Holaaaaa, yo de nuevo por aquí :333
ANTES DE EMPEZAR A LEER, quiero avisar de ciertas cosas:
Primero, si tenéis el día malo, yo no lo leería. En serio, no quiero deprimir más xDDDDDD
Segundo, soy muy joven para morir, no me matéis (?)
Además, este fic surgió pensando en cosas que me han ido pasando y yo, que antes era MUY pesimista (ahora ya no tanto xD) pues quiero comprobar una frase que solía pensar mucho, la cual os diré al final del OS.
Este OS está dividido en dos partes, y aviso que la segunda me está costando lo indecible escribirla, porque a mí al menos me parece que me he pasado mucho, y soy sensible y me cuesta xDDDD
Yyyy a ver, que no se me olvide, este fic tiene 3 cosas "malas". Por una me mataréis, que yo lo sé (?). Ya las iréis descubriendo jijijijijiji
Esta primera parte la quiero dedicar a M ( mePonesPoynter) porque hoy acaba la Selectividad y, cómo le prometí, cuelgo hoy para que no se distraiga JAJAJA. Y bienvenida al club de no hacer nada! :DD
PD: El título del fic, a pesar de no basarme en la canción, es de 'Knights of Cydonia' de Muse. Un grupazo. Así que os recomiendo que los escuchéis :3
Hope you enjoooy!
*se esconde en un búnker secreto*
Parte I
Miro la copa por enésima vez, pensando en ahogarme en ella. O no, mejor en beber hasta poder olvidarlo todo y conseguir abandonar este mundo, que ha resultado ser más macabro que cualquiera de los juegos de Saw.
Aún recuerdo, aunque vagamente, como he huido de todo, incapaz de continuar afrontando los problemas, que se me amontonan uno a uno, hasta llegar a este bar de mala muerte. Al entrar, su característico olor nauseabundo me hizo entrar arcadas, pero después de dos copas ya te acostumbras. El antro, lúgubre y con moho por todos los rincones, era perfecto para perderme, para dejar de sufrir. La barra, sucia y antigua, sería mi compañía para la noche. Añadiéndole la copa de whisky, la cual había substituido hace poco por la botella entera, para beber directamente de la boquilla, y así sentir menos dolor, cambiado por el resquemor del alcohol en mis entrañas.
Mientras me emborracho, no paro de preguntarme como he llegado a esto. Como he permitido que me aniquilaran de esta manera.
Pido otra botella al camarero, esta vez de tequila. Me mira intranquilo, pero, por el dinero que le ofrezco, acaba tendiéndomela, esta vez sin vaso, entendiendo mis intenciones.
Aún no comprendo cómo pude confiar en ese capullo integral. No debería haber dejado que le pusiera una mano encima… Pero ahora era demasiado tarde. Y lo peor de todo, es que no podía vivir con ello, con este sentimiento de culpa reconcomiéndome a cada segundo.
A pesar de ir muy borracho, aún distingo lo que ocurre a mi alrededor. Por lo tanto, no es suficiente para detener el dolor ulcerante. Y así, noto como alguien se sienta en el taburete contiguo al mío, pidiendo una botella de vodka y, para mi sorpresa, negando el vaso y bebiendo de la botella como yo. Por esa razón, giro mi cabeza (lo que me cuesta horrores debido al mareo) y enfoco directamente al chico.
Es más bajito que yo y muy delgado. Me llama la atención el colorido tatuaje que se intuye a través de su manga tres cuartos, y su pelo rubio como el sol. También tiene una cara aniñada, pero marcada por una profunda tristeza. Al no estar mirándome, no puedo verle los ojos, pero los intuyo de un color apagado.
Debe de estar notando mi escáner, y se gira. Al ver que voy como una cuba, parece asustarse un poco, pero yo le sonrío, tranquilizándolo. Porque acabo de ver sus ojos. Y me encantan. Azules entremezclados con gris, confluyendo en una fusión perfecta que, no sé por qué, hace que mi corazón de un vuelco. Debe de ser por el alcohol.
- Hola, forastero – le saludo, poniendo mi sonrisa, esa falsa que muestro a todo el mundo desde que mi mundo se fue al traste hace 3 meses.
- Adiós – responde, malhumorado. Y yo no hago otra cosa que reírme como un loco. Él me mira muy extrañado, dándole un trago a la botella.
- A ver, chaval, que solo quiero distraerme. Puede que sea mejor solución que beber hasta morir. ¿Qué te trae por aquí? – contesto yo, sopesando mis palabras. ¿En serio me iba a poner a entablar conversación con un desconocido en vez de beber?
- Creo que no te importa mi vida, ni a mí la tuya – responde, cada vez más cabreado, y yo no puedo dejar de pensar en lo adorable que parece cuando se enfada.
- A ver, estás en un bar, y no nos vamos a volver a ver, ¿no? – le pregunto, viendo como asiente de manera imperceptible a mi pregunta retórica – pues podemos explicarnos nuestras miserias y si te he visto no me acuerdo – esto debe de ser efecto de las dos botellas que llevo bebidas, porque yo nunca he querido explicar mis problemas a nadie. Ni siquiera a mi familia, la cual abandoné. Porque ya no podía más, continuar con la farsa de familia perfecta cuando ya estaba rota, porque no supe cuidarla.
- Déjame beberme la botella y entonces decido – responde con una sonrisa ladeada, dándome a entender que cuando esté borracho entonces será capaz de soltarlo todo.
Obedientemente, me acabo el último resquicio de mi botella de tequila mientras miro al frente, esperando a que el rubio acabe su vodka.
- Me llamo Dougie – dice quince minutos después, o eso creo yo. Ahora mismo no tengo un sentido del espacio-tiempo muy acertado, la verdad.
Yo, en vez de responder, primero le hago una señal al camarero para que se acerque.
- Ponnos cuatro rondas de chupitos de tequila – le pido al camarero, que asiente y procede a prepararlos. Después me giro hacia Dougie y, para quitar esa cara contrariada que acaba de poner, le contesto – Me llamo Danny. Perdona, pero para contar las penas se necesita más alcohol, y no hay nada como los chupitos de tequila.
- Sabias palabras – replica a la par que me intuye una sonrisa más o menos sincera. Es bonita. La sonrisa, quiero decir. Se le achinan un poco los ojos y le da un aspecto aun más aniñado si cabe.
- ¿Empiezas a contarme tú tu historia? Prefiero reservar mi escabrosa vida para el final – suelto mientras brindamos, para después bebernos el chupito de un trago, sintiendo como arde segundos después.
- En el fondo, no hay mucho que contar – expone para dar comienzo a por qué está aquí – yo tengo una vida que se puede considerar perfecta. Sí, no me mires así, que no es para alardear. Tengo una familia que me quiere, que me acepta como soy. Una casita en las afueras, no muy grande pero lo suficiente para ser feliz. Y luego está Harry – al pronunciar su nombre, noto como su mirada se empaña de amor y miedo a la vez. Extraña combinación, ¿no creéis?
- Y si todo es tan sumamente perfecto, ¿qué demonios haces aquí? – pregunto, empezando a enfadarme. Por su vida perfecta. O porque tenga novio. Esperad… ¿por qué tenga novio? Ni que me gustara… Que le conozco de hace media hora, por favor…
- Porque siempre hay etapas. Y he discutido con Harry – replica, su mirada empañándose de una tristeza inmensa – sin querer le he roto un palo de golf. ¿A qué parece una tontería? Pues para él es demasiado importante, como todos los deportes en general…
¿Qué su novio se ha enfadado por eso? Pues vaya tontería, ¿no? Si que debe ser importante… Pero, ¿Dougie por qué está aquí? No me parece razón suficiente…
Y entonces lo veo, que aparte de sus ojeras marcadas, una incluye una marca. Era imperceptible a primera vista, pero si te fijas bien se ve claramente.
- Creo que ya me voy a meter donde no me llaman, pero, ¿no te habrá hecho él ese moratón en la mejilla? – vuelvo a preguntar, incapaz de morderme la lengua, preocupado por él, por ese completo desconocido del cual es imposible no sentir un sentimiento de protección hacia él.
Mientras esos vocablos salen de mis labios, mi mano se alza involuntariamente y roza suavemente su pómulo, sintiendo como él se estremece.
- N-n-no – susurra, conteniendo el llanto. Hasta que no puede más, y esa máscara se viene abajo y empieza a llorar muy fuerte. Yo no hago otra cosa que atraerlo hacia mí, ya que es imposible no sentir ternura hacia él. Aunque haga apenas una hora que le conozco. Sería demasiado cruel no intentar ayudarle.
Y entonces pienso en esto. Su novio le pega. No sé si es la primera, o ya ha ocurrido más veces, pero es intolerable. Y además me hace recordar la razón por la que estoy aquí…
- Tu turno – dice él, aún entre mis brazos, intentando dejar de llorar. Le miro, preguntándole sin palabras si es capaz de soportarlo, y me responde también no verbalmente que sí.
Negándome a separarme de él por miedo a que se rompa, comienzo mi historia:
- Hace tres meses, tenía una familia perfecta: vivía con mi madre, mi padre y mi hermana en una casa que, aunque no fuera la más grande ni cara de Londres, nos servía, y ayudaba a que fuéramos felices. Hasta que llegó Chris – Dougie me está mirando, atento, con sus ojos enrojecidos pero expectantes. Al ver el cambio en mi semblante, se estremece, aún entre mis brazos, ya que no he hecho amago de soltarle ni él de querer ser soltado.
- ¿Y quién es Chris? – pregunta, cauteloso, pero incitándome a continuar, ya que me he quedado mirándole fijamente, como si fuera una estatua.
- Era el novio de mi hermana. Bueno, antes de eso, era amigo mío. Le conocí en el instituto, y era un buen chaval, así que salíamos a tomar algo, a jugar al fútbol,… Vamos, lo típico. Pero en último curso, cuando quedaban unos meses para finalizar la etapa escolar e ir a la Universidad, se fue a Birmingham a vivir. Y perdimos el contacto, ya que lo sentí como una traición – él pone cara de no entender esa última parte, pero claro, si no sabes cómo era mi vida es imposible comprenderlo – No, no me mires así. En el colegio me pegaban. Y él era el único amigo que tenía. El que salía a defenderme a riesgo de ser apaleado como yo.
- ¿Entonces por qué no querías que fuera el novio de tu hermana? – me pregunta, habiendo interpretado perfectamente bien el semblante de antes que se me ha escapado al pronunciar su nombre.
- Por partes, Doug, que la historia es larga… - consigo decir, ya que estaba demasiado sumido en los recuerdos, tanto amargos como felices – Entonces, al cabo de más de un año Chris volvió a Londres. Y vino a mi casa, como si nunca se hubiera ido. Obviamente, ese sentimiento estúpido de traición se había ido diluyendo con el paso del tiempo, y en ese momento solo sentí una felicidad plena de que volviera a estar a mi lado. Ese mismo día, mientras nos poníamos al día, Chris empezó a mirar a mi hermana Vicky con otros ojos. Ya la conocía de antes, pero supongo que no era tan mujer como en aquel entonces. Y a partir de ahí todo empezó a ir mal.
A pesar de haber intentado aguantar la compostura, ésta se resquebraja y, como ya no puedo más, empiezo a llorar silenciosamente. Dougie, para reconfortarme, estrecha aún más el abrazo y comienza a acariciar mi espalda. Estos simples gestos me ayudan tanto que me insuflan el coraje suficiente para continuar:
- Vicky, que siempre había sido una chica feliz y unida a mí de una manera especial, empezó a rehuirme, a dejar de hablarme, de contarme todo aquello que le sucedía. Y no solo eso. Se iba de fiesta hasta altas horas de la noche, se emborrachaba y yo creo que hasta consumía – un suspiro resignado sale de mis labios – y todo era porque había empezado a salir con Chris. Y es que él ya no era aquel chico dulce que consideraba mi amigo, sino un macarra con antecedentes penales por intento de violación. Pero claro, eso yo no lo sabía en aquel entonces.
Dougie me mira, aterrado por eso último, e intuyendo que mi historia no va a tener precisamente un final feliz…
- Intenté hablar con ella, pero se cerraba en banda y me insultaba. Me insultaba. Nunca lo había hecho, ni siquiera en broma. Y eso me destrozaba, tanto interior como exteriormente. Pero intentaba que no me afectara. Todo el mundo tiene sus etapas, ¿no? O eso quise creer yo. Pero Vicky estaba demasiado enamorada como para ver la realidad. Y, un día, le vi un moratón en la cara. Decidí no preguntar, ya que de nada serviría. Pero, conscientemente, a pesar de hacer ver que no, entré un día sin llamar cuando mi hermana estaba en el baño. Aún no se había puesto la camiseta, y pude ver muchas marcas. Muchísimas. Todo su cuerpo estaba amoratado. Obviamente, Chris le estaba pegando.
- ¿Y cómo lo solucionaste? – Dougie muestra un claro indicio de comprensión en los ojos, ya que los casos son parecidos. Y eso me hace afirmar que Harry no es la primera vez que le pega.
- ¿Qué como lo solucioné? Para cuando me di cuenta de ese hecho, creo que ya había llegado algo tarde… Vicky estaba aterrada cuando vio cómo la estaba mirando, en mi mente creando soluciones rápidas a todo ello. Para cuando recuperó la compostura, me dijo: "No hagas nada, Danny, esto no tiene nada que ver contigo". Y me cerró la puerta en las narices. Esa noche volvió a salir con Chris, a pesar de oponerme totalmente. Pero a mis padres les gustaba él, se los había camelado de una manera increíble… como si les hubiera sorbido el cerebro. Aunque luego se arrepintieron, y mucho. Esa misma noche, mientras yo ideaba un plan contra Chris, llamaron a casa. Habían encontrado a Vicky muerta – Dougie suelta un gritito sin aire, como si se esperara cualquier cosa menos esa – Bueno, más bien asesinada. Y con indicios que fue él quien lo hizo.
- ¿Y dónde está Chris ahora? – Doug ha empezado a temblar del pánico… Espera, no, el que tiembla soy yo, y de rebote le muevo a él, ya incapaces de soltarnos el uno del otro.
- ¿Qué dónde está? Con sus antecedentes, de los cuales me enteré ese mismo día, le metieron en la cárcel con tan sólo un juicio, que fue casi instantáneo. Y hace tres meses que pasó todo eso. Y no lo soporté y huí de mi casa rota. Porque no podía, ni puedo, aguantar este sentimiento de culpa que me acompaña día tras día.
- Danny, no fue culpa tuya… - comienza a contestar Dougie, pero le corto enseguida, negándome a creer en sus palabras.
- No, sí que lo fue. Nunca tuvo que haber sido mi amigo. Y tendría que haberme dado cuenta de todo antes. Y entonces mi familia seguiría siendo aquella perfecta y humilde que fue antaño – y por mi cara, no vuelve a replicarme, sino que se posiciona mejor entre mis brazos, amoldándose e, inconscientemente, haciéndome sentir menos solo.
- Por lo que veo, ninguno de los dos tiene una bonita historia… - deduce muy hábilmente el rubio, mientras me mira con sus ojos plateados, provocando que me estremezca sin saber muy bien por qué.
Mientras el mundo se congela ante esos mares plateados, el sentimiento que os he descrito previamente cambia. Ahora su tacto provoca en mí algo más, una descarga eléctrica difícil de ignorar. Y se me hace imposible no resistir la tentación de mirar sus rosados labios, que me llaman a gritos y que parece que no quieren callarse nunca.
Es entonces cuando, volviendo a mirar al rubio a los ojos, veo un reflejo de lo que deben ser los míos, y por eso me inclino para, por fin, hacer que esa voz gritona se calle.
Y le beso. Pero no es para nada un beso dulce o tímido, sino al contrario. En este beso, pretendemos sentirnos menos solos y, a la vez, invadirnos. Es una lucha de la cual brota el dolor que sentimos, intentando ser el ganador, el que más acumula ese dichoso sentimiento.
Pero con un solo beso no es suficiente para saber quién ganará.
Y es por eso que le arrastro hacia los lavabos de ese bar de mala muerte en el que nos encontramos.
Y, a pesar de todo, el dolor es tan desolador que acaba en un claro empate por parte de los dos.
*sigue en el búnker*
Bueno, ¿qué os ha parecido?
Que yo os quiero mucho, ¿eh? :33333333333333
Y nada, que esto es todo por hoy. Eso sí, el siguiente es peor aún je je je JEJEJEJJEJEJEEJE *acaricia un gatito*
Y repito: soy muy joven para morir xDD
Loveee 3333
