DISCLAIMER: Los personajes de Naruto no son de mi propiedad sino de su creador, el mangaka Masashi Kishimoto. Solo los utilizo para adoptarlos a la historia de Abbi Glines, Vincent boys, que es el primer de esta saga. La pareja principal es Sasuhina, sus personalidades pueden estar alteradas ya que es una adaptación, sino te gusta no lo leas, todo lo hago sin fines de lucro y por amor al Sasuhina así que si no te gusta esta pareja ¿Qué haces aquí? Solo quiero mostrar los libros que me gustaron a través de esta maravillosa pareja que me robó el corazón.

ADVERTENCIA: Sé perfectamente que Madara no es el padre de Obito, pero lo podré así. La personalidad serán las de de Road to Ninja.

SINOPSIS

Sasuke nunca envidió a Obito por sus amorosos padres, su casa grande y bonita, o su posición de mariscal de campo. Él lo quiere como un hermano. Razón por la cual ha intentado todo lo posible mantener su distancia de la novia de él. Incluso si la ha amado desde la edad de cinco años, Hinata es la chica de Obito, por lo tanto, está fuera de los límites. Sin embargo, cuando su primo se va en el verano, Hinata, la chica por la que Sasuke movería cielo y tierra, decide que quiere un poco de emoción en su verano, él acabará apuñalando a la única persona que siempre lo aceptó y lo apoyó. Todo para tener a Hinata Hyuga en sus brazos.

¿Es que vale la pena perder su primo por ella?...

Demonios, sí.

PRÓLOGO

Hace diez años…

SASUKE

—¿Has notado algo distinto en Hina? —preguntó mi primo Obito mientras trepaba al árbol para sentarse a mi lado, en nuestra rama favorita con vistas al lago.

Lo miré extrañado y me encogí de hombros sin saber cómo responder a su pregunta. Claro que había reparado en algunas cosas respecto a Hina, últimamente. En cómo le brillaban sus ojos perlados cuando reía y lo bonitas que se le veían las piernas en pantalón corto. Pero no se lo confesaría ni loco a Obito. Se lo contaría a Hina y los dos se partirían de risa. Esos pensamientos solo eran para mí.

—No —repliqué sin mirarle a la cara por miedo a que notara que estaba mintiendo, ya que muchas veces parecía ver a través de mí.

—El otro día oí a mamá hablando con papá, le dijo que dentro de poco tú y yo empezaríamos a mirarla de manera distinta. Dijo que Hina se estaba convirtiendo en toda una belleza y que las cosas iban a cambiar entre los tres—dijo mirando el lago. —Sabes, yo no quiero que nada cambie, me gusta como estamos los tres—explicó Obito con tono preocupado. No me atrevía a mirarle. Así que mantuve la vista fija en el lago también.

—Yo de ti no me preocuparía. Hina sigue siendo Hina. Siempre ha sido guapa, supongo, pero eso no importa. Es capaz de trepar a un árbol más rápido que cualquiera de los dos y llena los globos de agua como una profesional. Los tres somos amigos desde párvulos, eso no va a cambiar.

Me atreví a echarle una mirada de reojo a Obito. Mi explicación sonaba convincente, incluso para mí. Él solo sonrió y asintió con la cabeza.

—Tienes razón. A quién le importa si su pelo es como el de una princesa de las hadas. Hina sigue siendo Hina. Y hablando de globos de agua, a ver si paráis ya de salir de noche a escondidas para lanzarlos a los coches de delante de mi casa. Mis padres os pillarán un día de éstos y yo no podré hacer nada para sacaros del lío.

Sonreí de oreja a oreja al recordar a Hina tapándose la boca para que no se le escapase la risa la noche anterior, cuando nos habíamos escabullido hasta aquí para llenar los globos. Estaba claro que a la chica le gustaba romper las reglas, casi tanto como a mí.

—He oído mi nombre. Más os vale que no os estéis riendo del estúpido sujetador que me obliga a llevar mi madre. Os romperé la nariz a los dos si no paráis.

La voz de Hina me sorprendió. Estaba de pie bajo el árbol, con un cubo lleno de grillos en una mano y una caña de pescar en la otra.

—¿Vamos a pescar o pensáis quedaros mirándome como si tuviera monos en la cara?

CAPÍTULO 1

HINATA

¿Por qué no podía haber llegado a casa sin verlos? No estaba de humor para jugar a la maldita buena samaritana para Sasuke y su novia barata. A pesar de que no estaba aquí, Obito habría esperado que me detuviera. Con un gemido de frustración, desaceleré y me detuve junto a Sasuke, quien había puesto cierta distancia entre él y su vomitiva novia. Al parecer vomitar no era una llamada de apareamiento para él.

—¿Dónde está estacionada tu camioneta, Sasuke? —le pregunté en el tono más molesto que pude reunir.

Él me lanzó esa estúpida sonrisa sexy que sabía hacía a todas las mujeres de la ciudad derretirse a sus pies. Me gustaría creer que era inmune después de todos esos años, pero no era así. Ser inmune al chico malo de la ciudad era imposible, más cuando estaba para mojar pan.

—No me digas que la perfecta pequeña Hinata Hyuga se va a ofrecer a ayudarme —dijo, arrastrando las palabras e inclinándose para mirar a través de mi ventana abierta haciendo que yo girara los ojos y lo mirara con desinterés.

—Obito está fuera de la ciudad así que el privilegio recae en mí. Él no te permitiría conducir a casa borracho y tampoco lo hare yo.

Se rió entre dientes, enviando un escalofrío de placer por mi espina dorsal. Dios. Incluso su risa era sexy. ¡Idiota! Me recriminé, odiaba que mi cuerpo reaccionara a él.

—Gracias hermosa, pero puedo manejar esto. Una vez que Saku deje de vomitar voy a ponerla en mi camioneta. Puedo conducir las tres millas a su casa. Puedes irte ahora. ¿No tienes un estudio de la Biblia en algún lugar en el que debas estar? —dijo con ese tono molesto.

Discutir con él era inútil. Sólo empezaría a tirar más comentarios sarcásticos hasta que me hubiera vuelto tan loca que no pudiera ver bien. Apreté el acelerador y doblé en el estacionamiento. Como si fuera capaz de dejarlo y permitirle conducir a casa bebido. Me podría enfurecer con un guiño de sus ojos y yo trabajé realmente duro en ser amable con todos. Examiné los coches estacionados buscando su vieja camioneta Chevrolet negra. Una vez que la vi, caminé hacia él y le tendí la mano.

—Me puedes dar las llaves de tu camioneta o puedo ir por ellas. ¿Qué va a ser Sasuke? ¿Quieres que busque en tus bolsillos?

Una sonrisa torcida tocó su cara.

—Para ser realista, creo que sólo puedo disfrutar si buscas en mis bolsillos Hina. ¿Por qué no vamos con la opción número dos?

El calor subió por mi cuello y manchas de color en mis mejillas. No necesitaba un espejo para saber que estaba sonrojada como una idiota. Sasuke nunca hizo comentarios sugestivos o incluso flirteó conmigo. Resulté ser la única chica razonablemente atractiva en la escuela que ignoró por completo.

—No te atrevas a tocarlo, perra estúpida. Las llaves están en el encendido de la camioneta.

Sakura, la amiga con derechos de Sasuke, levantó la cabeza arrojando su cabello rosado como el chicle por encima del hombro y gruñendo hacia mí. Sus ojos verdes inyectados en sangre y llenos de odio me miraban como si me atreviera a tocar lo que era suyo.

Yo no le respondí ni miré hacia Sasuke. En su lugar, di la vuelta y me dirigí a su camioneta recordándome que estaba haciendo esto por Obito, no por esos idiotas, además tenía conciencia, no como ellos.

—Entonces vamos y entren en la camioneta —les grité a los dos antes de deslizarme en el asiento del conductor.

Fue muy difícil no enfocarse en el hecho de que esta era la primera vez que estaba en la camioneta de Sasuke. Después de las incontables noches que pasé tirada en mi techo con él, hablando sobre el día que nos dieran nuestras licencias de conducir y todos los sitios a los que íbamos a ir, aquí estaba, justo ahora a los diecisiete años, sentada en su camioneta.

Sasuke levantó a Sakura y la depositó en la parte de atrás.

—Acuéstate a menos que te sientas enferma de nuevo, entonces asegúrate de vomitar por el lado —le espetó al abrir la puerta del conductor. —Salta fuera princesa. Ella está a punto de desmayarse, no le importará si estoy conduciendo.

Me aferré al volante, tensa.

—No te voy a permitir conducir. Estás arrastrando las palabras. No es necesario que conduzcas, yo lo haré.

Abrió su boca para discutir, luego murmuró algo que sonaba como una maldición antes de golpear la puerta y caminar alrededor de la parte delantera de la camioneta para entrar en el lado del pasajero. Él no dijo nada y yo no lo miré. Sin Obito alrededor, Sasuke me ponía nerviosa.

—Estoy cansado de discutir con mujeres esta noche. Esa es la razón por la que te dejo conducir —murmuró sin articular mal esta vez.

No era de extrañar que pudiera controlar la torpeza. El chico había estado emborrachándose antes de que la mayoría de los chicos de nuestra edad hubiesen probado su primera cerveza. Cuando un chico tenía una cara como la de Sasuke, las chicas mayores lo notaban. Él había sido invitado a fiestas en el campo mucho antes que el resto de nosotros.

Me las arreglé para encogerme de hombros.

—No tendrías que discutir conmigo si no bebieras tanto.

Él dejó escapar una risa dura.

—De verdad eres la perfecta hija pequeña del predicador ¿no Hina? Érase una vez… tú eras la más divertida, antes de que empezaras a besuquearte con Obito, nosotros solíamos pasar buenos momentos juntos.

Él me miraba por una reacción. Sabiendo que sus ojos estaban en mí, hacía difícil concentrarse en la conducción.

—Tú fuiste mi pareja en el crimen Hina. Obito era el chico bueno. Pero nosotros dos, nosotros éramos los alborotadores, ¿Qué pasó?

¿Cómo responder a eso? Nadie conoce a la niña que solía robar goma de mascar del Quick Stop o secuestrar al chico de los periódicos para atarlo y así poder tener todos sus periódicos para luego sumergirlos en pintura azul, antes de dejarlos en los escalones de las casas. Nadie conocía a la chica que escapó de su casa a las dos de la mañana para ir a lanzar metros de papel higiénico y globos de agua a los coches desde detrás de los arbustos. Nadie se creería que había hecho esas cosas si les dijera… nadie excepto Sasuke. Ya que él había estado en cada una de esas aventuras.

—Crecí —respondí finalmente.

—Tú no creciste, cambiaste completamente Hinata, ahora eres otra persona.

—Éramos niños, Sasuke. Sí, tú y yo nos metíamos en problemas y Obito nos sacaba del apuro, pero éramos sólo niños. Soy diferente ahora.

Por un momento, él no respondió. Se removió en su asiento y sabía que su mirada ya no estaba enfocada en mí.

Nunca habíamos tenido esta conversación antes. Incluso si se sentía incómodo, yo sabía que era necesario. Obito siempre se interponía en el camino de Sasuke y yo reparando nuestros muros. Muros que se derrumbaron y nunca supe por qué. Un día él era Sasuke, mi mejor amigo. El día siguiente, él sólo era el primo de mi novio.

—Echo de menos a esa chica, ya sabes. Ella era emocionante. Sabía cómo divertirse. La pequeña hija perfecta del predicador que tomó su lugar apesta.

Sus palabras me hieren. Tal vez porque venían de él o tal vez porque entendía lo que estaba diciendo. No fue como si nunca hubiera pensado en esa chica. Lo odiaba por hacerme extrañarla también. He trabajado muy duro para mantenerla encerrada, lejos. Tener a alguien que realmente la quiere suelta hace mucho más difícil mantenerla bajo control.

—Prefiero ser hija de un predicador a una prostituta borracha que vomita en sí misma —solté antes de poder detenerme.

Una risa baja me sorprendió y miré como Sasuke se hundió lo suficientemente bajo en su asiento para que su cabeza descansara en el cuero gastado en lugar de la dura ventana detrás de él.

—Supongo que no eres completamente perfecta. Obito nunca llama a alguien de esa manera. ¿Sabe él que usas la palabra puta?

Esta vez agarré el volante con tanta fuerza que mis nudillos se volvieron blancos.

Él estaba tratando de hacerme enfadar y estaba haciendo un trabajo fabuloso. No tenía respuesta a su pregunta. La verdad es que Obito se sorprendería de que hubiera llamado a alguien puta. Especialmente a la novia de su primo.

—Relájate Hina, no es como si yo fuera a decirle. He estado guardando tus secretos por años. Me gusta saber que mi Hina todavía está ahí en alguna parte, debajo de esa fachada perfecta.

Yo me negué a verlo. Esta conversación fue a parar a un lugar al que no quería que fuera.

—Nadie es perfecto. Yo no pretendo serlo.

Lo que era mentira y ambos lo sabíamos. Obito era perfecto y he trabajado duro para ser digna de él. Todo el pueblo sabía que me quedaba corta con la brillante reputación de Obito.

Sasuke soltó una corta y dura carcajada.

—Sí, Hina, tú pretendes serlo.

Entré en el camino de Sakura. Sasuke no se movió.

—Ella se desmayó. Vas a tener que ayudarla. —Le susurré asustada de que él oyera el dolor en mi voz.

—¿Quieres que ayude a una prostituta vomitona? —preguntó con tono divertido.

Suspiré y finalmente miré hacia él. Me recordaba a un ángel caído con la luz de la luna arrojando un resplandor en su pelo azabache besado por la noche más oscura. Sus párpados eran más pesados que de costumbre y sus espesas pestañas casi ocultaban el color negro debajo.

—Ella es tu novia, ayúdala. —Logré sonar enfadada.

Cuando me permitía estudiar a Sasuke así de cerca, era duro tener una discusión con él. Todavía podía ver al niño que una vez había pensado en colgarse de la luna, mirándome. Nuestro pasado siempre estaría allí impidiéndonos estar realmente cerca de nuevo.

—Gracias por recordármelo —dijo alcanzando la manilla de la puerta sin romper el contacto visual conmigo.

Dejé caer la mirada para estudiar mis manos dobladas en mi regazo. Sakura andaba a tientas en la parte trasera de la camioneta haciendo que se agitara suavemente, recordándonos que estaba allí. Después de unos momentos más en silencio, él por fin abrió la puerta. Sasuke llevó el cuerpo inerte de Sakura a la puerta y llamó.

Se abrió y entró.

Me preguntaba quién abrió la puerta. ¿Fue la madre de Sakura? ¿Le preocupaba que su hija estuviera desmayada y borracha? ¿Estaba dejando a Sasuke llevarla a su habitación? ¿Sasuke se quedaría con ella? ¿Gatearía en su cama con ella y caería dormido? Reapareció en la puerta antes de que mi imaginación se dejara llevar demasiado lejos. Una vez que estaba de vuelta en el interior de la camioneta la manipulé y la dirigí hacia el parque de remolques donde vivía.

—Así que dime Hina, ¿es tu insistencia de llevar a casa al borracho y a su novia prostituta, porque eres la perpetua chica buena que ayuda a todo el mundo? Porque yo sé que no te gusto mucho, así que tengo curiosidad de por qué quieres asegurarte de que llegue a casa a salvo.

—Sasuke, eres mi amigo. Por supuesto que me gustas. Hemos sido amigos desde que teníamos cinco años. Claro, ya no pasamos más el rato o vamos a aterrorizar a los vecinos juntos, pero todavía me preocupo por ti.

—¿Desde cuándo?

—¿Desde cuándo qué?

—¿Desde cuándo te preocupas por mí?

—Esa es una pregunta estúpida Sasuke. Tú sabes que yo siempre he cuidado de ti. —Le contesté. A pesar de que sabía que él no dejaría una respuesta tan vaga pasar.

La verdad es que ya nunca hablaba con él, Sakura estaba normalmente envuelta alrededor de alguna parte de su cuerpo y cuando me hablaba era siempre para hacer algún comentario sarcástico.

—Casi no reconoces mi existencia —respondió.

—Eso no es cierto.

Se rió entre dientes.

—Nos sentamos uno al lado del otro en historia todo el año y tú casi nunca volteabas a verme. En el almuerzo no me miras y me siento en la misma mesa que tú. Estamos en el campo después de los partidos cada fin de semana y si alguna vez diriges tu superior mirada en mi dirección es normalmente con una expresión de asco. Por lo tanto, estoy un poco sorprendido de que todavía me consideres un amigo.

Los grandes árboles de roble señalaban la vuelta en el parque de caravanas en el que Sasuke había vivido toda la vida. La rica belleza de los paisajes del sur por el camino de grava era engañosa. Una vez que pasé los grandes árboles, el paisaje cambió drásticamente: resistentes caravanas con coches viejos en bloques y juguetes maltratados dispersos por el patio, más de una ventana estaba cubierta por madera o plástico. No me asombré de lo que me rodeaba. Incluso el hombre sentado en su porche a unos pasos, en nada más que su ropa interior y un cigarrillo colgando de su boca no me sorprendió. Conocía este parque de caravanas bien, era una parte de mi infancia. Llegué a una parada enfrente del remolque de Sasuke.

Sería más fácil creer que era el alcohol hablando, pero yo sabía que no lo era. No habíamos estado a solas en más de cuatro años. Desde el momento en el que me convertí en la novia de Obito, nuestra relación había cambiado. Tomé una respiración profunda, después volví a mirar a Sasuke.

—Nunca hablo en clases, a nadie más que al profesor. Tú nunca me hablas en el almuerzo así que no hay razón para mirar en tu dirección, atraer tu atención lleva a que te burles de mí. Y en el campo, no te estoy mirando con desprecio. Estoy mirando a Sakura con disgusto. En verdad podrías encontrar a alguien mucho mejor que ella. —Me paré antes de decir algo estúpido.

Él inclinó la cabeza hacia un lado como si me estudiara.

—No te gusta mucho Sakura ¿no? No tienes que preocuparte sobre su ligue con Obito. Él sabe lo que tiene y no va a estropearlo. Sakura no puede competir contigo.

¿Sakura sentía algo por Obito? Ella era normalmente apabullante con Sasuke. Nunca me había dado cuenta de que le gustara Obito. Sabía que tuvieron algo en séptimo grado de un par de semanas, pero eso fue en la escuela secundaria. En realidad, no cuenta. Además, estaba con Sasuke. ¿Por qué iba a estar interesada en alguien más?

—Yo no sabía que le gustaba Obito —respondí, todavía no segura de sí lo creía. Obito no era su tipo.

—Pareces sorprendida —dijo Sasuke.

—Bueno, lo estoy en realidad. Quiero decir, ella te tiene. ¿Por qué quiere a Obito?

Una sonrisa de satisfacción apareció en sus labios haciendo que sus ojos color negro se encendieran. No había querido decir algo que él pudiera malinterpretar de la forma en la que, obviamente, lo estaba haciendo. Alargó la mano hacia la manija de la puerta antes de detenerse y mirar hacia mí.

—No sabía que mis bromas te molestaban Hina. Pararé.

Eso no había sido lo que esperaba que dijera. Incapaz de pensar en una respuesta me senté allí sosteniendo su mirada.

—Voy a cambiar tu coche de nuevo antes de que tus padres vean mi camioneta en tu casa por la mañana.

Salió de la camioneta y lo vi caminar hacia la puerta de su remolque con uno de los más sexys pavoneos conocidos por el hombre. Sasuke y yo necesitábamos tener esta charla, incluso si mi imaginación se va a enloquecer con él por un tiempo. Mi atracción secreta por mi amigo de la infancia tenía que permanecer oculta.

A la mañana siguiente encontré mi coche estacionado en el camino de entrada como había prometido, con una nota entre los limpia parabrisas. Llegué a ella y una pequeña sonrisa tocó mis labios.

"Gracias por lo de anoche, te he echado de menos", él había firmado simplemente con "S".


Notas de la autora: este es el segundo libro que os traigo, la verdad es que esto me dio un poco de complicaciones, primero quise poner a Shisui y Sasuke, pero creí que si se trataba de las personalidades de Road to Ninja, Obito era mejor, porque seguramente en este mundo él era perfecto.