DISCLAIMER: Akatsuki no me pertenece.

SPOILERS: Mmm, creo que no mucho. Itachi, Kisame, Deidara, pero si sabéis de Akatsuki sabéis de ellos.

AVISO: OOC, siguiendo el camino de mi otro fic, "Misión en Konoha", en el que por cierto debería estar trabajando ahora. Sobre todo Itachi (no lo puedo evitar, el Itachi de mi cabeza está loco), pero a pesar de los paralelismos con el otro fic esto se puede leer independientemente.

N/A: La historia de este fic es la siguiente;

Me dije a mí misma: "voy a escribir algo serio y profundo".

Empecé.

A las setenta palabras me di cuenta de que había fracasado en el intento, pero decidí seguir escribiendo a pesar de todo.

Así que allá vamos:

(reviews!!)


"EL LÍDER DE AKATSUKI"


1

MAÑANA

Suena el despertador. Una vez. Y otra. Y otra.

Dos horas después te despiertas.

Al correr hacia el baño te golpeas el hombro con el marco de la puerta, porque en algún momento de tu vida a alguien se le olvidó explicarte que esas tablas tan curiosas que separan las habitaciones se pueden girar hasta abrirse más allá de un ángulo de 50 grados.

Te miras al espejo. Una risa siniestra resuena en el baño. Es la tuya. No, no te estás volviendo loco. Nadie puede aspirar en serio a dominar el mundo si no tiene una risa lo suficientemente escalofriante. Es una especie de regla no escrita, igual que el gato de sonrisa malvada en el regazo y lo de explicar a tu enemigo durante sus últimos segundos de vida tus planes de destrucción, en vez de rematarlo y llegar a casa pronto del trabajo.

Uno de tres no está mal, para empezar.

Oyes una explosión. Un momento después, alguien grita a otro alguien que se tome su jarabe.

Sonríes a tu reflejo. Habías olvidado que los niños están en casa.

No todos, por supuesto. Eres lo suficientemente afortunado como para poder librarte de ellos cuando quieras. Un mensaje, un asesinato, despulgar al gato de tu tía. Hacen lo que les pidas. Eso es más de lo que cualquier padre puede decir de sus hijos.

No son tus hijos, claro, pero se comportan como una panda de niñatos malcriados, así que en tu imaginación les puedes llamar como te dé la gana. En persona también, pero no quieres correr el riesgo de que te pierdan el respeto. Para algo eres quien eres. Eres ése que puede controlarlos. A quien obedecen incondicionalmente. Esa persona.

No es que te molesten, después de todo. Muy en tu interior, si no están en casa, echas de menos cómo se amenazan de muerte los unos a los otros cuando creen que no los oyes.

Bajas las escaleras y sigues las voces de tus súbditos (una palabra mucho mejor que hijos, aunque tampoco sea cierta del todo) hasta el salón. Entras.

Itachi está sentado en el suelo delante de la chimenea. Ha esparcido su colección de miembros mutilados por la alfombra, y está eligiendo uno para enviárselo a su hermano por su cumpleaños.

Deidara y Kisame están en el otro lado de la habitación, jugando al ajedrez. Deidara está muy serio, y de vez en cuando mira con odio a Itachi, que está canturreando y lo distrae. Kisame se ríe entre dientes de la cara de Deidara, aunque su sonrisa se desvanece cuando coge el alfil para dar jaque al rey de Deidara y éste le explota entre los dedos. En otro momento Kisame tiraría el tablero al suelo y empezaría a estrangular a su compañero, pero tú estás delante, así que se limita a comentar una anécdota del pasado de la madre de Deidara de una manera muy explícita. Cuando entras en la cocina, te parece oir detras de tí el sonido de un tablero de ajedrez rompiéndose contra la cabeza de Kisame.

Coges una naranja. La miras, la lanzas al aire con una mano para recogerla con la otra, pero mueves el brazo un segundo antes de la cuenta, la naranja te golpea la muñeca y se te cae al suelo. La recoges rápidamente, tras asegurarte de que ninguno te ha visto.

Agarras con fuerza tu naranja y te diriges a tu despacho. Al pasar de nuevo por el salón ves que Itachi está sosteniendo lo que parece ser un pie izquierdo delante de la chimenea, examinándolo atentamente. Itachi sonríe y, tras rascar un resto de laca de uñas del dedo meñique del pie amputado lo mete en una caja que había sobre la mesa y garabatea una dirección de Konoha. No ves a Deidara y Kisame, pero los gritos de dolor, las exposiones y las salpicaduras de sangre del suelo de la terraza te dan una pista de lo que están haciendo. Itachi está extrañamente calmado; en vez de salir al jardín a ver la pelea se sienta de nuevo en la alfombra, recoge con cuidado el resto de extremidades disecadas que guarda tan amorosamente en su armario y se las lleva a su habitación.

Llegas a tu despacho. Dejas la naranja sobre la mesa, y miras el calendario que hay colgado en la pared, para comrpobar si tienes alguna cita importante durante el día. De repente, te das cuenta de que es diciembre. Miras por la ventana; Itachi se ha puesto el bañador y está nadando en la piscina. Definitivamente no es diciembre. Vuelves a mirar el calendario, y te das cuenta de que ha vuelto a ocurrir. Es la tercera vez este año; la primera vez te hizo gracia, pero, como ya le comentó Deidara a Sasori a escondidas en el jardín, seguirle el juego acabaría no siendo buena idea. Y no lo había sido. Ahora, a mediados de julio, tienes que comprarte por cuarta vez un calendario nuevo, porque a uno de los pirados a los que permites vivir en tu guarida le da por mutilarlos sin piedad cuando tiene una tarde libre. Resignado, te acercas a tu mesa, donde sabes que se encontrará la carta.

Por tercera vez este año, la abres y te sientas a leer. Es tan inocente...

Sabías que Itachi no lo había comprendido completamente cuando los otros le contaron que el que dejaba los regalos bajo el árbol en Navidad eras tú. Siempre lo entendía todo de manera bastante literal. Y el asunto del calendario demostraba que él creía que los demás también.

Lees la lista de regalos. Hachas, kunais, un codo derecho...

Este Itachi, siempre tan complicado. Te recuerdas mentalmente que tendrás que perdirle a Deidara que le explique otra vez que puede incluir esas cosas en la lista de gastos mensuales, como hacen los demás.

Mientras te comes la naranja miras cómo Deidara y Kisame, que han dejado de luchar, escuchan a Itachi contar la historia de ese niño tuerto que le perseguía en sueños.

CONTINUARÁ


N/A: ¿Qué tal? Un poco raro, lo sé. Y breve. No se que me ocurría mientras estaba escribiendo.

Tardaré unos días en seguir con la continuación, porque tengo a medias el capítulo 6 de "Misión en Konoha" y esa es la prioridad ahora, pero llegará, llegará.

Dejad reviews, please!!! Me motivan mucho mucho para escribir. Así que ya sabéis ;)

Un saludo,

R.

PD: Tendré el cap. 6 de MeK pronto. Mi conexión a internet me odia y estuve una semana sin poder conectarme, y eso mató temporalmente mi inspiración (XD), pero ya casi lo tengo. Si tardo en actualizar es xq mi conexion ha muerto de nuevo :-(