Dos jóvenes estudiantes de primer semestre se dirigían al salón donde sería su primer día de clases. La una, de pelo castaño recogido en dos moñitos, se veía terriblemente tensa, nerviosa y estresada; la otra, venía con su cabello rosa atado en una cola de caballo alta y una actitud despreocupada.
– Tenten… – le dijo Sakura de la nada al tiempo que se ajustaba el puente de los lentes a la nariz.
– ¿Dime, Sakura? – le contestó su amiga en un tono que pretendía ser calmo, más una punta de histeria asomaba por su voz y varios cabellos abandonaron sin permiso los moñitos de la castaña. Sakura se asustó y se encogió varios centímetros sobre ella misma.
– Disculpa – se tranquilizó Tenten tratando de no sonar como una loca maniática. – Estoy algo estresada. ¿Qué…?
– Llevas media hora comiéndote las uñas. Mírate las manos – Tenten obedeció y se encontró con que una pasta blanquecina sustituía las yemas de sus dedos y que sus uñas se encontraban reducidas a la mitad.
– Ahaha… gracias por recordarme – "y tan bien que se veían ayer con el esmalte azul" pensó Tenten con un suspiro.
Sakura no respondió, estaba acostumbrada a las extrañas costumbres de su amiga, como morderse las uñas a cualquier hora del día o masticar la correa de su reloj cuando se ponía nerviosa. Suspiró y continuaron el camino en silencio.
– Sakura…
– ¿Dime?
– ¿Nos habrá tocado en el mismo salón?
– Lo dudo.
Tenten miró las listas que se encontraban en la pared enfrente de ellas. La suerte parecía de su lado, exceptuando el detalle de que su amigo Lee, de la secundaria, también quedaría en su mismo salón.
– Creo que será un año muy…
– Pesado – completó Sakura la frase.
Se dirigieron en silencio al salón. Había mucha gente por todos lados "esto es demasiado comparado con la gente que había en la secundaria" pensaron Sakura y Tenten al mismo tiempo.
– ¿Dónde queda nuestro salón?
– Bien… – dijo Sakura mirando el plano del edificio – como nosotros somos el nuevo grupo de primero G nos toca – tragó saliva – al lado de los de tercer semestre
– Perfecto, seguro que nos bullearan como si no hubiera un mañana –suspiró Tenten con pesadumbre.
– ¡Ánimo chicas! –escucharon entonces una voz conocida detrás de ellas. Ambas pusieron los ojos en blanco – ¿qué les sucede? No las veo entusiasmadas – comentó el chico al tiempo que pasaba un brazo por el hombro de cada una y unía sus cabezas muy cerca la una de la otra.
– Hola, Lee – dijo Sakura tratando de apartarse del abrazo, pero sólo logró que Lee aumentara el agarre que le tenía.
– Pero mi pequeña flor de cerezo – dijo Lee casi gritando – ¡No veo la actitud en ti! ¿Dónde está el espíritu de la juventud? Y tú, Tenten– dijo apretándola también a ella– ¿qué hace esa fea mueca en tu bello rostro? Yo…
– ¡Cállate, Lee! – le gritaron las dos tirándolo al suelo con un puñetazo en la mejilla correspondiente. Lee cayó de boca con el trasero mirando al Sol. Fue un brutal golpe, que dejó dos decorativas marcas rojas en las mejillas del pobre Lee.
– Si yo sólo… quería… animarlas – dijo él entrecortadamente con lágrimas saliendo de sus ojos.
Sakura y Tenten lo ignoraron olímpicamente y siguieron su camino. Definitivamente sería un año muy pesado.
La tensión de Sakura y Tenten fue aumentando a medida que avanzaban a su salón. Verlas tan solas era un peligro para dos novatas como ellas, aunque no lo sabían.
Dos chicos conversaban en susurros mirando a las chicas disimuladamente. Uno alto y de profundas ojeras que lo hacían atractivo a rabiar, el otro con una sonrisa cínica de pelo rojo zanahoria.
– ¿Cómo las ves, Itachi?
– Perfectas. Serán presa fácil seguro. Me gusta la de pelo rosa. Se ve tan inocente pero te apuesto los pelos de mis testículos a que es más puta que Karin.
– Uh, Itachi, dices palabras mayores. Yo quería a la pelirrosa, pero en fin, la castaña tampoco está mal. ¿Vamos?
El pelinegro asintió sin decir palabra. Ellos dos se conocían de secundaria y eran un dúo inseparable, tenían planes y estrategias para todo y solían darles resultado.
Así que no fue nada difícil que Itachi chocara con Sakura e hiciera el jueguito del niño bueno disculpándose. Tenten iba tan distraída que no se percató de la ausencia de su amiga hasta bastante avanzada, donde fue interceptada por el pelirrojo.
– Hola, preciosa, ¿a dónde vas con tanta prisa? – Tenten puso los ojos en blanco, seguramente era otro de esos idiotas de segundo año que molestaban a todas las chicas nuevas a lo largo del día.
– A mi salón. Llevo prisa. Apártate del camino, no estoy para jueguecitos.
– Uy, cariño, pero qué mala actitud. No te molestes, yo sólo quería animarte esa cara…
– Pues verás, mi cara corresponde a mi estado de ánimo, y la tuya corresponde a la de un simio. Ahora, si me permites pasar – Tenten hizo intento de irse, pero fue sujeta por el pelirrojo.
– Vaya, vaya, una chica difícil, qué interesante. Material como tú queda poco en la escuela, pero todas caen redonditas
– ¡Oh! – Tenten comenzó a sentirse en confianza. Ese chico era sólo un patán sin gracia, de modo que ella dejó salir su lado más sarcástico – Vaya, ya veo por donde va la cosa. Un chico que olvidó su paja mañanera y ahora busca una cualquiera para sacar todo lo que tiene guardado en las bolas. No se necesita ser zorra para querer meterse contigo, sólo muy estúpida, pero como no soy ni uno ni lo otro, rechazo tu oferta. Ahora suéltame, pedazo de estúpido
– Creo que no me entendiste bien – el pelirrojo se enfadó y aumentó la presión en el brazo de Tenten – eres una chica nueva y las novatas todas deben de sucumbir ante los de segundo y tercer año. Todas las nuevas son un pedazo de zorras, incluida tu amiga peliputa, perdón, pelirrosa.
– Pues si tienes tantas chicas de que escoger, ándate a buscar a otra, aunque seguro ni la más fea querrá siquiera tocarte. ¿O acaso? – Tenten ignoró olímpicamente el apretón que le estaba dando el joven – ¿es que la tienes pequeña y ya todos lo saben?
– ¡YA ME HARTASTE! – el pelirrojo perdió totalmente la paciencia y le propinó una bofetada que la aturdió lo suficiente como para que él pudiera arrastrarla hasta un pasillo de casilleros oscuro y sin tránsito. Una vez ahí, la tiró al suelo de un manotazo y después se acuclilló delante de ella sin soltarla – Siendo sincero iba en broma, no me interesan las mocosas estúpidas como tú, pero si tanta pelea das, seguro que te mueres por hacerme una buena mamada. Así que ahora me bajaré los pantalones, luego el bóxer y después me la vas a mamar hasta que se me caiga, ¿me oíste? Si no me gusta…
– Si no le gusta, seguro es porque a nadie le gusta meterse una canica en la boca, porque dudo que la tengas más grande que eso –
Tenten alzó la vista del suelo, ¿y qué se encontró? No podía ver a su salvador por el efecto contraluz, pero…
– ¡QUITA TU JODIDO PIE DE MI CABEZA, IMBÉCIL! – el pelirrojo gritó con furia al tiempo que soltaba a Tenten, e intentó incorporarse, pero el pie que le apretaba la cabeza no le permitía moverse.
– ¿Si sabes que tengo mi pie derecho sobre tu cabeza y el otro listo para metértelo en el trasero? Muévete y sufrirás. Ahora… – el joven misterioso apoyo su brazo derecho sobre la pierna que descansaba sobre la cabeza del furioso pelirrojo y después apoyó su cabeza en la palma abierta de su mano. – Tú eres Tenten, ¿verdad? ¿La hija de Gai-sensei, no es así? – falsas palabras que provocaron el terror y la hiperventilación del pelirrojo que continuaba bajo el dominio de la pierna del chico – ¡No te muevas imbécil! – le reprendió mirando hacia abajo, para volver a depositar la mirada en la joven castaña que se había mantenido estática todo el tiempo tratando de ver los rasgos de la persona que la había salvado.
Tenten no sabía qué hacer, qué no hacer, o qué decir. ¿Quién era Gai-sensei? ¿Acaso ese tipo estaba delirando? "Es una lástima que esté tan chiflado… tiene una voz tan…hipnótica… "
– ¿No puedes hablar? ¿Te comió la lengua el ratón? Oh, vamos, qué tonterías digo, si es culpa de este insensible de Nagato… – el joven puso una sonrisa de lo más cínica en su rostro y apretó con más fuerza su cabeza –… que estés tan asustada. – volviendo a poner su vista abajo – Lárgate de aquí, Nagato. Vuelves a molestarla y tendré que informar a Gai-sensei de este… incidente – el pelirrojo ni esperó a que terminara, se zafó del todopoderoso pie y salió como alma que lleva el diablo.
– Vaya panda de tontos que hay en la escuela…
– Disculpa… – Tenten cortó la frase del chico a la mitad – ¿por qué sigues con la pierna en el aire si ya no está la cabeza del tipo?
– ¿Eh? Ah, cierto. Lo había olvidado – se incorporó como la gente y le tendió una mano a la chica que estaba en el suelo.
– Gracias – respondió ella tomando su mano, aunque en lugar de ayudarla a incorporarse… le apretó y la agitó como un saludo formal
– Mi nombre es Neji, mucho gusto en conocerte Tenten. ¿Pero qué haces? ¿No te has levantado aun? ¡Levántate! – sin comprender nada, fue alzada de una pieza por el musculoso brazo de Neji, el cual seguía sin distinguir bien por la poca luz que había quedaba de espaldas a él.
– ¿Cómo sabes mi nombre? – fue lo primero que se le ocurrió preguntar
– Un amigo mío me pidió que buscara a una chica castaña de nombre Tenten porque el estúpido de Nagato le daría problemas.
– Yo… – Tenten suspiró, el chico era un payaso de lo peor, pero le agradaba. Y le debía un agradecimiento
– No hay de qué. Venga, salgamos de aquí, este lugar es oscuro y la ceremonia de inauguración ya debe de ir por la mitad. – Neji la jaló del brazo y la sacó del pequeño y oscuro pasillo.
– No hace falta que me lleves. No soy ninguna niña pequeña…
– De acuerdo – la soltó sin mirar hacia atrás. – Ten más cuidado a la próxima – comenzó a caminar hacia delante.
– Claro…
Tenten no pudo continuar la frase. Fueron unos segundos sublimes cuando vio salir al joven de aquel oscuro pasillo que ocultaba sus facciones. Ante ella surgió una larga y lacia cabellera negra, una espalda ancha y fornida, cubierta por una camisa de uniforme escolar blanca, y unas piernas que rellenaban a la perfección los pantalones negros.
Tenten escuchó a los ángeles cantar cuando Neji volvió su rostro y por fin pudo ver sus rasgos.
– Supongo que nos veremos después – él le mostró una encantadora sonrisa y unos dientes perfectos, aunque dejó sus ojos cerrados. Su rostro era bello como un día de fiesta, limpio y angelical. El sol parecía disminuido frente a esa sonrisa sincera e inocente.
– Es… hermoso… – fueron las palabras que salieron de la boca de Tenten en voz baja mientras contemplaba al muchacho perderse en los pasillos del colegio.
