Cuando Magnus entró al loft, dejó las bolsas que había traído de Takki's sobre la mesa. Claro que hubiera sido mucho más fácil simplemente hacer aparecer la comida sobre la mesa en el momento que Alec se lo pidiera, pero el chico lo necesitaba fuera, le tenía preparada una sorpresa.

Sus pensamientos fueron interrumpidos por un golpe proveniente de su habitación seguido de un sonido que él conocía a la perfección, Alexander. Magnus subió las escaleras lo más rápido posible, deteniéndose al darse cuenta de que tal vez se debía a la sorpresa. Una sonrisa se coló en su rostro mientras se disponía a bajar de nuevo las escaleras, pero algo lo detuvo. Un gruñido, nada propio de Alexander, se escuchó del otro lado de la puerta. Había alguien más en su habitación.

El corazón del brujo bombeó sangre a toda velocidad haciendo que subiera rápidamente el corto tramo de escaleras que había bajado y abriera la puerta. Un dolor punzante se hizo presente en el pecho de Magnus, mientras su mirada recorría la desordenada habitación.

Allí se encontraba el ojiazul, sonrojado y acorralado contra una de las paredes del cuarto que compartían. Su vista rápidamente se nubló al posarse sobre las piernas de Alexander, de su Alexander. Estas se encontraban envueltas en la cintura del hombre que besaba lentamente su mandíbula, el desconocido volteó hacia la puerta y, cuando su mirada se clavó en los ojos gatunos del brujo, ahora completamente cristalizados, este rió, posando sus delicadas y pálidas manos sobre el rostro del nefilim.

Una rabia incontrolable surgió de sus alargados dedos, en forma de halo azul, que salió disparada como un rayo en dirección a ese hombre que odiaría por el resto de su eterna vida. Pero para la sorpresa del brujo, toda la magia rebotó como si hubiera un campo de fuerza alrededor de ellos. Su alma terminó de caerse a sus pies.

Alec, como si hubiera escuchado un ruido agudo, soltó sus piernas del muchacho y cayó al suelo tapándose los oídos con las manos. Un momento más tarde abrió los ojos que mantenía cerrados con fuerza y lo miró. Lo miró, y su mirada lo atravesó como si de una flecha se tratara.

La azul mirada de Alexander expresaba confusión, trazando el recorrido entre el hombre frente a él y Magnus. Cuando esta se detuvo en el par de ojos gatunos que se encontraban fijos en él, los encontró llenos de dolor, y cuando estos se apartaron decepcionados, el nefilim soltó un grito ahogado.

Magnus dirigió su cabeza hacia el otro hombre, que no hacía más que reírse burlonamente, fulminándolo con la mirada, el brujo lo reconoció como un miembro de la corte noseelie, Sieran, con sus ojos castaños, y cabello negro. Dirigió su mirada hacia Alexander, él se encontraba en el suelo, abrazando sus rodillas.

El brujo elevó ambas manos y, dejándose llevar por el dolor que la situación le provocaba, arremetió contra el pecho del caballero hada, haciéndo que esta cayera de bruces, alejándose de Alexander.

Sieran se levantó rápidamente del suelo,mirando a los dos chicos con sorna, se levantó orgulloso, con la cabeza en alto, y le plantó un beso a Alec antes de irse, sin recibir respuesta de este, que lo apartó de un manotazo.

El hada le guiñó el ojo al brujo, yéndose por las escaleras.