N/a: ANTES QUE NADA DAR UNAS PEQUEÑAS NOTAS, ESTE FIC ES POR DIVERSIÓN NO QUIERO METERME EN HISTORIA ASÍ QUE NO DOY FECHA ESPECIFICA Y EN CUANTO A LOS NOMBRES DE LOS PERSONAJES ME BASO EN LOS NOMBRES ORIGINALES DE LOS PERSONAJES DE HETALIA.

RUISA: IVAN

EN CUANTO A UCRANIA TODOS SABEMOS QUE EL NOMBRE DE ELLA NO ESTA AUN MUY BIEN ESTABLECIDO POR EL CREADOR ASÍ QUE DECIDÍ LLAMARLA COMO ALGUNOS LO HACEN. YEKATERINA AUNQUE EL NOMBRE QUE EL AUTOR LE PONDRA ESTA ENTRE MARIA, SOFIA Y NO ME ACUERDO EL OTRO XD ASÍ QUE ESPERO GUSTE DE QUIEN LO LEA.


sipnosis:

Entre habladurías se afirmaba que el nuevo Zar necesitaba una esposa, sabiendo eso, sus concejales tomaron la decisión de obligarlo a contraer matrimonio al sobrepasar la edad permitida pero, el líder de aquel imperio no pensaba de la misma forma. Tenía cosas más importantes en las que ocuparse sin embargo; su sentido del humor macabro le hizo idear un plan.

Trataría de conseguir la peor candidata a esposa y para su suerte en uno de sus escapes conoció a la novicia más torpe del mundo obligándolo a secuestrarla para convertirla en su esposa.

¿Que podía ser más escandaloso que eso?


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Unión perversa.

Cap1: La novicia.


"- Su majestad, debería reconsiderarlo… - el hombre de mayor edad seguía al impetuoso joven delante de él - ¡Es una insensatez dejar pasar esta oportunidad!"

El hombre sabía que había cometido un error al haber levantado la voz al que era el hombre más poderoso de la zona.

"- Le suplico me perdone – comenzó – pero eh de recordarle cual es su deber."

El joven delante suspiró y se giró al anciano que le seguía.

"- No debieron programar un encuentro… - murmuró con una sonrisa vacía, una muy común en aquel gran líder."

El anciano tragó con dificultad. Era bien sabido que el Zar nunca parecía enfadarse en realidad pero la sonrisa amplia que siempre mostraba en su rostro era clara señal que estaba furioso y guardaba un pensamiento macabro.

Por extraño que pareciese aquello, el que aquel líder fuese un hombre de buen ver con un cabello casi grisáceo, ojos de un azul purpura profundos y facciones carismáticas hacía que las relaciones con las demás regiones pareciesen cosa sencilla; sin embargo él podía llegar a ser un sujeto de temer cuando se lo proponía y era la razón precisa para que todos en el consejo desearan que tomase sus deberes.

"- Debe casarse – confirmó con un poco mas de valentía."

Sabía que todos los demás sujetos le había dado la orden de hablar con aquel joven sabiendo que este no podía mandarle a cortar la cabeza por la sencilla razón que prácticamente le había visto crecer.

"- Nikolay… - murmuró el joven sonriendo con cierta malicia poniendo alerta al anciano – Te mandan a hablar conmigo porque saben que les mataría ¿verdad?"

"- ¡Ivan! – exclamó el hombre que parecía querer darle un infarto."

"- No es correcto que me llames así – respondió el hombre con voz suave sonriendo con inocencia, algo que no engañaba al anciano."

"- Lo lamento su majestad – dijo aclarando su garganta."

El joven se acercó y le dio una palmada en el hombro sonriendo.

"- No iré."

"- ¿No irá? – preguntó mirando como el joven heredero salía huyendo del lugar como si fuese un chiquillo - ¡Regrese!"

El anciano se quedó ahí de pie hasta minutos después cuando al fin recuperó su compostura.

El que su alteza no quisiera aquel encuentro le asustaba y mas sabiendo que el conde se enfadaría al enterarse que le habían hecho venir a ese territorio cuando el Zar no deseaba ver a su hija.

El pedirle que tomara a alguien en matrimonio se volvió cotidiano desde que cumplió mayoría de edad, ahora con veintiún años no podía creer que él no hubiese deseado a nadie.

Se había intentado emboscadas con ciertas damas pero estas salían pavoridas de su actitud intimidante o él se sentía demasiado estudiado por ellas.

Ahora, sin consentimiento, le habían mencionado sobre la hermosa hija del conde Arlovskaya y como podría ayudar el hecho que se uniesen en matrimonio por el bien de un heredero.

Aquella era la finalidad de todo el proceso, un heredero. El hecho era que su padre, el anterior Rey, tuvo una salud delicada y había muerto joven, siendo una suerte que Ivan ya hubiese nacido para aquel entonces.

La reina también había sucumbido a una enfermedad sembrando temor en todos los encargados de aquel palacio. Trataban de cuidar al joven Zar de la manera más delicada posible hasta que este tuviese descendencia, el problema era que aquella sobreprotección había causado en el joven rebeldía.

No podía culparlo pero debido a su historial debían escoger una mujer fuerte y de buena salud para compensarlo.

Suspiró derrotado, debía hablar con los demás.

)O)O)O)O)O)

Salió a los jardines y se dirigió a su caballo color marrón.

No podía fingir que no le agradasen los animales o las flores pero sabía que el invierno atacaba la mayor parte del tiempo y debía esperar para ver aquellas cosas que le agradaban.

Se había colocado un abrigo pesado, unas botas y guantes de color, marrón.

Acarició al animal y decidió tomar sus riendas y sacarlo.

"- ¡Señor! – dijo un guardia que custodiaba la salida con una actitud mucho más seria."

Ivan le había visto desde lejos. Parecía un chico totalmente distraído y aquello era ideal para su plan.

Desde la charla con el anciano Nicolay decidió no acceder a otro encuentro con "damiselas" esa nueva mujer seria la decimo quinta en aquella semana y sabía que tenía cosas más importantes en las que pensar, como su reino.

Conociendo a los ancianos, tratarían de persuadirlo y al final, aunque no le gustase, aceptaría conocer más mujeres sabiendo que no era del todo agradable.

Normalmente siempre tenía ideas para escapar y esta vez lo único que deseaba era ir a cabalgar solo por un momento sin custodia ni vigilancia.

"- Veo que está haciendo su trabajo – sonrió pero un aura intimidante se dejó notar colocando al chico nervioso – saldré a cabalgar."

"- Pero…"

"- Saldré y regresaré – dijo sin borrar la sonrisa pero con una fuerza que denotaba orden – y nadie sabrá de esto."

Tal como lo imaginó, el joven hizo una señal de asentimiento con cierta desconfianza y temor haciéndolo salir sin problema de aquella gran fortaleza.

Ya podía imaginar la cara de Nicolay cuando no lo viese en su habitación. Subió al lomo del animal y rió por lo bajo al pensarlo.

Solo esperaba que esperasen un poco de tiempo antes de ir por él, después de todo solo deseaba estar a solas por un momento.

Golpeó levemente al animal en sus costados y este comenzó a moverse a paso lento mientras el joven sonreía ante el exterior.

Solía mirarlo desde el carruaje pero sentir la brisa le hizo sonreír mas abiertamente haciendo que de puro éxtasis golpease de nuevo al animal y así apresurar el paso.

Deseaba salir a cabalgar cuando los rayos del sol fuesen más fuertes y la hierba creciese pero por ahora debía conformarse con la brisa fría y la nieve a su alrededor.

Espoleó una vez más al animal y este apresuró su paso. El joven sonrió al ver que poco a poco se alejaba del palacio y se alejaba del pueblo por otro camino ya que podía mirarlo de lejos.

Cerró sus ojos y suspiró con alivio aunque pudo sentir como el animal pareció hundirse más en la nieve haciéndolo perder el equilibrio y caer, tirando con ello a su jinete.

El joven rodó por la vereda y chocó de costado contra un árbol, pudo sentir como sus costillas resintieron el golpe.

Maldijo por lo bajo y tocó aquel lugar que ahora le estaba dificultando el respirar correctamente.

Miró a lo lejos al caballo y como este se ponía de pie luego de varios intentos.

"- Por lo menos tu estas bien – gritó haciendo relinchar al animal que no se movió de ese sitio."

Aquella fue la señal para que él intentase moverse como fuera posible y salir de aquella vereda para volver rápidamente al palacio.

Ya podía imaginar a los médicos a su alrededor y todos preocupándose por su salud. No podía culparlos pero el hecho era que podían ahogarse en un vaso con agua.

Tocó su costado y aunque dolía demasiado pudo soportarlo hasta ponerse de pie y reclinarse en el tronco del árbol.

Miró a su alrededor, ahora debía pensar en algo rápidamente, se dijo al volver su vista al caballo y ver como una figura con un largo abrigo y una capucha se acercaba al animal. Frunció el ceño al pensar al principio que podía tratarse de un bandido pero cuando la entidad corrió la capucha hacia atrás y se asomó en su dirección, pudo darse cuenta que era una mujer y para su suerte, por su vestimenta, podía afirmar que el manto blanco que cubría su cabeza y el color negro de sus ropas mostraban que era una monja.

"- ¡Por Dios! – soltó la mujer persignándose causando que Iván reprimiese una risa."

Jamás había visto una monja de cerca, para ser franco estaba más que alejado de cosas relacionadas con la iglesia y solamente aceptaba escucharlas en actos importantes y por su educación.

"- ¿Está usted bien señor?"

"- ¿Señor? – preguntó extrañado ¿es que no se daba cuenta de su edad? Pensó que toda la situación parecía agradable y decidió seguir el juego – sí, estoy bien solo un poco magullado."

"- ¡Descuide! – le escuchó gritar – le sacaré de ahí."

El joven pudo apreciar como la monja bajaba por la vereda con cuidado, tomando su hábito y su abrigo para poder mirar por donde pisaba.

Parpadeó sorprendido al ver como se acercaba. Parecía una joven, de facciones finas y con un hábito demasiado abultado, como si usase mucha ropa bajo este.

La monja levantó su cabeza y se asustó al ver su cara.

"- Pienso que no soy un hombre tan horrible – exclamó sonriendo."

"- No es eso… - inclinó su cabeza disculpándose por su reacción. De pronto estaba nerviosa, se suponía que no debía acercarse a ningún hombre joven."

Iván notó la actitud y no pudo descifrar de qué se trataba todo.

"- ¿Y bien? ¿Me ayudaras?"

Como si saliese de un trance, la joven monja supo al final que estaba haciendo una buena acción por lo tanto no debería castigarse por ello.

Extendió su mano a él pero este aprovechó aquello para pasar su brazo por los hombros de la joven asustándola.

"- Me he golpeado las costillas – dijo reprimiendo la risa que le causaba notarla nerviosa."

"- ¿D-De verdad? – preguntó con dificultad mirándole y haciendo que él notase el color azul en sus ojos."

No era una mujer bella pero si agradable a la vista, parecía más una niña asustada y aquello era simplemente divertido.

Sabía que usualmente las monjas estaban encerradas en los conventos así que no le sorprendía que no lo reconociese.

Mostrándose con más determinación, ella le ayudó a caminar hasta salir de la vereda.

"- ¡Dios! Usted es muy alto, pesa demasiado – acusó haciendo que el joven la mirase ofendido."

Nadie se refería así a él así que debía ocultar el desagrado de sus palabras.

"- ¿Eso crees? – preguntó sonriendo."

"- Dígame ¿está perdido? – comenzó."

"- Algo así…"

"- No se preocupe, sígame, curaremos sus heridas y le daremos alimento."

Era extraño, se dijo, como de pronto aquella mujer lo había visto como un desamparado. Era algo nuevo en su vida y después de todo podía seguirle el juego solo hasta que le ayudasen.

Ya podía imaginar la cara de aquella monja cuando supiese quien era él en realidad.

"- ¿Puede caminar? – preguntó preocupada."

"- Un poco – afirmó reclinándose en el animal."

"- Suba – sugirió – yo caminaré."

"- ¿Caminaras?"

"- Claro, el monasterio está muy cerca – sonrió con naturalidad."

"- ¿A qué monasterio perteneces?- Preguntó ocultando su curiosidad."

"- Andronift – respondió - esta a las afueras del reino."

Iván suspiró aliviado, tal como suponía eran personas aisladas y eso le ayudaría a ocultar su identidad.

"- ¿Estuvo mucho tiempo atrapado?"

"- No, solo fueron unos minutos. Fue una suerte que pasaras por ahí."

La joven podía darse cuenta que al referirse a ella no tenía respeto a su persona. Pensó que podía deberse a su edad.

"-Le sugiero que se dirija a mí con cortesía – murmuró haciendo que Iván riese por lo irónico del asunto. Ya se arrepentiría esa monja luego."

"- Discúlpeme – respondió imitando un acento serio cuando subió al animal."

El hombre iba en el caballo a paso lento y ella a su lado así que no pudo fijarse en la expresión de él.

"- Se que piensa que soy joven pero le aseguro que soy una mujer muy entregada a Dios."

"- ¿De verdad? Eh escuchado historias de cómo las monjas dejan entrar caballeros a sus habitaciones – intentó fastidiarla notando que había funcionado al verla dirigirse a él con indignación."

"- L-Le puedo asegurar que soy muy pura."

"- ¿Me lo puede asegura? – preguntó fingiendo malicia haciéndola ruborizar completamente, algo por lo que no pudo evitar reír – déjeme decirle que es muy divertida."

"- Y usted un sujeto que no agradece a su salvador."

"- Tiene razón – murmuró pensativo – mi nombre es Iván."

"- ¿Puedo saber su apellido? – preguntó amablemente."

"- Depende, ¿puedo saber el suyo?"

La joven parpadeó y negó lentamente con su cabeza.

"- Mi nombre es Yekaterina."

Iván se encogió de hombros como si el nombre no fuese relevante. Siguieron su camino en silencio hasta ver a lo lejos aquella estructura.

"- Es el monasterio – afirmó la joven sonriendo – adelante."

El joven no le perdió de vista y debió agradecer que se hubiese encontrado con una chica amable como aquella.

Se adentraron al lugar, sorprendiéndose que aquella edificación fuese lúgubre en vez de alegre como lo había imaginado. Y todo fue a causa de la chica que estaba ahora ayudándole a bajar.

"- Tenga cuidado – exclamó."

Iván sonrió y se dejó sostener por la chica cuando colocó todo su peso sobre ella dando la apariencia de un abrazo.

La mujer gritó de puro terror y se apartó.

"- Discúlpeme, estoy muy cansado – mintió sonriendo, tratando de reprimir su carcajada."

"- D-Descuide… - respondió con ingenuidad."

Pudo ver como la chica tomaba su collar el cual sostenía una pequeña cruz y como al final se persignaba como si hubiese cometido alguna clase de pecado.

El joven toco su costado y con dificultad la siguió hasta entrar al monasterio.

"- ¡Yeka! – gritó una voz femenina que la hizo paralizarse - ¡ahí estas!"

El joven notó como se acercaba una mujer de mayor edad con el mismo hábito que la joven. Una expresión de enfado adornaba su rostro cansado.

"- Madre superiora – se inclinó un poco con respeto – perdone, eh tardado mucho."

"- Entonces, deberías iniciar ya – murmuró la mujer suspirando cansada hasta que volvió su vista hacía el visitante - ¿Y él…?"

"- Es un pobre samaritano – afirmó – esta lastimado."

La mujer lo estudio y supo por la forma en que se paraba que tenía razón, aquel chico parecía muy lastimado.

"- Sígame entonces, le ayudaremos."

Él sonrió como siempre y asintió dirigiéndose a una habitación con un ventanal enorme que daba la vista al patio.

Esperó sentado sin su camisa hasta que la anciana entró con una bandeja en la que había colocado utensilios necesarios.

Iván permaneció en silencio mientras la mujer preparaba ciertos liquidos.

Se distrajo entonces, mirando el exterior y notando como la monja que lo había salvado trataba de limpiar el patio.

Intentó apartar la nieve pero al caminar y golpear un árbol calló toda la que este contenía en sus ramas arruinando toda su obra.

"- Es muy torpe – habló la madre superiora quien miraba en la misma dirección de él – pero es una buena chica."

"- Tiene toda la razón – respondió sonriendo y negando con su cabeza- es una monja extraña."

"- Oh, pero no es una de nosotras."

"- ¿No es una monja?"

"- Está internada aquí, apenas es una novicia – le miró como si no supiese algo tan común como aquello – pero al final su vida estará acá con nosotras."

"- ¿Por qué lo dice?"

"- Su padre la internó porque tiene miedo que ella se involucre con algún joven – tomó un trozo de frazada y aplicó un liquido en las costillas del joven – pero ahora ya es muy tarde. Tiene veintitrés años y no se ha casado. Ya es una solterona."

Iván parpadeó sorprendido. La chica torpe era incluso mayor que él.

"-¿Por qué su padre decidió tal cosa?"

"- No lo sabemos en realidad. Ella está con nosotros desde sus dieciséis años. Ni siquiera ha tenido una presentación en la sociedad así que su tiempo se ha acabado."

"- Ya veo – sonrió intentando reprimir el dolor que los vendaje estaban causando - ¿Por qué me dice todo esto?"

"- Porque la está mirando – cerró sus ojos severa – no puede apartar a una mujer de las manos de Dios."

"- No tengo intención de hacer tal cosa – respondió sonriendo como si aquello fuese algo disparatado."

"- De acuerdo – respondió al haber colocado todos los vendajes – Es mejor así. Ambos morirían de hambre."

Iván rió debido a las palabras.

"- Tienen razón, soy un Cosaco – mintió."

"- ¡Dios! – exclamó cerrando sus ojos – ¡Es un nómada!"

El joven sonrió. Tal como esperaba aunque los cosacos se hubiesen establecido en su país desde hacía mucho, algunos pensaban que estos aun vagaban sin establecerse en una zona especifica.

"- Agradezco la ayuda – comenzó sintiéndose extraño al pronunciar palabras que no estaba acostumbrado a usar, normalmente él no tenía porque hacer tal cosa."

"- ¿Ahora se marchará?"

"- ¿Soy una molestia?"

"- Puede quedarse por algunos días – aclaró su garganta incomoda que se notase las ansias para que el chico se marchara."

Iván sonrió y no quiso revelar que se iría ese mismo día.

Asintió y en cuanto la mujer salió de la habitación, este lo había hecho igual dirigiéndose a su caballo.

"- ¿Se siente bien? – escuchó la pregunta y se giró sonriendo."

"- Solo un poco – dijo al mirar a la joven desarreglada."

"- Tiene el cabello platinado – afirmó notando que el manto se había corrido un poco mostrando así su cabeza."

"- ¡No mire! – se giró rápidamente y se arregló. Era bien sabido que nadie debía ver su cabellera."

El joven no pudo evitar reír.

"- No se preocupe – murmuró con malicia – Esa parte de su cuerpo está a salvo conmigo."

"- ¡¿Co-Como puede decir eso? – contrariada y avergonzada se volvió a él - ¿Acaso no puede respetar a su esposa?"

"- ¿Esposa?"

"- Está casado… ¿verdad?"

"-¿Por qué supone eso?"

La joven se sorprendió. A su modo de ver el mundo las personas a cierta edad se casaban y si no era el caso entregaban su vida a Dios.

"- ¡Entiendo! – afirmó – Ha dejado a su mujer ¿no es así?"

Ivan sonrió. Divertirse a costa de aquella ingenua mujer era realmente sencillo.

"- No quería complacerme en la cama – comenzó poniéndola completamente roja – y mi amante era mejor en ese aspecto."

"- ¡D-Dios le castigara!"

"- ¿Le parece? – preguntó."

"- ¿N-No respeta a su amante? – preguntó con curiosidad."

"- Veo que le llama la atención el mundo pagano."

La joven miró a todas las direcciones cuando él había dicho aquello.

"- Baje la voz por favor, no es lo que piensa."

Iván no pudo soportarlo más y rió con buen humor, algo que sinceramente no había ocurrido desde hacía mucho.

"- ¿Q-Que le parece tan gracioso?"

"- Nunca ha salido de aquí ¿no es así?"

La joven le miró indignada y decidió girar y marcharse pero el agarre del joven la había detenido.

Le había puesto tan nerviosa que se había soltado y persignado de inmediato.

"- ¿La eh asustado? – preguntó con calma."

"- N-No… - respondió escondiendo el brazo."

"- Tiene el habito encima, no he tocado su brazo desnudo."

"- Pero…"

"- No ha cometido pecado – sonrió como si él fuese el mayor de ellos – lo que le eh dicho es mentira."

"- ¿Mentira?"

"-No tengo amante."

"- Dios le castigara por mentir."

"- Todos mentimos."

"- ¡N-No todos!"

La chica era aun más ingenua de lo que había creído y no pudo resistir molestarla un poco más.

"- Nadie la ha tocado ¿no es así?"

"- N-No, soy pura por esa razón."

"- ¿Nunca ha tenido curiosidad?"

La joven se ruborizó e inclinó la cabeza. Deseó correr de aquel hombre pagano.

"- No puede mentir."

"- B-Bueno… - aclaró su garganta – he visto a las parejas cuando se casan. Tal vez un beso…"

Tapó su boca y le miró con temor.

"- ¡E-Es su culpa!"

"- ¿Mi culpa? – preguntó sonriendo."

"- Permiso, debo orar… - se persigno y se giró pero justo antes de marcharse el hombre se había acercado por atrás y había murmurado ciertas palabras."

"- Cuando lo desee puedo darle un beso."

La pobre chica casi tropezaba con su hábito y tras mirarle indignada se alejó de ahí. Debía orar y quitar de sus pensamientos todo rastro de impureza.

Iván permaneció ahí, reprimiendo la risa que amenazaba salir de sus labios.


Continuara…