CAPÍTULO 1:

Todos los personajes pertenecen a Suzanne Collins.

-Has vuelto - le digo

- El doctor Aurelius no me ha dejado salir del Capitolio hasta ayer mismo - responde Peeta-. Por cierto, me pidió que te dijera que no puede fingir eternamente que te está tratando. Tienes que contestar al teléfono.

Tiene buen aspecto. Delgado y lleno de cicatrices de quemaduras, como yo, pero en sus ojos ya no se ve esa mirada turbia y atormentada. Sin embargo, frunce un poco el ceño al examinarme. Me aparto el pelo de los ojos con poco entusiasmo y me doy cuenta de que está apelmazado de tanta suciedad. Me pongo a la defensiva:

- ¿Qué estás haciendo?

- Fui al bosque esta mañana y desenterré estos arbustos para ella - responde-. Se me ocurrió que podríamos plantarlos en el lateral de la casa.

Miro los arbustos y los terrones de tierra que les cuelgan de las raíces y contengo el aliento cuando la palabra "rosa" me viene a la cabeza. Estoy a punto de gritarle cosas horribles a Peeta cuando cuerdo el nombre real: son primroses, prímulas, la flor que dio nombre a mi hermana. Asiento, corro a casa y cierro la puerta detrás de mí.

Un bonito detalle, pienso. Y siento como una pequeña chispa intenta hacerse hueco en mi oscuro y deprimido corazón. Ha vuelto, de todos los distritosha vuelto al que tantos malos recuerdos debe de traerle. Sin su familia, solo. Conozco esa sensación, aunque al menos, en la distancia, yo tengo a mi madre.

Haymitch se alegrará de tenerlo de vuelta, siempre se han llevado bien.

En ese momento me doy cuenta del desagradable olor que desprendo, y pienso en la mirada de Peeta al verme. Debo de estar horrible.No recuerdo haberme duchado mucho desde que volví del Capitolio.

Me preparo la bañera de agua caliente y dejo que el calor me embriague por unos ¿minutos, horas..? No lo sé a ciencia cierta, solo noto que el agua está medio congelada. Quizás hasta me haya dormido.

Me pongo unos pantalones, una camisa, las botas de Cinna y me dispongo a trenzarme el pelo. Cuando veo mi reflejo en el espejo pienso: Parezco la antigua Katniss. Si no fuera por los surcos y quemaduras que recorren mi piel, o las ojeras que hace días se instalaron debajo de mis ojos sí que quizás me viera como ella. Desecho la idea de la trenza, esa época ya ha pasado y opto por dejarme el pelo suelto.

Cojo el carcaj, las flechas y mi saco para guardar las por la cocina y cojo una galleta, posiblemente tendrá bastante tiempo porque esta reblandecida.

Me dirijo al bosque, ya era de retomar mi afición a la caza y afrontar que lo pasado, pasado está.

Se me hace raro cazar sola, sin Gale. Y recuerdos esos momentos que pasamos juntos. El no a querido volver aquí, como otras muchas personas del 12 que se han ido a otros distritos. Espero que le vaya bien en el 2. Por un momento el recuerdo de mi hermana oscurece mis buenos pensamientos hacía él, así que los aparato y me dedico a mi tarea.

Está casi anocheciendo cuando vuelvo a mi casa, el rugido de mi estómago me dice que no tengo nada de alimento en el cuerpo y que las ganas de comer han vuelto. De camino a mi casa dirijo mi mirada hacia la de Peeta, las ventanas de abajo están encendidas y sale humo de la chimenea. Por un momento pienso en llamar a su puerta, pero quizás él también necesite su espacio y mi presencia podría incomodarlo.

Cuando estoy subiendo los escalones que llegan a mi puerta veo una pequeña cesta de mimbre con una nota encima, abro la cesta y veo 6 panecillos de queso y 4 magdalenas. El olor que sale de ella me embriaga. Entro en mi casa, dejo las flechas y el carcaj en el recibidor. Ya no tengo que esconderlo en el hueco de un árbol.Ese pequeño detalle me hace esbozar una sonrisa.

Me dirijo a la cocina para depositar la cesta y mi bolsa de caza con 8 ardillas y 4 conejos dentro. Mañana la repartiré con Peeta, Haymitch y Sae la Grasienta,pienso. Es mucha comida para mí y se pone mala enseguida.

Cojo la notita que estaba encima de la cesta y la leo, confirmo lo que ya había sospechado al ver los panecillos y las magdalenas, es de Peeta.

"Hola. He estado horneando panecillos y magdalenas y he recordado cuanto te gustaban los de queso. Me he pasado por tu casa para dejártelos pero no estabas, supongo que estarás en el bosque. Espero que los disfrutes y que te lo comas todo. Por lo que vi esta mañana se te ha olvidado que COMER es una necesidad. Saludos Peeta.

Pd: Te he echado de menos."

Esa última frase me hace sonreír, en realidad toda la nota me ha hecho sonreír. Siempre ahí, pendiente de mí. Me alegra saber que aunque el capitolio intentara arrebatármelo, quizás una parte de Peeta, esté volviendo a ser el mismo de antes.

Vuelvo a leer la última frase: Te he echado de menos.Eso me hace pensar que tal vez aun podamos ser amigos. Debería estar feliz por ello pero...¿ese término quizás es menos de lo que desearía ser para él? ¿o debería alegrarme porque al menos puedo tener a una parte del antiguo Peeta? Vuelvo a notar el rugido de mi estómago, así que alejo esos pensamientos de mi mente y me dispongo a degustar esos panecillos que pensé que no volvería a comer nunca más.