CAPÍTULO 1
EL ÚNICO CAMINO
[VALKYON]
Pregonero: ... ¡Por Eldarya, por la futura Reina y por el Rey Thiedil de Rhodaris!.
Mi sangre se heló en ese mismo instante en el que el pregonero presentó a Mystika como la futura reina de Rhodaris, es decir, la futura mujer de Thiedil. Sabía que algo tramaba pero en mi fuero interno quería pensar que no llegaría a tal extremo.
Ahora entendía las amenazas de Elendra, según su cultura no podían tener amantes antes de casarse y una vez prometidos de forma oficial, se consideraba una falta grave que implicaba severos castigos.
Miré a Mystika y noté como temblaba seguramente por la rabia de haber sido engañada de ese modo, de la encerrona a la que le habían llevado.
De repente sus orbes comenzaron a oscurecerse y su piel empezó a cubrirse de las escamas rojas que le caracterizaban. Su expresión cambió por completo y con un grito liberador sus alas surgieron con furia rompiendo parte del vestido que llevaba puesto. Varias exclamaciones de asombro y temor se propagaron por la sala.
Tenía que calmarla. Había que encontrar una solución pacífica. Tenía que haberla.
Me dirigí hacia ella y sin importarme quién me viera en ese momento me puse en frente y tomé su cara con mis manos para dirigir su mirada hacia la mía.
Valkyon: {Mystika, mírame}
Aunque moví su cara para que enfocara en mí sus ojos ya transformados, no dejaban de mirar tanto a los mellizos como al pregonero, mientras su pecho subía y bajaba de forma violenta al respirar.
Valkyon: {Mystika, por favor...}
Usé mis pulgares para acariciar su rostro hasta que por fin me miró y no era sólo rabia lo que reflejaban, también había tristeza y desesperación, como si fuese un familiar a punto de ser capturado. Debió entender esta encerrona como una traición, sobre todo después de todos sus esfuerzos por complacer a Thiedil.
Cuando sentí que su cuerpo se relajaba lo suficiente, me giré hacia el elfo mirándole con severidad. En sus ojos se evidenciaba la culpa y también la tristeza. No era un mal hombre, pero este no era el camino, no con ella y yo tampoco podía dejar que me la arrebatara sin más.
Valkyon: Creo que las emociones le han superado, será mejor que la escolte hasta su habitación.
Mi tono y mi mirada no admitían rebate posible, tenía que sacarla de allí tanto si él quería como si no.
Thiedil afirmó levemente con la cabeza sin mirarme a los ojos y se dirigió al público con un gesto de calma, así que aproveché para llevarme a Mystika de allí no sin antes mirar de reojo a la melliza, que nos observaba con el entrecejo fruncido y los brazos cruzados sobre el pecho.
Después de subir al piso que daba a los dormitorios, entramos en mi habitación y cerré la puerta. Mystika se quedó parada de espaldas a mí empezando a cambiar de nuevo a su forma humana mientras tocaba los girones de tela de su vestido.
Mystika: He arruinado el vestido...
Su voz sonaba vacía, como si su alma estuviera lejos de su cuerpo. Me acerqué a ella por detrás y la tomé en mis brazos con fuerza mientras hundía mi cara en su pelo.
Valkyon: No te preocupes por eso.
Su cuerpo perdió equilibrio, parecía que le hubieran abandonado sus fuerzas. Sabía que la transformación le consumía bastante energía, pero esta vez era como si su cuerpo no pudiera soportar lo que acababa de ocurrir.
Mystika: ¿Qué vamos a hacer? Ni si quiera me habló de ello, es como si... como si...
Valkyon: ¿No tuvieras opción de rechazar la unión?
Mystika: ... Sí.
Era cierto, la forma en que lo habían hecho daba a entender que no había vuelta atrás, Thiedil era un Rey poderoso, más de lo que muchos pensaban y no era recomendable enemistarse con él. Pero no podía permitir que la obligaran a casarse, no podían aprovecharse de ella y chantajearla con el tema de la Profecía, con la salvación de todo este mundo. Eso sería demasiado peso en su conciencia.
Cuando iba a pronunciarme de nuevo para mostrarle mi apoyo y cariño picaron a la puerta. Sentí como su cuerpo volvía a tensarse.
Valkyon: ¿Sí?
Thiedil: ¿Puedo pasar?
Teniendo en cuenta que este era su castillo y podía entrar dónde y cuándo le dieran la gana, agradecí que llamara antes, pero no estaba tan seguro de querer que hablara con ella. Aun así la solté y fui a abrir la puerta.
El semblante serio del elfo se dirigió hacia Mystika sin reparar en mí, ella seguía de espaldas a nosotros. Al menos no había muestras de enfado en los gestos del General, a pesar de haber arruinado un evento como ese. Me aparté para que pasara y volví a cerrar la puerta. Por suerte Elendra debió quedarse como anfitriona de la fiesta en lo que su hermano se ocupaba del problema.
Thiedil: Mystika...
Ella apretó los puños con fuerza y de nuevo comenzó a respirar de forma pesada.
Él se acercó más y colocó una mano en su ahora desnudo hombro, pero ella se apartó al momento como si le hubiera quemado su contacto.
Mystika: No me toques.
Thiedil: Siento cómo se ha desarrollado todo esto.
Mystika: ¿Que lo sientes?
Con los puños aún apretados se giró de repente para hacer frente al elfo, que permanecía sereno y apaciguador.
Mystika: ¿Qué es lo que sientes exactamente Thiedil? ¿El mentirme? ¿El ocultarme tu propósito? ¿O la encerrona a la que me acabas de someter?
Thiedil: Siento todo lo que he hecho, pero no tenía elección.
Mystika: ¡Podrías haberlo hablado conmigo!
El elfo se cruzó de brazos mirándola directamente a los ojos y una suave carcajada escapó de su boca.
Thiedil: ¿Si te lo hubiera preguntado, habrías aceptado?
Mystika: ¡Claro que no! No pienso casarme con alguien por conveniencia.
Thiedil: Entiendo tu punto de vista y ya imaginé tu respuesta, pero debes entender la importancia de hacer cumplir la Profecía, de lo que supone no sólo para nuestro pueblo, sino para este mundo en su totalidad.
Aunque él intentaba usar el tema emocional para hacerle entrar en razón, ella no hacía más que enfurecerse aún más. Y no era para menos, Mystika no era de esas personas que se dejaban chantajear de forma tan burda.
No obstante, tomó una gran inspiración intentando controlarse para poder responderle.
Mystika: Thiedil, no quiero que creas que no me importa este mundo, pero no puedo hacerlo. No puedo casarme contigo.
Thiedil: Entiendo y por eso mismo te expliqué nuestra costumbre relacionada con el matrimonio.
Mystika: ¿Te refieres a lo del amante oficial?
Thiedil afirmó con la cabeza ante el tono sarcástico de Mystika y luego me miró de reojo. Él lo sabía ya, no hacía falta que su hermana le dijera nada, sin duda lo había notado.
Mystika siguió la dirección de sus ojos y me miró también, sin poder descifrar el sinfín de emociones que parecía estar sintiendo en ese momento.
Thiedil: Una vez desposados nosotros podréis estar todo el tiempo que queráis juntos.
Mystika: ¡NO! ¡No quiero un amante! Sólo quiero estar con una persona y no quiero ser compartida. Me niego.
Thiedil: Recapacita por favor.
Ante la insistencia ella soltó un rugido que debió hacer eco en toda la planta.
Mystika: Tiene que haber otra forma de hacer cumplir la dichosa Profecía. No eres el único que tiene sangre real después de todo, así que ¿por qué quieres obligarme a estar contigo?
Thiedil: Sólo pienso en lo mejor para Eldarya, mi pueblo está más avanzado que otros y puedo darte todo lo que desees.
Mystika: Thiedil, sólo hay una cosa que desee ahora mismo.
Ella giró su cabeza hacia mí en cuanto soltó dicha sentencia y me miró directamente a los ojos, como si eso le diera las fuerzas para hablar claro.
No sólo no se dejaba chantajear, sino que los bienes materiales y el estatus era algo que no le importaban en absoluto. Le estaban dando la oportunidad de tener todo un reino a sus pies, a tener todo aquello por las que tantas personas eran capaces hasta de matar. Y ella lo rechazaba sin titubear.
Desde que la conocí sentí cierto orgullo en cada paso que daba, primero como miembro de mi Guardia, luego también como amiga. Pero ahora, lo que me hacía sentir era algo más, era una enorme satisfacción, pues no quería abandonar la idea de salvar nuestro mundo, pero quería luchar a su manera y conmigo, rechazando una vida de riquezas que le ofrecían.
Jamás había dudado de la elección que tomé desde el momento en que me fui del Cuartel para ir en su busca, exponiéndome a sanciones y peligros, luego al sufrimiento. Todo ello había merecido la pena, pues Mystika representaba todo lo que podía amar en una mujer y cada vez lo tenía más claro.
Y no sabía si lo que ella acababa de hacer podía traer consecuencias negativas, pero no la dejaría sola nunca, no la dejaría caer.
Thiedil: Eres una chica sensata, has oído lo que la profecía dicta. Sólo la unión con sangre real. ¿Crees que en otro reino tendrás la oportunidad de tener al hombre que amas contigo?
Mystika: ¿No entiendes que no es por ti? No quiero al hombre que amo como amante, no es el lugar que le corresponde.
Thiedil, con gesto cansado soltó un suspiro muy significativo. La motivación de Mystika no le convencía y no parecía que quisiera dar su brazo a torcer. Para él sólo había una forma y creía que él era la mejor opción para ella, incluso para que pudiera seguir conmigo una vez se casaran. A su modo y según la educación que había recibido, tenía en cuenta los sentimientos de ella, lo que demostraba el aprecio que le tenía.
Mystika: ¿Por qué querrías tú casarte con alguien que no amas pudiendo elegir?
Thiedil: En otras circunstancias te diría que el amor es algo que puede llegar con el tiempo... Pero te admiro y podría aguantar que tú no me quisieras.
Mystika frunció el ceño sin entender muy bien la respuesta, pero estaba bastante clara a mi parecer. Si yo no hubiera estado presente en la conversación o en su vida, le habría explicado directamente que con el tiempo podría surgir el amor entre ellos dos. Que ella le gustaba aunque puede que no estuviera lo suficientemente enamorado hasta el punto de no aceptar no ser correspondido, o quizás sí, incluso tanto como para no objetar nada si ella tenía a otro con tal de que estuviera a su lado.
Pero él no lo aclaró y no lo haría a menos que estuvieran a solas. De todas formas sabía que dijera lo que dijera ella no cambiaría de opinión.
Por los gestos del General pude adivinar las ganas de acercarse a ella y mantener el contacto físico, quizás para tranquilizarla o convencerla, aunque ella estaba claramente a la defensiva.
Mystika: Necesito estar a solas, no quiero seguir está conversación.
Dicho esto dio media vuelta y se dirigió a la ventana transformándose de nuevo. La abrió de par en par y saltó.
Otro profundo suspiro surgió del elfo al bajar la cabeza en señal de rendición. Yo permanecí estático, esperando que se pronunciara o se fuera.
Entonces se giró hacia mí con expresión sombría y se acercó para ponerse en frente.
Thiedil: Valkyon... Sé que también eres un hombre sensato y menos temperamental que ella.
(¿Me va a pedir a mí lo que imagino?)
Thiedil: Tú mejor que ella sabes la situación en la que se encuentra nuestro mundo. Debes hacerla recapacitar.
Sí, era lo que me imaginaba y aun así no pude mirarle sin mostrar mi total asombro. Me estaba pidiendo que convenciera a la mujer que amo de casarse con él.
Valkyon: General, lo siento pero esta vez no acataré sus órdenes.
Esperaba que su paciencia se agotara o algo por el estilo, pero en vez de eso sonrió con languidez afirmando con la cabeza más para él que para mí.
Acto seguido y sin decir una sola palabra, abrió la puerta y se marchó. Yo no sabía muy bien cómo sentirme o cómo interpretar su silencio después de mi contestación. Ya me esperaba cualquier cosa.
Volé lejos de ese castillo dejando a todos atrás. Quería ir a los brazos de Valkyon, pero no quería empeorar la situación, así que cuando llegué a vislumbrar un pequeño claro entre la copa de los árboles, descendí hasta tocar suelo.
Volví a mi forma humana con rapidez y caí sobre mis rodillas. Estaba agotada por las emociones vividas y ambas transformaciones, sólo quería descansar.
[VALKYON]
Al rato de marcharse el General, alguien volvió a picar a mi puerta. Sabía que no sería Mystika, si ella volviera seguramente lo haría por la misma ventana.
Fui a abrir sin muchas ganas y me encontré a Elendra de frente, con una enorme sonrisa en sus labios intentando ser provocativa. Al parecer jamás entendería que sólo había una mujer en el mundo que me interesaba y que esa, desde luego, no era ella.
Elendra: ¿Has olvidado nuestro plan?
Valkyon: No existe ningún plan. Tú has intentado forzarme con chantajes a ir a tu habitación.
Elendra: Vamos querido, ya has visto que no tienes nada que hacer, tu amiga será la próxima Reina de Rhodaris, así lo han decidido.
A pesar de sus palabras, las pronunció con total desprecio y una mueca en su cara. De lo que estaba seguro era que jamás le llegaría ni a la suela de las botas a Mystika.
Valkyon: Eso está por ver.
Elendra: Pero hasta entonces, ella está oficialmente prometida a mi hermano y dudo que le gustara saber de vuestra relación. Ya sabes los castigos que conlleva acostarse con una mujer prometida y más si lo está con alguien noble.
No pude evitar sonreír con satisfacción, pues ella no sabía que su hermano estaba al corriente de todo. Su chantaje ya no le servía de nada.
Ella me miró extrañada por mi actitud, probablemente pensaría que conseguiría hacerme ceder con esa amenaza, pero aunque su hermano no supiera nada de lo nuestro, jamás conseguiría lo que quería de mí.
Valkyon: Siento informarte de que tu hermano está al tanto de lo nuestro, así que no intentes amenazarme con ello.
Elendra: ... Imposible. ¿Y aún así no ha hecho que os encierren?
Valkyon: Ya lo ves. Da igual cómo lo intentes Elendra, no vas a obtener absolutamente nada de mí. Nada ni nadie hará que traicione a Mystika.
El color de su cara se volvió rojo por la rabia mientras apretaba los dientes observándome con desdén. Realmente no debía estar acostumbrada a que la rechazaran, supuse que nadie en su sano juicio rechazaría a la princesa y futura heredera de Rhodaris si su hermano moría antes sin dejar descendencia.
Elendra: Esto no quedará así, créeme. No dejaré que se burlen de mi hermano, voy a hacer que piense en su honor, como Rey que es, en vez de en los caprichos de esa medio humana.
Dio media vuelta, pero antes de alejarse la detuve agarrándola del brazo. Ella se giró con una sonrisa de lado, esperando que finalmente hubiera cedido a sus deseos.
Valkyon: Sólo quería informarte que yo también soy medio humano, por si te interesa conocer ese dato.
Sus ojos se abrieron como platos, titubeó algo y soltándose de mi agarre se marchó hacia sus dependencias dando un portazo.
No sabía si lo que acababa de decirle serviría para que cesaran sus intentos de seducirme o amenazarme, pero su cara al revelárselo me hizo sentir cierta satisfacción. Aunque en seguida volvió la sombra de la preocupación. Mystika estaría agotada y no sabía dónde podía haber ido.
Cuando comencé a despertarme noté que mi cuerpo descansaba sobre algo blando y suave y tenía la sensación de estar suspendida en el aire.
Conseguí abrir los ojos lentamente, encontrándome con un lecho de plumas azul marino para darme cuenta luego que era la poderosa espalda de un Owlett. Las alas se batían con fuerza y yo giré un poco mi cabeza para ver el cielo estrellado.
Acabé de despertar y me incorporé. Efectivamente estaba sobre el cuerpo de un enorme Owlett que volaba por encima del mismo bosque que yo atravesé momentos antes. En seguida vislumbré el hermoso castillo descansando sobre la falda de la montaña y mi ansiedad volvió como una ola rompiendo en un acantilado.
Por desgracia no tenía fuerzas para salir volando de nuevo por mi propio pie, así que me resigné y me dejé llevar hasta mi balcón. El familiar se inclinó para que yo pudiera bajar de él sin esfuerzos, luego lanzó una especie de gruñido suave y se alejó de allí volando de nuevo bajo mi atenta mirada.
¿?: {Mystika...}
Pegué un bote sobresaltada y me giré hacia mi habitación encontrándome de nuevo con el elfo en medio de las puertas abiertas del balcón. No quería que volviera a intentar convencerme, así pues me acerqué a la barandilla con intención de salir volando, aunque eso supusiera un gasto de energía que no tenía.
Thiedil: Por favor, espera.
Su tono de súplica me hizo detenerme mirando al vacío y luego hacia la habitación de Valkyon. Él era con el único que quería estar en este momento.
Oí al elfo acercarse cuando sus pasos resonaron con suavidad sobre el mármol de la superficie.
Thiedil: No creo que puedas soportar gastar más de tus fuerzas ahora mismo, así que entremos y hablemos. Te lo ruego.
Definitivamente su forma de hablarme hizo que perdiera mi aplomo. Estaba agotada para huir y tenía que conseguir llegar a algún tipo de acuerdo para no tener que casarme con él y que nadie sufriera las consecuencias de mi decisión.
Me giré hacia él y enfrenté su mirada, nada soberbia, como podría esperarse de un Rey que quiere conseguir un objetivo.
Por la conversación que escuché en el barco sabía que no estaba del todo de acuerdo con lo que había hecho, al menos en las formas, así que había una posibilidad de solventarlo.
Le acompañé hasta el interior de mi habitación y él me hizo sentar en la cama, colocándose a mi lado no sin antes ponerme una manta sobre mis hombros para cubrir mi cuerpo, que seguía con el vestido hecho girones. Luego tomó mis manos entre las suyas y alzó la vista hasta que sus iris azules, como brillantes aguamarinas, hicieron contacto con los míos.
Thiedil: Por favor, perdóname, de verdad que hubiera preferido que todo esto sucediera de forma diferente. Pero las circunstancias...
Mystika: ¿Las circunstancias?
Thiedil: Como te dije, la Profecía es algo que mi pueblo se toma muy en serio y realmente necesitamos que suceda. Mis consejeros insistieron.
Suspiré con pesadez, de nuevo volvíamos a hablar de lo importante que era para ellos y este mundo mi papel, algo que ya había entendido de sobras.
Thiedil: Era cierto lo de mi admiración por ti. Desde el día que te conocí supe que eras... especial. Además te encantaba escucharme hablar sobre mi reino. Luego el destino hizo que nos reencontráramos y Alyria me confirmó mis sospechas sobre ti.
Dejé que hablara todo lo que tenía que hablar, yo ya no quería discutir, sólo podía negarme a toda proposición que me hiciera si ésta tenía que ver con no poder estar con Valkyon libremente.
Thiedil: Mi pueblo lleva siglos estudiando la Profecía, a mí particularmente me fascinaba saber todo sobre ella, así que no podía creer que la chica a la que admiraba y a la que tomé un gran aprecio sin apenas conocernos fuese la Elegida.
Hizo una pausa mirándome con una ternura que me incomodó. Estaba cerca, tomándome de las manos y hablándome con esa pasión desconcertante.
Desvió un momento la mirada como si intentase tomar fuerzas para lo que iba a decir a continuación y volvió a mirarme.
Thiedil: Sé que no podrás amarme como le amas a él, pero te agradecería que, por lo menos, lo intentases y aceptases mi propuesta. Incluso si eso significara tenerte sólo una noche para mí y luego perderte.
Un escalofrío recorrió mi columna ante tal proposición, absolutamente seria por su parte. Por cómo lo decía podía sentir que no tenía ninguna mala intención.
Básicamente me proponía un reino a cambio de una noche con él, cumplir mi cometido y luego poder estar con Valkyon, aunque sin la libertad que eso suponía. Así que no había forma de que eso sonara correcto para mí.
Mystika: Thiedil, siento tus esfuerzos y que pierdas el tiempo conmigo, pero no voy a cambiar de parecer. Para mí la lealtad lo es todo y no estaré con otro hombre aunque éste me regale toda Eldarya.
Apretó mis manos unos segundos haciendo una mueca de asentimiento mezclada con tristeza. Parecía no saber qué hacer o decir a continuación, así que tomé la palabra.
Mystika: Debes dejarme ir, yo encontraré la forma de que la Profecía se cumpla, de verdad quiero que pase.
Thiedil: Pero es clara, tú eres la Princesa y sólo puedes unirte a la realeza. Si los pasos no son los indicados...
A pesar de que me hubieran estado llamando princesa, por tener sangre real, aún me costaba digerirlo.
(¡Un momento! Yo era princesa por mi ascendencia Dragon, porque el último príncipe se encargó de embarazar a una humana para que su sangre no se perdiese. ¿Y si...?)
Mystika: ¿Y si hay alguien con sangre real que cumple los objetivos para que la Profecía se lleve a cabo?
En un segundo su expresión cambió a una de confusión y ofensa, probablemente entendiendo que no era él personalmente el hombre con sangre real con quien desearía cumplir dicha Profecía y prefería buscar a cualquier otro. Aunque no era del todo así lo que tenía en mente.
Thiedil: ¿Qué es lo que tengo yo de malo para que prefieras buscar a otro individuo con sangre real?
Mystika: ¿Qué? ¡No, no es eso! Creo que eres un encanto y seguro que muchas mujeres matarían por estar aquí y ahora. Es sólo que...
(Sí, el destino no podía dármelo para luego arrebatármelo, las coincidencias no existían)
Thiedil: Parece que tienes algo importante en mente.
Mystika: Así es, pero no puedo decírtelo ahora mismo. Sólo te pido que confíes en mí, me encargaré de que se cumpla dicha Profecía, sea como sea.
Sus ojos me escrutaron con curiosidad, intentando descifrar mis pensamientos y seguramente algo sorprendido por mi determinación.
Thiedil: Está bien, odiaría obligarte a estar a mi lado si no es lo que deseas.
Mystika: Thiedil...
Aunque adornó su rostro con una sonrisa, ésta era triste, lo que me dio cierta pena. Quizás sólo tenía en mente poder ayudar a toda Eldarya formando parte de ese destino que estaba escrito.
Un profundo suspiro se escapó de sus labios, como si hubiera dejado salir todas sus energías en él. Luego colocó un mechón de mi pelo detrás de mi oreja y se levantó de la cama. Yo le imité dirigiéndonos a la puerta y él paró frente a ésta sin girarse hacia mí.
Thiedil: Podéis marcharos cuando queráis, sólo prométeme que no permitirás que él no te haga feliz.
Susurré su nombre al apoyar mi mano en su brazo. Él se giró lo justo para verme y entonces besé su mejilla para agradecerle que entendiese mis sentimientos y nos dejara marchar de allí sin problemas.
Al fin y al cabo puede que después de toda la parafernalia que había montado, el dejarnos marchar y anular nuestro compromiso le diera problemas con su pueblo, o con los nobles.
Thiedil abandonó finalmente la estancia y se alejó hasta su alcoba, entrando sin mirar atrás. Yo fui a la puerta contigua a la mía y piqué suavemente, esperando paciente a que Valkyon estuviera despierto.
En seguida me arrepentí de picar a esas horas, quizás estaba durmiendo, era de madrugada al fin y al cabo. Me di media vuelta y cuando di un paso de vuelta a mi habitación, la puerta se abrió.
Valkyon: Has vuelto.
Me dirigí a hacia él y sin decir nada le abracé, tan fuerte como pude, en la puerta y sin molestarme en ocultarnos por si alguien nos veía. Ya no importaba, éramos libres, libres de irnos y hacer lo que quisiéramos.
Él me miró algo sorprendido por mi acto, pero me recibió con otro enorme abrazo, enterrando su cara en mi cuello. Podía sentir su aliento acelerado sobre mi piel.
Valkyon: ¿Estás mejor?
Mystika: Mucho mejor, pasemos.
Me atrajo a dentro de la estancia cerrando la puerta tras de mí y acto seguido volvió a abrazarme más fuerte, elevándome un poco del suelo para estar más cerca de él. Aprovechó para depositar suaves besos en mi cara, cargados de preocupación que no deseaba que sintiera.
Mystika: Valk, tengo buenas noticias.
Valkyon: Mmm.
Me besó en la boca con ternura mientras me bajaba al suelo y finalmente liberó mis labios para dejarme hablar.
Mystika: Somos libres, acabo de estar con Thiedil.
Valkyon cambió su expresión, mostrando confusión y enfado, algo que no entendí sin haber explicado aún el motivo la reunión.
Mystika: Sólo he hablado con él y le he prometido que haría que se cumpliera la profecía, pero que encontraría otro modo, costase lo que me costase.
Valkyon: Así que en vez de al General, tendrás que buscar a otro con sangre real para unirte él... Esa es la única solución.
Mystika: Es posible.
La mirada de confusión de Valkyon unida a la molestia de pensar que la solución que proponía era en definitiva buscar otro hombre, me hizo reír.
Llevé un dedo hacia la arruga que se formó en su entrecejo para que relajara la zona y luego tomé sus mejillas para depositar un suave beso en sus labios.
Él se debatía por no seguir mi gesto, aunque sentía que lo deseaba, pero el orgullo era un buen escudo.
Mystika: ¿Acaso no recuerdas el motivo que te dio mi padre para impedirte estar conmigo?
Valkyon: Sí, mis orígenes, la familia enemiga a la tuya.
Mystika: ¿Y recuerdas que explicó que sólo los Dragones más poderosos dejaron descendencia en el mundo humano?
Esta vez sus ojos se entrecerraron con otro tipo de confusión, intentando hacer memoria para recordar lo que mi padre había dicho exactamente cuando declaró los motivos para tenernos sentimentalmente separados.
Y como si una luz se iluminara en su cerebro, me miró sorprendido, sabiendo lo que todo esto podía significar.
Valkyon: ¿Es posible...?
Mystika: Lo es. Deberíamos averiguarlo.
Valkyon: Sí, debemos hacerlo.
Mystika: Aunque sé que me dijiste que preferías no dar a conocer tu parte faery.
Valkyon: Sólo por evitar posibles peligros adicionales, pero si tenerlo guardado significa que debas unirte a otro, mi elección está clara.
De nuevo nos abrazamos tiernamente, esperanzados por tener una oportunidad al fin de ser felices juntos sin complicaciones. Sólo debíamos encontrar la información y pruebas que determinaran sus orígenes.
Aliviada y relajada al fin, bostecé mientras se me cerraban los ojos entre sus brazos. En respuesta él me elevó del suelo y me llevó a su cama, sin importar ya quien pudiera sorprendernos juntos.
Me tumbó con suavidad en el colchón y luego él lo hizo a mi lado abrazándome, cubriendo medio cuerpo con sus enormes brazos.
Valkyon: {Si finalmente no soy el adecuado...}
Mystika: {Eres el adecuado, siempre lo has sido, ninguna profecía me va a convencer de lo contrario}
Valkyon: {Pero debemos salvar este mundo por el bien de todos}
Mystika: {Lo conseguiremos, sea como sea}
Me apretó más fuerte contra él, haciéndome sentir amada y segura, la mujer más afortunada del universo.
CONTINUARÁ
