Disclaimer: Los personajes pertenecen a la serie Vampire Academy por Richelle Mead.
I
Después de liberar a uno de los criminales más buscados, ser acusada de un asesinato real y descubrir a la hija ilegítima del padre de la reina mi vida había tomado un ritmo mucho más tranquilo. Claro está que mis definiciones de normal, tranquilo, bien, y apropiado no son parecidas a las del colectivo popular. Dedicaba mi vida a proteger a la reina, y prácticamente a patear el trasero de todo el que se acercaba. La gente lo llamaba ser parte de la guardia real, y tenía sus beneficios además de un lindo uniforme. El principal era estar siempre con Lissa y por defecto con Dimitri, el segundo era el molestar a Bones todo el día. Él también era guardián real, un rubio flacucho que no tuvo entrenamiento formal, pero era lo suficientemente bueno para proteger a la reina.
Se encontraba caminando a mi lado y a espaldas de Lissa mientras nos dirigíamos a una reunión con Christian, desayunarían. Tan pronto imaginé a Christian esperando por Lissa-con sus ojos especialmente azules por verla-, vino a mi mente Dimitri. Estaría ahí también, probablemente ansioso por verme. Un escalofrío recorrió mi espalda y advertí que mi rostro de guardián había tomado un descanso. Nuestra relación no había sido ordinaria, y después de todo lo que había sucedido sentía que lo amaba muchísimo más que antes.
—¿Pensando de nuevo en tu novio, Rosemarie?— Bones era una de las pocas personas que me llamaba así. Su acento británico me tocó los oídos y lo fulminé con la mirada. Antes de que pudiera decir algo, la dulce voz de Lissa se me adelantó.
—Es la sonrisa, ¿cierto?—dijo— No importa cuanto hayas entrenado para esconder lo que sientes, cuando piensas en Dimitri no puedes ocultarlo—. Noté en sus palabras que se sentía ligeramente identificada con aquello, ella tampoco podía ocultar las cosquillas cuando veía a Christian. De hecho, podía sentir a través del vínculo que estaba bastante ansiosa por verlo, como todas las mañanas.
—Tu rostro se idiotiza por Dimka— Mordió su labio inferior para ocultar una sonrisa. Él y Dimitri se habían hecho buenos amigos, tanto que el rubio lo llamaba por su sobrenombre abiertamente.
—Huesitos, arreglaremos nuestras cuentas luego— le di un codazo amigable y en dos paso llegamos a nuestro destino.
Ahí estaba. Dimitri. Mi Dimitri. Parado justo detrás de Lord Ozera mientras una mesa de mantel elegante y tulipanes blancos-los favoritos de Lissa- era una de las pocas cosas que adornaban la terraza. Otra mesa, para tres personas y con el mismo mantel, se encontraba a pocos metros de la primera.
Los ojos café de Dimitri se posaron en mí y de inmediato me regaló una sonrisa y luego a Lissa. Pude notar que había algo de preocupación en ellos, ¿por qué sería? ¿Qué habría pasado? ¿Estaban todos bien? Hice lo propio y me acerqué a él para dejar un beso en sus labios y después permitir que Bones lo saludara asintiendo ligeramente. Ya que estábamos entre amigos, nos podíamos dar el lujo de soltarnos un poco. Nunca perdiendo de vista a Lissa y a Christian, eso sí. Ellos, para entonces, tenían las manos sobre el otro y ya se habían sentado. Les dimos un poco de privacidad y nos dirigimos a la otra mesa, tomando asiento.
—¿Todo está bien?— pregunté, frunciendo el ceño y fijando mis ojos en los de Dimitri. Ellos respondieron antes que su boca.
—Hubo un ataque a St Vladimir.
—¿Qué? ¿Por qué no nos enteramos antes?— Bones colocó los codos sobre la mesa. Sus ojos recorrieron la terraza una vez más, en búsqueda de algo anormal. Luego volvieron a mi novio y a mi.
—Acaba de suceder, antes de que llegaran me lo hicieron saber. Murieron doce personas, la mayoría guardianes— se mordió el labio inferior y soltó un suspiro por lo bajo, dejando que la preocupación le subiera al entrecejo—. Lissa aún no lo sabe. En cualquier momento llegará alguien a informarle.
—Y...¿qué haremos? ¿Los estudiantes se quedarán allá? ¡Estamos en pleno año escolar!— recordé el último ataque Strigoi, en el que nos enviaron prácticamente de vacaciones para protegernos. Durante esas vacaciones conocí a Adrian Ivashkov. La relación entre Adrian y yo era compleja. Ambos decidimos fingir demencia ante todo lo sucedido. Tenemos el mismo círculo de amigos-al menos aquí en La Corte- pero no hablamos entre nosotros más allá de lo necesario.
—Hay que hacer algo, Dimka. Tenemos que ir a St Vladimir, necesitan guardianes— la naturaleza impulsiva de Bones había salido a flote. Su mandíbula estaba apretada y sus cutículas, como siempre, comenzaban a sufrir por sus sentimientos.
—Es muy pronto para hacer planes, Oliver— Dimitri era el único que utilizaba su nombre real—. Al parecer los estudiantes serán devueltos a casa, aunque los hogares ahora más que nunca son inseguros. Tendremos una reunión en quince minutos aproximadamente, ellos ya están sacando conclusiones, debo decirles—su mirada volvió a mi y sujetó una de mis manos con cariño—. Escuché que quieren que entrenemos a algunos de los alumnos.
—¿Qué quieres decir con eso?— pregunté, recordando la nota de Tatiana sobre la Ley de la Edad. Nadie aprobaría que los novicios salieran de la escuela antes de tiempo. La sola idea había causado una revolución en la corte.
—No estoy seguro, fue sólo un comentario al aire de Janine. Quieren tomar a los alumnos más prometedores y que los entrenemos...aquí. No se graduarían más rápido, pero servirían de apoyo ante cualquier otro ataque. Como Rose lo fue en el último— la voz de Dimitri era aterciopelada y calmada, aún cuando hablaba de algo que podría matar jóvenes novicios.
¿Qué pasaría si tuviéramos novicios en la corte? ¿Sería algo bueno? ¿Aprenderían realmente? No sabía qué pensar de tal idea. La voz de Bones me trajo de vuelta al mundo.
—Es lo mejor que han sugerido. Un Strigoi nunca vería a un estudiante como una amenaza—asintió—. Tú lo hiciste, Rosemarie. Tú combatiste Strigoi antes de graduarte gracias a esa porno de maestro-alumna que tuviste con Dimka.
—Oliver— la mirada fría y amenazante de Dimitri-esa que me asustaba- se fijó en Bones. Alzó una ceja y el rubio se encogió de hombros en manera de disculpa. Bones era brutalmente honesto. No lo hacía para parecer gracioso o astuto, sencillamente decía lo primero que venía a su mente.
—¡Es verdad!— suspiró— En fin. Si Rosemarie pudo hacerlo no veo por qué alguien más no podría. Tú podrías instruir a alguien más, si a tu novia no le molesta, claro está. Y yo no soy bueno con la gente, pero se me da bien enseñar.
—Es imposible— Dimitri dijo—. Rose tenía un talento natural, y mucha suerte. No todos poseen eso. Y aunque así fuera, ¿dejaríamos el servicio para jugar a los instructores, Oliver? Eres parte de la guardia real, no puedes separarte de Lissa— mi dulce novio, como era usual, siendo la voz de la razón.
—Bones tiene razón, amor— dejé salir el amor por descuido, desvié la mirada avergonzada. No era del tipo de los sobrenombres cursis en público. No me hacía respetable—. Sería como tener guardianes encubiertos. Y podríamos trabajar los horarios para enseñarles.
—Roza— su mirada compasiva me encontró, y sentí que en esa terraza sólo existíamos nosotros dos—. Es una locura. Los estudiantes a la escuela. St Vladimir sólo necesita mejor seguridad.
—Que podría venir en forma de guardianes encubiertos— Bones mostró sus dientes en una sonrisa sardónica que rápidamente desapareció cuando advertimos la presencia de alguien más en la habitación.
Era otro guardián. Sus ojos confirmaron nuestras preocupaciones, y la historia de Dimitri. Lissa se puso de pie rápidamente, dejando caer sus servilleta. Su voz dulce fue sustituida por una afilada.
—¿Quién murió esta vez?
