe de la Colina.
"Una vez más te desvaneciste Príncipe…una vez más te fuiste sin decir adiós"-murmuró mirando hacia el cielo estrellado.
En ese momento un lujoso auto negro se dirigía a la estación del tren. Un apuesto joven de ojos azules permanecía en silencio sin dejar de observar hacia el exterior del vehículo.
"Una vez más lo hice…una vez más me aleje de ti" – pensaba.
-William, lo siento mucho-se disculpó George-pero tú sabes que es indispensable hacer este viaje.
-No te preocupes George, es momento de cumplir con mi deber como representante de la familia Andley-respondió tratando de esbozar una sonrisa.
George lo observaba con discreción, su semblante estaba completamente triste, su mirada ausente, sintió un poco de pena por él. Desde muy joven había sido presa de su destino, hubiera querido dar vuelta en ese instante y regresarlo con ella, la causa de su melancolía. Los días pasaron entre una reunión y otra; una tarde que se encontraba en la oficina de Chicago revisando la correspondencia se encontró con aquella carta tan esperada, no pudo evitar sonreír mientras la abría con ilusión.
"Querido Tío Abuelo William:
Me pregunto en donde te encontrarás en estos momentos. Sé que estás muy ocupado por lo que agradezco tu visita al hogar de Pony. En ocasiones me parece como si hubiera estado soñando ¡El Príncipe de la Colina era Albert!
Todavía no puedo sobreponerme a la sorpresa. Pero después de revelar ese secreto nuevamente desapareciste como si todo hubiera sido un sueño. Yo nunca olvidé al "Príncipe de la Colina". Creo que esta noche no podré dormir.
Con cariño Candy"
Albert sonrió tratando de ocultar lo que aquella carta había provocado en él, ser su Príncipe de la Colina era algo que lo llenaba de una esperanza para su escondido sentimiento.
O o O
Candy ayudaba a la hermana María con las tareas diarias del lugar, a penas y podía concentrarse en lo que estaba haciendo. Entonces fue cuando a la lejanía pudo ver que el cartero se acercaba al lugar y sin decir alguna palabra, corrió a su encuentro.
-Buenos días Sr Marsh- saludó sonriente- ¿Acaso tendrá alguna carta para mí?
-Pues supongo que sí Candy-respondió el hombre entregándole el sobre.
-Enseguida regreso hermana María- en cuanto lo tuvo en sus manos salió corriendo en dirección a la colina- ¡No me perderé el almuerzo!
La hermana María y la señorita Pony tan solo intercambiaron miradas. Aunque los años pasaran Candy en el fondo siempre seguiría siendo una niña. En cuanto estuvo en la colina Candy se recostó sobre el césped.
"Querida Señorita Candy White Andley
Le ofrezco mi más sinceras disculpas por haberme ido así después de hacer una confesión de suma importancia-estoy seguro que tienes una cara de frustración ¿Cierto?-Vamos Candy ¡solo estoy bromeando!
¿Podrías escribir como siempre? Lamento haber guardado ese secreto, tuve un conflicto interno por eso, no te culparía si estuvieras enojada. Sabía que te sorprendería nuevamente pero estaba esperando el tiempo correcto para revelar ese otro secreto, de ser posible en la misma temporada en que te conocí por primera vez. Supongo que pensaba que así podría ser una vez más mi viejo yo.
Tenía la intención de hablar contigo pero bueno, George siempre encuentra la manera de llegar en el momento oportuno, pero no me desvanecí, tú me seguiste hasta el auto. En estos momentos el trabajo es importante para mí. Candy deseo leer una carta tuya, estaré esperando por esa carta con tu propio estilo. Desearía verte muy pronto pero tal vez eso no sea posible.¡Dale mis saludos a los niños!
William Albert Andley"
Candy estrechó la carta contra su pecho, no podía evitar tener todas aquellas emociones dentro de sí. Aunque la hermana María y la señorita Pony insistían en que debería de referirse a Albert con respeto por ser su padre adoptivo, ella no podía evitar lo que sucedía dentro de su corazón.
O o O
Los días pasaban lentos para William Andley, entre citas de trabajo y reuniones sociales estaba agotado. Ése día en particular estaba demasiado distraído; George había tenido que repetirle más de tres veces la misma cláusula del contrato. Pero cualquier intento por obtener su atención era en vano, su mente estaba muy lejos de ese lugar.
"Tal vez no fue correcto lo que escribí en esa carta – pensaba-quizá fui demasiado efusivo, ¡No soportaría que estuviera molesta conmigo!"
Unos golpes en la puerta desviaron su atención hacia la misma, era un mensajero que traía un sobre en la mano. Bastó con verlo para saber sin duda era una misiva de Candy y aquello inevitablemente curvó sus labios en una sonrisa.
-Continuaremos después del almuerzo-dijo George-creo que de verdad necesitas leer esa carta.
En cuanto George salió se recostó sobre su asiento para leer aquellas líneas tan esperadas.
"Querido Príncipe de la Colina:
Sé que dices que debo escribir como usualmente lo haría pero al saber que le escribo al Príncipe de la Colina no puedo evitar sentirme nerviosa. ¡Gracias por tu pronta respuesta!
¿Puedo decirte Príncipe –Abuelo? ¡Vamos sé que lo soportarás! Me revelaste el secreto de una forma tan encantadora. Con dificultad pude contener las lágrimas pero esta vez eran de felicidad, aun no entiendo ¿Cómo has podido hacerlo? Te mostré tantas veces mi insignia y te hablé demasiadas veces del Príncipe mientras alguien llamado Albert escuchaba en silencio, me pregunto ¿ya habías recuperado la memoria en ese entonces? Cuando te vea te presionaré con preguntas.
En Mayo la colina estará en plena floración, es el cumpleaños de cierta persona ¿Vas a venir? Creo que lanzaré un hechizo sobre el Príncipe y entonces vendrá a ver a la niña que es más bonita cuando ríe que cuando llora...¡Alakim Alakazam!...Bien creo que ahora ya estás hechizado.
Con cariño, Candy"
Albert no pudo evitar evocar algunos días del pasado, deseando tener un poco de aquella libertad que tanto le hacía falta. Sabía que tenía una reunión con algunos socios pero necesitaba plasmar las emociones que lo embargaban en un papel así que empezó a escribir una larga carta para ella. Tiempo después, Candy leía en su habitación aquella emotiva misiva.
"Querida señorita hechicera Candy:
Pequeña, no tienes que lanzar esa clase de conjuros extraños. Aún recuerdo muy bien el cumpleaños de cierta persona, de hecho tengo tu regalo desde hace tiempo atrás. Nada me gustaría más que pasar tiempo contigo pero George ha puesto una cara seria y me ha dicho "Parece que usted ha tomado ya demasiadas vacaciones". Por favor no te enojes Candy ¿Porqué mejor en lugar de eso no vienes a Chicago? Annie estaría feliz de tener una fiesta contigo, solo dime que vendrás y mandaré los autos, puedes invitar a todos en el hogar de Pony…"
Candy no dejaba de llorar mientras leía aquella larga carta, el hecho que Albert le estuviera abriendo su corazón significaba mucho para ella. Conocer más de él, de cómo era que se había convertido en el heredero de su familia y sobre todo saber cuál era su perspectiva en cuanto a aquel encuentro en la colina. Sonrió sintiéndose demasiado conmovida, aunque no pudo evitar hacer una mueca cuando le pidió que no lo llamara más Príncipe ya que le provocaba nervios.
"De igual forma para mí siempre serás mi Príncipe"-pensó mientras sonreía, nada le causaba más dicha que volverlo a ver y si tenía que viajar a cualquier lugar del mudo lo haría.
El gran día había llegado. Candy no podía evitar sentirse nerviosa, después de tanto tiempo por fin lo vería de nuevo. En cuanto llegó a la mansión no pudo evitar llorar de felicidad al ver todos aquellos obsequios para ella. Al fin pudo ver una vez más a sus queridos amigos, Albert sonreía, la mansión estaba llena de bullicio y alegría, pero de nuevo tuvo que marcharse y antes de hacerlo se acercó a ella abrazándola efusivamente.
"¿Pero qué es lo que me pasa?No es la primera vez que me abraza ¿Qué es lo que estoy sintiendo?"-pensó algo asustada.
Albert pudo sentir como Candy tembló en sus brazos, tenerla tan cerca lo había hecho muy feliz y maldijo el tener que marcharse tan pronto, ni siquiera pudieron conversar. Pero estaba satisfecho con ese breve momento, sobre todo al ver la cara de felicidad cuando vio a César y Cleopatra.
O oO
Habían pasado tan solo unos días y Candy aun sentía que su corazón no acababa de sobreponerse de tantas sorpresas, la mejor de todas César y Cleopatra. Aquellos caballos era un obsequio de gran significado para ella, no podía evitar preguntarse como un hombre tan ocupado, como William Albert Andley había tenido tiempo para ese enorme detalle. No podía hacer más que agradecerle por ese esfuerzo así que escribió.
"¡Albert…Albert!
No puedo hacer más que llamarte de tanta emoción. Celebrar mi cumpleaños en Chicago fue sorprendente, todos aquellos obsequios y la habitación remodelada especialmente para mí. Pero sobre todo gracias por traer de vuelta a César y Cleopatra.
Creo que mi hechizo no tuvo demasiado efecto. A penas y pude conversar contigo; creo que tienes demasiado trabajo y estoy algo preocupada. Por eso no olvides que debes cuidar tu salud, recuerda lo que el Dr. Martin dijo sobre tu amnesia.¡Jamás quisiera que regresara!
Aunque debo confesar que no puedo apartar de mi mente aquellos días en el departamento Magnolia. Sé que teníamos muchas carencias pero fueron maravillosos aquellos días ¿Recuerdas?"Compartir algo entre dos". En ese momento esperaba que pudieras recordar algo del pasado. Por cierto ¿Cuándo fue que recobraste la memoria?
Ahora eres mi padre adoptivo ¿Verdad? Creo que algunas veces lo olvido ¡Espero que la próxima vez me cuentes de tu viaje a África!
Tu bella hija adoptiva"
Albert no podía evitar sentirse sumamente molesto, se había dado un poco de tiempo para leer esa carta antes de emprender su próximo viaje y solo para obtener esa agridulce sensación. Sabía que no tenía el tiempo suficiente para responder como debería hacerlo pero al menos podía enviar una nota y así lo hizo.
"Candy
En estos momentos estoy saliendo a Sao Paulo, pero necesitaba expresarte mi molestia ¡Me prometiste que no lo volverías a hacer! Deja de llamarme Padre o te llamaré Abuela. De hecho me sorprende que yo siendo tan joven y soltero tenga una hija adoptiva. Es algo desagradable para mí el término"Padre", por favor no lo vuelvas a decir.
Diles en el hogar que me alegra que disfrutaran la fiesta y que es lo que se supone un padre adoptivo debe de hacer…¡Rayos ahora lo he hecho yo! En cuanto llegue a mi destino te escribiré. Saluda a los niños de mi parte
William Albert Andley"
Candy terminó de leer aquella nota sintiéndose un poco triste, dentro de sí sostenía una lucha interna sobre lo que estaba pasando con sus sentimientos.
"Tengo que sacarte de mi mente ¿Cómo es que ahora te veo de otra manera? Esto no es correcto, no debería de sentir todas estas cosas por ti, necesito olvidarte."
En otro lugar, a kilómetros de distancia, unos ojos azules veían el exterior desde una ventana con la mirada perdida. Nada deseaba más que estar en otro lugar, ambicionaba un poco de la libertad que ahora le era negada, era solo un hombre prisionero de su destino.
"Candy, no sé cómo puedo tener estos sentimientos tan fuertes por ti, extraño tanto tu sonrisa y aquellos días hermosos que compartí a tu lado, la manera en que cuidabas de mi… sé que te tengo que olvidar pero ¿Podré hacerlo? No sé si deseo hacerlo…no puedo imaginar mi vida sin ti"-Pensaba con nostalgia.
Candy esperaba impaciente esa carta que aún no llegaba. Eso le daba una sensación de soledad, no podía ni quería ni siquiera imaginar que era lo que estaba sucediendo con el dueño de sus pensamientos.
"Albert ¿será acaso que me has olvidado?"-pensaba sentada arriba del padre árbol mientras una lágrima resbalaba por su mejilla.
Continuará…
Bueno chicas espero sus comentarios para ver que les pareció este renovado capítulo… ¡Muchas gracias!
¡Saludos y Bendiciones!
