-Todavía tienes un largo camino por recorrer... -su voz sonaba quebrada, pero en el exterior, estaba sonriendo

Sólo un par de horas antes, la habitación estaba llena de gemidos apasionados, y ahora, en el refugio de la madrugada, el silencio estaba presente.

Ella ya no era una niña pequeña. Creció hasta ser una hermosa mujer, considerada, buena... e ingenuamente infantil. Y, cuando se le presionaba demasiado, una persona escalofriante y terca cuando estaba enojada. Pero en ese momento, en sus brazos, ella parecía un ángel.

Su piel blanca y suave estaba fuera de lugar en sus brazos. Estaba profundamente dormida, acurrucada junto a él, y en medio de su sueño, ella se aferró a él.

Para él, la visión de ella en sus brazos era una bendición. Horas antes, ella tenía una sonrisa pícara en su rostro, pero ahora, la calma permanecía en ella.

-Soy tan afortunado...-dijo para sí -Gracias...

Él la amaba. Más que nada en el mundo. Y, a pesar de que sabía que era un "poquito" mayor que ella, Leaf le amaba también. Tal vez aún más. Pero incluso si los sentimientos eran mutuos, se sintió incómodo. Después de todo, una chica como ella debería estar con alguien de su edad. No alguien como él. No él.

Ella sólo se había entregado a él, la persona a quien más amaba. Y aunque ciertamente no fue su primer novio, su primer beso, él fue el primero en tocarla de esa manera, el primero en besarla apasionadamente y con avidez, y, también, el primero en quitarle su inocencia.

Pero él era un hombre. Y, sin embargo, ¡estaba celoso de los chicos que ni siquiera conocía! Red y Green estuvieron antes de él, y el sólo pensar en ella tomada de las manos con alguno de esos dos le hacía ponerse celoso.

Y aún así, ella era suya.

-¿Por qué quieres estar conmigo, y no con alguno de ellos? -Preguntó, y pasó sus dedos por el cabello de la joven

Su mano pronto trazó un camino hacia su espalda, donde finalmente descansó.

En efecto. ¿Por qué iba a querer estar con él? Con un hombre serio como él. Con un hombre inexpresivo como él. Con un hombre que, Arceus le perdone el pensamiento, podría ser su padre.

Él le acarició mejillas, suavemente, como si estuviera tocando la cosa más frágil del mundo. En la intimidad de su habitación, no había nadie que pudiera señalarles acusadoramente. Y aún así, ¿Qué con eso? Se amaban, y eso era todo lo que importaba.

Y en una sensación de somnolencia, como si no hubiera dormido desde hace dos días, la besó en la frente, con amor. Y sonrió. Mientras iba a la deriva de nuevo a dormir, le susurró una vez más:

-Te amo

Una dulce y débil voz le siguió pronto.

-Te amo aún más, Brandon