¡Qué tal gente linda! Aquí estoy, congelándome –si, lo digo literalmente- en un hermoso día de otoño. Es mi tercer aparición en el fandom y esta vez vine con un fic (aunque digamos que, en esencia, va a ser cortito). La idea me vino al ver un hermoso –y graciosísimo- dibujo de una chica muy talentosa: Rusky-Boz (ella es talentosísima. Y si, adivinaron, el dibujo de portada para la historia es el que ella hizo) y como ya termine mis exámenes en la universidad pensé que sería bueno relajarme escribiendo con mis personajes favoritos.
Esta letra –cartas, pensamientos, recuerdos, ironías, etc.
Esta letra –cosas verdaderamente importantes.
Aclaraciones: Tengo dos. La primerísima, y más importante, es que los personajes de Fairy Tail le pertenecen a su autor, Hiro Mashima-sensei (Ese increíble hijo de &%#° ¡¿Por qué no admite de una puta vez que el NaLu y el Jerza SON cannon?! Un día de estos lo voy a destripar, lo juro…). Como ya está sobre aclarado, lo digo una sola vez; y esto es válido para todos los capítulos que tenga el fic. Segundo, va a ser un multi-parejas (Gray y Juvia, Elfman y Evergreen –aunque no soy muy fanática, hare mi mejor esfuerzo en ellos-, Gajeel y Levy, Natsu y Lucy, y Jellal y Erza). Cada una de ellas tendrá su respectivo capitulo. El primer capítulo será a modo de instrucción, una especie de prólogo.
Resumen: Asuka, como toda niña híper enérgica de Fairy Tail, no quiere irse a dormir para pesar de sus famélicos padres, aun cuando rozan la medianoche y después del terrible caos que se había armado en la tarde. Ante tal clima desalentador, y después de un inocente comentario de Happy, a Lucy, Levy, Erza, Juvia y Evergreen –que no quiere ser menos, y no porque de verdad le interese- se les ablanda el corazón y se les ocurre una genial idea: contarle un cuento cada una. ¿Blanca Aguas y los siete gatitos? ¿Rapunzel y Cenicienta son hombres? ¡Que es Bestia mujer, y no Bruto! ¡¿Y desde cuando es el Bello Durmientes?!
Espero que lo disfruten…
OoOoOoOoOoOoO
Cuentos para dormir.
"Ser padres e ir a dormir… no congenian"
El que dijo que ser padres era tarea fácil… en su puta vida lo había sido (o había tenido un serio derrame cerebral, con gravísimas secuelas de por medio). Y mucho más, si uno es miembro de un desquiciado y frenético gremio de magos en donde la mayoría de sus individuos, por desgracia, no son el mejor ejemplo para una dulce niña de apenas seis añitos; que apenas está dando sus primeros pasos en la tierra, explorando y conociendo el mundo que la rodea.
Sobre todo, si las personas que se suponen responsables de los más jóvenes, incluido el más viejo de todos, formaban parte de ese loquero disfrazado que era el pan de cada día. Era peligroso caminar por esos pasillos de madera sin estar mirando a cada rato para ambos lados; si uno no lo hacía, era muy probable que alguna silla o mesa –nadie sabe hasta el día de hoy quién es el responsable de semejante fuerza- volara en dirección a tu cabeza, dando justo en el blanco. Y en vez de preocuparse, las personas a tu alrededor… ¡Se reían!
¡Pero qué demonios! Esa era la manera suave de describir la desgracia que los rondaba cada día. Ya era lo bastante difícil estar con el ojo pegado a la niña cuando estaba con ellos, como para dejarla en manos ajenas.
¡Asuka se contagiaba de cualquier estupidez! –y no es como si la estupidez fuera poca en Fairy Tail- ¡De cualquier cosa! Que si como fuego, que si como hielo, que si tengo ganas de comerme esa pintura tan rica, que si tengo ganas de bailar sobre la mesa, que si quiero volar con los mininos, que si quiero tironear tal cabello, que si quiero tomar eso que huele tan fuerte. Y no era sólo eso. Por Mavis, no. Lo difícil no era persuadirla de hacer o no tal cosa, lo verdaderamente difícil, y que les hacia llorar lágrimas de sangre, era hacer que no viera tal cosa.
Vamos, hay que ser sinceros. Ellos, como padres, no estaban exagerando. De verdad no lo hacían. Cualquier persona normal, y no se los digo por la edad, ya estaría completamente desquiciada de por sí con la cantidad de cosas que vería. El exhibicionismo completo, de cuerpo completo, era una de las tantas calumnias de las que ambos padres tenían que estar sumamente atentos, pues, al menor descuido, la pequeña Asuka los llenaría de preguntas –o se quedaría traumatizada de por vida; aunque no sabían que era peor. Los "conciertos" de rock improvisado era otra. Las peleas apocalípticas, donde la tierra parecía temblar, se sumaban a la lista. ¿Era necesario que siguieran torturándose así?
Y eso no terminaba ahí. Por supuesto que no. También estaba el hecho de "los terceros". ¿Y qué cuernos es eso? Ambos padres lo descubrieron de la peor manera posible: Asuka tenía hambre, muchísima, y quería comer chocolate. Ambos se lo habían prohibido porque se había portado mal y no había hecho su tarea. Sin embargo, la muy astuta –repito, aquel imbécil que dijo que ser padre era fácil, que diera la cara o irían a buscarlo- fue con su mejor cara de perro mojado rogándole a aquel que se le cruzara por un pedazo de chocolate y la muy maldita, ejem, la muy linda lo consiguió.
¡Y joder! Cuando protestaron, como lo dictaba su rol y derecho de padres, que no estaban habilitados para darle chocolate –porque había salido un ejército de personas de quién sabe dónde enternecidos por la pobre alma desamparada- casi todo el gremio quiso tirárseles a la yugular, tachándolos de mounstros-autoritarios-que-quieren-dejar-que-su-pequeña-hijita-se-muera-de-hambre-y-de-tristeza. ¡Pero si ellos sólo la estaban educando! ¡EDUCANDO! ¿Por qué cojones tenía que meter el gremio entero su nariz? Y encima, en su vida privada.
Oh, ambos anhelaban con toda su alma el día en que mas niños hicieran su aparición (y sospechaban que, gracias al cielo, no faltaba mucho). Ya meterían ellos su nariz en asuntos privados, sobre todo, cuando se tratase de castigos y premios. Y ahí serían ellos lo que sonreirían, los que se levantarían de forma triunfal ante el mundo injusto proclamando su venganza… su dulce venganza…
A veces, y no sabían por qué, tanto Alzack como Bisca –si, adivinaron, ellos son los padres de la pequeña angelito- tenían la instintiva y primitiva necesidad de sacar sus pistolas mágicas y asesinar a mansalva a todo aquel que ensuciara la mente de su pequeña o, en todo caso, a aquel pobre desgraciado que se cruzara en su camino.
Como en esos precisos instantes. Aunque, esta vez, esos instintos de asesino serial que renacían burbujeantes tenían nombre y apellido, y una causa que acompañaba su desgraciado destino: Natsu Dragneel, Gray Fullbuster, Gajeel Redfox y Elfman Strauss.
¿Qué había pasado? ¿Y que tenía que ver con la más pequeña de las hadas?
Había sido un día normal en el gremio –aunque para Fairy Tail normal sea sinónimo de caos post-apocalíptico- algunos discutían trivialidades sobre sus libros favoritos, otros paseaban la mirada por la pizarra de misiones, otros cantaban sobre el escenario avergonzando a más de uno mientras otros lo abucheaban, otros tantos tenían su típica sección de "acoso amoroso: espionaje secreto" aunque no fuera muy secreto que digamos, y otros tantos bebían alcohol, se divertían charlando de la juventud, insinuaban hechos amorosos y vergonzosos obvios o comían pescado.
Se respiraba el simple olor de los magos caóticos y divertidos, que hacían de su día un momento único para vivirlo y posteriormente recordarlo con cariño reprimido. Hasta que eso pasó. Hasta que la fatalidad golpeó las puertas del destino y cayó sin avisar, desviando la mente de los más inocentes a rincones oscuros y tenebrosos. Anulando completamente la capacidad de ambos padres para controlar la situación y a la pequeña que era testigo de ello.
Empezó como una pelea normal, los dos buscapleitos de siempre se gruñeron un par de insultos y terminaron a los golpes, que siguió y se hiso más grande conforme más magos se fueron uniendo. Todo siguió su curso –incluso, después de un rato de estar ajenas a ello tanto Erza como Cana se unieron al despelote- hasta que una silla voló en dirección a Evergreen, quien estaba sentada cómodamente en la barra tomando un delicioso trago que terminó derramado en su vestido, y todo fue silencio. Un silencio abrumador, cabe destacar.
La maga no dijo una sola palabra durante segundos que fueron eternos. Incluso una mosca que estaba volando por allí tuvo que apoyarse en una de las columnas, porque ni ella misma soportaba ser el único sonido reinante. Y entonces, de golpe, estalló, rugiéndoles a todos que eran unos completos idiotas de cuarta que no podían contener la excitación en sus cuerpos por unos míseros segundos (…) y la cosa sigue. Les hiso todo un monólogo digno de un productor de teatro –que estaría encantado con tan buen trabajo- hasta que alguien la interrumpió. Alguien con su enorme bocaza.
— ¡Si tanto te quejas por una pelea, no deberías venir al gremio! ¡Mujeres! —bufó indignado—. ¡No saben pelear!
Si. Fue esa persona. Natsu Dragneel.
Aunque él no tuvo toda la culpa. Los que se cansaron del rápido monólogo -léase: Gray, Gajeel y Elfman- también lo apoyaron, gritando por sobre el silencio que así se hacían las cosas en el gremio. Por supuesto, ninguno se dio cuenta que esas palabras no sólo resultaron ofensivas a la receptora del mensaje, sino que también afecto a todas las mujeres del recinto. A todas.
— ¡NATSU! —gritó una muy furiosa Erza, haciendo callar al resto con el pisotón que le dio al suelo—. ¿Qué fue lo que dijiste?
Fue ahí donde el pobre Dragon Slayer se dio cuenta de su error, y de lo que había dicho. No se confundan, no lo había dicho con intenciones machistas ni nada que se le pareciera –él, más que nadie, sabía que las mujeres de Fairy Tail estaban más que capacitadas para la lucha salvaje y sin compasión- era sólo que no quería que lo interrumpieran cuando la estaba pasando tan bien y había dicho lo primero que se le cruzó por la mente, impaciente por callar a Evergreen y volver a la lucha.
—Eh… yo… yo sólo… —tembló ante todas las miradas femeninas llenas de ira descuartizadora, que se acercaban a su persona cada vez más, ganando terreno centímetro a centímetro—. E-e-e-e-ess que-e-e-e… yo…
Fue el principio del fin.
Rara vez el sexo femenino se involucraba en las peleas, con las claras excepciones que eran Erza y Cana. Sin embargo, esta vez, ninguna quedó fuera. Con el impulso de proteger su orgullo pisoteado por un grupo de hombres desconsiderados y malpensados todas fueron llamadas a las armas, y ninguna se negó. Makarov, que hasta cinco minutos antes reía divertido sobre la barra por la magnífica pelea, tuvo que esconderse detrás de ésta por el temor que esas miradas le infundieron –y porque estaba con la pequeña Asuka, que rió sin entender nada de la situación.
El caos y la destrucción, sobre todo la destrucción, inundo al gremio que hiso temblar la tierra a su alrededor con furia, literalmente hablando. Más de un integrante de Magnolia se preguntaba qué estaría pasando en ese enorme castillo para que se escucharan esos gritos de terror y pánico ahogado. Un viejo comentó, desde su sillita en el parque, que seguramente todos se habían vuelto por fin locos y se estuvieran matando entre sí; recibió una dura reprimenda de su nieto que, a pesar de confiar que todo estaba bien, aquellos gritos desgarradores lo asustaban, y mucho.
Cuando todo terminó, no quedaba ni rastro alguno de presencia masculina en pie. Quedaron hechos polvo, y más de uno tuvo que ser llevado al hospital con terribles golpes, moretones, magulladuras, huesos rotos, y narices y bocas sangrantes. Los doctores responsables no se atrevieron a preguntar por qué estaban así y ninguno quiso dar explicación alguna –y no sabían si era por el miedo de ser papilla otra vez o por su orgullo de macho herido.
Los responsables directos de dicho "día del apocalipsis" –esos cuatro magos que se presentaron muy desafiantes al principio- fueron los encargados exclusivos de limpiar y acomodar el gremio. Obviamente, por orden de Erza. Y aunque le rogaron al Maestro que necesitaban descansar y que eso era injusto y otras excusas más que inventaron para zafar, por primera vez en la vida Makarov Dreyar no se atrevió a contradecir las palabras de la pelirroja, que eran sostenidas por miradas hambrientas de destrucción desde las oscuras tinieblas.
Y para cerciorarse de que lo hicieran bien, Erza, Lucy, Levy, Juvia –más por poder ver más tiempo a su querido Gray-sama que por seguir "castigándolo"- y Evergreen se comprometieron a ser las responsables de vigiarlos, hasta que terminaran el titánico trabajo de arreglar, reparar y reacomodar lo que antes había sido un bonito salón con sillas, mesas y demás utensilios para pasarla a lo grande.
Y por culpa de este hecho insignificante Asuka andaba extrañamente hecho un rayo luz; dando patadas y puños al aire, mientras era perseguida por sus desesperados padres porque ya era tarde, se acercaban las doce de la noche, y tenían que irse a casa a dormir.
Pero la muy ingrata seguía gritando que quería quedarse con sus tías para divertirse con sus tíos. (Para disimular la pelea, el Maestro no había tenido otra opción más que mentirle a la pequeña: le dijo que todo ese ruido que escuchaban detrás de la barra, incluido los gritos horripilantes de ayuda, no eran más que un juego divertido de atrapa o escapa que sus dulces tías estaban implementando con sus tíos).
El lugar tampoco ayudaba en la persecución policial. Aunque los cuatro magos habían estado trabajando toda la tarde, y se perfilaba que iban a trabajar toda la madrugada, aun parecía que un tornado había pisoteado todo a su paso y un tsunami lo había acompañado, siendo la frutilla del postre. Las magas presentes y Jellal, que se había quedado para acompañar a Erza –y calmarla, cuando la situación lo dictaminase así- miraban a los padres de la niña con cierto desconsuelo, tratando de pensar en alguna solución para ayudarlos, aunque nada saliese de sus cerebros.
— ¡Asuka! —rogó Bisca, mientras le señalaba a su esposo que doblara en aquella esquina que tenían enfrente—. ¡Ya es tarde hija! ¡Es hora de irse a dormir!
— ¡No! –gritó furiosa, apretando el paso—. ¡Me quiero quedar a jugar con las tías!
— ¡Asuka!
— ¡Cuando digo no, es no!
Y negando energéticamente, saltó hacia la derecha sobre una banqueta que Gajeel y Natsu transportaban a su lugar de origen –nadie sabe por qué, pero había terminada colgada del techo- siendo atrapada de improvisto por los brazos de su padre. Bisca sonrió mientras Alzack le guiñaba un ojo cómplice.
Por supuesto que no la tuvo fácil una vez que sus garras la aferraron a él. Asuka comenzó a patalear y a gritar como una histérica que no se iba a ir a ningún lado, irritándolo, mientras hacía esfuerzos sobre humanos para controlarla en su lugar. Era agotador escuchar el eco de las quejas, cuando los únicos sonidos que sobresalían eran los movimientos de los muebles que iban y venían.
— ¡Calla a la mocosa de una jodida vez! —gritó Gajeel, hastiado y tironeando de mala manera la banqueta. Natsu le gruñó como mera respuesta, acción que ignoró. Había tenido un día lo suficientemente espantoso como para terminar con la cabeza explotando, que ya, de por sí, le latía con furia sobre la frente.
—Hago lo que puedo, Gajeel —le rugió Alzack, mientras recibía un puño en la cara.
— ¡Pues no lo parece!
— ¿Alguna vez fuiste padre? —saltó Bisca, en defensa de su maltratado marido.
— ¿Tengo cara de haber cogido con alguien alguna vez y dejarla embarazada? ¿Eh?
Eso fue más de lo que Bisca podría haber soportado. Tomó una de las pistolas que Alzack siempre llevaba consigo en la cintura, mientras este aun intentaba contener a la furiosa bestia que cargaba en brazos, y apuntó al mago de hierro con furia decidida, quien comenzó a reírse a carcajadas con total desdén, al borde del colapso mental.
Todos estaban terriblemente irritados, por no agregar susceptibles, por los acontecimientos de esa tarde, nada gratos; mientras que los gritos y forcejeos de la pequeña Asuka lograban que los nervios ya crispados, se crisparan el triple, cuádruple y hasta el quíntuple.
—Repite lo que dijiste —amenazó, con los músculos tensos.
—Oh, ¿De verdad?
— ¡No digas una palabra Gajeel! —le escupió Natsu, tironeando la banqueta hacia adelante.
— ¡Tú no me dices que mierda tengo que hacer, Salamander! ¡Hoy bien que echaste todo al retrete en menos de dos segundos! ¡Pedazo de flama carbonizada! —y empujó la banqueta para adelante también, comenzando un juego de tira y afloja.
— ¡Mira quién habla! ¡Tú me apoyaste, si mal no recuerdo, cerebro de metal! —se defendió rápido, volviendo a tironear la banqueta.
— ¡Eso me recordara a que jamás vuelva a seguirte en tus juegos!
Los gritos de Asuka se intensificaron, mesclados con el llanto inminente. Todas las miradas de los presentes se fijaron en el inestable Redfox, que seguía retando a un también alterado Natsu mientras le saltaban chispas de los ojos y las voces feroces de ambos aumentaban el volumen considerablemente. Nadie veía con buenos ojos que esa situación terminara sin algún conflicto de por medio.
— ¡Que la calles te digo! —volvió la mirada furiosa a la pareja, mientras Bisca aun seguía apuntándolo.
— ¡Déjala en paz! ¡Es sólo una niña! —gritó, esta vez, Gray. Se notaba cansado también de la actitud de todos los presentes; mientras transportaba en sus hombros dos sillas que a ambas les faltaban las dos patas delanteras.
El Mago de Hielo no fue el único que se involucró en la cocinada situación. El griterío fue en aumento cuando todos, a excepción de Jellal, se introdujeron en la discusión que ya de antemano no tenia solución pacifica posible, sumando cada uno su visión de la pobre y desamparada pareja de padres que no podían controlar a la niña. Se comenzaron a echar culpas unos a otros y la tensión fue en un aumento vertiginoso, rayando la posibilidad del conflicto armado, otra vez.
Y la explosión del llanto de Asuka terminó por romper los finos nervios que venían sosteniendo la situación. Los muebles volvieron a caer al piso con un sonido estruendoso y los puños se alzaron en posiciones de ataques.
Esa fue su entrada. Jellal se levantó de la barra donde estaba sentado con Happy y Lily –que se habían mantenido afuera de todo el escándalo de la tarde y, por supuesto, del que se acercaba- y arrojó al centro lo primero que su mano alcanzó: el vaso con jugo de kiwi que el gato de color negro estaba tomando. Aunque recibió una queja por parte del felino, la ignoró olímpicamente por la simple razón de que la atención que había buscado fue recibida con lujos y detalles. Tembló un poco por las miradas frías que recibió, pero no se dejo intimidar.
—Por favor, todos, cálmense —pidió con su característica voz suave, llamando a la paz entre fronteras—. Se que están todos cansados por lo que pasó hoy y que tú, Gajeel, no quisiste decir nada de lo que dijiste —el aludido chitó desentendiéndose de la situación—. Va ser una noche muy larga y lo que menos tenemos que hacer, es volver a matarnos entre nosotros.
—Sí, sí, sí, lo que digas —le reconoció el morocho de ojos rojos, cruzándose de brazos—. Pero no voy a soportar toda la noche a una chiquilla malcriada dando vueltas por aquí y lloriqueando porque sus padres no pueden controlarla.
Alzack y Bisca lo fulminaron con la mirada.
— ¡Gajeel! —lo retó Levy.
— ¿Qué? Enana, sabes que digo la verdad. La verdad que nadie quiere decir.
Muchos bajaron la cabeza, reconociéndolo de forma muda. Al principio, cuando el último de los "no-elegidos" –o de los que tenían suerte, según Natsu- se fueron, la presencia de la niña alegrándoles la tardecita fue como una especie de bendición. Mientras acomodaban o limpiaban o arreglaban, Asuka les hacia compañía de la forma más divertida, haciéndolos reír con la más pequeña estupidez y distrayendo, también, a las magas. Pero conforme se fue desarrollando la noche, y el cansancio, la voz chillona ya no parecía tan divertida ni gratificante.
Al final, más de uno la echó de la forma más educada y delicada que pudieron, sin hacerla llorar ni nada parecido. Pero la pequeña siempre volvía, con curiosidad, con ganas de saber que tan divertida era la vida en sí misma, con esa inocencia que tanto caracteriza a los niños pequeños, sin maldad, sin impurezas, sin malas intenciones. Sólo con la simple idea de pasar un lindo rato con las personas a las que llamaba "tíos y tías" de forma cariñosa.
El silencio los invadió, regidos por la culpa de ser tan egoísta ante un ser tan lleno de buenas intenciones. El llanto característico que venía escuchándose desde, por lo menos, cinco minutos era como un puñal acusador que les gritaba en la cara lo increíblemente malas personas que eran, o que aparentaban ser. Bisca bajó la pistola y la volvió a colocar en el cinturón donde nunca tendría que haber salido, y se acercó a su hija, donde Alzack había estado intentando animarla.
La situación era, por demás, incomoda.
—Pobre Asuka —murmuró Lily, deprimido por los increíbles alaridos de llanto.
— ¡Aye! —concordó su azulado compatriota—. Cuando era más pequeño y estaba triste, recuerdo que Natsu solía contarme algún cuento… —lo pensó unos segundos, analizando algo. Hiso una mueca—. Pero era pésimo inventando historias…
— ¡Eso es!
— ¡Wa! ¡Lucy! —gritó el alado gato, sorprendido—. ¿Desde hace cuánto me acosas?
— ¿Eh? ¿De qué estás hablando gato tonto? Yo siempre estuve aquí, al lado de la barra —explicó a sabiendas de que Happy iba a mirarla de mala manera. Y aunque lo hiso, la miró como si estuviera loca, lo ignoró; retándose mentalmente por no pensar en esa opción antes—. ¡Un cuento! —gritó feliz.
Todos la miraron, dirigiéndose a ella de la misma manera en que lo había hecho Happy: como si estuvieran mirando fijo a una loca desequilibrada.
— ¿Te golpeaste la cabeza, Luce? —preguntó Natsu, realmente preocupado.
— ¿De qué hablas Salamander? La Coneja siempre tuvo un desequilibrio mental, es increíble que no te hayas dado cuenta hasta ahora.
—Concuerdo con el cabeza de metal, Natsu, es más que obvio —opinó Gray, asintiendo.
— ¡Oigan! —los interrumpió Levy, algo furiosa, algo perdida. Parecía dividida entre dos opiniones que no se ponían de acuerdo entre sí—. Es verdad que Lu-chan es algo rara a veces (si no es por decir la mayoría de las veces)… ¡Pero tampoco es para que digan esas cosas feas de ella!
— ¡Opinar sobre la locura de los demás no es de hombres!
E increíblemente, se armó una discusión a expensas de la supuesta locura de Lucy, en donde los mismísimos padres de la afectada niñita se sumaron, dando su opinión. Incluso Evergreen, que se había mantenido lejos de "la chusma" todo ese tiempo –tampoco se había metido a parar la inminente batalla por culpa del llanto de la pequeña de cabellos verde oscuro- estaba inmiscuyéndose, mientras la rubia miraba afectada la escena. El único que no comentaba nada, pero se reía, era Jellal.
— ¡Oigan, oigan! —agitó los brazos, con la esperanza de que la escucharan. Nada de eso pasó, seguían sumergidos en la importante tarea de tacharla de loca—. ¡OIGAN! —gritó al fin, siendo escuchada por su atemorizante voz.
—Natsu, ¡Lucy quiere contagiarnos su locura!
— ¡Ya cállate de una vez, gato estúpido! —le rugió, atemorizando a todos los presentes. Incluso la pequeña Asuka se calló—. Bien, ahora que tengo su atención… propongo que le contemos cuentos a Asuka-chan. Cuando era niña y no me quería ir a dormir, mi madre siempre me leía —explicó, contenta.
— ¡Esa es una idea genial Lu-chan!
—Me parece una idea estupenda, Lucy —apoyó Erza.
— ¡A Juvia también le parece una idea genial! —«Aunque provenga de mi rival en el amor, Juvia no será menos. ¡Eso es! Juvia contará el mejor cuento. Será tan hermoso, que ni Gray-sama podrá rechazar los encantos naturales de Juvia…»Pensó, comenzando a fantasear con una vida juntos. Casamientos, casa, y un montón de niños de ojos azules que le decían mami.
—Lo sé, gracias —en sus palabras se denotaba orgullo propio, aunque hubiera sido una idea plagiada de Happy, incluso, la historia sobre el pasado.
— ¡Bah! —se quejo Gajeel, arrugando su nariz—. Eso es lo más estúpido que escuché en el día de hoy…
— ¡No! —lo retó Asuka, hablando por primera vez desde su comienzo de berrinche—. ¡Quiero escuchar un cuento, quiero escuchar un cuento! —pidió emocionada mientras daba saltitos en los brazos de su padre.
Lucy le sacó la lengua al mago de hierro, quien la ignoró girando su rostro.
—Bisca… —murmuró Alzack, que ya veía venir otra acción de "los terceros". Su mujer asintió y le sonrió, calmándolo de inmediato.
—Chicas —miró a las magas en un posición seria, de esas que dan las madres cuando están dispuestas a todo por sus chiquillos—. Aceptaré que les cuenten un cuento a Asuka. Con la condición… —aclaró, levantando el dedo índice y mirando fijo a su hija—. De que después te irás a dormir tranquila, pequeña.
La niña hiso un gracioso mohín con los labios y se cruzó de brazos, pero ante las miradas de sus tías, esas que decían que esa vez no se iban a entrometer en la situación, tuvo que aceptar las condiciones que su madre le imponía. Aunque antes recurrió a su padre, está vez él se negó a darle lo que le pedía. Estaba demasiado cansado como para aceptarle esa clase de caprichos, sobre todo, después de la situación que habían pasado.
Las magas festejaron, aplaudiendo y dando saltitos en su lugar.
Los magos tuvieron la tentación de retrucar, incluso, de negarse a participar en esa situación. Gray tuvo la valentía de hacerlo casi realidad. Inmediatamente después de levantar la mano para hablar, todas las miradas femeninas –sobre todo la de Bisca, que ya estaba hasta la coronilla de todo ese menjunje de sentimientos- lo miraron como si fueran Jack El destripador en persona. Retiró su mano enseguida, a riesgo de perderla, y miró para otro lado, metiendo las manos en los bolsillos y silbando como si no hubiera hecho nada.
Lo que ningún hombre se esperaba, ni siquiera Jellal, era escuchar semejantes historias disparatadas, con ellos de protagonistas. Ni que tampoco, la pequeña nueva demonio –como la bautizaron después Natsu y Gray- se divirtiera tanto a costa de la poca dignidad que les quedaba.
Si el día había sido largo, la noche sería aún peor…
Vuelvo a repetir, ¡¿Quién fue el jodido infeliz que dijo que ser padre era fácil?!
...
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NOTAS: ¡Jo! ¿Qué tal? ¿Les gustó? En lo personal, yo me divertí mucho escribiéndolo. Disculpen si la historia les resulta retórica en algunas partes, pero creo que ese es mi estilo y me sale de forma natural... Espero haber podido reflejar esas situación de bipolaridad que resultan tan cómicas y que nos gustan tanto en Fairy Tail. ¡Ah! Arriba me olvidé aclarar que Jellal es parte del gremio -no puedo negar que lo deseo- y que la línea temporal viene después de todo el lío con Tártaros, etc, etc. Ejem, bien, si este capitulo les resultó -aunque sea un poco- gracioso, ¡esperen a ver el que sigue! Creo que todos sabemos de la imaginación que posee Juvia xDDD. En el dibujo de la portada no sale Erza, pero créanme que está ahí y su expresión es muuuuy graciosa. Ojalá les haya gustado, de corazón.
Espero sus reviews llenos de azúcar. ¡Saludos y Besos a todos!
Atte, Misari.
(EDITADO: 23/08/2014).
