Golosinas

Momoko, desde pequeña había experimentado una increíble debilidad por los dulces; de todas clases. Y es que chocolates, helados, pañetas, caramelos (de todos los sabores), postres, galletas y cualquier cosa con altas concentraciones de azúcar, la volvían loca.

No se cansaba de ellas, podía devorar kilos y kilos y no tendría esa sensación de empalagarse con las delicias dulces, capaces de carearle todos los dientes. Y es que otra cosa de la que la niña disfrutaba, era de una dentadura perfectamente blanca.

No, es que Momoko era una adicta a los dulces que cuidaba sus dientes. Una carie significaba el no poder comes más las delicias azucaradas.

Y pese a aquellos comentarios ofensivos que alguna vez recibió (¡Y joder! Aun las recibe), y le hacían pensar en dejar un poco los dulces. Es más, había cambiado los dulces por fruta, eran dulces, sí, pero no eran lo mismo. Se había encerrado todo un día en su habitación comiendo dulces y gritando que nadie la separaría de ellos.

Eso fue una semana antes de declararse y recibir un comentario que le dolió.

"— Lo siento, pero estas gorda; muy gorda."

Y pensar que las palabras del chico que le gustaba le harían dejar los dulces (por un día), y salir a hacer ejercicio con Kaoru. Claro que luego se atorraría en chocolates mientras lloraba amargamente y maldecía al chico por ser tan jodidamente directo.

"— Ya Momoko, tu no estas gorda — Y es que Miyako siempre quiere hacer sentir bien a todo mundo.

Sí, él es un idiota que prefiero a anoréxicas. ¡Además! Tu no estas gorda, yo si — Y Kaoru una mentirosa muy mala, pero una buena amiga, junto con Miyako."

Y es que luego de eso llego a una conclusión.

Los dulces son una buena obsesión, ya que estos no te traicionan, no te hacen llorar como los chicos y el amor, lo hacen.


— Hola — Saludo un chico de ojos rojos, mientras le sonreía.

— Hola, ¿Brick, cierto? — Pregunto, y es que era una pregunta bastante estúpida pues ella conocía al chico. Solo que no sabía que más decir.

— Sí — Dijo riendo, asintiendo a la vez —. ¿Sabes? Comes muchas golosinas — Dijo al momento que señalaba la golosinas que Momoko tenía entre sus manos —, vas a terminar rodando cual pelota.

Momoko le miro unos segundos antes de contestarle mordaz; —No me importa.

— Eso es bueno, pues me gustas así como eres — La sonrisa en su rostro era inexplicable —, y me gustaría ser yo el que te regale chocolates y te lleve a tomar helado — Agrego.

Por la mente de ella pasaron miles de cosas, entre ellas el pensamiento de que el chico era muy directo, y dulce (especialmente dulce), además de encantador.

— ¿Enserio? — Pregunto con una sonrisa, al momento que él se sentaba a su lado. Brick solo asintió con una sonrisa y le extendió una caja la cual ella no había visto hasta el momento.

— ¿Te molesto si comienzo ahora con eso? — Pregunto con una sonrisa tan dulce como todos los dulces que Momoko había probado en su vida.

— Claro que no, es más, te estas tardando.